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I. Contenido
Entre las instituciones de educación superior y la investigación científics, existen las siguientes
relaciones más importantes:
1a. en algunas de tales instituciones se hace investigación científica;
2a. prácticamente en todas se consumen, por así decirlo, productos de la investigación;
3a. todas contribuyen de una u otra manera, a la formación de los recursos humanos necesarios para hacer
investigación.
Son múltiples las modalidades particulares en las que se manifiestan estas relaciones, de acuerdo a las
circunstancias peculiares de cada institución. Son determinantes, por ejemplo, factores como el monto del
presupuesto, la matrícula, la demanda de acceso, las instalaciones físicas disponibles, etcétera.
Anotemos, sin embargo, que detrás de condiciones como las señaladas, hay decisiones que se han tomado,
orientadas, por una determinada manera de concebir la educación en general, la educación superior
en particular, las funciones de una institución en este nivel, la naturaleza y fines de la ciencia, etcétera.
Las instituciones que conforman la ANUIES han manifestado que coinciden en que el hacer investigación es
una de sus funciones básicas, junto con la docencia y la difusión de la cultura, las que requieren
para su cumplimiento de la libertad e independencia que da la autonomía.(1) El Estado ha reconocido la necesidad
y la posibilidad de la autonomía, garantizándola y definiéndola, constitucionalmente, como
la facultad y la responsabilidad que tienen las instituciones autónomas de gobernarse a sí mismas;
dicha responsabilidad la tienen las instituciones "ante las propias comunidades y en última instancia
ante el Estado", como se aclara en el decreto presidencial respectivo, en su "exposición de motivos".(2)
(1) Véanse, como ejemplos, las Declaraciones de la Asamblea General de la ANUIES en Tepic, Revista de la
Educación Superior, Vol. I, Núm. 4, oct.-dic. 1972, México: ANUIES, y en Querétaro,
Revista de la Educación Superior, Vol. IV, Núm. 2, abril-junio 1975, México: ANUIES.
(2) Diario Oficial, 9 de junio de 1980.
Las instituciones de educación superior del país han reconocido paulatinamente esa responsabilidad,
por la cual están obligadas a atender, en la mejor forma posible, las necesidades de la sociedad que las
sostiene, haciendo el mejor uso de los recursos que se les entregan. En otras palabras: las funciones básicas
de docencia, investigación y difusión de la cultura han de ejercitarse eficientemente para la satisfacción
de necesidades sociales.
En un proceso que podríamos denominar de "maduración" o de "toma de conciencia",
las instituciones de educación superior del país han reconocido también la necesidad de modificar
algunos de los elementos y acciones que en ellas se realizan. Interesa enfatizar aquí las relativas a la
investigación, en tanto que función sustantiva.
En primer lugar, se ha destacado que pese a la importancia económica que generalmente se le reconoce a la
investigación (al menos la aplicada), es notoria la desvinculación que ha existido entre los centros
de investigación científica adscritos a las instituciones educativas, y los sectores productivos
público y privado, los cuales "sólo excepcionalmente acuden a las instituciones científicas
nacionales", como lo consigna el Conacyt en el Programa Nacional de ciencia y tecnología 1978-1982.(3)
(3) Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Programa nacional de ciencia y tecnología 1978-1982.
México: 1978.
Se ha señalado, incluso por el propio Conacyt,(4) que la razón principal de esa desvinculación
ha radicado en el carácter dependiente del sector productivo, sobre todo en materia de tecnología,
pues la que utiliza viene "en paquete" junto con la maquinaria y los capitales que provienen del exterior.
Esto significa, por otra parte, que son limitadas las posibilidades de éxito de vincular el sector productivo
con los centros científicos del país (incluidos los que forman parte de alguna institución
educativa), si dicho intento sólo es emprendido por los centros científicos y además no se
modifica ese carácter dependiente del sector productivo. También es necesario señalar que
para que el sector productivo reduzca su dependencia tecnológica, suponiendo que quiera y/o tenga que hacerlo,
necesita substituir gradualmente la tecnología que utiliza por otra que no provenga del exterior, al menos
no directamente, sino que sea la respuesta ad hoc a las necesidades del sector productivo del país, esto
es, que nuestros centros de investigación han de producir esa respuesta ad hoc, porque ciertamente la dependencia
tecnológica es una de las consecuencias del subdesarrollo,(5) pero es también uno de los medios por
los que se perpetúa.
