14 |
Opinión |
|
|
Se está gestando una revolución de modelos académicos Por Víctor Everardo Beltrán Corona* Ante esta situación de cambio, se está gestando una revolución de modelos académicos; pasando de un modelo de universidad centrado en la docencia a un modelo de universidad centrado en el aprendizaje de la persona, bajo los preceptos de una educación a lo largo de toda la vida. Ello exige nuevas formas de concebir las funciones sustantivas de docencia, investigación y extensión, en interacción permanente para que influyan en los procesos de aprendizaje, lo que a su vez incide también en las tareas adjetivas y de gestión. Al insistir en el lado humanístico de la educación, se busca consolidar los valores y la cultura de una nación, ya que en la medida en que éstos estén claros y firmes, se podrá salir airoso del embate de la globalización. Las metas actuales son: orientar el proceso educativo hacia el aprendizaje para toda la vida, tener como objetivo el aprender a aprender, formar en el alumno el desarrollo de habilidad y capacidad creativa, todo ello con el reconocimiento explícito de que sólo de esa manera el estudiante se convertirá en un ser humano capaz de desarrollar el conocimiento científico, y no será solamente reproductor del estatus existente. Buscamos seres humanos proactivos, inteligentes, críticos, éticos, respetuosos del medio ambiente, propositivos y emprendedores, que sean capaces de enfrentar los retos y el contexto cambiante, de hacer frente a profesiones diversificadas y exigentes, a tecnologías aceleradas que derivan del paso del trabajo individual al trabajo en equipo, de la calificación a un conjunto de competencias específicas de cada persona, de la noción de competencia especializada a la de competencia evolutiva, de ciclos largos a ciclos cortos del conocimiento, del aprendizaje en el espacio formal de la escuela al aprendizaje en cualquier sitio y en todo momento. Es pues prioritario potenciar la capacidad creativa del alumno, ya que esto le permitirá el desarrollo de habilidades para enfrentar su tiempo. Se requiere concretar las teorías y prácticas que se vienen planteando desde hace casi una década, ya que ahora es momento de respuestas y acciones, tiempo de transformación. Un modelo pedagógico como el planteado anteriormente, implica además el cambio de un aprendizaje de contenidos a uno de procesos, en donde los contenidos informativos siguen siendo necesarios en todo aprendizaje, pero es más relevante el proceso para adquirirlos o formarlos. Los datos están siempre presentes y rodean al ser humano, esperando ser descubiertos. La diferencia entre contenidos y procesos es elemental para la educación de la inteligencia, pues genera enfoques totalmente distintos en la práctica didáctica e incluso en las ciencias del comportamiento [Isauro Blanco (1999)]. El aprendizaje por procesos es flexible y permite crear alternativas para que cada persona pueda generar caminos diferentes para tener acceso a la misma información; es transferible: un proceso utilizado en un área puede ser exportado para lograr otro conocimiento; tiende a formar competencia: uno de los objetivos del aprendizaje es formar gente competente, que en el terreno práctico demuestre la aplicación de conocimientos en forma versátil. Una enseñanza centrada en contenidos tiende a formar pensadores mecanizados que utilizan su inteligencia como almacén de datos y de información que otras personas generan y de las cuales son dependientes. La metodología de la educación de la inteligencia debe estar centrada en un reto permanente para desarrollar el "músculo intelectual", como diría R. Feuerstein. Es importante que el alumno participe activamente en sus procesos de aprendizaje para que no sólo domine los contenidos, sino, sobre todo, el proceso para dominar los contenidos. En suma, los objetivos de una educación centrada en la persona son: los de favorecer en el alumno el desarrollo integral de su personalidad, que sea flexible para adaptarse a las circunstancias cambiantes de su vida, que sea capaz de dirigirse a sí mismo, que sea capaz de ser y no sólo de hacer, que sea creativo y transforme en su mundo aquello que esté a su alcance, que sea capaz de una crítica reflexiva, realista y propositiva, que aprenda a aprender de todas sus experiencias, que viva en un proceso de descubrimiento de los conocimientos y habilidades necesarios para resolver los problemas a los que se vaya enfrentando, que respete el medio ambiente, que mejore sus relaciones interpersonales con los demás y que colabore y coopere con otros seres humanos, respetándolos en su propia individualidad. El reto para este cambio de paradigma de educación centrada en la persona nos obliga a adoptar una visión integral donde las estrategias a desarrollar son las siguientes: Desarrollo curricular Concebir la educación
centrada en la persona requiere como estrategia una estructura
curricular que, como marco amplio de desarrollo, favorezca su
implantación. En el modelo curricular flexible se establece un
sistema de créditos que permite la participación del
estudiante en la toma de decisiones de su carga curricular, al
seleccionar en tiempo y medida su desarrollo académico, la
elección de perfiles profesionales alternos que respondan a sus
necesidades e intereses, así como la movilidad intra e
interinstitucional que abre la posibilidad de doble acreditación
al cursar programas conjuntos con otras universidades nacionales e
internacionales, incrementando así su formación
profesional.
