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La planeación en las IES, concepto clave en aquella reunión
de hace cincuenta años: Alfonso Rangel Guerra
En 1965, al ser designado secretario general ejecutivo
de esta Asociación por el Consejo Nacional, para la posterior ratificación por la Asamblea General,
la ANUIES tenía apenas quince años de haber sido fundada. Al concluir mi tarea, me sustituyó
el doctor Rafael Velasco Fernández. A él lo siguió el doctor Juan Casillas García de
León y después continuó el maestro Carlos Pallán Figuroa, antecesor del actual secretario,
el doctor Julio Rubio Oca. Es un honor para mí dirigir a ustedes estas palabras en nombre de los ex secretarios
generales.
Verdaderamente es significativo y altamente satisfactorio,
celebrar hoy los cincuenta años de vida de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones
de Educación Superior. La historia de la Asociación es propiamente, la historia de la educación
superior mexicana a partir de la segunda mitad del siglo veinte. En estas cinco décadas se recogen las vicisitudes,
los empeños, la tenacidad, los logros y las realizaciones que han permitido llegar, hoy, a una educación
superior en la que más de mil quinientas instituciones públicas autónomas, públicas
tecnológicas, públicas estatales y privadas, atienden en el país a una población escolar
de más de un millón quinientos mil estudiantes, de los cuales el 80% corresponden a las 123 instituciones
afiliadas a la ANUIES. Al momento de constituirse la Asociación, en el año de 1950, son 26 las instituciones
que signan el documento fundacional. Entonces México todavía no experimentaba la explosión
demográfica que sería característica de la segunda mitad del siglo veinte. Muy poco tiempo
después, empieza la expansión de la educación superior, derivada del número creciente
de jóvenes en la edad de 20-24 años, grupo que suele considerarse demandante de educación
superior. Por otra parte, cada universidad enfrentaba por sí misma sus carencias y problemas y la idea de
unión y asociación se alimentó en la necesidad de integrar un solo esfuerzo, para estudiar
conjuntamente las soluciones más adecuadas y así poder responder a las exigencias que ya se hacían
sentir en la vida institucional. La palabra clave en aquella reunión de hace cincuenta años fue "planeación",
es decir, el trabajo orientado hacia los trabajos prospectivos y el estudio y proyección del crecimiento
futuro, para poder prever los requerimientos y solución de los problemas derivados de esa expansión.
En realidad, fue hasta muchos años después que se pudieron iniciar estos trabajos, lo que ocurrió
precisamente en el momento en el que ya se presentaba el crecimiento de la demanda de ingreso, y consecuentemente
de los servicios y atención a los problemas derivados de la expansión demográfica que vivía
el país. En cierto modo, nuestra educación superior se ha visto, en su historia de este medio siglo,
en la peculiar condición de atender con urgencia un crecimiento compulsivo, al tiempo que se establecían
las condiciones adecuadas para poder realizar la planeación del crecimiento y proyectar el futuro, con un
presente cargado de exigencias y en ocasiones convulsionado por los problemas del momento.
No ha sido fácil apuntalar el futuro
Y sin embargo, ha sido posible en todos estos años
crecer y apuntalar el futuro. No ha sido una tarea fácil, obviamente, pero puede afirmarse con certeza que
la experiencia educativa de nuestro país en el nivel superior la han logrado las propias instituciones en
este largo proceso de maduración. Al fundarse la Asociación y todavía algunos años
después, no sólo no se contaba con especialistas en planeación educativa. Tampoco había
una planta docente estable que hubiera superado la vieja imagen del profesional que generosamente cedía
algo de su tiempo en beneficio de la institución que lo había formado. Hoy se cuenta con maestros
e investigadores de tiempo completo, especialistas en las diversas áreas de la planeación, y sobre
todo con la experiencia acumulada en cinco décadas, lo que ha permitido llegar a la convicción de
que el trabajo de cada uno y el trabajo conjunto de todos, hace posible el mejoramiento de un servicio educativo
considerado primordial para el desarrollo nacional. Y esta convicción, que también ha sido fruto
del crecimiento sostenido de la experiencia institucional, debemos reconocerlo como un valor más, que propicia
la superación de una tarea que por su propia naturaleza, requiere transformarse y perfeccionarse.
Pero la celebración de cincuenta años de
vida universitaria e institucional a través del organismo que reúne y representa a las casas de estudios
superiores exige que no dirijamos sólo la vista hacia el pasado. Es importante hacerlo, porque reconociendo
el tramo recorrido se conoce la importancia del avance logrado. Pero también hay que ver hacia el futuro,
porque nuestro tiempo, querámoslo o no, impone la exigencia de trazar caminos enfocados hacia las exigencias
de hoy y de mañana, y de su solución. Por todo esto es importante señalar que hoy empieza
a verse una mayor congruencia en las cifras de población escolar de nivel de posgrado en relación
con la población de licenciatura. Por primera vez en su historia, los casi 120,000 estudiantes de posgrado
ahora existentes, representan un 10% de la población de licenciatura inscrita en las instituciones afiliadas
a la ANUIES.
Podemos afirmar también con convicción,
que la educación superior de nuestro país se cumple y se practica con plena conciencia de los requerimientos
de la propia educación, de los que le impone la sociedad y de los que se desprenden del tiempo histórico
que hoy le toca vivir. Todo esto se traduce en capacidad para competir interna y externamente, para alcanzar niveles
más altos de calidad y para poder llevar a las instituciones de educación superior a las soluciones
que la sociedad espera de ellas.
Esfuerzo sostenido de las IES
Nada se da por añadidura. Sólo el esfuerzo
y la voluntad de superación harán posible que el tiempo futuro permita ver en nuestro sistema de
educación superior el factor transformador de la vida social y de mejoramiento de las condiciones de existencia
de muchos. Esta capacidad, este potencial fuerza de transformación que ya se posee en nuestras instituciones,
ha sido posible gracias al esfuerzo realizado y sostenido, a lo largo de todos estos años, por todas y cada
una de las universidades e instituciones de educación superior del país. El apoyo y presencia de
la Asociación que las reúne ha coadyuvado notoriamente para el logro de estasconcluciones.
Pero la vida es movimiento y debemos ser conscientes
de que ninguna realización, por grande que sea, permite abandonar la tarea y dar por satisfechas las exigencias
de la educación en nuestro tiempo. El camino continúa, tanto como el futuro que tenemos ante nosotros.
Felicitar a las universidades e instituciones de educación superior, y a la Asociación que las reúne,
por todo lo que han logrado en este medio siglo de trabajo, significa en estos momentos que la tarea no ha terminado
y que se tiene a la vista un camino tan largo o más que el hasta ahora recorrido. Es la exigencia de la
misma educación superior, y de la sociedad que la creó para su servicio. El optimismo para ver el
futuro se alimenta, así, de las realizaciones alcanzadas.
Alfonso Reyes afirmó en una ocasión que
todo lo sabemos entre todos. ¿Qué mejor ocasión que ésta para tomar esta idea del escritor
y aún extenderla para afirmar también que todo lo hacemos entre todos? Quiero concluir ratificando
lo que aquí hemos escuchado en voz de varios participantes: la tarea educativa se identifica en su más
alto sentido humanístico, donde los valores relacionados con la persona y su desenvolvimiento y formación,
deben animar todas y cada una de las tareas que hacen posible la educación superior.
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