SELECCIÓN ESCOLAR A NIVEL SUPERIOR EN
MÉXICO: TENDENCIAS EMPÍRICAS Y DE
INTERPRETACIÓN 1960-19901
JOSEFINA GRANJA CASTRO
Departamento de Investigaciones Educativas, CINVESTAV
Contenido del Artículo:
PRESENTACIÓN.
OBJETIVO, METODOLOGÍA Y PUNTUALIZACIONES ANALÍTICAS.
1. ENTRE LA "EXCLUSIÓN" Y LA "SELECCIÓN": EL PREÁMBULO DE LOS AÑOS SESENTA.
2. LA APERTURA DEMOCRÁTICA DE LOS AÑOS SETENTA. MASIFICACIÓN EN EL ACCESO Y PERMANENCIA SELECTIVA.
3. SEGMENTACIÓN INTERNA DE LA ENSEÑANZA SUPERIOR: UNA EXPRESIÓN DE LA SELECTIVIDAD EN LOS OCHENTA.
4. LOS AÑOS RECIENTES .
PRINCIPALES CONCLUSIONES.
NOTAS.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.
PRESENTACIÓN Contenido Los procesos de selección del alumnado que realizan las instituciones de educación superior en México tanto en el ingreso como en la permanencia han constituido, desde por lo menos las últimas tres décadas, un problema de relevancia en el ámbito de la planeación de políticas y en el terreno de la investigación de los fenómenos socioeducativos. Desde 1950, momento en que se aprecia un claro despegue en el crecimiento de la enseñanza superior, hasta los años recientes de esta última década que marca nuestro fin de siglo, las trayectorias de los procesos de selección han manifestado especificidades derivadas de coyunturas socio-políticas y de la historia de las propias instituciones que forman el sistema de enseñanza superior. Paralelamente, teorías educativas de diverso cuño han aportado su cuota ya sea planteando los fundamentos y mediaciones de una "necesaria" subordinación de la educación a las demandas del desarrollo económico, ya sea restituyendo una "autonomía relativa" a los sistemas de enseñanza frente a las demandas del sistema social. Por lo que toca a su configuración socio-histórica, los procesos de selección en la enseñanza superior tienen que ser reconstruidos a la luz de varios factores: los proyectos de desarrollo sociopolítico vigentes, las tendencias de crecimiento del sistema educativo en general y del ciclo superior en particular, las historias institucionales y sus trayectorias de estructura y organización. Desde todos estos elementos es posible lograr una aproximación a los diferentes matices que reviste el proceso de selección a lo largo del tiempo. OBJETIVO, METODOLOGÍA Y PUNTUALIZACIONES ANALÍTICAS Contenido El objetivo de este trabajo es analizar la trayectoria que el proceso de selección en la enseñanza superior ha seguido en las tres últimas décadas atendiendo a los siguientes aspectos. a) su comportamiento empírico, es decir, sus tendencias de crecimiento cuantitativo; b) las estructuras y formas organizacionales en que se enmarca el proceso de selectividad y; c) los diferentes paradigmas teóricos a que se ha recurrido para explicar el fenómeno de la selectividad. El tipo de estudio realizado consiste en un análisis retrospectivo y la metodología seguida está centrada en el análisis de contenido de fuentes documentales. Las fuentes documentales que sirven de referencia empírica son de dos tipos: a) informaciones estadísticas sobre demanda, matrícula, ingreso, egreso y eficiencia terminal; b) diagnósticos y estudios críticos desarrollados durante el periodo analizado en los que se enfoca, con diferentes perspectivas, el problema de la selectividad en la enseñanza superior. El primer tipo de fuentes permite la reconstrucción de las tendencias selectivas; el segundo aporta elementos para analizar los enfoques interpretativos utilizados para explicar el fenómeno de la selectividad. Cabe señalar algunas puntualizaciones de orden analítico que complementan el procedimiento seguido. Los estudios que trabajan proponiendo periodizaciones son proclives a ser leídos, desde lógicas lineales, como secuencias de momentos en tiempo sonde los procesos se desarrollan dando saltos de una posición a otra distinta. Contra posibles interpretaciones en ese sentido deberá tenerse presente que la ubicación de momentos y tendencias que se proponen en este análisis intenta trazar los cambios significativos del fenómeno de la selección en la educación superior a lo largo de los últimos 30 años; cambios que no ocurrieron por la simple sustitución de los elementos en juego, sino por una complicada coexistencia y yuxtaposición de factores y elementos gestados en diversos momentos. De tal suerte, los procesos de selección en el ingreso y en la permanencia que hoy tienen lugar en nuestras instituciones de educación superior y las maneras en que conceptualizamos, se ensamblan sobre mecanismos y tendencias gestados en un pasado reciente. Al centrar como objeto una retrospectiva de las tendencias selectivas en la enseñanza superior, se asume un nivel de análisis altamente agregado que no se basa en los casos particulares, sino que delinea los grandes perímetros en que se mueven, con su propia especificidad, los casos particulares. Sólo así puede tener sentido hablar de tendencias para un sistema de enorme heterogeneidad como lo es la enseñanza superior. Consecuente a esta misma lógica se manejan cifras redondeadas de matrículas que sirven a la intención de situar las zonas limítrofes en que se ha movido el fenómeno de la selectividad. Por otra parte, los momentos identificados se trazan siguiendo la temporalidad de décadas, no de sexenios como suele hacerse. Esta posición se sustenta en la necesidad de trabajar con otro tipo de temporalidades para entender los procesos y tendencias de la escolaridad superior. Las trayectorias de expansión y contracción no