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Origen,
historia y realizaciones de la
Universidad
Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
Por Martín López
Avalos
(Primera de dos partes)
La
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, si bien fue
fundada en 1917, es la continuadora de una tradición educativa
que se remonta al siglo XVI cuando el obispo Vasco de Quiroga fundó,
a su vez, el Real y Primitivo Colegio de San Nicolás Obispo en
1540 en la ciudad de Pátzcuaro. Desde entonces, la educación
superior en el actual estado de Michoacán ha estado marcada por
el desarrollo del Colegio fundado por el ilustre obispo. Su historia
es la realización de las ideas y aspiraciones terrenales del
humanismo renacentista, primero, y del nacionalismo liberal, después,
que fueron conformando a nuestro país como nación. En
este sentido, la historia de la Universidad Michoacana es el resultado
de este antecedente y la continuidad de ese ideal fundacional que los
universitarios michoacanos, "nicolaitas", asumen como
herencia de un pasado ilustre que debe preservarse y ampliarse para
las generaciones futuras. Entonces, como ahora, el presente planea
retos y respuestas a preguntas sobre el papel que debe jugar la
educación superior en la sociedad. La Universidad Michoacana,
en sus antecedentes y en la actualidad, nos muestra una historia digna
de ser estudiada.
Vasco
de Quiroga y el Colegio de San Nicolás
La obra
educativa de la colonización española en América
es uno de los rasgos perdurables en las distintas sociedades del Nuevo
Mundo donde la cultura ibérica se fue asentando. Esta obra
produjo instituciones como el Colegio de San Nicolás, en Pátzcuaro,
que sobrevivió a otros similares, fundados en la primera oleada
de la evangelización americana, como los colegios de Santa Cruz
de Tlatelolco, de Estudios Superiores de Tiripetío; de San Juan
de Letrán; de San Pablo; San Ildefonso, Santa María de
Todos los Santos, así como la Universidad de México.
Fundado por
el obispo Vasco de Quiroga en 1540 con el propósito de formar
sacerdotes para el ejercicio de un proyecto comunitario de raíces
renacentistas, el Colegio de San Nicolás, representó un
caso singular entre los planteles educativos novohispanos, pues sus
egresados, hombres preparados para una amplia campaña de
evangelización, debían caracterizarse por su ejemplo de
caridad cristiana, acostumbrarse y asimilar la cultura indígena,
su lengua y costumbres, con el propósito de construir con ellos
una nueva sociedad (hospitales-pueblos), acorde a una vida en
comunidad cristiana, ajena a las medidas y reglas de fuerza. Los
valores humanos propuestos por don Vasco de Quiroga, con hondas raíces
en el Renacimiento europeo, se convirtieron en el sello característico
de esta institución educativa hasta la muerte de su fundador en
1574.
La gestión
de don Vasco de Quiroga sentó las bases del desarrollo
posterior del Colegio, pues gracias a sus negociaciones obtuvo del Rey
Carlos I, en 1543, la cédula real que le otorgaba el título
de Real Colegio de San Nicolás Obispo, cuyo patrono sería
el mismísimo monarca.
A la muerte
de su fundador se produjeron cambios importantes en la fisonomía
del Colegio, tanto en el orden normativo, como en el educativo. Su
fisonomía humanista si bien no desapareció, sí
fue modificada, la formación de sacerdotes se alejó del
ideal quiroguiano de acercamiento con los indígenas; sin ese
contacto vital que permitían los hospitales-pueblo para el
proyecto del obispo, la educación proporcionada en el Colegio
se fue pareciendo cada vez más a la de un seminario conciliar.
En otro orden, con el cambio de residencia episcopal de Pátzcuaro
a Valladolid, el Colegio también fue trasladado y fusionado con
el Colegio de San Miguel de Guayangareo.
Sin embargo,
fue hasta finales del siglo XVII cuando el Colegio de San Nicolás
sufrió profundas reformas en su reglamento y constitución,
que sirvieron de base para la modificación de sus planes de
estudio, empezando a ampliar su radio de acción al formar no sólo
sacerdotes, sino también teólogos, oradores sagrados,
historiadores, filósofos, traductores, etcétera. Un real
decreto de 1797 concedió a San Nicolás el
privilegio de incorporar las cátedras de Derecho Civil y
Derecho Canónigo a su estructura. El Colegio se iba adecuando a
las necesidades de la floreciente sociedad valladiana, que reflejaba,
al mismo tiempo, la consolidación del Colegio de San Nicolás
como centro educativo.
El
florecimiento novohispano del siglo XVIII, por otro lado, tiene un
importante referente en San Nicolás, pues lo
encontramos transformado en un centro de cultura donde empiezan a
discutirse los problemas filosóficos que preludian al mundo
moderno. La figura del fundador, don Vasco de Quiroga, es examinada y
estudiada a la luz de los problemas y, sobre todo, aspiraciones, de
esta sociedad en expansión. No es extraño que sea uno de
los rectores de esa época del Colegio, Juan J. Moreno, quien
exalte la figura del "gran iniciador", que en los hechos
cuestionaba el estado de cosas existente. La obra de Vasco de Quiroga
era la crítica a la construcción del orden colonial
establecido y perfeccionado a lo largo de tres siglos. Los estudiantes
de San Nicolás se vieron a sí mismos como continuadores
de aquella magna obra de justicia por un nuevo orden social.
Ilustración
y nacionalismo
La renovación
intelectual efectuada en San Nicolás se convertirá
en una revolución de las ideas que muy pronto influirán,
de manera decisiva, en la historia nacional. Esta revolución
abarcará no sólo a los estudiantes, pasará, antes
que nada, por su claustro docente y directivo. La historia del
rectorado de don Miguel Hidalgo (1791-1792) será paradigmática
para las jóvenes generaciones de nicolaitas que pasaron por las
aulas del Colegio en esos años. La difusión y discusión
de textos considerados "heréticos", por su contenido
filosófico, abonaron el terreno de las ideas que fundamentaron
el cambio que estaba por venir. En el rectorado de Hidalgo se efectuó
una reforma intelectual en el sentido de cómo percibir la enseñanza,
dominada por los ejercicios memorísticos de los textos clásicos,
griegos y latinos. El tránsito no fue fácil, pues el
ambiente social reinante en Valladolid era refractario a la modernidad
planteada por este grupo ilustrado de San Nicolás. A la salida
del padre Hidalgo como rector de San Nicolás, la inquietud
intelectual sembrada por éste reaccionaba inconforme con los
intentos por regresar a los antiguos métodos de enseñanza.
Un testimonio anónimo señalaba, en carta al Obispo de
Michoacán, Antonio de San Miguel, esta situación cuando
indicaba al prelado:
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