La poesía de López Velarde es un acordarse de lo que será.
Memoria, profesía y un suspicaz menosprecio de los hechos del mundo
son los elementos de sus temerarias intuiciones, pero, señal de
elección y de grandeza, apunta siempre a su oriente porque desde un
escepticismo heroico ante el absurdo de la existencia, sabe que la
vida oculta un sentido irracional y vive los misterios del mundo.
Como Tagore, acepta los afanes de la ciencia, pero no lo
conmueven; su realidad es otra, la humano, y apacienta su sabiduría
arrostrando su destino.
"Poeta esencial y supremo", la preferencia por el trazo
lento del esdrújulo acomposa sus adjetivos, y los une al sustantivo
con el ritmo ensimismado de una música íntima. Los traslados
fulgurantes de sus metáforas, el mecanismo desusado de las
comparaciones, el empleo eficaz de la reiteración y su sintaxis,
que reposa en la intensidad del caos anterior a la palabra,
determinan el temblor lírico de su obra.
Su poesía no admite explicación ni la requiere, ya que el lugar
de sus hondos conflictos está más allá de las palabras. La
soledad y el silencio son su materia, y su palabra culmina en un
lenguaje predestinado a revelar la zozobra de su espíritu ante el
llamado más alto del amor y los apremios de la muerte.
Ramón López Velarde nació el 15 de junio de 1888 bajo el ciclo
astrológico de Géminis y murió el 19 de junio de 1921. Ofrecemos
al lector una breve selección de su poesía.
HERMANA, HAZME LLORAR...
FUENSANTA:
dame todas las lágrimas del mar.
Mis ojos están secos y yo sufro
unas inmensas ganas de llorar.
Yo no sé si estoy triste por el alma
de mis fieles difuntos
o porque nuestros mustios corazones
nunca estarán sobre la tierra juntos.
Hazrne llorar, hermana,
y la piedad cristiana
de tu manto inconsútil
enjúgueme los llantos con que llore
el tiempo amargo de mi vida inútil.
FUENSANTA:
¿tú conoces el mar?
Dicen que es menos grande y menos hondo
que el pesar.
Yo no sé ni por qué quiero llorar:
será tal vez por el peor que escondo,
tal vez por mi infinita sed de amor.
HERMANA:
dame todas las lágrimas del mar...
BOCA FLEXIBLE, AVIDA ...
CUMPLO a mediodía
con el buen precepto de oír mi y de los que son.
Hoy, corno nunca, es venerable tu esencia
y quebradizo el vaso de tu cuerpo,
y solo puedes darme la exquisita dolencia
de un reloj de agonías, cuyo tic-tac nos marca
el minuto de hielo en que los pies que amamos
han de pisar el hielo de la fúnebre barca.
Yo estoy en la ribera y te miro embarcarte:
huyes por el río sordo, y en mi alma destilas
el clima de esas tardes de ventisca y de polvo
en las que doblan solas las esquilas.
Mi espíritu es un paño de ánimos, un paño
de ánimos de iglesia siempre menesteroso;
es un paño de ánimas goteado de cera,
hollado y roto por la grey astrosa.
No soy rnás que una nave de parroquia en penuria,
nave en que se celebran eternos funerales,
porque una lluvia térca no permite
sacar el ataúd a las calles rurales.
Fuera de mí, la lluvia; dentro de mí, el clamor
cavernoso y creciente de un salmista;
mi conciencia, mojada por el hisopo, es un
ciprés que en una huerta conventual se contristar
Ya mi lluvia es diluvio, y no miraré el rayo
del sol sobre mi arco, porque ha de quedar roto
mi corazón la noche cuadragésima;
no guardan mis pupilas ni un matiz remoto
de la lumbre solar que tostó mis espigas;
mi vida sólo es una prolongación de exequias
bajo las cataratas enemigas.
Mi CORAZON SE AMERITA ...
Mi CORAZON, leal, se amerita en la sombra.
Yo lo sacara al día, como lengua de fuego
que se saca de un ínfimo purgatorio a la luz;
y al oirlo batir su cárcel, yo me anego
y me hundo en la ternura remordido de un padre
que siente, entre sus brazos, latir un hijo ciego.
Mi corazón, leal, se amerita en la sombra.
Placer, amor, dolor ... todo le es ultraje
y estimula su cruel carrera logarítmica,
sus ávidas mareas y su eterno oleaje.
Mi corazón, leal, se amerita en la sombra.
Es la mitra y la válvula ... Yo me lo arrancaría
para llevarlo en triunfo a conocer el día,
la estola de violetas en los hombres del alba,
el cíngulo morado de los atardeceres,
los astros, y el perímetro jovial de las mujeres.
