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I. Introducción
La educación como proceso y como institución social, se define, organiza e implanta de acuerdo
con una ideología específica, con una particular visión del mundo y de la sociedad. La educación
implica una definición y una justificación del qué, por qué y cómo individuos
y grupos deben aprender, de manera sistemática y lo informal. Toda propuesta educativa incluye una selección
de valores a la par que una selección de conocimientos y habilidades (mentales y manuales) considerados
como valiosos o deseables. En este sentido, se basa en una epistemología y una pedagogía en particular.
Existe a la fecha un amplio campo de estudio acerca de las implicaciones ideológicas en el diseño,
justificación, desarrollo y evaluación del currículo escolar. En esta área las aportaciones
de Michael Young, junto a las de otros autores interesados en la sociología de la educación y del
conocimiento, son relevantes. Dichos trabajos giran alrededor de la tan debatida cuestión acerca de qué
tanto "el conocimiento" (su definición y selección) se sustenta en una perspectiva ideológica.
Aquí se ubica la discusión sobre las diferencias e interconexiones entre ciencia e ideología,
acerca de si el conocimiento es, en su totalidad, determinado socialmente, acerca de la ciencia y el conocimiento
como constructos sociales.
El "currículo oculto" del proceso educativo, los resultados no-intencionales, los propósitos,
creencias y valores no explicitados permean la educación en su conjunto. Dicho "currículo oculto"
es transmitido a diario -de manera inconsciente la mayoría de las veces- tanto por los maestros en el salón
de clases como por la organización educativa en su amplitud. Tal como Iván Illich lo ha señalado,
el currículo oculto ejerce su influencia no sólo en quienes se incorporan al proceso escolar, sino
también en aquellos que no han atendido a la escuela.
II. La Televisión Educativa
La concepción "instrumental" de los medios masivos, la más extendida en el terreno educativo,
olvida que dichos medios no son herramientas neutrales para la transmisión de conocimiento, y por otra parte,
esta concepción no reconoce el papel determinante que las prácticas comunes (ya incorporadas en el
"sentido común" de los medios), comerciales o no, tienen en el empleo educativo de tales medios.
Esta posición que asume la "transparencia" de los medios (especialmente de la televisión)
se relaciona con posiciones empiricistas en el terreno epistemológico (Terry Lovell, 1983), donde epistemología
y ontología se equiparan (Lo que existe es lo que conozco y viceversa), así como también con
nociones de estética realista en televisión. La televisión es concebida como una "ventana
al mundo" que de ninguna manera interviene con el "mundo'' que pretende mostrar. El sujeto cognoscente
siendo "neutral", no interfiere con el objeto de conocimiento, su papel es el de un observador pasivo
y la conciencia es como un espejo donde la realidad se refleja a través de los sentidos. La realidad es
alg "dado" fuera de uno mismo y el ser "objetivo" se ve como algo sencillo de alcanzar. En
televisión la realidad se presenta "tal como es", grabándola "tal como sucede"
y/o con una explicación adecuada mediante el meta-discurso verbal.
Ahora bien, ¿cómo se define comúnmente la "Televisión Educativa"? Los
productores en el campo de la educación tratan de establecer una diferencia básica entre educación
y entretenimiento, generalmente en términos de seriedad- diversión. Por otra parte se trata de diferenciar
entre "cultural'' y "educativo". Diferentes maneras de codificar un mismo contenido pueden afectar
la clasificación de un programa como educativo, cultural, de información o de entretenimiento. En
general, las diferencias establecidas con base en el sentido común por productores de televisión
comercial y de televisión educativa, contienen muchas ambigüedades. La "promesa" que la televisión
educativa ofrece a los estudiantes y a la audiencia en general involucra cierto tipo de expectativas por ambas
partes y conduce a una actitud diferente, a un "contrato" específico entre productores y espectadores
que la diferencia, aunque sea más en términos subjetivos que objetivos, de la televisión común
o "popular". La televisión educativa es una realidad que se construye no sólo a través
de los programas como tales, sino a través de esta interacción de subjetividades entre productores
y públicos.
III. El "Currículo Oculto" en la Televisión Educativa
Los elementos más importantes en la concepción de la televisión educativa son las definiciones
del medio, de "conocimiento" y "aprendizaje" así como las definiciones que se manejen
de la audiencia. ¿Quién los define, cómo y por qué?; ¿qué consecuencias
se derivan de tales definiciones? En este terreno existen más preguntas que respuestas ¿quién
define qué es "alta cultura"?, ¿quién y cómo se define qué es "educativo"?,
¿se realiza investigación acerca de la audiencia como parte del diseño de un proyecto de TV
educativa?, ¿cómo?; ¿cuál es la naturaleza de la televisión como medio?, ¿qué
papel se le adjudica dentro del proceso educativo?
