RESEÑAS

MARCOS, SYLVIA. comp. Manicomios y Prisiones. México: Red Ediciones, 1983, 277 pp.

   Sitios de segregación ambos, el manicomio y la prisión tienen mucho en común. Lo tienen también sus habitantes: aquellos a los que el orden establecido encierra, y los que se encargan de hacerlo cumplir. Las similitudes, una vez que se agudiza la mirada, saltan a la vista. Los dos corresponden al ámbito de la marginación. El loco es un marginado al que se descalificó en su ciudadanía de hombre cabal; ya no es un miembro más de la familia, del grupo, de la sociedad. Se le atribuyó, como dice Hoffman, un estigma que puede ser concebido como biológico o psíquico. El disidente político es también defectuoso. Ninguno de los dos ha comprendido el sentido de su realidad social. Los dos son dididentes de la misma. Sus lenguajes son lenguajes deculturizados. La cultura no los toma en cuenta, no los registra. Han abandonado el código y ahora poseen otro que no está inscrito en el orden.

¿De qué habla ese hombre? Habla a partir del error, porque la verdad no es su verdad. todo el que se pregunta, todo el que se cuestiona sobre esa verdad, caminando en la intrincada búsqueda de los orígenes, encuentra un campo sucio, lleno de escollos que las categorías de su entorno han ido enclavando. El aliento de instituciones demasiado viejas para sostenerse, aferradas a la continuidad, lo envuelve todo. El que está interesado en la salud y la enfermedad está interesado en las posibilidades de plenitud del hombre. Su territorio es vastísimo porque abarca lo económico, lo político, lo social, lo familiar, y la manera en que contrybuyen en las estancias interiores del hombre y como se tejen allí en un intrincado laberinto. Deberá reconocer la complejidad, la multiplicidad, la ausencia de síntesis. La temática no acepta facilismo ni especialidades. Es de todos. s la vida misma con la que, antes que nada, debemos comprometeernos.

La antipsiquiatría con sus aciertos y sus excesos nos invitó a establecer este compromiso. Manicomios, Prisiones. memoria del I Encuentro Latinoamericano y V Internacional de Alternativas a la Psiquiatría, ubica sus orígenes en esa línea; orígenes que inspiran la búsqueda compartida por especialistas y no especialistas de diferentes latitudes y enfoques, de probables soluciones al problema social de la segregación y la violencia en la institución psiquiátrica. Primero develándolo en el intercambio de vivencias; reconocimiento necesario del semejante para la alianza comprometida. Se parte del postulado fundamental de que el ser humano no es producto de una sola coincidencia que en detalle se desarrolla a lo largo del tiempo. No es el producto único de su familia, o de sus propias fantasías, mucho menos de la nada por hálito divino, o de la sola marca de su biología. Cada individuo, antes de nacer, ya tenía un lugar preparado, un nombre, una expectativa. Le es dada por el contacto más directo que corresponde a la familia, pero ésta es mensajera del contexto donde está inserta. Contexto que es universo de valores, mitos, esquemas, visión de mundo. Cuando un individuo no corresponde a estas expectativas, o porque las mismas así lo determinan, es un disidente, y como tal, hay que someterlo y si es necesario imponer el castigo, ejecutar la tortura. Evidencias de ello son los testimonios y reseiías de los compañeros de América Latina, EE.UU. y Europa. No es un sin sentido el que tantas veces el sanatorio psiquátrico haya sido la franca cárcel de la disidencia política y los trabajadores de la salud mental que en ella se encuentran, los ejecutores del horror. Los trabajos de Alvaro Villar y Bemardo Jiménez.- "Contexto sociohistórico de la locura en Colombia"; Héctor Murcia Pinto y Daniel Herrera: "Consideraciones sobre la historia de la Psiquiatría en Honduras". parten de la revisión histórica. Los de Reginaldo Hernández. "Instituciones psiquiátricas en el Salvador"; Leonar Roy: "El crimen del tratamiento forzado" y Teresa Gurza: "¿Quienes llegan a los Hospitales Psiquiátricos?", se refieren a los hechos del presente. Todos confluyen al señalar la ineludible repercusión de lo político en el ámbito de la salud mental. Nos revelan objetivos implícitos y nos describen sus condenas. El papel del trabajador de la salud mental (psiquiatras, psicoanalistas y psicólogos) no puede ser el de un pseudocientífico, un intelectual, neutral, por así decirlo. No se puede hablar de una asepsia como la del cirujano que opera un órgano. Es inconcebible cómo dentro de este juego de ocultamientos, con base en una idea de salud y enfermedad atravesada por la ideología, el trabajador de la salud mental pone sus técnicas al servicio del sometimiento del disidente familiar, social o político sin cuestionar lo que esa complicidad implica. Un claro eemplo de cómo la disidencia es prohibida lo tenemos en la mujer. Sylvia Marcos lo señala en su trabajo. Torturada por las restricciones que encadenan, degradan y por último someten; recluida en sí misma y en cuatro paredes que remedan la -estrechez del manicomio, dentro de la relación terapéutica también se le fustiga y culpa. Es culpable por cuanto quiso salirse del rol sexual establecido para ella. Quiso ocupar más espacio del que le correspondía. Su angustia, lenguaje deculturizado, representaba el anhelo de plenitud de su ser. Angustia dolorosa, es cierto, pero fuerza de cambio que hay que acallar, idiotizando, confornlizando. La cura de una mujer siempre irá orientada a la aceptación de un retorcido mundo de valores -los del sometimiento--, que representan los límites de anhelar, pensar, ser.