se dan como resultado inmediato de las políticas educativas promovidas por los proyectos de desarrollo en turno; sino que mantienen condiciones posibilitadoras internas, impulsos, inercias y lógica derivadas tanto de las especificidades (estructura, organización, crecimiento, etcétera) del sistema escolar como de las singularidades de la propia enseñanza superior. El reconocimiento de "temporalidades propias" de la enseñanza superior constituye uno de los referentes epistemológicos que hoy en día requieren ser atendidos al analizar los procesos y fenómenos atingentes a la enseñanza superior. Por último, la noción de selección con que se trabaja está referida tanto a los mecanismos y prácticas institucionales orientados a regular deliberadamente el ingreso y la permanencia, como a los efectos selectivos no planeados resultantes de las propias estructuras académicas y administrativas de las instituciones de educación superior. 1. ENTRE LA "EXCLUSIÓN" Y LA "SELECCIÓN": EL PREÁMBULO DE LOS AÑOS SESENTA Contenido Como sucede con toda periodización, las etapas precedentes son parte constitutiva del momento que se explica. En este caso los rasgos estructurales del sistema de enseñanza superior y sus mecanismos de lección durante la década de los sesenta no pueden ser comprendidos al margen de los procesos generados en los años cuarenta y cincuenta. Esa etapa se caracterizó por una adecuación entre la demanda de recursos humanos de la estructura productiva y los cuadros formados por el sistema de enseñanza superior. La industrialización y urbanización aceleradas del país, producto del proyecto económico de sustitución de importaciones, dan paso a una diversificación en la estructura social expresada en el ensanchamiento de sectores medios que al correr de los años constituirían el grueso de la demanda de enseñanza superior. El volumen de la matrícula en 1950 era cercano a 40 mil alumnos, diez años después llegaba ya a los 80 mil estudiantes3. Al desagregar este dato se observan tendencias específicas que matizan este crecimiento. Desde el punto de vista de la demanda potencial (la población en el grupo de edad correspondiente a la enseñanza superior) sólo se atendía el 1.7% en 1950, porcentaje que se elevó escasamente, a un 2.6%, en 1960 y a 5.6% en 19704. Esto habla de un agudo fenómeno de exclusión de la educación superior. Una situación inversa se registra desde es el punto de vista de la demanda real (la población que reune los requisitos de escolaridad los requisitos de escolaridad necesarios para acceder a la educación superior) donde los índices de Absorción de los egresados del ciclo anterior eran del orden del 90% hacia 1960. Esto habla de una eficiente retención de la población escolar entre los ciclos medio superior y superior, basada en la estrecha selección implicada en el acceso a la enseñanza media: más del 50% de quienes concluían la secundaria no ingresaban a la preparatoria a principios de los años sesenta. Los datos anteriores informan sobre un crecimiento moderado de la enseñanza superior. Entre los factores asociados con ese crecimiento moderado podemos mencionar los procesos de exclusión acumulada (entendiendo por ello el rezago formado a lo largo de las décadas anteriores en cuanto a la población en el grupo de edad correspondiente a la enseñanza superior pero que al no cumplir con los requisitos de escolaridad previa no tenía posibilidades de formar parte de la demanda real) y selección anticipada (entendida como la selección que se realiza dentro del sistema escolar durante los ciclos anteriores a la enseñanza superior). Ambos factores contribuyen a explicar la contención o estado de equilibrio, en aquellos años, entre la demanda de escolaridad superior y la capacidad de las instituciones del sistema para absorberla. En ese contexto la selección no constituye todavía la vía privilegiada, y en algunos casos "obligada", para ordenar, dosificar, pautar y dirigir el ingreso, otros mecanismos diseminados en diferentes zonas del sistema escolar regulan el ingreso a la enseñanza superior manteniéndolo en límites funcionales. La adecuación entre demanda social de escolaridad superior, crecimiento de las universidades y demanda de recursos humanos que caracterizó a los años cuarenta y cincuenta empezó a manifestar síntomas de desajuste en los años sesenta. La expansión industrial y de servicios generó una diversificación en los espacios productivos: multiplicación de puestos técnicos y administrativos, surgimiento de nuevos campos de ocupación asociados con la acelerada urbanización, ramificaciones en las jerarquías altas y medias de la división del trabajo, etc. Este complejo proceso de ampliación y diversificación en los espacios productivos tuvo efectos significativos a nivel de las clases o grupos sociales, el principal fue la emergencia de una nueva franja de población, la clase media. Incidió también, simultáneamente, en el plano de las representaciones que los agentes sociales construían en torno a las funciones sociales (bondades y beneficios) de la escolaridad superior. Las transformaciones macrosociales iniciadas en los años cuarenta y afianzadas en la década siguiente, tuvieron impacto en el sistema de enseñanza superior hacia los años sesenta. Una de las repercusiones más significativas fue la recomposición del perfil de origen socioeconómico del alumnado. Dicho proceso fue documentado en diversas investigaciones de la década pasada; una de ellas lo precisó en los siguientes términos: "Los