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Revista de la Educación Superior
Vol. XXXII(3), No. 127, Julio-Septiembre de 2003.
ISSN: 0185-2760


Julio - Septiembre
..................................... Contenido
Consejo Editorial
Estados del Conocimiento

Hernán Sorgentini
Universidad Nacional de La Plata, Argentina

Krotsch, Pedro (organizador), La universidad cautiva. Legados, marcas y horizontes, La Plata, Al Margen, 2002, 327 pp


La universidad cautiva

La universidad cautiva es el resultado de una serie de trabajos que tienen su origen en una de las líneas de investigación trazadas por el proyecto “Estado, actores y elaboración de políticas públicas en la Argentina democrática”, dirigido por Pedro Krotsch y radicado en el Departamento de Sociología de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata. Además, el libro retoma aportes provenientes de campos conexos como los de la historia política argentina, la sociología de la ciencia y los abordajes provenientes de la educación, incorporados a partir de la vocación de los impulsores del proyecto de afrontar la investigación sobre la universidad desde las múltiples perspectivas alojadas en el universo de la Ciencias Sociales y de propiciar una actitud abierta al debate y entusiasta en la generación de formas de intercambio de ideas y producción.
En este sentido, el doble registro de reflexión (y autorreflexión) por un lado e investigación por el otro que el libro propone, expresa una suerte de ‘opción metodológica’ orientada a componer, junto con iniciativas paralelas surgidas en otros espacios universitarios, un objeto de investigación excepcionalmente poco atendido hasta tiempos muy recientes y que, a poco de emprendido su abordaje, revela múltiples aristas. Estas múltiples aristas pueden ser reconstruidas en los resultados presentados a través de un recorrido que lleva la pregunta inicial sobre las políticas universitarias hacia la interrogación por la relación entre la universidad, los actores universitarios, los actores que atraviesan la institución universitaria y la política.
De este modo, La universidad cautiva revela el intento de dar respuesta a un interrogante que, como señala uno de los autores, refiere a un “nosotros” y a una intenciones –también “nuestras”- de alentar la esperanza de una reforma de la universidad y del sistema de educación en el país: una pregunta que ha resonado recurrentemente en los últimos tiempos, tanto en quienes participan activamente en las tareas específicas de la universidad argentina, como en quienes esperan de ella algunas de las respuestas a los angustiantes problemas que plantean los estados de crisis social y crisis de la política. Esta pregunta puede enunciarse en los siguientes términos: ¿por qué la universidad, que produce conocimientos en las más variadas áreas del quehacer científico y cultural, ha resultado incapaz de pensarse a sí misma?
Así planteada, esta pregunta es una invitación a dar cuenta de los múltiples aspectos desde los que es necesario encarar un estudio de la universidad argentina: sus particularidades como institución y su atractivo para la exploración de las formas de la institucionalidad en Argentina en el contexto del conflicto recurrente entre una sociedad democrática y un sistema político históricamente ineficaz para encauzarla a través de soluciones legítimas; sus modos de relación con la política como escenario de la intromisión de las lógicas partidarias y como espacio de constitución de actores sociales en sus más variadas formas (docentes, científicos, grupos profesionales, estudiantes, militantes políticos, cuadros técnicos del Estado, consultores privados, etc); las formas de su definición como actor social y político y de construcción de una identidad propia a través de la apelación recurrente a un mandato social legado por múltiples tradiciones y resignificado de muy variadas maneras (que van desde la sincera, y a ratos ineficaz, voluntad de incidencia y transformación social hasta la utilización retórica del pasado como forma de legitimación de la reproducción, en su interior, de lógicas corporativas enraizadas en el Estado y el sistema político); las formas específicas de sus lógicas académicas, también atravesadas por relaciones de poder y, cada vez menos circunstancialmente, por la dependencia del estado de las finanzas públicas; las formas propias de su dinámica institucional, en oscilación permanente entre la constatación de la necesidad de cambios y las dificultades para constituir los actores capaces de concretarlos, etc.
El entrecruzamiento de estas múltiples dimensiones, cuya enumeración no pretende por otra parte estar agotada, hacen de la universidad un objeto de estudio especialmente complejo. Este libro ataca algunos de estos problemas a través de una serie de estudios particulares susceptibles de ser leídos como el resultado de un esfuerzo colectivo. Los trabajos se agrupan en dos partes: una dedicada a estudios de corte más histórico y otra a estudios de corte más sistemático.
El epicentro de la parte histórica está puesto en los procesos de modernización cultural y radicalización política, abarcando fundamentalmente el periodo 1955-1973. No es llamativa esta preocupación, en tanto, como los autores señalan, la primera parte de este período, es decir la que va de 1955 a 1966, fue la recuperada como edad dorada de la universidad en el proceso de recomposición que se abre en 1983. A la luz de una percepción crítica de los resultados en que derivó esta reconstitución, y del examen de las lógicas consolidadas en las dos últimas décadas, la focalización en este tramo del pasado invita no sólo a ver en la universidad un territorio propicio para indagar las articulaciones entre los procesos citados, sino a intentar una recuperación de algunos de sus múltiples aspectos en un registro de reflexión más consecuente con la exigencia normativa de atender a cómo efectivamente sucedieron las cosas.