La primera impresión frente a cárceles y manicomios es válida. No es mera coincidencia deambular sin sentido, la miseria de la condición humana que se trasluce, la crueldad y deshumanización con que se llevan a cabo las relaciones de subordinación. En el momento y hora de revisar el envilecimiento y crueldad de los sistemas en donde el hombre ha sometido al hombre, es fácil ver que toman sus dimensiones, si no las más dramáticas sí de un intenso dramatismo, en el hospital psiquiátrico. El disidente es siempre, salvo que acepte ser sometido, un condenado a cadena perpetua. Condenado al sin-sentido y a la no-vida.

En Manicomios y Prisiones abunda el problema de la concepción de la locura. Son las ideas que circulan en el continente de la estructura sccioeconómica -base última que las legaliza para su sobrevivencia-, las que crean las reglas que rigen al concepto. Ellas dan forma a la concepción del loco y también dicen dónde poner al loco. Territorio donde se transparenta la acción de la ideología sobre el concepto. Igual de transparente que aquel que califica al sociópata, no como el que puede, sin escrúpulos, despejar a pueblos enteros de sus requerimientos más vitales, sino al que se niega a entrar como pieza de la maquinaria productiva en favor de los primeros.

Se trata de hacer una ruptura que implica el reconocimiento de lo que está en juego en la marginación, la locura y la disidencia, hasta llegar a sus últimas consecuencias aun a riesgo de que la pasión nos sobrepase. Consecuencias que tienen que ver con una estructura que quiere y trata de acallar sus contradicciones, sus intentos de negación destruyendo a los portadores de la contradicción. Para hacerlo utilizará desde la tortura psicologizada que aterroriza para romper con la dignidad, la autoconciencia y la autoestima del político disidente, hasta la tortura que anula con electroshoks y drogas las mismas capacidades, incluyendo las del cuerpo. Y otras más sutiles, aquellas que desde el sillón del psicoanálisis, y valiéndose de un poder que el propio sujeto en su carencia y necesidad le otorga, tortura y doblega hasta acabar con la protesta, adaptando al paciente al mundo de valores establecidos, los mismos que imprimieron la dolencia, los culpables, precisamente, de su situación de desventaja frente a la vida.

Si bien es cierto que el problema de la salud mental no es cosa de especialistas y que en un momento dado el que tiene capacidad crítica puede abordarlo, lo es también que el profesional continúa teniendo en sus manos la ejecución del modo de ver que la institución encargada de formarlo le proponga y de lo que él mismo trae en sus referencias sociales y culturales. La acción que propone Teresa Doring en su trabajo y que toca las políticas de la educación superior es válida. Una docencia comprometida con el análisis de la realidad, es, con todas sus limitaciones, algo que debe tomarse con seriedad.

La Red Internacional de Alternativas a la Psiquiatría con la publicación de Manicomios y Prisiones, invita a reflexionar. Una reflexión que no debe ser sólo la del especialista. Por eso están también los testimonios de las víctimas. Víctimas de la deformación que envuelve el hoy y el ahora de todos y cada uno de los que compartimos este presente.

MARÍA ELENA BECERRIL.