El debate acerca de la posición "realista" en términos de estética y de aprendizaje
se encuentra aquí presente. El "ver" como experiencia y como experiencia de aprendizaje sistemático
se encuentra detrás de muchas concepciones de TV educativa. No se debe olvidar que se trata en todo caso
de una experiencia vicaria. Por otro lado es necesario cuestionar la distinción entre dominios afectivo
y cognoscitivo que subyace en la propuesta de emplear la televisión para motivar a los estudiantes en su
aprendizaje. ¿Qué significa en este contexto "aprender" y cómo se supone que sucede?
¿Qué concepciones manejan los productores de televisión educativa acerca de las capacidades
intelectuales de la audiencia?, ¿se concibe a la televisión como un medio más apropiado para
presentar cuestiones abstractas, o simples y concretas?
Como se puede ver, existe un amplio espectro de valores y creencias, un "currículo oculto"
involucrado en la conceptualización de la TV educativa. No todas las preguntas anteriormente expuestas se
explicitan de manera consciente en los proyectos planteados. Tal "currículo oculto" existe en,
y puede ser analizado a través de los diferentes tipos de programas y formatos empleados por los productores
en educación.
En términos generales podemos encontrar tres estilos predominantes en la TV educativa el "expositivo",
el "experiencial" y el "estudio de caso" (dramatizado o documental). Todos ellos incluyen valores
implícitos o asunciones valorativas.
Los programas de tipo expositivo se pueden subdividir en: la lección por televisión, los que presentan
a un "experto" en calidad de narrador y los que presentan a un narrador en "voz en off".
En todos ellos existen estrategias particulares para establecer la impresión de "autoridad", un
discurso elaborado para definir lo que es o no es "correcto" o "creíble". En la mayoría
de los casos la manera en que el narrador es introducido tiende a ocultar, a hacer invisible el proceso de selección
y elaboración detrás del discurso audiovisual. La relación entre las imágenes y la
información verbal es también compleja ¿el narrador interpreta y/o dirige a la audiencia en
el cómo leer las imágenes?, ¿las imágenes se presentan como evidencia de lo que se
dice verbalmente o sólo para ilustrarlo?, ¿se asume que en algunos casos las imágenes deben
"hablar por sí mismas" y cómo?
Por otra parte, el estilo "experiencial" ofrece una "experiencia" compuesta a fin de cuentas
mediante un proceso de selección y representación, es decir, existe una transformación del
material presentado aunque se pretenda sólo "mostrar lo que es tal como sucede". El "estudio
de caso" pretende, a su manera, también proporcionar evidencia, "datos" audiovisuales para
ser analizados por la audiencia, como un substituto de investigación empírica. El "naturalismo"
característico del documental puede interferir fácilmente con esta intención analítica.
En el caso del "drama" (o dramatización), si el nivel concreto o particular de la experiencia
representada no se llega a trascender, es muy difícil que un análisis y una conexión con realidades
más generales sea factible de obtener.
IV. Algunos Ejemplos
A) Plaza Sésamo
El caso de "plaza Sésamo" como ejemplo de TV educativa sigue siendo objeto interesante de análisis.
Tal como Ferguson y Mattelart, entre otros, han señalado, existe todo un discurso ideológico envuelto
en esta serie de programas inicialmente dirigida a "niños menos favorecidos" socialmente en los
Estados Unidos, y posteriormente "adaptada" para su transmisión en numerosos países de
América Latina. La misma definición de "educación compensatoria" involucrada necesita
ser cuestionada. ¿Cuáles fueron las condiciones sociopolíticas que en los Estados Unidos enmarcaron
este proyecto?, para poner un ejemplo.
Por otra parte, el formato de los programas, sus métodos pedagógicos y su concepción de
aprendizaje requieren de un cuidadoso análisis. En términos generales se basan en un modelo conductista
de naturaleza lineal que puede ser representado por es esquema Estímulo-Respuesta. El concepto de "Deutero-Aprendizaje"
desarrollado por Gregory Bateson (1972) es aquí importante. Uno no sólo aprende, sino aprende cómo
y por qué (o para qué) aprender, aprende a seguir patrones específicos de aprendizaje. El
modelo de aprendizaje estímulo-respuesta puede ser efectivo y aun deseable en ciertas áreas pero
emplearlo como el único en el proceso educativo no sólo conduce a una restricción de las posibilidades
de exploración creativa, sino también puede interferir con el desarrollo de un pensamiento crítico
que tienda a la autonomía y a la valoración de la propia experiencia.
En general la misma cuestión permanece; es necesario reconstruir todo programa educativo para identificar
las asunciones ideológicas detrás del qué pretende enseñar y del cómo
pretende hacerlo. Los propósitos y objetivos explícitos e implícitos deben ser analizados
en su contexto para encontrar el "currículo oculto" que inevitablemente conllevan: ¿De
qué manera se define a la audiencia y cómo se dirige el programa a ella?, ¿qué asunciones
se manejan acerca de lo que la audiencia sabe y/o debería saber, y cómo debería aprenderlo?