Las combinación de los perspectivas de la reflexión y de la investigación elige así situarse en un espacio de producción de conocimiento diferenciado tanto de la retórica de autolegitimación de la universidad posterior a 1983, como del desencanto prescripto a partir de las extrapolaciones argumentativas, generalmente conservadoras, que suelen derivarse del precepto positivista de estudiar el pasado en sí mismo. En este espacio se ponen en debate, a través de la historia, muchos de los temas de preocupación actual: las articulaciones entre modernización académica, desarrollo científico y política (estudiadas por Carlos Prego y Elina Estebánez), la extensión universitaria y la misión social de la universidad (tratadas por María Candelari), la definición de las relaciones entre práctica profesional y compromiso político, consideradas por Mauricio Chama en un estudio sobre las experiencias de psicólogos y abogados. Asimismo, estas exploraciones permiten reconfigurar algunos esquemas de cambios y continuidades generalmente aceptados, como puede observarse en el estudio de Claudio Suasnábar sobre los debates universitarios y los proyectos político-pedagógicos en la UNLP en el periodo 1966-73, y establecer quiebres significativos en la aparentemente perpetua exposición de la vida universitaria a la politización, no sólo en sus puntos más evidentes, como la Reforma, sino también en aquellos más controvertidos desde el sentido común, y por lo tanto más ricos, como puede verse en el estudio sobre la partidización de la universidad, rastreada en sus orígenes a través del proceso de peronización por Ana María Barletta y María Cristina Tortti.
Las segunda parte se concentra en estudios más “sistemáticos”, abordando específicamente muchos de los problemas que forman parte de la agenda universitaria actual. El trabajo de Antono Camou ubica las reformas universitarias en el contexto de la segunda reforma del Estado, preguntándose por las relaciones entre la política de las reformas y las políticas reformistas. A partir de este encuadre, los temas de preocupación abordados en el resto de los artículos recorren las políticas de evaluación (tomadas en los estudios de Krotsch y Peón y Del Cueto); el programa de incentivos a los docentes-investigadores desde las perspectivas del diseño de políticas públicas (Marcelo Prati) y de su implementación e impacto en un caso particular (Sonia Araujo); las políticas de ingreso a los estudios superiores, (estudiadas en el caso de la UNLP por Claudia Bracchi, Julia Sannuto y Marili Mendy); las estrategias de formación de sujetos presentes en los proyectos de extensión (también referidas a la UNLP en el trabajo de Argumedo, Coscarelli y otros). Asimismo, están comprendidos problemas referidos a la vinculación con el medio a través de la consideración de las políticas sobre trabajo y educación (Leticia Fernández Berdaguer) y de las relaciones entre universidad y empresa (Mariana Versino)
Esta breve mención de los temas tratados permite hacer referencia a una de las cuentas pendientes que los autores reconocen: aquella que refiere a la posibilidad de dilucidar lo ocurrido en el breve periodo que se abre en 1973 y los años aún inexplorados de la universidad en la dictadura. Esta cuestión es relevante porque, por un lado, como señala Pedro Krotsch en su prólogo, “no parece posible comprender la política reformista en su versión restauradora del 83 y su apelación a un mítico retorno a las décadas del cincuenta y sesenta, si no comprendemos la ruptura profunda de las lógicas institucionales que se produjeron en los periodos mencionados y sus consecuencias sobre la memoria de los nuevos actores universitarios”; por otra parte, porque “a partir de 1983 cobra relevancia la subordinación, ya no opaca, de la universidad al campo político-partidario, y esta historia no deja por otro lado de ser solidaria con lo sucedido décadas atrás”. De este modo, la indagación que el libro invita a encarar es central no sólo porque para los fines de la comprensión histórica puede encontrarse en la universidad un terreno propicio para percibir más de una ruptura en esos convulsionados años y para dar cuenta de la dinámica de la política en un sentido más general: interesa porque conduce nuevamente complejidad de la universidad, a la necesidad de una reflexión sobre quienes son hoy sus actores y cómo se han constituido como tales, al problema de cómo construir una visión más ajustada de los que pasó en 1973, en 1974, en 1976, como requisito indispensable para informar la mirada del proceso que va de los primeros años del alfonsinismo a la instrumentación de una reforma sin sujetos en los años del menemismo. Es decir, porque convoca a superar toda visión desencantada de la historia y el presente de la universidad y a proseguir la reflexión y la investigación para pensar un problema que es eminentemente práctico, desde una perspectiva que, asumiendo la constatación realizada por Tulio Halperín Donghi hace unos años que veía a la universidad en un camino que no conduce a ninguna parte, puede resultar capaz al fin de empezar a dar cuenta de su crisis perpetua y, con ello, habilitar un camino para trascender los diagnósticos alternativamente autocomplacientes e ineficaces o posibilistas y excesivamente pragmáticos (cuando no subordinados a los mecanismos perversos de la real-politik de un estado cada vez más colonizado por los intereses particulares y corporativos y cada vez más subordinado al poder económico, al punto de resignar los más elementales principios de legitimación en el principio –aparente, pero no meramente mistificador– del interés general). El proceso de conocimiento aquí abierto podría entonces constituirse en un aporte para articular un proyecto propio, un desafío en el que la universidad se juega hoy, tanto en los planos académico e institucional como en el inevitablemente político, las credenciales de su legitimidad social.

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