grupos sociales que tienen acceso a la escolaridad superior son aquellos que proviene de los sectores más involucrados -en distintas posiciones jerárquicas- con el desarrollo y consolidación del modo de producción capitalista dependiente, la industrialización y la modernización del país... el crecimiento de las oportunidades es acaparado por aquellos sectores medios, muy diversos y muy poco estudiados, que han crecido junto con el desarrollo del país y que por sus mejores condiciones relativas de existencia superan la selectividad social que se realiza a lo largo del sistema escolar, reúnen los requisitos escolares para demandar escolaridad superior y buscan en esta última el factor de una mayor movilidad o una consolidación de su nueva posición. Los hijos de la 'élite', incluyendo igualmente los de las nuevas élites profesionales que genera igualmente el desarrollo capitalista, como parte favorecida de una misma jerarquía ocupacional, acaparan las crecientes oportunidades que ofrecen las instituciones privadas"5. La recomposición del perfil socioeconómico de los estudiantes alentada por el proyecto de desarrollo económico junto con la expansión general de los servicios educativos básico y medio, fueron los factores que incidieron en el incremento, hasta entonces sin precedentes, de la matrícula de enseñanza superior: de 80 mil estudiantes en 1960 a 125 mil en tan sólo cuatro años (1964) y a 225 mil al concluir la década6. Este nuevo escenario, de claras tendencias expansivas, germinó sin que de manera paralela se dieran cambios en las estructuras y modelos organizacionales de las instituciones de educación superior para adecuarlas al nuevo contexto y hacerlas capaces de recoger la demanda acrecentada. Por el contrario, la zona de ajuste a que se recurrió fue instrumentar políticas de admisión restrictivas vía procesos de selección estrechos. Un ejemplo de esta estrategia selectiva la encontramos en el caso de las reformas en la UNAM a principios de los años sesenta a las cuales nos referimos enseguida. Cabe enfatizar que el proceso que se describe fue característico a esa institución y por lo tanto no extrapolable de manera general para el resto d las instituciones de enseñanza superior. Al inicio de los años sesenta, Ignacio Chávez -rector en turno de la Universidad Nacional Autónoma de México- había declarado que "la universidad es una institución altamente selectiva y ya que por razones de cupo ésta no puede recibir a todos, deberá recibir a los mejores". Conforme a ello se pusieron en práctica una serie de medidas, calificadas como "estrictamente académicas", tanto para restringir el acceso como para controlar la permanencia. Para lo primero se aplicaría un triple criterio. El promedio de calificaciones obtenido en el ciclo anterior, una prueba vocacional y una prueba psicométrica. Para lo segundo se reglamentaron criterios de suspensión: tres calificaciones reprobatorias en una matera, diez materias reprobadas en el total de cursos de la carrera o cuatro inscripciones a una asignatura daban lugar a la suspensión ad hoc del Consejo Universitario. Las políticas "académicas" de restricción al acceso tuvieron los resultados que se esperaba a juzgar por los crecientes índices de rechazados que registro la UNAM en esos años: 22% en 1962; 39% en 1963, 51% en 1964; 40% en 1965 y en 19677. A fines de la década el proyecto de desarrollo nacional muestra signos de agotamiento y el decenio se cierra con una aguda crisis política. A nivel de la enseñanza superior los desajustes económicos significaron, entre otras cosas, un estancamiento en la demanda de recursos humanos que hasta entonces había permitido crecer a la universidad y un desplazamiento hacia la demanda social como motor fundamental del crecimiento de la educación superior. En los hechos una de las consignas levantadas por los sectores estudiantiles y de profesionistas en la crisis política del 68 fue justamente la ampliación de las oportunidades de ingreso a la enseñanza superior. Se extendía así, a la década siguiente, y a la nueva administración que con ella tuvo inicio, la formulación de políticas educativas capaces de dar cauce a estas demandas. 2. LA APERTURA DEMOCRÁTICA DE LOS AÑOS SETENTA. MASIFICACIÓN EN EL ACCESO Y PERMANENCIA SELECTIVA Contenido Con el término "apertura democrática" se conoce a la política educativa impulsada en los inicios de los setenta para la enseñanza superior, una de cuyas características fundamentales consistió en ampliar las oportunidades de ingreso a la enseñanza superior con el fin de dar acceso a los sectores sociales que aún quedaban excluidos del servicio (cfr. Zermeño 1978). Como veremos en el desarrollo de este apartado, las oportunidades de ingreso efectivamente se ampliaron, 0pero la selección siguió operando a nivel de las posibilidades de permanencia y egreso. En el periodo 1970-1980 la tasa de crecimiento de la matrícula de enseñanza superior fue la más alta de todos los ciclos del sistema escolar mexicano con un 12.5% anual; y la absorción de los egresados del ciclo anterior mantuvo niveles elevados cercanos a los registrados en la década anterior8. Sin embargo el volumen de población ingresada no se conservaba a los largo de los ocho semestres que, en promedio, forman el recorrido escolar de las licenciaturas. Los problemas de retención interna habían estado presentes desde las décadas anteriores; pero en el contexto de las nuevas políticas de apertura de apertura democrática asumen un matiz particular: