RESEÑAS

BARREIRO DE NEDLER, TELMA. "La Educación y los Mecanismos Ocultos de la Alienación". En Revista de Ciencias de la Educación, Buenos Aires. Vol. 4, No 11, abril de 1974.

  ¿Es alienante nuestra educación en el sentido de que aleja a los estudiantes de los aspectos más significativos de la vida humana? Para la autora del artículo que reseñamos la respuesta es definitiva: sí, desde luego. Y su preocupación principal es descubrir cuáles son los mecanismos educativos concretos que cumplen, aun a pesar de sí mismos, con una función alienante. "Hay que aceptar con los pensadores marxistas que las relaciones económicas crean un estilo básico de interconiunicación social, pero también debemos indagar a través de qué resortes sutiles insertos en la vida cotidiana de cada individuo, se generan las actitudes, los sentimientos y las categorías mentales que son consecuencia de la estructura económica." Dicho de otra manera, ¿cuáles son los resortes psicológicos que a través de la educación van lentamente formando los mecanismos de la personalidad?

De cierta manera, lo que una persona ve depende tanto de lo que mira como de lo que su experiencia conceptual y visual previa lo ha preparado a ver. Es decir, el proceso educativo ha acostumbrado al estudiante a privilegiar y destacar ciertas cosas sobre otras, del mismo modo que la percepción como mecanismo psicológico opera siempre recortando o resaltando una figura sobre un fodo. El ejemplo que da la autora es el de dos personas que leen el mismo diario: cada una de ellas buscará en el diario los materiales que tienen que ver con su intereses; uno buscará primero las noticias de futbol y las crónicas policiales; otro los artículos políticos, etc. Lo que interesa se advierte, se busca, se selecciona; el resto pasa a integrar el fondo, que queda desdibujado. No despierta simpatía o antipatía, simplemente resulta indiferente.

Desde esta perspectiva lo más importante no son los conocimientos o las interrelaciones de éstos, sino el tipo de vínculo que se va creando con la realidad, y principalmente el área de la realidad que va siendo privilegiada para la observación y el interés, y no se trata de un tipo de vinculación casual, sino adquirido. De este modo si una sociedad, y consecuentemente una educación, descuidan los aspectos realmente trascendentes y realzan otros, se tratará de una sociedad y una educación alienantes.

Los aportes de su artículo no son nuevos, dice la profesora Barreiro, se trata de un replanteamiento de críticas que ya han hecho los teóricos de la pedagogía activa, pero desde una perspectiva que nos muestra la manera en que estos "vicios" cumplen una cierta función social.

Mecanismos concretos: (reproducimos casi textualmente). a) Verbalismo: ocultamiento de la realidad por envoltura simbólica. El énfasis unilateral en la palabra en detrimento de la observación sistemática y la experiencia vivida. La lección es entonces un trueque de palabras a ser oídas, fijadas y regurgitadas, con lo cual se edifica una red simbólica vacía y hueca que eleva la simple verbosidad a categoría de valioso, produciendo a la vez un escamoteo sistemático de la realidad, la que, en teoría, debería ser penetrada y descubierta a través de la palabra. De este modo se fuerza el espíritu observador naturalmente apegado a la intuición del niiío hacia un fundo fantasmagórico formado por palabras. Son abundantes los casos de estudiantes que repiten de memoria frases en francés que no entienden y que para ellos no tienen ningún significado, sólo porque el maestro las ha dicho.

b) Congelamiento de lo real. Presentación de la realidad como algo estático, cerrado, acabado y, en cierto modo, no perfectible. No se trata de un proceso en transformación que deba valorarse y explicarse, sino de una realidad que debe simplemente describirse, clasificarse y nombrarse. Es decir, se pone el ánfasis sobre la parte descriptiva y taxonómica y se descuida lo esencial: la parte explicativa y genética.

A manera de ejemplo, la profesora Barreiro nos dice lo que a su parecer sucede en la presentación de la realidad histórica:

1)  Las grandes transformaciones ocurrieron en el pasado. Actualmente la situación está congelada; no hay conflictos (huida de la actualidad y su dinámica). Así el educando no siente que deba o pueda integrarse a un proceso de transformación.

2)  La historia la hacen los héroes, con lo cual indirectamente se afirma que ningún alumno mediocre puede hacer historia, ya que hacen falta cualidades excepcionales. De este modo la mayoría queda marginada del proceso histórico.

3)  Y como la historia la hacen los héroes, entonces el proceso, la historia como complejo sistema de fuerzas, no cuenta, lo que interesa es estudiar la biografía y la acción de los individuos aislados y su personalidad descollante, pero no las condiciones reales, sociales, económicas, políticas, etc.