(4) Cfr. Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Plan nacional indicativo de ciencia y tecnología.
México: Conacyt, 1976, p. 21; resultará útil consultar del Instituto Nacional de Investigación
Científica, Política nacional y programas en ciencia y tecnología. México: INIC, 1970,
pp. 43 y ss., MENDOZA BERRUETO, E., El desarrollo de la investigación científica en las instituciones
de educación superior. México: UNAM, Dirección General de Intercambio Académico, Cuadernos
de Intercambio Académico, Vol. VIlI, p. 45 y ss.
(5) Cfr. TÜNNERMAN, C., "La investigación en las universidades latinoamericanas", en Tres
problemas universitarios: docencia, estudios de postgrado, investigación (Informe del XV Seminario de Educación
Superior en las Américas). Albuquerque, N.M.: University of New México, pp. 154 y ss.
También se ha señalado(6) ya, en repetidas ocasiones, que no hay coordinación propiamente
tal entre las instituciones en las que se realiza investigación de algún tipo, e incluso en el interior
de cada una de ellas. Esto se manifiesta de diversas maneras:
1) son muy reducidos los proyectos de investigación en los que participan dos o más instituciones;
(7) son pocas, pues, las investigaciones que se emprenden superando, aunque sea en parte, el limitado presupuesto
de que disponen las instituciones, aun las más grandes;
2) también son poco frecuentes los convenios para compartir el uso de equipo científico; (8)
3) en general, la orientación de las investigaciones ha obedecido a decisiones aisladas, no coordinadas,
que se toman casuísticamente en entidades independientes entre sí.
(6) Cfr. Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Plan nacional indicativo de ciencia y
tecnología. Op. cit., p. 16.
(7) Loc. cit.
(8) Cfr. WIONCZEK, M., "¿Es viable una política de ciencia y tecnología en México?",
en Foro Internacional, Vol. XXI, Núm. 1, julio-septiembre 1980. México: El Colegio de México,
1980, p. 5.
Una de las causas más importantes de la falta de coordinación intra e interinstitucional, específicamente
en materia de investigación científica, es que está en proceso de gestación la política
nacional en materia de investigación científica,a toda vez que el Estado y las comunidades de las
instituciones en las que se hace investigación, están a la búsqueda de sus objetivos y medios
idóneos, considerando además la necesidad de su incremento cualitativo y cuantitativo. La falta de
dicha política se hace visible, crónicamente, en la diversidad de fuentes del financiamiento público
a la investigación, pero sobre todo en la carencia de criterios explícitos estables para la asignación
de partidas presupuestales; 10 éstas deben su monto, frecuentemente, a situaciones políticas particulares
como el tamaño de la matrícula, las relaciones personales entre funcionarios, etcétera.
(9) Cfr. Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Plan nacional indicativo de ciencia y tecnología.
p. cit., p. 26.
(10) GAGO, A., "Políticas de la ANUIES respecto a la investigación en las instituciones de educación
superior", en Revista de la Educación Superior, Vol. IX, Núm. 1 (33), enero-marzo 1980. México:
ANUIES, 1980, p. 74.
Además de la desvinculación centros de investigación-sector productivo y de la coordinación
insuficiente entre dichos centros, se ha señalado en repetidas ocasiones que es necesario corregir algunas
relaciones deficientes entre la docencia y la investigación, que consisten, en términos generales,
en:
1° Una atención desproporcionada a la docencia en detrimento de la investigación, en términos
de recursos humanos, materiales y financieros.
2° El desempeño independiente y hasta ajeno de las dos funciones, lo cual se refleja en la distinción
generalizada entre profesor e investigador.(11)
(11) Cfr. ANUIES, "La planeación de la educación superior en México", en Revista
de la Educacíón Superior. Vol. VIII, Núm. 1 (29), enero-marzo 1979. México: ANUIES,
1979, p. 50.