agudizan las contradicciones entre un acceso masificado e incluso diversificado y una permanencia restringida y desfavorable a los estudiantes con perfiles socioeconómicos bajos, haciendo evidente la naturaleza relativa y limitada de la ampliación de oportunidades de enseñanza superior. Estimar la magnitud de este proceso de selección al interior de las instituciones y sus mecanismos de operación resultaba difícil pues las estadísticas levantadas para aquellos años (inicios de los setenta) trabajan de modo sistemático datos sobre matrícula total, ingreso y egreso, mientras que los referidos a la reprobación, deserción, abandono temporal y titulación aparecían sólo de manera esporádica. Las aproximaciones globales sobre el destino de las trayectorias internas ofrecidas a partir de los datos sobre eficiencia terminal (el egreso con relación al primer ingreso cuatro meses antes) registran para el periodo de cinco generaciones entre 1970-74 y 1974-1978, índices porcentuales nacionales que oscilan entre un 39.7% y un 49.1% 9. Estos datos informan sobre un acentuado proceso de selección interna en las instituciones de enseñanza superior. Más de la mitad de la población que logro el ingreso en la coyuntura de la apertura democrática no tuvo posibilidades de permanecer los ocho semestres que abarca la enseñanza superior. Si adicionalmente nos apegamos a la norma institucional de considerar concluido el ciclo superior con la obtención del título de licenciatura, el proceso selectivo se estrecha en mayor magnitud. Algunos estudios estimaron índices de titulación en ese periodo de alrededor del 20%10. Los mecanismos en que toma forma la selección al interior de las instituciones de enseñanza superior, es decir durante las trayectorias curriculares, merecen por su nivel de complicación y especificidad propios un tratamiento aparte. Por el momento será suficiente con mencionar que en ese plano la selección se articula partiendo de referentes derivados de las lógicas académicas y administrativas que atraviesan la organización y funcionamiento de las instituciones: lógicas institucionales que organizan el conocimiento traduciéndolo en un número determinado de cursos y asignaturas, dinámicas de los tiempos de formación escolar que se sostienen en cronologías homogéneas de años escolares, semestres lectivos y horarios de clase supeditando a ellos el tiempo necesario para la apropiación de los conocimientos de cada disciplina; lógicas de evaluación y registro periódico e ininterrumpido de los conocimientos correspondientes a cada asignatura durante cada semestre u año escolar, lógicas de organización de la población escolar por grupos de clase que permiten una administración común, etc. 11. La década de los setenta significó para extensos sectores de la juventud mexicana la oportunidad de incorporarse a estudios universitarios, oportunidad que en las representaciones colectivas de la época asumió la forma de "derecho a la educación superior", en sentido homólogo al derecho a la educación básica. Lo que acontecía una vez traspasado el umbral del ingreso en cuanto a las posibilidades de permanecer a lo largo de toda la trayectoria de los estudios superiores, incluyendo la titulación, no era atribuible a los recursos ofrecidos sino que se consideró asunto de competencia "académica" y de capacidades de los propios estudiantes. El rendimensionamiento de los procesos y tendencias de selección durante la década de los años setenta así como la agudización de los problemas de eficiencia terminal tuvieron como componentes no sólo la demanda social masificada, sino también el mantenimiento de pautas estructurales en cuanto a la organización institucional, los modelos pedagógicos de enseñanza-aprendizaje y la concepción misma de las profesiones. En lo general se mantuvieron los viejos esquemas aún cuando durante la década se hicieron importantes esfuerzos para impulsar y desarrollar instituciones y modelos alternativos de enseñanza. En el plano de las teorías educativas, los años setenta fueron escenario de una proliferación y socialización de planteamientos y perspectivas críticas a pesar de que el discurso oficial mantuvo la concepción desarrollista de las décadas anteriores según la cual la educación constituye un factor del desarrollo y del crecimiento económico en tanto formadora de recursos humanos. El optimismo desarrollista de las dos décadas anteriores, reforzado en sus etapas iniciales por un proceso estructural de gestación de nuevos espacios productivos, exaltó la capacidad de la educación como vía de movilidad social y de elevación e igualamiento de las condiciones de vida. Frente a estas promesas se socializó una representación de la educación, y concretamente de la escolaridad, como bien social al que puede tener acceso toda la población. En ese horizonte las desigualdades sociales persistentes podían ser interpretadas como resultado de las diversas capacidades de la población. En ese horizonte las desigualdades sociales persitentes podían ser interpretadas como resultado de las diversas capacidades de la población. La selección que tiene lugar en el sistema de enseñanza se miraba como un proceso "natural" de detección de capacidades y dotes personales siendo la institución escolar un medio "objetivo" y "neutro" para encauzar a la población a diferentes roles según sus capacidades, como sostenía Parsons y otros12. Hacia los años setenta se empieza a impugnar fuertemente este esquema, primero con los recaudos conceptuales