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Origen,
historia y realizaciones de la
Universidad
Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
Por Martín López
Avalos
(Segunda y última parte)
La
intervención francesa y el efímero Imperio encabezado
por Maximiliano, polarizaron aun más la dicotomía
liberalismo-nacionalismo versus conservadurismo, emparentado
desde entonces contra lo nacional. La guerra se convirtió en un
movimiento de liberación nacional que obligó a tomar
partido. En estas circunstancias, el Colegio de San Nicolás
como institución liberal, siguió la senda de la República,
aportando hombres para la lucha. Maestros y estudiantes de San Nicolás
formaron parte del ejército republicano, razón por la
cual sería clausurado nuevamente por las fuerzas del Imperio
durante los años que duró dicha conflagración.
Al triunfo de
la República, el gobierno de Michoacán fue encargado a
un egresado de San Nicolás, Justo Mendoza, quien al regresar a
Morelia en febrero de 1867, nombró a Juan B. Rubio como
Inspector General de Instrucción Pública, con
instrucciones de proceder inmediatamente a la reapertura del ya mítico
Colegio. Como en el pasado, esta tarea no fue fácil. Ocupado
como cuartel militar, el edificio estaba descuidado y requería
de reparaciones mayores o incluso, construir otro plantel. Dadas las
circunstancias, esta situación tampoco era muy factible, debido
a las penurias presupuestarias del gobierno local. Las nuevas
autoridades convinieron en buscar otro inmueble para instalar las
aulas del Colegio. El propio gobernador Mendoza se encargó de
facilitar las nuevas instalaciones, cedidas por los propietarios del
Colegio de San Rafael. El Inspector General, por su parte, se encargó
de convocar a todo aquel que quisiera prestar sus servicios,
obteniendo una favorable respuesta, con lo que San Nicolás pudo
abrir sus puertas con un adecuado cuerpo docente y directivo,
encabezado por Rafael Carrillo como rector.
A partir de
1867, la vida académica e institucional de San Nicolás
fue normalizándose, cimentando un crecimiento pausado pero
constante. En 1868 se agregaron nuevas materias al plan de estudios:
Química, Farmacia, Pintura, Teneduría de Libros, Inglés
e Italiano, además de incluirse una Academia de Derecho. El
crecimiento de la matrícula planteó al gobierno del
estado la necesidad de ampliar las instalaciones con que contaba el
Colegio; primero ordenó el traslado del Ayuntamiento a la
antigua factoría de tabaco, ya que compartían el espacio
en el antiguo colegio de San Rafael, y después autorizó
el presupuesto para la construcción de un nuevo edificio en el
mismo espacio donde había estado edificado el primer Colegio de
San Nicolás. En 1869, cuando las tropas republicanas
desalojaron las instalaciones de lo que había sido la Compañía
de Jesús, fueron cedidas al Colegio de San Nicolás, que
de inmediato tomó posesión de ellas.
Relativa
estabilidad
Al
triunfo de la República, la vida económica y social del
país era apremiante; el resultado de las guerras civiles y las
intervenciones extranjeras hacía impostergable la reconstrucción
nacional bajo la égida del liberalismo. El periodo que va de la
República restaurada al ascenso al poder de Porfirio Díaz
(rebelión de Tuxtepec) constituye el último reajuste del
siglo XIX para entrar a un periodo de relativa estabilidad en busca de
la realización del liberalismo. La máxima "orden y
progreso" fue el emblema no solo del nuevo régimen, sino
de toda una época, emblema que reflejaba, a su vez, el
optimismo por la idea de progreso material a través del
comercio y la industria. Nuevas ideas, basadas en la actualización
de corrientes filosóficas y la aparición de otras, como
la sociología, justificaron el orden liberal, visto como el
desarrollo de la ciencia en la vida del hombre.
La
reconstrucción nacional pasaba pues, por la construcción
del orden liberal, basado, a su vez, en una creencia en el poder de la
técnica. El credo religioso fue sustituido por otro igual de
abstracto llamado "ciencia". Bajo este paradigma se
desarrollará, a su vez, el devenir de nuestras instituciones de
educación superior, como el Colegio de San Nicolás de
Hidalgo.
En 1880 el
gobernador Prudencio Dorantes dispuso la conclusión de los
trabajos de construcción del Colegio, al mismo tiempo que recibía
y turnaba al Congreso del estado la propuesta de reforma del plan de
estudios elaborada por la Junta de Superiores del Colegio, misma que
fue aprobada el 10 de diciembre de 1881.
Esta reforma
introdujo una nueva orientación en el curriculum general
agrupando las materias de estudio en bloques y niveles. Así,
por ejemplo, los estudiantes que deseaban adquirir conocimientos prácticos
para un oficio, eran atendidos en las academias de Música y
Dibujo; luego pasaban a un mayor nivel, previo a los estudios
profesionales. Se ofrecían conocimientos específicos
como Teneduría de libros y Geografía, Correspondencia y
Lecciones orales de Derecho Mercantil, con la intención de
preparar "Corredores Públicos" o agentes
intermediarios del comercio. Estos corredores eran una especie de
profesionales intermedios, con capacidad y conocimientos para
colocarse en el mercado laboral de una economía no sólo
en construcción, sino también en expansión. Los
estudios profesionales se agrupaban en lo que hoy llamaríamos
un "tronco común", integrado por Filosofía
(matemáticas, física y lógica) y Literatura
(reglas generales y composición literaria). La Medicina y
Farmacia exigían, a su vez, el estudio de botánica,
zoología, farmacia y toxicología. El plan de estudios lo
completaban los idiomas modernos (inglés, francés e
italiano) y raíces griegas y latinas.
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