Introducción
En México ya está fuera de duda la trascendente función social que corresponde a sus universidades.
Las importantes medidas con que las instituciones de educación superior contribuyen al bienestar social
y económico del país, así como el hecho de que el acceso a la institución y a la cultura
en todos sus niveles es un derecho de la niñez y de la juventud que debe ser respetado, se sustentan en
el criterio de que los recursos financieros que se destinan a la formación de las nuevas generaciones de
mexicanos, formación que por otra parte es demandada por la urgencia de nuestro desarrollo, no constituyen
un gasto para el Estado, sino una inversión indispensable a la vez que altamente redituable.
Sin embargo, aunque en la última década se ha dado en México una clara política
federal para fortalecer a las instituciones de educación superior, la magnitud de este problema exige a
nuestras universidades hacer el mejor uso posible de sus recursos. Considérese tan sólo que hace
40 años había en el país apenas poco más de veinte mil jóvenes cursando estudios
superiores; en la actualidad se acercan a 800 mil, y para fines de la presente década, se estiman en más
de 1,400 mil.
Como es obvio, el problema no se reduce sólo al incremento del número de estudiantes, sino que
presenta también fundamentales aspectos cualitativos.
En estas condiciones, el mejoramiento de la eficiencia interna de nuestro sistema educativo se ha convertido,
al igual que en muchas otras partes del mundo, en una necesidad urgente; nos vemos en la obligación de dar
atención sin precedente a la obtención de más y mejores resultados con los recursos disponibles.
A travésdelestablecimientoderelaciones interuniversitarias, la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM) ha encontrado una forma efectiva de mejorar el uso de sus recursos académicos y en alguna medida
de incrementarlos. Nos proponemos relatar a ustedes las experiencias recabadas por nuestra institución en
este campo, más que elaborar planteamientos abstractos sobre las posibilidades o beneficios del intercambio
universitario.
Las relaciones interuniversitarias en la UNAM han adquirido creciente importancia en la última década.
En este periodo se ha desarrollado la infraestructura necesaria para racionalizar esfuerzos y programas de actividades
que antes se habían puesto en práctica como respuesta elemental a iniciativas más o menos
espontáneas. Esto nos llevó a crear en el año de 1977 la Dirección General de Intercambio
Académico que tiene la responsabilidad de promover, registrar y evaluar las acciones de esa naturaleza con
otras instituciones del país y del extranjero.
Sin desconocer la necesidad del intercambio intelectual a nivel internacional para el enriquecimiento de una
casa de estudios superiores, nuestra institución ha concentrado la mayor parte de sus esfuerzos en desarrollar
y consolidar relaciones de cooperación con otras universidades públicas de México.
Algunos datos relativos al sistema de educación superior mexicano y a la situación provocada por
su rápido crecimiento, serán útiles para explicar el curso que las relaciones interuniversitarias
han tomado en la UNAM.
El sistema de educación superior en México presenta un dinamismo extraordinario: En 1970 los estudiantes
inscritos en licenciatura eran 250 mil. A partir de septiembre de 1980, como se ha dicho, se acercan a 800 mil.
En el mismo lapso las opciones de estudio que ofrece el sistema han aumentado de 113 a más de 300 carreras
distintas.
El nivel de posgrado ha experimentado un crecimiento aún mayor. Hace 10 años los estudiantes de
este nivel no llegaban a 6 mil en 13 centros de educación superior. Hoy suman alrededor de 40 mil los alumnos
inscritos en 75 instituciones. Se ofrecen ya 97 programas de doctorado, 430 de maestría y 192 de especialización.
Son las instituciones públicas de educación superior las que absorben la mayor parte de la tarea
educativa; en el año lectivo 1979-1980 contaban con el 88.2 por ciento de los estudiantes. De este tipo
de instituciones, las universidades atendieron al 65.7 por ciento de la población estudiantil, y sólo
la UNAM el 21 por ciento del total.
