Introducción

El desarrollo de las sociedades y naciones obedece a múltiples fuerzas y factores, que las impulsan y moldean. Hoy creemos conocer mejor que en el pasado, la naturaleza de unas y otros; y creemos, también, que varias de ellas inciden casi por igual y casi al mismo tiempo en todas las naciones. Estas creencias sustentan incontables estudios y determinan muy variadas políticas que tienen como objeto orientar el desarrollo de instituciones, organizaciones, comunidades y países. El libro Knowledge Management in the Learning Society es un claro ejemplo de lo anterior.

La conjunción de fuerzas diversas, entre las que destacan aquellas de la economía y el comercio internacionales, las pertinentes a la dinámica en la producción y difusión del conocimiento, y las propias al avance y la penetración de las tecnologías de comunicación e información, ha llevado a que se generen nuevos conceptos y se acuñen nuevos términos para explicar los fenómenos observados: la "sociedad del aprendizaje", la "era de la información" o la "economía intensiva en conocimiento", son ejemplos de ellos; ha llevado asimismo, a que se señalen y estudien los factores que se consideran claves para entender estos conceptos e, incluso, al convencimiento de que estamos en presencia de una verdadera revolución en los modos de producción, de organización y de aprendizaje de la humanidad..

Yo comparto la percepción de que estamos en presencia de una transformación cultural de enormes proporciones; y creo, como muchos otros, que no debemos dejar que su coincidencia con momentos milenarios nos lleve a suponer que este profundo cambio es tan sólo una moda, intensa sí, pero al fin y al cabo pasajera. Por ello y pese a reiterar lo que es ya un lugar común, debo insistir en que los habitantes de este planeta estamos siendo testigos del nacimiento de un nuevo "nivel de civilización". Esta posición no pretende calificar al fenómeno en cuestión, ni desconocer los peligros que entraña; sí, en cambio, establecer mi convicción de la realidad de su ocurrencia.

Frente a esta inevitable situación quisiera destacar tres aspectos en torno a los señalamientos del libro que nos ocupa: su pertinencia para México en lo general, su relevancia para la educación superior en particular y, por último, su utilidad para la formulación de políticas para el desarrollo de la ciencia y la tecnología en México.

La importancia para México de la "Economía basada en el Conocimiento"

 

Frecuentemente se cree que las consideraciones en torno a la "Economía basada en el Conocimiento" tienen poca relevancia para nuestro país. Sin embargo, la distancia que en diversos aspectos separa a México de las llamadas economías postindustriales, no debe inducirnos a creer que estamos al margen de los problemas propios a ellas. Una de las características de la globalización es, precisamente, la de extender a todo el planeta aspectos que antes se circunscribían a ciertas fronteras.

La competitividad de los mercados, las instituciones y los individuos, la terciarización de la economía, el acelerado cambio en los conocimientos y el surgimiento de áreas y enfoques trans o interdisciplinarios, la profusión y el abaratamiento de los productos y bienes tecnológicos, la intrusión generalizada de las tecnologías de la información, los ajustes y reajustes en las formas de organización y producción, las compras y fusiones de empresas y corporaciones, son todos ellos fenómenos que ya se viven en nuestro país.

No, la diferencia entre México y los países más avanzados no estriba en si estamos o no entrando a la "sociedad del conocimiento" o si nos afecta o no la "globalización"; la diferencia es la condición en que lo estamos haciendo. Mientras aquellos las ven como fuente de oportunidades y se concentran en analizar las formas para contribuir más _y, por tanto a definir mejor_ el rumbo de la "sociedad del conocimiento" y de la economía globalizada, entre nosotros parecieran ser más quiénes las ven como riesgos que como oportunidades y más los que se preocupan por ellas que los que nos ocupamos de ellas.

Su impacto en la educación superior

La globalización y las tecnologías de la información extienden y amplifican la competitividad, los cambios en las profesiones y en el empleo, las nuevas disciplinas y formas de producción de conocimientos. A fin de insertarse en el mundo globalizado y participar en la nueva civilización, las sociedades tienen que generar la capacidad para imitar los productos, servicios, bienes e ideas del exterior que drenan su economía y energía; y para producir y desarrollar los que puedan intercambiar con ventaja en ese mundo y sociedad, y que les permitan influir _con sus visiones, valores y costumbres_ en el fenómeno global.

El más importante recurso que tienen las sociedades para posicionarse en el mundo globalizado son los individuos con que cuentan: capaces de entender, asimilar y aprovechar la esencia de los avances técnicos y científicos, de concebir formas para insertarse con éxito en los procesos internacionales de producción y comercio, y de generar nuevos esquemas de organización y colaboración. La formación de estos individuos _sólidos en lo propio y capaces en lo ajeno_ representa el meollo de la función y actividad de toda institución, de todo sistema de educación superior modernos.

