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Con el título de La educación recurrente, ¿es una solución de la crisis de la enseñanza?,
J. R. Gass, Director del Centro para la Investigación e Innovación en la Enseñanza de la OECD
(Organisation for Economic Cooperation and Development), hizo publicar en The OECD Observer, junio de 1973, una
serie de consideraciones sobre el interesante tema. El autor considera que los esfuerzos del centro del cual es
funcionario, se dirigen a la estrecha relación existente entre la enseñanza y el progreso económico
y social. En las sociedades avanzadas, todo el mundo está persuadido de que el medio más seguro de
progresar en la escala de los ingresos y en la jerarquía social es poseer conocimientos más amplios.
Esto ha producido, en los últimos veinte años, una considerable expansión de la enseñanza.
"En el conjunto de los países de la OECD, unos 180 millones de personas -es decir, cerca de la cuarta
parte de la población- están siguiendo en la actualidad una enseñanza escolar o universitaria
de tipo tradicional." Quizá el equivalente a 15 ó 20 millones en horario completo, siguen una
formación con horario parcial o en cursos nocturnos. Hay nueve millones de profesores, es decir, el 3 por
ciento de la población activa. Dice Gass que no se conocen del todo las cifras referentes al personal no
docente, pero para el conjunto de la OECD el total se eleva, seguramente, a varios millones. En diez años,
de 1960 a 1970, el número de personas que recibieron enseñanza aumentó un 25 por ciento aproximadamente.
La expansión más fuerte se produce en la enseñanza no obligatoria, donde los efectivos han
aumentado en 26 millones, mientras que la enseñanza obligatoria alcanzaba la cifra de 10 millones.
"Lo principal es saber si la expansión podrá mantenerse durante los años 70 sin hacer
peligrar la naturaleza del sistema de enseñanza. Es evidente que, en la forma actual, el crecimiento provoca
un descontento muy extenso, siendo preciso comprender a qué fuerzas obedece."
"Si la enseñanza ha alcanzado tal expansión es porque se ha convertido en el instrumento de
la selección social", reconoce Gass. En seguida analiza los problemas que enfrentan los sistemas educativos
y de selección, así como los que la integración familiar produce. "¿Qué
pasaría si se pudiese modificar el sistema de forma que nadie se viese obligado a adoptar decisiones irrevocables,
si hubiera igualdad de acceso a la enseñanza superior para adultos y jóvenes y si fuese normal que
se alternaran los periodos de trabajo con los ciclos de estudios?" Gass replantea la pregunta a fin de concretar
y darnos su opinión condicionada por la misma pregunta : "En otros términos, ¿permitirá
un sistema de educación recurrente resolver a la larga la evidente crisis que atraviesa hoy la enseñanza
en muchos países de la OECD?
Gass responde a la cuestión de La educación recurrente y el individuo examinando el interés
que esto comporta al reconocerse que la enseñanza es una institución cuya función particular
es la de unir (pero no "adaptar", forzosamente) al individuo con la sociedad. La enseñanza interviene
en la etapa del individuo así : de cinco a diez años (primaria), de once a dieciséis (secundaria),
de dieciséis a diecinueve (secundaria-terminal) y de diecinueve a veinticinco años (postsecundaria).
Gass reconoce que este esquema tradicional no está adaptado a las necesidades actuales. El más somero
análisis pone de manifiesto las numerosas incompatibilidades entre el sistema tradicional y las exigencias
reales del desarrollo del individuo; en especial se puede comprobar lo siguiente :
La elección obligatoria entre proseguir estudios en centros con horario completo o pasar sin transición
a formar parte de la población activa apenas permite al adolescente manifestar sus aptitudes y aspiraciones.
El acceso al trabajo u otra actividad social provoca frecuentemente una toma de conciencia; el asunto es averiguar
por qué se ofrecen todas las posibilidades educativas antes de que se realice dicha experiencia.
Para muchos jóvenes lo exterior a la escuela es un mundo extraño y temible; convendría que
se estableciesen contactos entre ambos universos.
Aun cuando la enseñanza parece estar unida a la sociedad, muchos cambian de orientación después
de entrar en la vida activa.
Después de realizar estudios cada vez más prolongados, las mujeres enfrentan la situación
de tener que elegir entre familia y profesión.
Muchos cuadros en edad madura se encuentran ociosos debido a que han sido superados por la evolución de
la economía y la técnica.
La jubilación, para muchos, es un momento crítico que exige una preparación particular.