B) Programas "científicos" e "históricos'
En los programas educativos que tratan temas "científicos", tiende a predominar la noción
del "texto-realista clásico" en las representaciones y discurso audiovisual. El empleo de un meta-discurso
(generalmente la voz del narrador) para definir el nivel de verdad y credibilidad acerca de lo que se presenta
visualmente, tiene también la función de negarse a sí mismo como "articulación",
evadiendo su naturaleza selectiva e interpretativa, a la vez que ubica al espectador como un "observador pasivo"
del flujo de la realidad ante sus ojos. El lenguaje audiovisual es presentado como una "ventana neutral al
mundo"; y el mundo que presenta, como de naturaleza no-contradictoria.
Es en este sentido como Gillian Skirrow (1979) afirma que la educación, al igual que la televisión,
pretende "aportar conocimiento acerca de la realidad", de manera imparcial y equilibrada. Al hacer esto,
ambas (educación y televisión) niegan procesos ideológicos de validación, selección
y representación. Ambas niegan el proceso de "SIGNIFICACION" (construcción de significados).
Existen problemas ontológicos y epistemológicos en las posiciones "empiricista" y "realista",
problemas que Terry Lovell (1983) discute con amplitud en su libro Imágenes de la Realidad. En el
caso de la ciencia, surgen preguntas tales como: ¿Es posible, y si es así, hasta qué grado,
ubicarla fuera del terreno de las ideologías?, ¿es posible establecer una diferencia entre ciencias
"puras" y ciencias sociales o del comportamiento en términos de la construcción social
del conocimiento?
Carl Gardner y Robert Young (1981) exploran algunas de las formas más comunes en que la televisión
educativa (tomando ejemplos del contexto británico) define qué es conocimiento y qué es aprendizaje
en programas científicos. De acuerdo con ellos el paradigma dominante en la definición de conocimiento
es el "empiricista-objetivo", que considera a la ciencia como fuera de la influencia de las fuerzas sociales,
ignorando el contexto en que ésta se define, opera y desarrolla. Al representarla de esta manera, la televisión
educativa no toma en cuenta los procesos de mediación tanto en la construcción de la ciencia como
en la construcción de su representación audiovisual. La mayoría de tales programas manejan
el "sentido común" o popular acerca de la ciencia. Los recursos técnicos y estilísticos
empleados más comúnmente son: el narrador en off como la voz del conocimiento que califica e interpreta
las "evidencias" o "ilustraciones" audiovisuales, los "expertos" como autoridades
incuestionables, la narrativa de ciencia ficción con su común estilo de "misterio por resolver",
etcétera. Todos ellos se ajustan en muchos sentidos a una visión positivista del hacer científico,
donde los datos objetivos existentes en la realidad llegan de manera directa a nuestros sentidos; la ciencia se
mistifica y se presenta como espectáculo. Las nociones de "progreso" y las particulares relaciones
sociales que implican son raramente discutidas y lo cuestionadas.
En el caso de programas educativos de tipo histórico, tal y como Bob Ferguson (1985) y Colin MacArthur
(1980) han señalado, todos los problemas acerca de quién y cómo se escribe la historia, y
la historia de quién(es) es la que se escribe, son omitidos, en términos generales. No se considera
la reflexión y análisis de la historia (historiografía). Este tipo de discurso predomina tanto
en los formatos de tipo documental, como en los que emplean la dramatización. Tales programas contienen
formas ideológicas de representación de grupos y clases sociales (por presencia o ausencia) que necesitan
ser cuestionadas. Una vez más, los programas educativos necesitan ser interrogados y cuestionados como "Textos",
no como formas neutrales de representación, con el fin de poder identificar su "currículo oculto".
V. Conclusión
Es necesario tener presente el hecho de que la televisión no puede ser utilizada simplemente como un
recurso educativo neutral. La naturaleza del lenguaje audiovisual, como todo lenguaje, es de índole ideológica,
es decir, tanto en los niveles denotativo como connotativo implica juicio y selección, construcción
de significados. El discurso educativo y el discurso audiovisual, concretados en textos-programas particulares,
requieren, en igual medida, de una lectura crítica. El concepto de "alfabetidad visual" (visual
literacy) es aquí de vital importancia para los diseñadores y productores de programas educativos,
así como para los estudiantes. Tenemos que ser conscientes de los valores y actitudes que implícitamente
transmitimos, lo mismo en el salón de clases que en los programas de televisión educativa.
Referencias Bibliográficas
- Bates, Tony. Broadcasting in Education. Constable, 1984.
- Bates, Tony. "Towards a better theoretical framework for studjing learning from Educational Television":
en Instructional Science, V. 9, NP 4, 1980.
- Bateson, Gregory. Steps to an Ecology of Mind. Ballantine Books, 1972.
- Buckingham, David. Educational televisión: institution and ideology. ULIE, Mimeo, 1985.
- Ferguson, Bob. Televisión on History. Media Analysis, Paper 5. University of London/Institute of Education,
1985.
- Ferguson, Bob. "Sesame Street: Ideology for the under- fives" en Screen Education, N°P 27, Summer,
1978.
- Gardner C., R. Young. "Science on TV: A critique", en Popular Television and Film, Bennet et al.
(editores). BFI/OU, 1981.
- Lovell, Terry. Pictures of Reality. BFI, 1980.
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