proporcionados por la teoría de la dependencia sobre las formaciones sociales latinoamericanas en tanto sociedades altamente heterogéneas y divididas en clases13. Y después con una serie de investigaciones que encuentran faltas de correspondencia entre la escolaridad alcanzada y la posición social lograda (medidas como ocupación e ingreso)14, que contribuyeron a cuestionar el núcleo mismo del planteamiento desarrollista: ¿por qué a pesar del aumento de las oportunidades de escolaridad para la población y de la mayor escolaridad alcanzada por algunos sectores, ésta no repercute en mejores oportunidades sociales? Diversos estudios demostraron que la mayor escolaridad relativa de la población no se traducía en movilidad ocupacional o de ingresos y derivaron, posteriormente en los planteamientos sobre la devaluación de los certificados escolares15. En un horizonte donde habían dominado los análisis de variables macrosociales que explicaban las desigualdades escolares en función de una causalidad sumamente agregada y exógena al sistema escolar, las desiguales capacidades de la población. Se empiezan a perfilar estudios enfocados al análisis de procesos al interior de la escuela. Estaban tras la búsqueda y comprensión de los mecanismos y procesos cualitativos involucrados en la actividad escolar. Los problemas y temáticas se desplazaron hacia los procesos minúsculos y cotidianos dentro del espacio institucional: mecanismos de autoridad, procesos de socialización, organización del tiempo escolar, interacciones entre maestros y alumnos, formas y secuencias de transmisión de los contenidos, etc. Al abrigo de estas nuevas preguntas de conocimiento sobre el sistema de enseñanza y los corpus conceptuales ofrecidos por teorizaciones de corte marxista, en especial las teorías de la reproducción, el fenómeno de la selección escolar empieza a ser tematizado desde nuevos referentes críticos. La obra de Althusser, aparecida en México en 1970, sobre los aparatos ideológicos del Estado y el papel de la escuela en la reproducción de la ideología dominante contribuyó a la gestación de vigorosas elaboraciones críticas sobre el papel de la escuela en el mantenimiento de las relaciones sociales de producción. La selección escolar no era vista como natural y basada en los dones o capacidades sino como mecanismo sustantivo de la sociedad dividida en clases. Otras vertientes reproduccionistas, como la sostenida por Baudelot y Establet, ahondaron esta crítica radicalizándola de manera mecanicista; algunas más, como la propuesta por Bourdieu, afinaron los instrumentos conceptuales y analíticos que permitían captar los mecanismos simbólicos y culturales en juego en la reproducción de las desigualdades sociales así como la "autonomía relativa" con que las instituciones de enseñanza respondían a las demandas del medio social. Los años setenta constituyeron un denso y rico periodo en múltiples aspectos: cambios y transformaciones estructurales, "asimilación" y "refuncionalización" de las profundas experiencias dejadas por el 68 mexicano, gestación de perspectivas críticas sobre el papel de la escuela y la enseñanza superior en la sociedad mexicana, etcétera. Algunas de las tendencias entonces iniciadas alcanzarían niveles de concreción específicos en los años siguientes. 3. SEGMENTACIÓN INTERNA DE LA ENSEÑANZA SUPERIOR: UNA EXPRESIÓN DE LA SELECTIVIDAD EN LOS OCHENTA Contenido Con el término de segmentación interna se entiende, siguiendo a Germán Rama, la constitución de circuitos escolares que reclutan una población con un origen social típico, a la que imparten una formación de calidad desigual y un título cuyo valor es socialmente discriminado, para canalizarla a posiciones de diferente jerarquía en la división social del trabajo (crf. Fuentes 1986). Al comenzar la década, la matrícula de enseñanza superior se había triplicado con respecto de 1970 llegando a 820 mil alumnoS16. Las estrategias de restricción en el acceso por la vía de "criterios académicos" estabilizaron sus fronteras mínimas, se mantuvo el requisito de un estándar de promedio en el ciclo anterior y la aplicación de exámenes de admisión. Sobre esta base mínima se aplicaron criterios adicionales según las políticas institucionales internas. Puede hablarse de una suerte de insuficiencia en las estrategias de selección practicadas hasta entonces para modificar las tendencias en el crecimiento de la matrícula sujeta a las fuerzas de la demanda social. Frente a ello se van perfilando nuevas formas para redistribuir la demanda al canalizarla hacia espacios alternos ya existentes o de nueva creación. El proceso de diferenciación de la enseñanza superior implicado en la canalización hacia espacios alternos no era, por cierto, de reciente surgimiento; venía desde la creación del Instituto Politécnico Nacional y las primeras instituciones privadas de los años cuarenta. Pero desde fines de los setenta y Durante los ochenta cumpliría un papel específico ante el debilitamiento relativo de capacidad selectiva de la escuela. En términos generales el proceso de diferenciación y segmentación de la enseñanza superior puede ser descrito, según se ha mencionado anteriormente, como "la constitución de circuitos de diferente calidad". En el caso mexicano dicho proceso tuvo un doble ámbito de apuntalamiento: a nivel de las instituciones y a nivel de la oferta de estudios profesionales. A nivel de las instituciones se registró un fuerte aumento en su número. De 115 en 1970, se pasó a 271 en 198217; expansión