Ese desempeño independiente se manifiesta en muchas formas, pero una de ellas destaca por nociva: los conocimientos
científicos son frecuentemente enseñados para que sean adoptados acríticamente (es decir,
anticientíficamente) por los educandos. Contra toda lógica, sigue existiendo la tendencia al enciclopedismo
y a propiciar la memorización de conocimientos, muchos de los cuales, además, o ya son irrelevantes
o lo serán muy rápidamente hasta en el ámbito profesional.
En cuanto a la mayor atención que se le dedica a la docencia con respecto a la investigación, ciertamente
hay factores que lo explican, como la demanda social de educación y el reducido número de científicos
con que contamos, pero hay además, otra vez, decisiones que se han estado tomando al calor de problemas
inmediatos y sin perspectivas a mediano o largo plazo. Se ha estado apagando fuegos, a falta de una planeación
integral de la educación superior, cuya necesidad se ha venido reconociendo y haciendo paulatinamente posible.
II Contenido
En noviembre de 1978, el Consejo Nacional de la ANUIES presentó a la XVIII Reunión Ordinaria de la
Asamblea General (que es el máximo órgano de gobierno de la Asociación), la ponencia intitulada
La planeación de la educación superior en México. Dicha ponencia, aprobada finalmente por
la Asamblea, recogió un laborioso trabajo previo emprendido por la ANUIES y la Secretaría de Educación
Pública, coordinadas en el propósito de diseñar los mecanismos y estrategias que permitan
planear la educación superior en México.
Cuando se planea en cualquiera de las actividades humanas, es para obtener el mejor partido posible a los medios
de que se dispone, lo cual implica la adopción de decisiones relativas a:
1° Los objetivos y metas que pueden ser logrados con lo disponible, y que por su valor nos comprometemos
a tratar de alcanzar;
2° las acciones y medios que específicamente utilizaremos para el logro de los objetivos y las metas
seleccionados.
La necesidad de planear la educación es cada vez más evidente, aun a pesar de los mitos que se
han creado sobre dicha actividad; los recursos disponibles son siempre insuficientes, por lo que hemos de ser cuidadosos
en lo que estamos tratando de conseguir, cómo lo estamos haciendo y con qué. En lo que se refiere
a la educación superior de nuestro país, por ejemplo, ha sido imperativo detener una expansión
ciega en la matrícula de algunas carreras, en las que hay saturación de egresados a causa del prestigio
social que tienen esos estudios, habiendo en cambio una escasez crónica en otras áreas; también
ha sido evidente la necesidad de redefinir los mecanismos y estrategias por los que se seleccionan el para qué,
el cómo y el con qué han de cumplirse las funciones de docencia, investigación y difusión
de la cultura.
Al aprobar la ponencia antes mencionada, las instituciones miembros de la ANUIES han concordado en considerar que
la planeación de la educación superior debe tener en nuestro país, entre otras, las siguientes
características:
1) Ser indicativa, proponiendo principios rectores que puedan ser adoptados y adaptados libremente por cada
institución, según sus propias circunstancias.
2) Ser integral, en cuanto que cubra "la totalidad de funciones de la educación superior, sumando los
esfuerzos en todas las instituciones para lograr un todo congruente".
3) Ser participativa, esto es, que "en la formulación y realización de sus planes y programas
deberán intervenir todas las instituciones de educación superior".(12)
(12) Cfr. NADAL E., ALEJANDRO, Instrumentos de política científica y tecnológica en México.
México: El Colegio de México, 1977, p. 19.
No sería conveniente que en las instituciones que gozan de autonomía se contara con una planeación
no indicativa y no participativa. Muy poco se lograría por otra parte, en el intento de conformar un sistema
en cada institución de educación superior y en el conjunto de todas ellas, si la planeación
respectiva no fuese integral. En este punto es preciso reconocer que planear la investigación científica,
en el interior de cada institución de educación superior que la realice y entre ellas, es una labor
erizada de dificultades; la mayor de todas, sin duda, es lo imprevisible de los resultados que puedan obtenerse
en una investigación, sobre todo si es de ciencia básica. A pesar de factores como éste, el
hecho es que cada vez más se reconoce la necesidad de planear la investigación científica,
en virtud de que:
1° La que se realiza en las instituciones de educación superior es subvencionada casi totalmente
por el Estado, y éste tiene el deber de vigilar la utilidad pública de los recursos que administra.