Mi corazón, leal, se amerita en la sombra.
Desde una cumbre enhiesta yo lo he de lanzar
como sangriento disco a la hoguera solar.
Así extirparé el cáncer de mi fatiga dura,
seré impasible por el este y el oeste,
asistiré con una sonrisa depravada
a los ineptitudes de la inepta cultura,
y habrá en mi corazón la llamo que le preste
el incendio sinfónico de la esfera celeste.
COMO EN LA SALVE...
¡OH BIENAVENTURANZA fértil de los que saben
ir gimiendo y llorando deprecativamente,
como en la Salve, que es un óleo y una fuente!
Yo también supe antaño de la bondad del cielo
que en mis acerbos pésames llovía,
y compuse mi Salve, con la fe de un cruzado
bajo los muros de Antioquía.
Mas hoy es un vinagre
mi alma, y mi ecuménico dolor un holocausto
que en el desierto humea.
Mi Cristo, ante la esponjo de las hieles, jadea
con la árida agonía de un corazón exhausto.
¡Señor, Tú que colocas
resina en la corteza impenitente
y agua entrañable en las adustos rocas,
hazme casto y humilde para poder llorar
la bienaventuranza de aquel llanto deshecho
que fertiliza y lava el pecho,
y verás cómo mi alma se atavía
y trueca su congoja en alborozo
para escalar los rn y de los que son.
TE HONRO EN EL ESPANTO...
YA QUE tu voz, como un muelle vapor, me baña
y mis ojos, tributos a la eterna guadaña,
por ti osan mirar de frente el ataúd;
ya que tu abrigo rojo me otorga una delicia
que es mitad friolenta, mitad cardenalicia,
antes que en la veleta llore el pósturno alud;
ya que por ti ha lanzado a la Muerte su reto
la cerviz animosa del ardido esqueleto
predestinado al hierro del fúnebre dogal;
te honro en el espanto de una perdida alcoba
de nigromante, en que tu yerta faz se arroba
sobre una tibia, como sobre un cabecal;
y porque eres, Amada, la armoniosa elegida
de mi sangre, sintiendo que la convulsa vida
es un puente de abismo en que vamos tú y yo,
mis besos te recorren en devotos hileras
encima de un sacrilegio manto de calaveras
como sobre una erótica ficha de dominó.
LA LAGRIMA ...
ENCIMA
de la azucena esquinada
que orno la cadavérico almohada;
encima
del soltero dolor empedernido
de yacer como imberbe congregante
mientras los gatos erizan el ruido
y forjan una patria espeluznante;
encima
del apetito nunca satisfecho
de la cal
que demacró las conciencias livianos,
y del desencanto profesional con que saltan del lecho
las cortesanas;
encima
de la ingenuidad casamentera
y del descalabro que nada espera;
encima
de la huesa y del nido,
la lágrima salobre que he bebido.
Lágrima de infinito
que eternizaste el amoroso rito;
lágrima en cuyos mares
goza mi áncora su náufrago baño
y esquilmo los vellones singulares
de un compungido rebaño;
lágrima en cuya gloria se refracta
el iris fiel de mi pasión exacta;
lágrima en que navegan sin pendones
los mástiles de las consternaciones;
lágrima con que quiso
mi gratitud salar el Paraíso;
lágrima mía, en ti me encerraría,
debajo de un deleite sepulcral,
como un vigía
en su salobre y mórbido fanal.
EL SON DEL CORAZON.
UNA MUSICA íntimo no cesa,
porque transida en un abrazo de oro
la Caridad con el Amor se besa.
¿Oyes el diapasón del corazón?
Oye en su nota múltiple el estrépito
de los que fueron y de los que son.
Mis hermanos de todas las centurias
reconocen en mí su pausa igual,
sus mismas quejas y sus propias furias.
Soy la fornda parlante en que se mece
el pecho germinal del bardo druida
con la selva por diosa y por querida.
Soy la alberca lumínica en que nada,
como perla debajo de una lente,
debajo de las linfas, Scherezada.
Y soy el suspirante cristianismo
al hojear las bienaventuranzas
de la virgen que fue mi catecismo.
Y la nueva delicia, que acomoda
sus hipnotismos de color de tango
al figurín y al precio de la moda.
La redondéz de la Creación atrueno
cortejando a las hembras y a las cosas
con el clamor pagano y nazareno.
¿Oh Psiquis, oh mi alma: suena a son
moderno, a son de selva, a son de orgía
y a son mariano, el son del corazón!.
EL PERRO DE SAN ROQUE
YO SOLO SOY un hombre débil, un espontáneo
que núnca tomó en serio los sesos de su cráneo.