que tuvo como rasgo principal la heterogeneidad en las condiciones institucionales de surgimiento y, simultáneamente, de operación. A nivel de las opciones formativas la segmentación se aprecia en que a finales de los años setenta el listado de profesiones universitarias contenía 112 denominaciones, mismas que llegaron a 430 en 198418. Aún concediendo que en muchos casos no hubiera diferencias entre unas y otras opciones, subyace una diversificación en las alternativas de formación profesional. Un balance del curso seguido por estos procesos propone que "se han consolidado correspondencias entre el tipo de institución y profesión y las características básicas de la población que típicamente puede acceder a ellas"; tendencias que, a lo largo del tiempo, parecen haber desembocado en la constitución de segmentos o circuitos escolares "que reclutan una población con un origen social típico, a la que imparten una formación de calidad desigual y un titulo cuyo valor es socialmente discriminado..."19 En términos de la selectividad en la enseñanza superior los procesos descritos tienen implicaciones particulares que resultan aún más significativas en la perspectiva de la reducción del crecimiento y el descenso de la matrícula de la enseñanza superior hacia mediados de la década, provocados por una fuerte crisis en la economía nacional que mermo el sustento financiero de las instituciones. Por primera vez en los últimos 20 años se registraron decrementos en la tasa de crecimiento anual de la demanda de ingreso a la enseñanza superior. Esta contracción en la demanda, lejos de implicar un relajamiento de la selectividad, se vio particularizada por mecanismos de selección cuyo plano de incidencia se desenvolvió a nivel de las valoraciones sociales y del mercado de trabajo, sobre la calidad de la formación, las opciones profesionales, los certificados y los prestigios institucionales. 4. LOS AÑOS RECIENTES Contenido Iniciamos la década con una matrícula de enseñanza superior que rebaso el millón de estudiantes, si bien fue este un crecimiento moderado en relación a los índices explosivos de dos décadas atrás. Las pautas con que se ha dado indican que el aumento sostenido en la matrícula tuvo lugar en las instituciones estatales menos desarrolladas hasta entonces, mientras que las instituciones que habían alcanzado niveles cercanos al 15% de atención de la demanda potencial registraron escaso crecimiento. Estos indicadores globales parecen indicar la existencia de límites a los ciclos de expansión en la enseñanza superior, lo cual no sería extraño si se recuerda que procesos homólogos han tenido lugar, en distintos momentos, en otros ciclos del sistema educativo. Por otra parte, atendiendo a indicadores específicos se advierte también la persistencia de tendencias. Los cálculos sobre eficiencia terminal estimados con el ingreso en 1985 y el egreso en 1990, informan sobre índices de retención de alrededor del 50%, cifra similar a las registradas en décadas anteriores. Una evaluación del sistema de educación superior en México auspiciada por la NUIES afirma, en 1992, que "persisten altos niveles de deserción y rezago estudiantiles"; y sitúa la causalidad de estos fenómenos en "factores socioeconómicos que afectan la disponibilidad del tiempo de dedicación de los alumnos" y en "problemas de calidad y eficiencia de las propias instituciones de enseñanza superior"20. El sistema de enseñanza superior con que nos enfilamos al siglo XXI constituye un complejo de instituciones altamente heterogéneo que muestra desarrollos asincrónicos y desfases estructurales entre los diversos elementos involucrados en su conformación: las demandas sociales y económicas que le competen, sus tendencias de crecimiento, los esquemas de organización y ordenamiento interno tanto en lo académico como en lo administrativo formados a lo largo del tiempo, etc. Los esfuerzos de modernización, reordenamiento y ajuste a nuevos contextos han sido significativos, pero junto con ellos, dándoles forma y medios de realización ha persistido lo que, parafraseando a Le Goff, podríamos llamar "el instrumental de una época": representaciones, prácticas, experiencias, técnicas, estructuras, recursos en general con los que nos damos a la tarea de construir y reconstruir espacios de la vida social, en este caso los de la enseñanza superior. La descripción esbozada sobre la selectividad deja fuera diversos matices y dista, por tanto, de ser fiel retrato de la realidad: no obstante sirve a la intención de poner énfasis en las preguntas y problemas que estas condiciones platean a quienes se interesan por los procesos de selectividad en la enseñanza superior, ya sea desde posiciones de análisis crítico y/o desde posiciones de diseño de políticas y estrategias para atenderla. Tomo las memorias de un encuentro de académicos "expertos" en educación superior celebrado en 1991 para ejemplificar algunas de las posiciones fundamentales que circulan en la discusión sobre los procesos de selectividad en los contextos actuales del sistema y las estrategias visualizadas para hacerle frente21. Una primera posición se remite a los fundamentos ético-políticos que subyacen a la prestación del servicio educativo y desde ahí cuestionan si es o no un "derecho" el ingreso a la universidad. En el extremo opuesto esta problematización pasa por el planteamiento de que "la educación superior no es fundamental para vida como ciudadano. Es perfectamente legítimo establecer límites a determinadas