2° Además del costo directo que tiene la investigación en las instituciones de educación,
también puede distinguirse su "costo de oportunidad", esto es, lo que cuesta no asignar a otras
actividades, como la docente, los recursos destinados a la investigación.(13)
13 Cfr. Secretariado Conjunto de la Coordinación Nacional para la Planeación de la Educación
Superior (CONPES), Estado actual del Plan Nacional de Educación Superior y Prospectivas. México:
julio 1980, p. 50 (mimeo.)
En otras palabras: resulta difícil creer que pueda crecer en forma importante el presupuesto destinado a
investigación, sin que correlativamente se establezcan planes explícitos que permitan entrever la
pertinencia de lo que se pretende o de lo que se logró.
En el Plan Nacional de Educación Superior se sostiene que planear la investigación, intra e interinstitucionalmente,
es necesario y posible, y que deben ser las instituciones las que realicen, es decir, que debe ser participativa.
III Contenido
Que la planeación de la educación superior sea participativa significa en última instancia
que la han de realizar las comunidades de las correspondientes instituciones. En apoyo a esta afirmación
podemos señalar que:
1) Quienes participan en una empresa colectiva, sin haber contribuido a fijar sus objetivos, es difícil
que los comprendan cabalmente y más aún que se sientan comprometidos con ellos.
2) La actividad que se realiza en las instituciones de educación superior tiene una ineludible dimensión
social y política, pues contribuye a mantener el statu quo o a transformarlo; las decisiones referentes
al papel que ha de desempeñar la educación superior, no deben ser tomadas por minorías en
sistemas que intentan ser democráticos.
El estilo de planear las actividades de interés público (o de no hacerlo) refleja el estilo de
vida, las costumbres, los valores, en suma, la cultura de la sociedad. En México hemos sido poco previsores,
por decirlo con suavidad, y cuando empezó a planearse se manifestó nuestra inclinación al
autoritarismo y al paternalismo, que son dos maneras de manifestarse lo mismo: los menos ordenan y los más
hacen. No tenemos mucha experiencia en las formas de organización y procedimientos que nos permitan participar,
como colectividades, en las deliberaciones y adopción de decisiones que a todos atañen; estamos aprendiendo
a identificar y combatir las formas patológicas de participación, como el asambleísmo, pero
tenemos que superar, además, algunas características de nuestro actual estado de desarrollo:
1° El abstencionismo en todo tipo de tareas colectivas; si los pofesores e investigadores eluden la actividad
que a todos concierne, como la elaboración de planes y programas, será entonces una minoría
(incluso un solo individuo) la que decida por todos; ello además tiene que seguir ocurriendo mientras no
se modifique la situación de no participación.
2° El abstencionismo camina de la mano con la ignorancia relativa al para qué, cómo y con qué
hacer aquello a lo que se refiere la abstención; en otras palabras: no puede saber para qué se planea,
cómo y con qué, quien siempre se abstiene de hacerlo.
Lo más importante de la planeación de la educación superior está por hacerse: lograr
que sea una acción permanente en la que haya participación real de las comunidades de las instituciones
de educación superior. Esto supone que de acuerdo a las circunstancias peculiares de cada centro educativo,
se perfeccionen (o aparezcan, si es el caso) los mecanismos de participación.
También es necesario que los administradores de todo nivel faciliten el proceso de creciente participación,
aprendiendo a desempeñar sus funciones en formas de organización que descansarán cada vez
menos en estructras jerárquicas, en relaciones de poder y de autoridad formal.
Se hace necesario, además y sobre todo, que los profesores e investigadores se decidan y preparen para coadyuvar
a la conducción de las instituciones de educación superior.
De las comunidades académicas deben emanar, sustancialmente, las decisiones que se refieren a los propósitos,
medios y procedimientos a seguir en la investigación científica que se realiza en las instituciones
educativas. Deben ser las comunidades las que determinen si se ha de hacer o no investigación para el sector
productivo, en el seno de las instituciones educativas. Deben ser también las comunidades factores significativos
en la definición de la política nacional sobre ciencia y tecnología, al igual que en la política
educativa, la política económica, etc., porque, en última instancia, esta sociedad es el producto
de nuestras acciones, o de la falta de ellas.
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