El fuerte aumento de la demanda de educación superior, originado por el acentuado crecimiento demográfico
del país, se incrementó de 1970 a 1975.
En efecto, en ese periodo, tanto la matrícula de bachillerato como la del nivel de licenciatura tuvieron
incrementos superiores al 100 por ciento.(*)
(*) El bachillerato pasó de 279 mil en 1970 a 608 mil en 1975 y la licenciatura
de 271mil a 543 mil.
Esto, aunado al prestigio y tradición de algunas instituciones, hizo que la presión de la demanda
se ejerciera en los principales centros urbanos -en particular en el área metropolitana de la ciudad de
México- provocando un crecimiento desmesurado en las instituciones ubicadas en ellos, agudizando así
la centralización de la enseñanza superior y sus consecuencias: la distribución geográfica
de los servicios educativos se tornó cada vez más inapropiada, acrecentándose la desigualdad
de oportunidades entre las diferentes regiones del país, y se incrementaron las corrientes migratorias originadas
en la búsqueda de dichas oportunidades educativas.
Para ejemplificar esta situación basta mencionar que en 1975- 1976, en el Distrito Federal se dio educación
al 36 por ciento de los estudiantes de bachillerato y al 44 por ciento de los del nivel de licenciatura de todo
el país.
Los estudios de posgrado, incipientemente desarrollados, estaban aún más centralizados que los
de licenciatura, ya que el 50 por ciento de las instituciones que los ofrecían se encuentran en el Distrito
Federal y Nuevo León, y el 90 por ciento de los alumnos de posgrado estudiaba en la zona metropolitana de
la ciudad de México.
Aunque el gobierno federal desarrolló un importante esfuerzo económico en materia educativa y
de investigación científica para fortalecer y crear instituciones nuevas en el interior del país,
la disponibilidad presupuestal no era suficiente. Hacía falta contar, además, con otros elementos
que propiciaran la integración de un sólido sistema de educación superior.
Los trabajos que en la última década han tenido lugar en el seno de la Asociación Nacional
de Universidades e Institutos de Enseñanza Superior (ANUIES), han determinado avances fundamentales para
la integración del sistema deseado. De hecho, condujeron en 1978 a la creación del "Sistema
Nacional de Planeación Permanente de la Educación Superior", cuyo documento fundamental fue
elaborado con la participación de todas las instituciones miembros de la Asociación, lograda a través
de numerosas reuniones regionales, en las que participó la Secretaría de Educación Pública.
En dicho documento se propone, por primera vez en nuestro país, un mecanismo de participación
en la planeación de la educación superior, tendiente a la creación de un verdadero sistema
y a la racionalización del uso de los recursos.(*) Asimismo, en él se definen las formas en
que se produce la interacción de las universidades públicas con la Secretaría de Educación
Pública y con otras instituciones de educación superior del país. Dichos niveles son: la Coordinación
Nacional para la Planeación de la Educación Superior (CONPES); 8 Consejos Regionales para la Planeación
de la Educación Superior (CORPES); 31 Comisiones Estatales para la Planeación de la Educación
Superior (COEPES) y las unidades de planeación que existen en cada institución de educación
superior.
(*) "Sistema Nacional de Planeación Permanente de la Educación Superior
en México", documento sometido a la consideración de la XVIII Asamblea General de la ANUIES.
p. 7.
Por otra parte, ya en 1973 la ANUIES había presentado al Presidente de la República un documento
en el que proponía la creación del Colegio de Bachilleres y de la Universidad Autónoma Metropolitana
(UAM), con el fin de contribuir a que se prestara debida atención a la demanda educativa en la zona metropolitana
de la ciudad de México. Asimismo, insistía en recomendar la creación de nuevas instituciones
y en ampliar la oferta de servicios educativos en los estados de la Federación.