Otra estrategia implicada en la
educación centrada en la persona es la de la formación
de sus docentes, donde se establece una capacitación permanente
que permite al académico universitario comprender y aplicar el
nuevo paradigma de la educación centrada en la persona, para
que reconozca una identidad pedagógica universitaria
facilitando el enfoque actual.
Investigación La investigación como estrategia se convierte en eje del aprendizaje en la medida que incorpora al estudiante en procesos investigativos, promoviendo su creatividad y capacidad indagadora, ligándola, en las diferentes profesiones, a líneas de investigación por áreas del conocimiento. Relacionar la docencia con la investigación es un compromiso y necesidad en la educación centrada en la persona, pues permite reconocer que a través de la investigación se promueve el desarrollo científico y tecnológico, así como la búsqueda y resolución de problemas. La incorporación del docente a este proceso investigativo será, por un lado, a partir de su formación como investigador, y por otro, a partir de su incorporación a proyectos que le permitan sistematizar su experiencia cotidiana y el trabajo en equipo. El docente que investiga es también gestor y promotor de las actividades universitarias, facilita la vinculación y por ende su capacitación y actualización. Dentro de esta actividad se logra una identificación y reconocimiento de la universidad cuando se obtiene la transferencia y desarrollo tecnológico para beneficio de la sociedad. Reconocemos que la investigación es un proceso que permite el desarrollo sustentable, elimina la dependencia tecnológica y promueve seres humanos proactivos, creativos y propositivos, capaces de transformar y mejorar nuestro entorno. VinculaciónDentro de esta concepción educativa en donde se requiere un alumno con una visión amplia que busque y promueva la educación para toda la vida, la vinculación como estrategia tiene un papel relevante a través de la práctica profesional, en donde el alumno todavía en proceso de formación pueda iniciar el ejercicio de su profesión y a la vez sea retroalimentado por un académico para mejorar su quehacer. Este modelo educativo requiere de una universidad ampliamente relacionada con el entorno, para que facilite los espacios necesarios para su retroalimentación, de igual manera, el docente se beneficia de esta vinculación a través de programas como maestro huésped, estancias y convenios, que son algunos de los esquemas que favorecen la interacción de la institución con el ámbito social, laboral y económico de la región. Esta vinculación académica tiene un doble impacto en la formación del docente y el alumno y en la actualización de planes de estudio, al incorporar la búsqueda de soluciones y la adopción de tecnología en el proceso de aprendizaje. Cooperación Nacional e Internacional La Cooperación Nacional e Internacional es uno de los aspectos de las Universidades en los que se están produciendo mayores cambios cualitativos, gracias al creciente papel estratégico que se le concede en el ámbito institucional. La dimensión internacional de las universidades se expresa a través de dos componentes con características específicas propias, pero que están relacionados: la internacionalización y la cooperación internacional. La cooperación nacional e internacional involucra a la movilidad estudiantil, a la movilidad académica y a los programas conjuntos de formación docente e investigación, así como a la acreditación bilateral de programas. La internacionalización es un objetivo, pero también una estrategia, que requiere de políticas activas en el diseño curricular, programas de formación docente, proyectos de investigación en colaboración, así como de impulsar la difusión de los productos académicos compartidos. En suma, este conjunto de estrategias que integran el desarrollo curricular, la formación docente, la investigación, la vinculación y la cooperación internacional, tienen como objetivo común el de permitir adoptar el paradigma de la educación centrada en la persona y, aún cuando en ellas hay sin duda un alto componente de instrumentación y tecnología, ello no implica subordinar el propósito fundamental de que en nuestra Universidad las personas logren una formación tanto disciplinaria como humanista, es decir, una formación integral, una formación para "la realización plena del hombre". *El autor de este texto es Rector de la Universidad Autónoma de Baja California; presentó este mensaje en ocasión del X Aniversario del Instituto de Investigación y Desarrollo Educativo de esa casa de estudios. |
|
|