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La respuesta universitaria mexicana al problema de la educación en nuestro país y en Latinoamérica
no podría restringirse, para ser efectiva, al estudio y presentación de modelos teóricos o
de hipótesis científicas que pudieran contribuir a una mejor comprensión del fenómeno
educativo nacional y latinoamericano. Una respuesta así, sólo daría elementos nuevos de enriquecimiento
a las ciencias de la educación. Para ser tomada en cuenta no podría reducirse tampoco a la mera formación
de docentes e investigadores, sino ofrecer también soluciones viables a problemas concretos. Parece que
no podría ser válida si no manifestara una profunda involucración de la universidad en la
problemática social del país y del continente.
Estamos viviendo la impotencia del sistema educativo nacional, y hablando en términos más amplios,
de los distintos sistemas educativos de Latinoamérica, para alterar las injusticias no sólo económico-sociales
sino de toda índole, que afligen a los pueblos de esta área: desempleo, marginalidad, falta de participación
social y política, etc.
Varias universidades de nuestro país están ofreciendo respuestas acertadas a los planteamientos aludidos
con el establecimiento de programas para el entrenamiento de docentes a nivel universitario. Respuestas adecuadas,
porque la formación de los docentes e investigadores es el factor principal para la renovación de
los sistemas educativos que han de satisfacer las necesidades sociales de nuestros países.
Otra respuesta, sin embargo, tiene carácter de urgente y es la que está escogiendo la Universidad
Iberoamericana al establecer el programa de maestría en Educación.
A través de varios años de estudio, llevado a cabo por colegas universitarios y por cuerpos colegiados
en esta misma universidad, llegamos a la conclusión de que era necesario formar buenos maestros e investigadores
para el nivel superior, pero más necesario aún, formar verdaderos expertos en educación que
supieran no sólo plantear y analizar las repercusiones de los sistemas educativos en las estructuras económico-sociales
de nuestros pueblos, sino de investigar, formular hipótesis, y emitir soluciones prácticas y realistas
que garanticen a mediano y a largo plazo transformaciones en las estructuras sociales de injusticia.
A continuación expondré los motivos que dieron esta modalidad a la maestría en Educación
que empezó en agosto de este año.
El Programa Nacional Indicativo en Ciencias y Técnicas de la Educación, formulado por el Consejo
Nacional de Ciencia y Tecnología, el año pasado, reconoce, con modestia, que la primera dificultad
con que tropezaron los especialistas al formular dicho plan, fue la ausencia de un diagnóstico global de
las condiciones de la educación en el país. En consecuencia, tuvieron que contentarse con la presentación
de distintas áreas de problemas, objetivamente evaluadas por individuos y grupos de investigadores. Faltan
en México, obviamente, los expertos especialistas y los trabajos básicos para la formulación
de un diagnóstico. Así pues, los problemas enumerados en dicho plan, son analizados no con la pretensión
de ofrecer un diagnóstico, sino de señalar aspectos álgidos de la problemática que
dan una idea de las investigaciones que son necesarias en nuestro medio, y del tipo de investigadores y especialistas
que requerimos. Expertos en educación que, como decíamos anteriormente, no sólo sean capaces
de plantear con claridad la problemática y emitir hipótesis de solución, sino de implementarlas
en la práctica como soluciones viables.
El plan aludido destaca en primer lugar el rezago y no atención a los estudiantes en el sistema formal escolarizado.
Aunque, en el nivel elemental, el sistema nacional escolarizado ha sido promovido por nuestro gobierno hasta sus
límites extremos (un 80 por ciento de la población se beneficia, en alguna forma, de este tipo de
educación), quedan sin resolver problemas alarmantes: El promedio de escolaridad en el país es de
2.5 años de primaria con tendencia a descender, por el aumento de la población, sin el correspondiente
aumento en las facilidades escolares. Existe una demanda desatendida de educación preprimaria para la población
de tres a seis años de edad y una ausencia lamentable de programas para la educación y rehabilitación
de niños excepcionales y atípicos que constituyen el cuatro por ciento de la población escolar.