La diversificación y mejor distribución geográfica de los elementos del sistema educativo
nacional, hacían impostergable el reforzamiento de las universidades estatales. Debían allegárseles
más recursos tanto humanos como económicos, y apoyárseles para implantar núcleos de
investigación científica y de posgrado.
Estos planteamientos de la ANUIES y las medidas que fue necesario tomar para preservar y reestablecer las instituciones
nacionales (Instituto Politécnico Nacional y Universidad Nacional Autónoma de México), fundamentalmente
la creación de nuevas instituciones y la descentralización de la carga educativa mediante el reforzamiento
de las universidades de los estados, fueron puntos de referencia para que la UNAM decidiera en 1975 implantar un
programa orgánico de colaboración académica con instituciones del interior del país.
La UNAM, porque es la universidad de mayor dimensión, constituye el más alto centro de responsabilidad
dentro de los campos de la investigación y de la vida académica nacionales. Consciente de la magnitud
y de las dificultades de la tarea y acatando el espíritu y la letra de los acuerdos de la ANUIES, que se
iniciaron en 1971, sobre los requerimientos del sistema mexicano para lograr una Reforma de la Educación
Superior, esta institución invitó a las universidades públicas que comparten con ella el compromiso
de resolver el problema nacional de la educación superior, a buscar soluciones y programas conjuntos de
acción.
En este contexto, a finales de 1975 la UNAM implantó el Programa de Colaboración Académica
Interuniversitaria (PCAI), tomado como premisas fundamentales:
- Que la limitación de los recursos de que dispone México exige aplicarlos con mayor eficiencia,
y
- Que la infraestructura académica y de investigación de la UNAM, tanto desde el punto de vista
de la planta de profesores e investigadores, como de algunas instalaciones de sus equipos fundamentales y de sus
programas productivos, podían utilizarse para adiestrar más recursos humanos de los que se habían
estado preparando.
A través de este Programa, la UNAM se propuso dos metas: 1) sistematizar las distintas acciones de intercambio
académico y cultural que desde mucho tiempo atrás venía realizando con otras instituciones
de enseñanza superior del país; 2) optimizar el uso de sus recursos académicos, con el fin
de ofrecerlos a las universidades estatales como un medio de ayuda a la consolidación de sus propias infraestructuras,
principalmente en el renglón de recursos humanos.
Características del Programa de Colaboración Académica Interuniversitaria
(PCAI)
Convenios Bilaterales
Su objetivo general se planteó en los siguientes términos: coadyuvar al desarrollo y consolidación
de la infraestructura académica de universidades estatales, poniendo a su disposición recursos académicos
de la UNAM.
Para lograr dicho objetivo fue necesario delimitar el campo de acción del Programa, restringiéndolo
al de las universidades públicas. Aún más, dada la importancia de abarcar simultáneamente
desde el principio a todas las universidades del país, el Programa se implantó por etapas sucesivas,
que permitieran concertar las posibilidades de nuestra institución en algunas universidades estatales, cuyas
condiciones académicas y geográficas facilitaran acciones inmediatas, en consecuencia definitivas,
y cuyos beneficios fueran preferentemente de carácter regional.
Dada pues, la naturaleza de sus objetivos, el Programa se ha desarrollado progresivamente. En 1976 se inició
en 7 universidades, y posteriormente se ha ido ampliando en otras instituciones hasta abarcar en la actualidad
a 33 de las 34 universidades públicas que hay en el interior del país.
Los mecanismos operativos para echar a andar el Programa han consistido en la suscripción de convenios
de colaboración académica, cuyos términos permiten la amplitud y flexibilidad necesarias para
abarcar los diferentes sectores de la vida universitaria, introduciendo también elementos mínimos
de control que facilitan la evaluación de las acciones emprendidas. Dichos convenios siempre son acompañados
de programas anuales de trabajo, que recogen los compromisos específicos que ambas partes se proponen cumplir
en el periodo en cuestión. Gracias a estos programas concretos, los convenios suscritos no se han reducido
a meras cláusulas declarativas de buenos propósitos, pues en 60 programas firmados hasta la fecha
se han recogido casi 7,600 acciones diversas, el 80 por ciento de las cuales se han cumplido o están en
desarrollo.