4)  El amor a la patria, tan aparentemente exaltado, no tiene nada que ver con la realidad cotidiana: la patria se presenta como algo lejano, amar a la patria quiere decir amar a los símbolos y a los próceres congelados, pero casi nunca se le enseña al niño a conocer y amar a otros niños como él, sus compatriotas, muchas veces víctimas del analfabetismo, la desnutrición, la miseria y el desamparo.

c) El formalismo: adaptación a las estructuras. Poner el énfasis en la forma: la formación en fila, el saludo a la directora, etc., que es lo "mostrable', lo que puede exhibirse, lo que queda afuera del niño, en lugar de poner el énfasis en el proceso interior vivo, palpitante de duda, de investigación, de creación, de crítica. Por un lado se apunta a la supremacía de lo inerte y aparente sobre lo vital y auténtico y por el otro a la introyección de normas rígidas, estereotipadas y uniformantes que encajan al educando en el seno de una estructura inamovible.

El formalismo y el autoritarismo introducen en el individuo el respeto a las estructuras que dominan y aplastan lo vital, pero que no se conocen, no se comprenden y no se perciben como un todo.

d) Detallismo, comuartimentalización, acumulación: el escamoteo de la noción de sistema. Los niños son obligados a reproducir el pequeño detalle (montaña, río, etc.), -pero después de doce años de escolaridad no saben señalar aproxiinativamente dónde queda Afganistán.

Pero el vicio no es casual, dice la profesora Barreiro, así como las formas distraen y aplastan lo desordenado pero vital, y así como el énfasis en los individuos heroicos distrae del proceso histórico mismo, el énfasis en el detalle impide la contemplación del todo, obstaculiza las vinculaciones globales estructurales. La realidad se presenta dividida, sin interacción entre sus partes; cada cosa está desconectada de las otras. Los fenómenos históricos no se vinculan con los hechos económicos ni con las teorías filosóficas; el desarrollo de la ciencia no influye ni es influido por las funciones políticas, etc.

Vinculada al anterior fenómeno se da también la concepción acumulativa del conocimiento; aprender consiste en yuxtaponer información, no en analizarla ni relacionarla con otra. Con esta actitud no se refuerza la capacidad para establecer vinculaciones entre los conocimientos y extraer consecuencias generales sobre las interacciones de los fenómenos. La educación pasa a ser una acumulación de datos inútiles que se olvidan una vez pasados los exámenes.

e) El crimen de lesa curiosidad. La curiosidad infantil respecto de los problemas relacionados con la vida y la muerte, la génesis y las dimensiones del universo, la procreación, etc., esa curiosidad que representa la conciencia humana naciente en el niño, no es recogida ni alimentada por la escuela, sino ahogada, aplastada bajo el peso de las palabras, los datos y la desvinculación de éstos. Así, esa riquísima inquietud que podría ser la vía de acceso para una penetración lenta pero sistemática en el conocimiento cientfico y filosófico es deformada y hecha de lado. Para la profesora Barreiro el fenómeno tampoco es casual: un niño profundamente "curioso" que fuera acostumbrado a indagar las causas de los fenómenos que le preocupan y la interacción mutua de éstos sería, a la larga, un elemento perturbador y no un individuo pasivamente adaptado, como necesita mayoritariamente una sociedad opresora.

f) Mercantilismo y competencia, vías hacia una percepción veificada. Las calificaciones y la competencia individual llevan al niño a ambicionar ser sobresaliente para recibir el halago y la consideración de sus profesores. Tal ejercicio sistemático de la competencia como estímulo impide el desarrollo de un sentimiento de comunidad, obstaculiza el surgimiento de relaciones de solidaridad intra-grupal y prepara al niño para una sociedad en la que prevalecerá un exacerbado egoísmo individual. Asimismo, esta competencia contribuye a crear en los niños menos desarrollados (no por casualidad los niños de las clases más pobres), la sensación de fracaso sistemático, de marginalidad y de impotencia, que previsiblemente trasladarán a su ubicación general en la sociedad. Es así como van reforzándose rasgos y características de un individuo que no comprende ni se interesa por los mecanismos de la estructura social en la que está inmerso; que no se reconoce como un ser que ocupa un lugar en el proceso histórico; que no tiene el hábito de vincularse con la realidad sino con las fachadas; un ser que no es capaz de mirar crítica e indagadoramente el mundo que lo rodea; alguien incapaz de descubrir detrás de lo inerte lo vivo y en transformación, ni detrás de los fenómenos individuales las causas generales; un ser adaptado a un sistema jerárquico y a relaciones interindividuales egoístas, competitivas y mercantilistas; un ser que ha sido deglutido por la maquinaria social y que adopta como propia y definitiva una imagen empobrecida y falaz de la realidad.

Se puede no estar de acuerdo con las opiniones y juicios expresados por la profesora Barreiro y se podría también decir que el contexto argentino es muy distinto del nuestro (seguramente lo es); no obstante sus apreciaciones son importantes y serias y debenlos tomarlas en cuenta en cuanto que aportan nuevos puntos de vista a nuestra perspectiva de la realidad educativa.

FRANCISCO GONZÁLEZ ORTIZ.