El plan señala también la falta de diversificación en los contenidos educativos. A pesar de
los grandes esfuerzos de renovación de los libros de texto, éstos no responden a las necesidades
de las zonas rurales y marginadas, ni responden a la preparación que exigirían millones de mexicanos
que sólo van a tener dos o tres años de primaria.
Es decir, el sistema educativo nacional no está proporcionando los conocimientos parasatisfacer requerimientos
mínimos para un empleo productivo.
Por otra parte, dicho sistema, a pesar de todo lo que oficialmente se dice de él, no está proporcionando
la movilidad social, ya que la deserción escolar, el desempleo, subempleo y la falta de nutrición
suficientes, aumentan en forma alarmante en los estratos de la sociedad de más bajos ingresos y en consecuencia
sigue creciendo la base de la pirámide social.
Por su misma estratificación interna, similar a la desigual distribución de grupos y de clases en
la sociedad mexicana, el sistema educativo no favorece la solidaridad y la participación social. Los que
participan poco, participan cada vez menos y el número de los que no participan va creciendo en absoluto
y en proporción.
Estos aspectos críticos de la problamática educativa únicamente reflejan las crisis y los
condicionamientos del ambiente sociocultural y económico en el cual nuestro sistema educativo está
inmerso y al cual sirve como un instrumento transmisor de la cultura existente con todos sus aciertos y valores,
pero también con todos sus vicios e injusticia.
Los problemas no se resuelven únicamente con buena voluntad. Existiendo ésta, es indispensable la
preparación suficiente para afrontar con acierto y eficacia problemas educativos de la magnitud con que
se están presentando en nuestro medio.
Este programa tiene, pues, la pretensión de formar especialistas en la solución de problemas educativos
de trascendencia inmediata. México, en concreto, necesita expertos conocedores y críticos de la historia
de la educación en el país y de las repercusiones de esta historia en los sistemas económicos
y sociales; necesita conocedores de los distintos cuerpos de legislación federal y estatal que rigen los
sistemas escolares y no escolarizados. Urgen investigadores capacitados en el manejo de la metodología científica
de las distintas disciplinas que inciden en el campo educativo, que no se aterren de la complejidad de los problemas,
ni sobresimplifiquen la realidad para poder manejarla, hábiles en el diálogo interdisciplinario y
capaces de formar equipos de trabajo, únicos que pueden acometer la formulación de soluciones globales.
Acelerar el tránsito de la improvisación a un planeamiento adecuado que se haga sobre los datos que
proporcionan las investigaciones en el campo educativo, aunque sea aportando sólo un grano de arena, es
una tarea indispensable. No podemos exigirnos generar los científicos expertos que impulsen únicamente
los conocimientos de las ciencias educativas, como lo hacen otros países más adelantados que los
nuestros. Pero sí podemos esperar que nuestros esfuerzos académicos generen soluciones para la problemática
educativa nacional que realmente tengan incidencia en la modificación de nuestros hábitos sociales.
El programa está orientado a la formación de aquellos profesionales que puedan y quieran servir a
México con su entrenamiento, por una parte, y con su interés, por la otra, en la transformación
de hábitos sociales de aprendizaje, por el estudio, la inteligencia y el compromiso con quienes están
siendo menos favorecidos o siguen quedando marginados en nuestra sociedad.
Estará abierto a estudiantes mexicanos y latinoamericanos, pues las analogías y las diferencias en
las distintas problemáticas del continente facilitarán la elaboración y comprensión
de soluciones globales y tendrá como objetivo la formación de expertos capaces de influir como asesores,
especialistas o como funcionarios cualificados en la administración pública o privada de los medios
educativos en sus distintos niveles.
Para salir adelante con este cometido, el programa, desde sus cursos de prerrequisitos hasta la elaboración
de la opción terminal, se apoyará en la observación, la investigación y la reflexión
critica sobre el fenómeno educativo mexicano y latinoamericano y sus repercusiones en los sistemas políticos
y económicos.
Buscamos también que el programa proporcione experiencias de aprendizaje encaminadas al desarrollo integral
de sus mismos estudiantes para que el desarrollo personal de éstos corra paralelo a la asimilación
e integración de sus conocimientos.