Los datos anteriores, si bien relevantes, no son suficientes para dar una imagen cabal -cualitativa- de la medida
en que la UNAM ha participado en el proceso de descentralización y consolidación de los estudios
superiores y la investigación científica en el interior del país, así como tampoco
reflejan objetivamente su participación en la instrumentación del Plan Nacional de Educación
Superior.
No obstante la magnitud de la demanda educativa que la UNAM ha tenido que satisfacer, esa misma demanda obliga
a que la mayoría de sus recursos financieros, materiales y de personal académico de alto nivel los
destaque en el área metropolitana de la ciudad de México. Esta situación permite afirmar que
la UNAM ha respondido a las urgencias planteadas por el grado de desarrollo del país y las acciones emprendidas
por ellas han trascendido sus límites geográficos en sus proyectos de colaboración con las
demás universidades mexicanas coadyuvando en las tareas de difusión y fortalecimiento del conocimiento
científico y humanístico.
De esta manera, nuestra institución ha instalado en diversas entidades de la República quince
centros propios de investigación científica y participa, con otras instituciones, en el desarrollo
de nueve más. A través de estas dependencias comparte sus recursos con las universidades locales
que así lo desean, y cuando es el caso, contribuye a la resolución de problemas locales o regionales.
El Programa de Colaboración Académica Interuniversitaria (PCAI) ha sido un instrumento útil
para facilitar la operación de estos apoyos.
A lo largo de los cinco años de desarrollo del Programa, se ha puesto de relieve la importancia que tiene
el fomento de actividades de beneficio académico a largo plazo, de tal manera que, en su etapa actual, se
cuenta con mejores elementos para orientar nuestros esfuerzos sobre bases que definan con mayor claridad proyectos
académicos prioritarios, encauzados, como siempre, al desarrollo de recursos humanos propios de las localidades.
Si bien desde los inicios del Programa ésta ha sido su perspectiva básica de desarrollo, se la
ha afinado en la medida en que todos los miembros del PCAI hemos pasado a centrar cada vez más nuestra preocupación
sobre el planteamiento abrumador de iniciativas y de expectativas de apoyo y colaboración, así como
en la presentación y realización de acciones que no sólo mitiguen problemas inmediatos, sino
que contemplen el reforzamiento y expansión de la educación superior a largo plazo.
Relaciones Multilaterales
Pero quizá más importante aun que el desarrollo del PCAI, en base al establecimiento de relaciones
bilaterales, es el advenimiento de relaciones multilaterales.
Gracias a la favorable acogida del Programa por parte de las instituciones educativas del país, este
esfuerzo conjunto ha cubierto sucesivamente cada una de sus etapas y, de manera progresiva, se ha conformado en
un subsistema universitario que genera acciones tendientes a fortalecer las funciones propias de la educación
superior. Incluso se han suscrito a la fecha tres convenios de carácter regional que agrupan entre si a
cinco, seis y seis universidades estatales, respectivamente.
Con objeto de propiciar el advenimiento de relaciones multilaterales,a partir de 1978 se han realizado a la
fecha cinco reuniones a nivel de rectores llamadas "Encuentros de Representantes de las Instituciones que
participan en el PCAI".
El espíritu de estos Encuentros ha sido, por un lado, el de dar a conocer a las universidades, que gradualmente
se le han ido incorporando, las múltiples posibilidades concretas que la UNAM en forma creciente ha puesto
a su disposición, en materia de docencia, investigación y extensión universitaria, aspectos
que constituyen temas generales de los cuatro primeros encuentros. Por otro lado, se ha propiciado un incremento
de la comunicación de los representantes de las instituciones miembros, en base a problemas académicos
comunes que felizmente han demostrado ya en varias ocasiones tener soluciones compartibles solidaria y responsablemente
en forma multi-institucional.