A la vista de lo anterior, J. R. Gass, expresa que las condiciones no han cambiado de forma que respondan a las
nuevas condiciones de vida profesional y social. "Querer desarrollar los sistemas actuales como si su misión
esencial fuese la de suministrar productos de la enseñanza de acuerdo con un modelo preconcebido es tener
una idea abusivamente simplificada tanto de la enseñanza como de la economía."
Por otra parte el autor del artículo que comentamos afirma que nadie negará que se precisa cierta
concordancia entre la producción de la enseñanza y las necesidades de la economía, y reconoce
que pese a la planificación, los diplomados de universidades y escuelas hallan muchas dificultades para
encontrar empleo. La razón es que la demanda social de educación sólo tiene parcialmente en
cuenta las calificaciones solicitadas en el mercado del trabajo. "¿Consiste, pues, la solución
en ajustar mejor la oferta a la demanda mejorando la orientación profesional y la información sobre
las carreras y las cualificaciones escolares correspondientes?" Gass fundamenta la respuesta diciendo que
mientras la única elección que se ofrezca sea o pasar a la enseñanza superior o comenzar a
trabajar, es decir, pasar al otro lado de la barrera, es evidente que la demanda social de la educación
crecerá más allá de las capacidades de absorción de la economía, y por lo tanto
"¿no será demasiado elevado el coste social e individual de este ajuste para justificar un sistema
de selección social desviado a través de la enseñanza, con su gran parecido a una inmensa
estación seleccionadora?"
Las transformaciones actuales requieren un tipo de formación que permita progresar y adaptarse a los cambios,
por ejemplo la "participación", la "democracia dentro de la empresa", la "facultad
de adaptación", la "movilidad", la "creatividad en el trabajo", "¿no
deberá facilitarse de antemano el acceso a la enseñanza y a la formación, que son hoy día
los factores esenciales del éxito profesional?" Cada vez más se tiende a ello, a juzgar por
la expansión de la educación de adultos, de la acción de los poderes públicos y de
los convenios colectivos entre empresarios y sindicatos. Este movimiento no se detendrá y no es posible
considerar universos separados al sistema tradicional de enseñanza de jóvenes y las instituciones
para la educación y formación de adultos.
El sistema que permite a los individuos tener una actividad social sin perjuicio de emprender los estudios posteriormente,
"sería con toda seguridad el medio más racional de asegurar el enlace entre el sistema de enseñanza
y el económico", afirma el autor.
En el capítulo de La educación recurrente y la igualdad en la enseñanza expresa Gass que el
problema económico lleva al de la igualdad por la relación evidente entre el acceso a la enseñanza
y el acceso a los emolumentos. El origen de la idea de meritocracia, es decir una sociedad fundada únicamente
en las diferencias de aptitud, está en la decepción experimentada ante la impotencia de las ideologías
políticas en modificar la estructura de los sueldos y de la organización social. "Que gane el
mejor o la mejor gracias a la igualdad de acceso a la enseñanza." O bien, "si nosotros, los padres,
no somos iguales, que al menos lo sean nuestros hijos, mediante la instrucción". De esta manera pueden
traducirse las aspiraciones sociales fundamentales origen de la demanda de educación, y reconoce Gass que
"la enseñanza no ha contribuido en el progreso de la igualdad social tanto como se esperaba de ella".
No se trata de remediar la persistencia de las desigualdades renunciando a servirse de la enseñanza como
un medio de redistribución de oportunidades, sino, por el contrario, de acoplar esta política a otros
tipos de medidas que tienen el mismo sentido, reforzando así su eficacia... Simultáneamente debemos
: suprimir el privilegio de los jóvenes de dieciséis a diecinueve años que tienen el monopolio
del acceso a la enseñanza superior, pues favorecerá siempre a los hijos de las clases superiores;
ampliar a la edad adulta el beneficio del derecho a la educación; animar a los sindicatos, a las empresas
y a la administración pública a que se hagan cargo de la formación e instrucción de
los individuos e imaginar procedimientos más flexibles para adquirir cualificaciones profesionales."
En cuanto a la educación recurrente y la pedagogía, Gass expresa que si los adultos jóvenes
van a constituir algún día una fracción importante de la clientela del sistema de enseñanza,
será necesario romper con las actuales tradiciones pedagógicas. Las consideraciones lo llevan a observar
el divorcio entre la teoría y la práctica. Pide que el nivel intelectual sea elevado y que escuelas
y universidades realicen en alguna forma una función crítica respecto a la sociedad. Reconoce cuán
nocivo resulta acumular conocimientos sin relación con el mundo real. Refuerza estos conceptos asentando
que "El fenómeno de la `desescolarización', que se ha notado en algunos países, se explica
por la convicción de que la pedagogía tradicional no es capaz de rivalizar con la experiencia adquirida
fuera de la escuela". Concluye Gass diciendo que es necesario establecer más puntos de contacto entre
la escuela y la realidad exterior, entre el sistema de enseñanza tradicional y la formación o el
trabajo activo en la industria, entre el desarrollo intelectual y el desarrollo práctico.