Así pues, descansa sobre tres pivotes fundamentales: El análisis crítico de la realidad pasada
y contemporánea, el desarrollo humano integral de cada uno de los participantes y la investigación
de los problemas educativos específicos que se acometerán en el programa.
Para esto último hemos concluido ya una guía de datos básicos y directivas para la elaboración
de un programa de investigación educativa que servirá de pauta a todos los trabajos de investigación
en el departamento. En esta guía profesores-investigadores y estudiantes encontrarán los elementos
para la formulación de sus proyectos concretos.
El programa puede ser muy bien considerado como un producto genuino de la filosofía educativa y de la ideología
social de la Universidad Iberoamericana. Más específicamente, de su Departamento de Desarrollo Humano
que concreta en sus prácticas académicas los propósitos humanistas y sociales de la institución.
El Departamento de Desarrollo Humano consta de tres áreas, una de Orientación y Desarrollo Humano,
en que 111 estudiantes de posgrado se están preparando en programas de maestría, especialización
y doctorado con el propósito de convertirse en facilitadores e impulsores del desarrollo integral en individuos,
grupos, instituciones de trabajo y en el medio educativo. La segunda, Desarrollo Rural, ha venido realizando los
trabajos de investigación básica, en el campo, para la elaboración de un programa académico
de formación, en el trabajo de campo, de quienes desean convertirse en estimuladores del desarrollo integral
en el medio campesino. Por último, consta de una área de Educación cuyo primer programa es
el que se está analizando.
No cabe duda que la tarea universitaria es desafiante y difícil por naturaleza. Y menos duda cabe que el
trabajo universitario en el campo de la educación transformadora, es casi desalentador. Sin embargo, estas
tareas de servicio a la sociedad pueden ser las más útiles a ésta y proporcionar a quienes
las desempeñan un profundo sentido de satisfacción. En efecto, el programa lleva únicamente
cuatro semanas de haber zarpado, aunque fue precedido por varios años de estudio, y ya se están perfilando
los primeros éxitos. Uno muy claro se cifra en la composición del primer grupo de estudiantes. Provienen
todos de sectores de influencia educativa y social en México. Capaces y brillantes, la mayor parte con dedicación
completa al programa, presentan, como diría el maestro de la lengua, "en esperanza el fruto cierto".
Nota del Autor: La Universidad Iberoamericana se ha comprometido en un servicio que ha
exigido dedicación y esfuerzo, pero sobre todo, vocación para la labor educativa; mencionaré,
por ello, los nombres de quienes han hecho posible este programa. En primer lugar, el Dr. Ernesto Meneses, a cuya
visión se debe originalmente el programa, quien colaboró en sus preparativos siendo rector de la
Universidad y quien formó la modesta, pero excelente, biblioteca con que comienza el programa. El claustro
de profesores en las áreas de Orientación y Desarrollo Humano y Desarrollo Rural y especialmente
a los maestros Alberto Segrera, Javier Estrada, David Casares, Ricardo Blanco, Rodrigo Medellín y Hugo Aboites,
quienes colaboraron intensamente en las comisiones preparatorias, a Federico Weber, Director, entonces, del Centro
de Didáctica, a Jorge Morfín y a María Stoopen, miembros también de la última
comisión preparatoria, Armando Salcedo y a los miembros de los Comités Académicos, a los miembros
del Senado Universitario y, finalmente, a quienes tradujeron a la práctica el programa y realizaron las
actividades académicas y administrativas básicas del programa, los maestros Manuel Figueroa e Ignacio
Gallardo, columna vertebral del Arca de Educación.
REFERENCIAS
Catálogo de Posgrado, Universidad Iberoamericana, 1977-1978, Desarrollo Humano, Area de Educación.
Programa Nacional Indicativo en Ciencias y Técnicas de la Educación, Consejo Nacional de Ciencia
y Tecnología, Documentos número 15, México, 1976.
FIGUEROA, M., GALLARDO, I., LAFARGA, J. Datos Básicos y Directivas para la Elaboración de un Programa
de Investigación Educativa, Universidad Iberoamericana, México, 1977.
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