El quinto Encuentro, celebrado del 9 al 11 del mes en curso en la ciudad de Guanajuato, tuvo por objeto hacer
una evaluación global de los mecanismos y resultados de este Programa.
A lo largo de este último evento, los rectores y representantes de las 34 instituciones públicas
de educación superior reconocieron que el Programa se ha convertido en un instrumento efectivo para contribuir
a la conformación, consolidación y expansión racionalizada del sistema de educación
superior del país.
Al propio tiempo, las autoridades universitarias se comprometieron a completar en sus instituciones la infraestructura
operativa necesaria para el Programa, en base al convencimiento creciente de que la participación en el
diseño de todas las instituciones miembros, su responsabilidad en la ejecución, y el beneficio mutuo
de los resultados, constituyen un elemento sustantivo para el desarrollo de las universidades públicas del
país.
Asimismo, se asumió nuevamente el compromiso de vincular crecientemente el desarrollo de este Programa
con el Plan Nacional de Educación Superior y el Sistema Nacional de Planeación Permanentemente de
la Educación Superior, a través de sus instancias coordinadoras.
En efecto, en la medida en que los objetivos y mecanismos que establece el documento básico para la elaboración
del Plan Nacional de Educación Superior coinciden con los que -en el ámbito de sus posibilidades
de acción- se ha fijado el PCAI, en forma natural las líneas de desarrollo de este Programa se incorporarán
a los lineamientos generales que establezca el Plan. Este, por su parte, tiene en el PCAI un instrumento eficaz
para acelerar la integración y consolidación de los sistemas nacionales de educación superior
y de ciencia y tecnología.
Relaciones Internacionales
Los mecanismos formales a través de los cuales la UNAM desarrolla sus relaciones internacionales son
de dos tipos:
- Convenios directos con instituciones extranjeras de educación superior; y
- Participación en los convenios de cooperación científica y técnica, o cultural-educativa
que el Gobierno de México ha establecido con otros países.
Actualmente, nuestra institución tiene suscritos 34 convenios directos, y participa en 38 programas nacionales
de tipo cultural y en 23 de carácter científico y técnico.
Convenios Directos
En su carácter de institución autónoma, la UNAM tiene atribuciones para establecer relaciones
directas de cooperación con instituciones extranjeras análogas, sin necesidad de recurrir a los canales
oficiales que ha establecido el Gobierno de México a través de la Secretaría de Relaciones
Exteriores.
Estos convenios pueden ser generales o específicos. Los convenios de carácter general, en la mayoría
de los casos, consisten en una serie de cláusulas declaratorias que, por carecer de específicos programas
de trabajo, difícilmente llegan a concretarse en acciones conjuntas de docencia o investigación.
Por lo general, lo más que se logra en base a este tipo de acuerdos es un eventual intercambio de becarios
o de conferencistas.
Los convenios específicos surgen generalmente sobre la base de algún área o proyecto de
interés común detectado gracias al establecimiento de contactos entre el personal académico
responsable. En este caso, se trata de convenios que por su especificidad tienen mayores posibilidades de éxito.
La experiencia de la UNAM es, en suma, que las distancias geográficas y las dificultades que de ellas
derivan para establecer contactos directos entorpecen las posibilidades de colaboración a nivel internacional.
El número de acciones concretas, derivadas de los convenios bilaterales directos que están vigentes
en la UNAM, suman 169, de las cuales están en desarrollo sólo 57.
Un buen ejemplo de lo anterior es la escasa colaboración establecida entre nuestra institución
y otras del área latinoamericana, a pesar de que desde 1967 México es la sede permanente de la Secretaría
General de la Unión de Universidades de América Latina, que agrupa a 110 instituciones de educación
superior, y que tiene como objetivo el de fomentar en la región el intercambio de profesores, alumnos e
investigadores, así como el de publicaciones, estudios y materiales de investigación y enseñanza.