A medida que vivo ignoro más las cosas;
no sé ni por qué encantan las hembras y las rosas.
Sólo estuve sereno, como un trampolín,
para asaltar las nuevas cinturas de las Martas
y con dedos mani0ticos de sastre, medir cuartas
a un talle de caricias ideado por Merlín.
Admiro el universo como un azul candado,
gusto del cristianismo porque el Rabí es poeta,
veo arriba el misterio de un único cometa
y adoro en la mujer el misterio encarnado.
Quiero a mi siglo; gozo de haber nacido en él;
los siglos son en mi alma rombos de una pelota
para la dicha vario y el calosfrío cruel
en que cesa la media y lo crudo se anoto.
He oído la rechifla de los demonios sobre
mis bancarrotas chuscas de pecador vulgar,
y he mirado a los, ángeles y arcángeles mojar
con sus lágrimas de oro mi vajilla de cobre.
Mi carne es combustible y mi conciencia parda;
efímeras y agudas refulgen mis pasiones
cual vidrios de botella que erizaron la barda
del gallinero contra los gatos y ladrones.
¡Oh, Rabí, si te dignas, está bien que me encauces;
he besado mil bocas, pero besé diez frentes!
Mi voluntad es labio y mi beso es el rito ...
¡Oh, Rabí, si te dignas, bien estó que me encauces;
como el can de Son Roque, ha estado mi apetito
con la vista en el ciclo y la untorcha en las fauces!
SOLTERA AGONIZAS ...
AMIGA que te vas:
quizá no te vea más.
Ante la luz de tu alma y de tu tez
fui tan maravillosamente casto
cual si me embalsamara la vejez.
Y no tuve otro arte
que el de quererte para aconsejarte.
Si soltera agonizas,
irán a visitarte mis cenizas.
Porque ha de llegar un ventarrón
color de tinta abriendo tu balcón.
Déjalo que trastorne tus papeles,
tus novenas, tus ropas, y que apague
la santidad de tus lámparas fieles ...
No vayas, encogido el corazón,
a cerrar tus vidrieras
a la tinta que riega el ventarrón.
Es que voy en la rocha
a filtrarme en tu paz, buena muchacho.
LA ASCENSION Y LA ASUNCION.
VIVE conrnigo no sé qué mujer
invisible y perfecta, que me encumbra
en cada anochecer y amanecer.
Sobre caricaturas y parodias,
enlazado mi cuerpo con el suyo,
suben al cielo como dos custodias.
Dogma recíproco del corazón:
¡ser por virtud ajena y virtud propia,
a un tiempo la Ascensión y la Asunción!
Su corazón de niebla y teología,
abrochado a mi rojo corazón,
traslado, en una música estelar,
el Sacramento de la Eucaristía.
Vuela de incógnito el fantasma de yeso,
y cuando salimos del fin de la atmósfera
me da medio perfil para su diálogo
y un cuarto de perifil para su beso ...
Dios, que me ve que sin mujer no atino
en lo pequeño ni en lo grande, diome
de ángel guardián un ángel femenino.
¡Gracias, Señor, por el inmenso don
que transfigura en vuelo la caída,
juntando, en la miseria de la vida,
a un tiempo la Ascensión y la Asunción¡
EL SUENO DE LOS GUANTES NEGROS.
SOÑE que la ciudad estaba dentro
del más bien muerto de los mares muertos.
Era una madrugada del invierno
y lloviznaban gotas de silencio.
No más señal viviente, que los ecos
de una llamada a misa, en el misterio
de una capilla oceánico, a lo lejos.
De súbito me soles al encuentro,
resucitado y con tus guantes negros.
Para volar a tí, le dio su vuelo
el Espíritu Santo a rni esqueleto.
Al sujetarme con tus guantes negros
me atrajiste al océano de tu seno,
y nuestras cuatro manos se reunieron
en medio de tu pecho y de mi pecho,
como si fueran los cuatro cimientos
de la fábrica de los universos.
¿Conservabas tu carne en cada hueso?
El enigma de amor se voló entero
en la prudencia de tus guantes negros ...
¡Oh, prisionera del valle de México¡
Mi carne ... * de tu ser perfecto
quedarán ya tus huesos en mis huesos;
y el traje, el traje aquel, con que tu cuerpo
fue sepultado en el valle de Méjico;
y el figurín aquel, de pardo género
que compraste en un viaje de recreo...
Pero en la madrugada de mi sueño,
nuestras manos, en un circuito eterno
la vida apocalíptico vivieron.
Un fuerte... corno en un sueño,
libre como cometa, y en su vuelo
la ceniza y... de¡ cementerio
gusté cual rosa...
* Los puntos suspensivos indican palabras ilegibles en el
original.
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