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No
veo en el horizonte otro camino más que el de la construcción
de un gran consenso universitario que nos una, nos fortalezca, nos
estimule y nos reconcilie: Juan Ramón de la Fuente
El
pasado día 12 de noviembre presentó su renuncia el
rector de la Universidad Nacional Autónoma de México,
Francisco Barnés de Castro, ante la imposibilidad de
encontrarle solución al conflicto que la mantiene
paralizada debido a la intransigencia de los grupos
radicales que se adueñaron de la conducción del
movimiento, a la ingerencia de grupos políticos ajenos a la
vida universitaria y al clima de impunidad que a lo largo de estos
meses ha prevalecido, según señaló en
el texto de su renuncia.
Espero que esta medida, asentó, permita que se abran
nuevas vías de negociación que pongan fin a tan
prolongado paro
La
Junta de Gobierno de la UNAM aceptó su renuncia y convocó
de inmediato a un proceso de auscultación para designar al
sucesor, el cual concluyó la medianoche del día 17
de noviembre cuando se hizo pública la decisión de
investir a Juan Ramón de la Fuente, como Rector de la UNAM,
para el periodo 1999-2003.
El
nuevo rector, quien entre otros cargos se ha desempeñado
como director de la Facultad de Medicina y coordinador de la
Investigación Científica, en esa casa de estudios,
además de secretario de Salud del Gobierno Federal, tomó
posesión de su cargo el viernes 19 de noviembre durante una
ceremonia efectuada en el Palacio de Minería, y pronunció
el siguiente mensaje: |
Con emoción,
con convicción y con el único afán de servirla,
asumo hoy el cargo de Rector de la Universidad Nacional Autónoma
de México.
Son tiempos
difíciles, pero son también tiempos de oportunidad. La
Universidad quiere y requiere transformarse, para lograrlo, necesita
salir primero de la larga noche que se ha abatido sobre ella.
No es ésta
la hora de buscar culpables, pero sí la de buscar soluciones.
Asumámonos todos corresponsablemente en esa tarea. Si no somos
capaces de establecer un firme compromiso individual y colectivo con
nuestra institución, difícilmente podrá salir de
la penumbra en la que se encuentra.
Nuestra
Universidad es Nacional porque es de la nación mexicana, es
decir, es de todos los mexicanos. Por eso, la corresponsabilidad y el
compromiso, siendo fundamentalmente de los universitarios, no son, no
pueden ser sólo de los universitarios. Tendrán que ser
también de la sociedad en su conjunto.
La
Universidad es Autónoma y con autonomía definiremos
nuestro rumbo y llegaremos a nuestro destino, que no es otro, más
que el de servirle plenamente a la sociedad mexicana y sobre todo a
sus jóvenes.
Hay que
decirlo una y otra vez, para que quienes no nos conocen nos conozcan,
y para que quienes nos conocen nos lo reconozcan: la historia de
nuestro país en este siglo ha estado decididamente marcada por
la Universidad Nacional. No sólo como el gran centro formador
de cuadros capaces y competentes, que son los que mayoritariamente han
construido el México en el que hoy vivimos; no únicamente
como el gran centro científico y cultural que ha sido y sigue
siendo; sino, sobre todo, como la institución comprometida
desde su origen con las mejores causas: la libertad, el respeto que
incluye por necesidad a la tolerancia, y el genuino deseo de
otorgarles a todos los que tocan a su puerta, las mejores condiciones
posibles para su desarrollo personal y profesional, con una clara
conciencia social y una indeclinable vocación de servir.
La pérdida
de estos atributos significaría despojarse de sus valores
fundamentales, desvirtuar su esencia misma y renunciar a lo que ha
sido.
Por ello hoy
más que nunca, cuando los universitarios reconocemos la
necesidad que tenemos de reformarnos, cuando la sociedad misma nos
pide que retomemos el rumbo que por momentos pareciera que se ha
perdido, es necesario mantener y fortalecer esos principios
fundamentales.
No se
ha agotado el ciclo de la UNAM
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Seguimos
siendo el proyecto educativo, científico y cultural más
importante que los mexicanos hemos construido, a través de
muchas generaciones que hemos creído en él. Hoy
debemos proyectarlo con fuerza y con inteligencia hacia el futuro.
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Juan
Ramónm de la Fuente y Francisco Barnés |
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Se equivocan
quienes afirman, por ignorancia o mala fe, que el ciclo de la
Universidad Nacional se ha agotado. Ocurre que nuestra Universidad es
fiel reflejo del país: con sus potencialidades y avances
inobjetables, pero también con sus contradicciones, sus
desequilibrios y sus conflictos, que se agudizan, sobre todo cuando no
se resuelven a tiempo, pero que no por ello cancelan sus posibilidades
de solución. El reto es definirlas, acordarlas, instrumentarlas
y aprovecharlas para desechar aquello que ha quedado rebasado por
nuestra realidad misma, y reconstituir sobre los firmes cimientos de
nuestros valores, la Universidad Nacional Autónoma que la nación
mexicana exige y de la cual no puede ni debe prescindir.
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