De ahí que, recogiendo la experiencia positiva que nos ha dejado el Programa de Colaboración Académica
Interuniversitaria, en el sentido de asumir como instrumento operativo básico el establecimiento de programas
concretos de trabajo, estamos empezando a instrumentar este mecanismo a nivel latinaomericano.
Participación en Programas Internacionales a través de convenios de Gobierno
a Gobierno
El Gobierno de México ha suscrito 80 convenios de cooperación cultural y científica, coordinados
por la Secretaría de Relaciones Exteriores, de los cuales 61 son utilizados por nuestra institución
como canales para ampliar sus relaciones académicas y culturales. Dichos convenios contemplan el establecimiento
de programas de trabajo que contienen las diversas propuestas de intercambio y cooperación entre las partes;
es a través de este mecanismo, instrumentado por comisiones mixtas, como nuestra institución puede
plantear o recoger iniciativas.
La eficiencia de este mecanismo no es satisfactoria; pues, en los últimos cuatro años, la UNAM
ha propuesto 331 acciones concretas, de las cuales sólo 100 se han realizado. Las dificultades operativas
señaladas en el caso de los convenios directos se agravan en el de los intergubernamentales, por la necesaria
injerencia de las instancias oficiales de los respectivos gobiernos y el consecuente retraso en los contactos y
procedimientos. De hecho cabe afirmar, sin, reticencias, que debe reconocerse que el objetivo básico de
este tipo de acuerdos es, más que académico, de carácter político. Así entendidos
estos convenios, es clara la necesidad de sustentar los intereses netamente académicos en mecanismos complementarios,
cuya definición requiera el establecimiento de contactos directos.
De hecho, de los dos mecanismos que operan en la UNAM para establecer acciones de colaboración académica
a nivel internacional puede sacarse la misma experiencia: la única forma de hacer realmente operativas las
relaciones interuniversitarias, a nivel internacional, consiste en sustentarlas en contactos directos entre los
miembros del personal académico que vayan a ser responsables de implantarlas.
Esto implicaría invertir la secuencia del procedimiento mediante el cual se han suscrito hasta ahora
la mayoría de los convenios. En lugar de establecer el acuerdo sustentado no siempre sobre bases académicas,
y después buscar acciones concretas que pudieran darle vida, deben detectarse primero las áreas o
proyectos de interés común, definir responsables y compromisos por ambas partes, y, finalmente, formalizar
todos estos elementos en el convenio correspondiente. Esta forma de proceder también ha sido empleada recientemente
en algunos casos, mas todavía es pronto para poder aventurar alguna opinión sobre los resultados.
Participación de la UNAM en Asociaciones y Eventos Internacionales
Otra vía por la cual nuestra institución establece en forma constante conexiones con la vida universitaria
internacional, es a través de la participación de miembros de su personal académico en toda
clase de eventos organizados por asociaciones u organismos internacionales.
Prácticamente todas las dependencias académicas de la UNAM están afiliadas a diversas asociaciones
internacionales de su especialidad, con muchas de las cuales se establece un intercambio constante de información
bibliográfica, de invitaciones recíprocas a participar en seminarios, mesas redondas, conferencias,
publicaciones, etc.
Además, la UNAM toma parte sistemáticamente en las Asambleas Generales y en los eventos específicos
que promueven tanto la Unión de Universidades de América Latina como la Asociación Internacional
de Universidades, además de aportar su apoyo institucional a dichas organizaciones.
Los eventos específicos que organizan este tipo de asociaciones son, sin duda, una excelente vía
de comunicación entre universitarios, y pueden constituir plataformas de análisis y planteamientos
de posibles soluciones para facilitar el hoy difícil, complicado y problemático intercambio universitario
a nivel internacional.
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