En lo que se refiere a las soluciones de sustitución, el autor del artículo menciona que dadas las
dificultades que suscita el sistema de enseñanza de masas, los partidarios de la "desescolarización"
recomiendan el abandono de la enseñanza escolar, tal como se conoce en la actualidad, para el aprendizaje
del mundo real : la propia colectividad cubriría las funciones de la escuela. Por el contrario, los tradicionalistas
piden la vuelta a un sistema más selectivo, con objeto de mantener los estudios a un nivel elevado y proteger
los valores morales tradicionalmente transmitidos por la enseñanza. Pero ni uno ni otro método representan
la solución del porvenir, asienta Gass, más bien sí lo representa la educación recurrente
que puede considerarse como posible solución a los problemas de igualdad y de calidad de la vida que surgen
en las sociedades industrializadas del siglo XX, caracterizadas por una urbanización, una complejidad de
organización, una técnica creciente y una expansión económica continua que permiten
prever para todo el mundo el derecho y la posibilidad real de acceder a la formación permanente. Y ¿cuáles
serían los elementos de la política a seguir? se pregunta el autor, y como respuesta da los siguientes
lineamientos :
Elementos de una política reformadora
La educación recurrente es algo más que la formación continua, que la formación permanente
o que la educación de adultos : implica reestructuración de las posibilidades de formación
que pone en tela de juicio la estructura de todo el sistema de enseñanza. "Esta reforma solamente será
eficaz si el sistema de enseñanza tradicional y los diferentes tipos de formación de adultos se integran
en el cuadro de una política de conjunto que permita a cada uno aumentar sus posibilidades durante una gran
parte de su vida de adultos..." Nuestra conclusión -dice J. R. Gass- es que no se podrá iniciar
ningún sistema recurrente a menos que las administraciones públicas afectadas (educación,
trabajo y asuntos sociales) coordinen su acción y se asocien, en cuanto a la política a seguir, los
grupos sociales interesados (sindicatos, empresarios, padres y educadores). En este aspecto la educación
recurrente presenta el problema de un gobierno moderno, ya que pone en juego las clásicas divisiones "verticales"
del aparato gubernamental y necesita, de una forma o de otra, la participación de los interesados en la
toma de decisiones. Y para terminar, J. R. Gass, Director del Centro de la OECD para la Investigación e
Innovación en la Enseñanza enumera un conjunto de medidas especiales para el éxito de cualquier
empresa relacionada con el tema que lo ocupa.
Como el proceso de selección social se sitúa entre los dieciséis y los diecinueve años,
es indispensable una reforma del ciclo terminal de la enseñanza secundaria. Lo principal es saber si, en
lo futuro, los recursos disponibles servirán no sólo para prolongar los estudios terminales de tipo
tradicional, sino también para poner a punto un sistema de opciones más completo y flexible que ofrezca
a los jóvenes la posibilidad de trabajar en un empleo remunerado o en una organización social en
calidad de estudiantes.
Para el éxito de esta reforma es preciso que los empresarios se esfuercen en ofrecer a los jóvenes
perspectivas de empleo y modelos de las carreras que les convienen. La elección obligatoria entre el servicio
militar, la universidad o tareas repetitivas enojosas es una de las principales fuentes de las dificultades actuales.
La política de reforma de la enseñanza secundaria terminal debiera incluir la noción de un
derecho al beneficio de estudios superiores aplazados de forma voluntaria, dentro de un sistema postsecundario
reorganizado y más flexible.
Para que este derecho corresponda a las posibilidades reales sería preciso adoptar medidas adecuadas, en
cuanto a política social, política del empleo y política financiera, que sirviesen de incentivo
para participar en la educación recurrente.
Las transformaciones estructurales previstas no tendrán ningún efecto si no se apoyan en métodos
pedagógicos modernos que unan la teoría con la práctica en un mismo proceso de aprendizaje
que corresponda mejor a las motivaciones de un público atraído tanto por la acción práctica
como por disciplinas abstractas.
Para ello es preciso que las relaciones recíprocas entre los establecimientos de enseñanza y la colectividad
sean más estrechas y que un número creciente de instituciones sociales de toda clase admitan que
cumplen funciones pedagógicas.
Las organizaciones de enseñanza post-obligatoria (la universidad al frente de ellas) deben quedar abiertas
y responder a las necesidades tanto de los jóvenes como de los adultos.
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