No extraña entonces, que múltiples naciones y organizaciones, entre ellas la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), dediquen parte importante de sus esfuerzos a entender los fenómenos mencionados, en especial a entender la forma en que fluye, se genera y aplica el conocimiento, y a hacer ver las experiencias y maneras en que la educación superior interacciona, influye y se beneficia de ello. No extraña, tampoco, el que muchas naciones _por ejemplo, las europeas_ avancen en direcciones comunes y que, incluso, se anticipe la convergencia estructural de sus sistemas de educación superior.

En el futuro, qué duda cabe, México contará con un buen número de instituciones de educación superior con programas acordes a los atributos descritos. La cuestión central no es por tanto si las tendremos o no, sino cuántas habrá, a quiénes atenderán, cuáles serán su filosofía y misión centrales.

Como en otros campos de la actividad humana, la competencia en la educación superior es hoy manifiesta. En nuestros días, las instituciones educativas no se limitan a realizar sus actividades de la mejor manera posible, atendiendo cada cual a su misión y comunidad que buscan servir; para sobrevivir, las instituciones deben competir, mostrar sus respectivas cualidades, convencer de sus resultados y productos, e influir significativamente en la definición de los estándares educativos de la región o el nicho en que se ubican. Esta competencia es ya internacional. Hoy, las instituciones educativas y los sistemas nacionales de educación mismos luchan por tener y llegar a los estudiantes, a los académicos, a los profesionales y a los directivos empresariales de otros países: la lucha por extender los paradigmas educativos propios más allá de las respectivas fronteras es tanto ideológica como económica.

Lo anterior significa, entre otras cosas, que algunos de los paradigmas educativos internacionales entrarán a México a través de la acción de instituciones mexicanas que los adopten y hagan propios, adaptándolos a las condiciones y circunstancias nacionales, mientras que otros llegarán por las instituciones de origen externo que se instalen aquí o, más probablemente, que lo hagan a distancia. No considero necesario hacer notar las ventajas de una y otra vía en cuanto a su impacto, beneficio y respeto para la sociedad mexicana en lo general.

Su utilidad para el diseño de políticas para el desarrollo de la Ciencia y la Tecnología

El análisis de los procesos que han dado lugar y están moldeando a las "economías con base en el conocimiento" permite entender, además, que las instituciones de educación están perdiendo el relativo monopolio de que han gozado en el pasado en lo relativo a la generación, distribución y legitimación del conocimiento de las sociedades. Más importante aún, como bien lo acentúa el libro de la OCDE, permite apreciar el carácter colectivo de la generación y aplicación del conocimiento, es decir, la importancia que para ello tienen la densidad o distribución del conocimiento en una sociedad y la naturaleza de las interacciones sociales que se dan para ese propósito.

La forma en que las instituciones, empresas, organizaciones e incluso sociedades enteras se organizan e interactúan a fin de aprovechar y generar sinérgicamente nuevo conocimiento y para asimilar y hacer propio el conocimiento externo, es tan o más importante que el nivel de conocimientos que puedan alcanzar las personas o las instituciones en lo individual. Desde el punto de vista de las políticas públicas, esto significa que es tan importante atender a las formas y canales para el flujo del conocimiento como a los nodos o sitios en que éste se genera o concentra.

Bajo esta perspectiva, la "inteligencia colectiva" necesaria para aplicar, transformar y avanzar el conocimiento en un campo dado, depende de la capacidad que tengan los diferentes actores a él asociados para interactuar, para plantear preguntas y aportar respuestas, para aprovechar los datos e información generados en otros campos afines, para detectar ideas y esquemas útiles en campos o sectores aparentemente distantes. Esta capacidad, esta fuerza colectiva no proviene ni de las genialidades individuales ni de la madurez colectiva de un gremio, una profesión, una disciplina o un campo de investigación; deviene de aquellas del conocimiento socialmente distribuido en los distintos planos de actividad de toda una colectividad y entraña, por otro lado, beneficios para todos los integrantes de esa colectividad.

La detección de los campos y áreas en que sea más probable tener éstas condiciones y la definición de los mecanismos para lograr su sinergia y su acercamiento con los temas del conocimiento internacional más promisorios representan tareas sin precedente para la formulación de políticas para el desarrollo de la ciencia y la tecnología en México y el mundo. Hoy como nunca se tiene la capacidad para allegarse de la información "codificada" más avanzada en casi todos los campos de la actividad humana; la tarea es encontrar la manera de desarrollar, al mismo tiempo, la capacidad para utilizarla, es decir, de encontrar la manera de desarrollar el acervo de los conocimientos "tácitos" requeridos para aprovechar los conocimientos "codificados".


Revista de la Educación Superior en Línea. Num. 117
Título: La Economía basada en el conocimiento y la gestión del conocimiento

Autor: Salvador Malo
Bengt-Ake Lundrall, "The learning economic: some implications for the knowledge base of health and education system", in Knowledge management in the learning society: Education and skills, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, París, 2000, pp. 125-140.
Investigador del Centro de Estudios Sobre la Universidad, UNAM.