carreras y por consiguiente a la educación superior en su totalidad". Otra posición argumenta desplazar la idea de selección por la idea de "ubicación dentro de un sistema", es decir, propone una reconceptualización de la selección que consiste en dejar de considerarla como mecanismo de exclusión para pasar a concebirla como un procedimiento que permite "ubicar a cada persona dentro de un sistema con múltiples opciones a las que se les reconozca un valor terminal, un valor agregado que sirva para el mercado de trabajo". Una posición más, asocia la selección con la detección y evaluación de capacidades y, conforme a ello, plantea la necesidad de análisis sobre el tipo de estudiante que tienen las universidades y el tipo de atención que necesitan. Propone ensayar formas de evaluación que ayuden a detectar problemas de capacidades y habilidades que, a la larga, se traducen en deserción y/o abandono. Fuertemente vinculada con lo anterior se platea el problema de la selección desde el ángulo de las condiciones de calidad, afirmando que las instituciones de enseñanza superior conservan mecanismos inadecuados de medición de las carencias y rezagos. Las carencias relevantes están, según algunos diagnósticos, en los planos de competencias lingüísticas y de razonamiento, y para valorar ese tipo de carencias los exámenes habitualmente aplicados no son instrumentos idóneos: "Si las carencias son medidas a través de preguntas tales como ¿cuáles son los huesos del oído medio?, estamos enfocando problemas muy serios de manera inadecuada". En otros casos se propone una estrategia para hacer frente a los problemas y efectos de la selección basada en políticas de admisión por carreras. Tales políticas específicas deberían definirse considerando varios aspectos. El origen escolar de la demanda; los límites de cupo determinados en forma descentralizada, i.e, por los profesionistas de cada carrera, la ponderación diferencial en la prioridad de las carreras; la flexibilidad del mercado de trabajo para ciertas profesiones; la definición de los perfiles de egreso que involucra la reorientación de la demanda, a través del concepto "familias de carreras"; así como la definición y aplicación de una normatividad congruente. Las posiciones señaladas ejemplifican los argumentos e instrumentos, las teorizaciones y las prácticas mediante las que conceptualizamos los problemas de selección y formulamos estrategias en torno a ellos. El debate está abierto, los planteamientos con que se teje recogen y combinan elementos procedentes de coyunturas anteriores del sistema y elementos de visiones que surgen en la inmediatez de los procesos del presente. De ser convalidada la hipótesis de que se está llegando a límites en las pautas de crecimiento y, simultáneamente, se están estabilizando otros patrones como retención interna, habría que preguntarse si una situación equivalente podría estarse gestando a nivel de las formas de conceptualizar la selección, es decir, si estamos los límites en la forma de pensar y entender el fenómeno y si estamos, por ende, en los límites al planteamiento de opciones que logren, o se aproximen, al difícil equilibrio entre la racionalidad de los sistemas escolares y sus estructuras y la racionalidad de los sujetos y sus mundos de vida. PRINCIPALES CONCLUSIONES Contenido El análisis retrospectivo presentado en este trabajo en torno a las trayectorias de selección en la enseñanza superior abarcando un lapso de más de tres décadas, permite aproximarse a las diversas expresiones con que el fenómeno de la selectividad se manifiesta. La relevancia de este tipo de aproximación radica en que contribuye a una comprensión dinámica de la selectividad en tanto muestra las modalidades en las que históricamente han ido tomando forma y expresión los mecanismos selectivos en las instituciones de enseñanza superior: Con base en este análisis hemos caracterizado diversos momentos en el crecimiento de la educación superior y en sus tendencias selectivas:
Visto desde esta perspectiva el problema de la selectividad adquiere un plano de complejidad mayor en la que está implicado el reconocimiento de estos distintos filtros selectivos, su acción concomitante y los efectos que ello tiene en la distribución y regulación de la población que demanda ingreso y accede a la enseñanza superior. Por lo que toca las perspectivas teóricas a que se ha recurrido para explicar el problema de la selectividad tenemos que a lo largo de las últimas décadas se ha pasado por distintos enfoques analíticos. Durante los años sesenta tuvo amplia difusión una conceptualización funcionalista donde la selectividad era considerada un proceso "natural" de detección de capacidades y dotes individuales. Hacia los años setenta ese enfoque que atribuía la causalidad de la selección en los individuos y no en las estructuras educativas se vio fuertemente cuestionado. Diversas perspectivas teóricas, entre las que destacan las teorías de la reproducción, aportaron valiosos elementos en dirección crítica: la selección que realizan los sistemas de enseñanza empezaba a dejar de ser vista como proceso natural basado en las capacidades individuales y en su lugar se le conceptualizaba como mecanismo regulador de las divisiones y jerarquías socioproducitvas. Paralelamente desde la sociología organizacional se fueron enfocando los procesos de estructura y organización de las instituciones, lo que hizo posible contar con diagnósticos muy detallados sobre las formas de funcionamiento de las instituciones de educación superior. Los aportes de ese tipo de enfoques fueron relevantes ya que brindaron elementos para comprender cómo inciden las formas de organización institucional en la selectividad. No obstante todos esos desarrollos teóricos, aún quedan espacios de análisis en torno a un problema dinámico como lo es el de la selectividad en la enseñanza superior. Las herramientas conceptuales para dar forma a esos análisis deberán estar a la altura de los nuevos matices y expresiones en que toma forma los procesos de selectividad en nuestros días. NOTAS Contenido 1 Las ideas centrales de este trabajo fueron expuestas en el Seminario Internacional "La Universidad latinoamericana ante los nuevos escenarios de la región", UDAL-UIA, México D.F, noviembre de 1994. Esta es una versión ampliada. 2 Fuentes Molinar, Olac, "Las épocas de la universidad mexicana": 48-49. 3 Del Camino, Isidoro, "La estadística profesional en México 1969": 151-183. 4 Ibarrola, María de, El crecimiento de la escolaridad superior en México como expresión de los proyectos socioeducativos del Estado y la burguesía: 23. 5 Fuentes Molinar, Olac, "Las épocas de la universidad mexicana": 49. 6 Jiménez, Fernando, El autoritarismo en el gobierno de la UNAM: 180-196. 7 Ibarrola, María de, La educación superior en México: 32-33. 8 Castrejón, Jaime, La educación superior en México: 120. 9 Granja, Josefina, et al., "Análisis sobre las posibilidades de permanencia y egreso en cuatro instituciones de educación superior del D.F. 1960-1978": 35. 10 Granja, Josefina, Los procesos formales de legitimación de los aprendizajes escolares: rituales normativos, saberes legítimos, sujetos constituidos. 11 Parson, Talcott "The school class as social system: some of its fuctions in american society". 12 Algunas obras señeras fueron: Labarca, Guillermo, Economía política de la educación, México, nueva Imagen, 1980 y Vasconi, Tomás (comp). La educación burguesa, México, Nueva imagen, 1979. 13 Entre otra Muñoz Izquierdo, Carlos, et al. "Expansión escolar, mercado de trabajo y distribución del ingreso en México 1960-1979"; Pescador Osuna, José Angel, "La relación entre educación e ingreso. Reflexiones para el caso de México". 14 Por ejemplo Brooke, Nigel, "Actitud de los empleadores mexicanos respecto a la educación" 15 Fuentes Molinar, Olac, "Las épocas de la universidad mexicana": 52. 16 Fuentes Molinar, Olac, "La educación superior en México y los escenarios de su desarrollo futuro": 3. 17 Fuentes Molinar, Olac, "Crecimiento y diferenciación del sistema universitario. El caso de México": 14. 18 Fuentes Molinar, Olac, "La educación superior en México y los escenarios de su desarrollo futuro": 4. 19 Hanel del Valle, Jorgr y Taborga, Huáscar, "Elementos analíticos de la evaluación del sistema de educación superior en México":35. 20 Ortega Salazar Silviay Gil Antón, Manuel (coord), "Universidades. La agenda política para los 90. Las cuestiones críticas": 29-34. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Contenido Brooke, Nigel, "Actitud de los empleadores mexicanos respecto a la educación" en Revista Centro de Estudios Educativos, México, CEE, no.4, 1978, pp.109-132. Castrejón, Jaime, La educación superior en México. México, Edicol, 1979, 264p. Fuentes Molinar, Olac, "Las épocas de la universidad mexicana" en Cuadernos Políticos, México, Era, no.36, 1983, pp- 47-55. Fuentes Molinar, Olac, "La educación superior en México y los escenarios de su desarrollo futuro" en Universidad Futura, México, UAM-DIE, no. 3, 1989, pp.2-11. Granja Castro, Josefina, et al., "Análisis sobre las posibilidades de permanencia y egreso en cuatro instituciones de educación superior del D.F. 1960-1978" en Revista de Educación Superior, México, ANUIES, no.7, 1983, pp.5-35. Granja, Josefina, Los procesos formales de legitimación de los aprendizajes escolares: rituales normativos, saberes legítimos, sujetos constituidos, México, Serie Tesis DIE-CINVESTAV, 1992, 113p´. Hanel del Valle, Jorgr y Taborga, Huáscar, "Elementos analíticos de la evaluación del sistema de educación superior en México" en Revista de Educación Superior, México, ANUIES, no.82, 1992, pp.7-166. Ibarrola Nicolín, María de, el al., "El crecimiento de la escolaridad superioe en México como expresión de los proyectos socioeducativos del Estado y la burguesía" en Revista Mexicana de Sociología, México, IIS-UNAM, no.2, año XLVI, 1984, pp. 173-243. Ibarrola, María de, La educación superior en México, Caracas, CRESALC-UNESCO, 1986, 152p. Jiménez, Fernando, El autoritarismo en el gobierno de la UNAM, México, Ediciones de Cultura Popular, 1982, 231p. Muñoz Izquierdo, Carlos, y Lobo, José. "Expansión escolar, mercado de trabajo y distribución del ingreso en México 1960-1979" en Revista del Centro de Estudios Educativos, México, CEE, no1, 1974, pp.9-30. Ortega Salazar Silviay Gil Antón, Manuel (coord), "Universidades. La agenda política para los 90. Las cuestiones críticas" en Universidad Futura, México, UAM-DIE, no. 8 y 9, 1991, pp.3-37 Parson, Talcott "The school class as social system: some of its fuctions in american society" en Harvad Educational Review, vol. XXIX, 1959. Pescador Osuna, José Angel, "La relación entre educación e ingreso. Reflexiones para el caso de México" en Morales-Gómez, Daniel , la educación y desarrollo dependiente en América Latina, México, Guernika, 1979, 334 p. Zermeño, Sergio, México una democracia utópica, México, Siglo XXI, 1978, 336p.
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