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Hernán Sorgentini
Universidad Nacional de La Plata, Argentina
Krotsch, Pedro (organizador), La universidad cautiva. Legados, marcas y horizontes, La Plata, Al Margen, 2002, 327 pp
La universidad cautiva
La universidad cautiva es el resultado de una
serie de trabajos que tienen su origen en una de las líneas de investigación
trazadas por el proyecto “Estado, actores y elaboración de políticas
públicas en la Argentina democrática”, dirigido por Pedro
Krotsch y radicado en el Departamento de Sociología de la Facultad
de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional
de La Plata. Además, el libro retoma aportes provenientes de campos
conexos como los de la historia política argentina, la sociología
de la ciencia y los abordajes provenientes de la educación, incorporados
a partir de la vocación de los impulsores del proyecto de afrontar
la investigación sobre la universidad desde las múltiples perspectivas
alojadas en el universo de la Ciencias Sociales y de propiciar una actitud
abierta al debate y entusiasta en la generación de formas de intercambio
de ideas y producción.
En este sentido, el doble registro de reflexión (y autorreflexión)
por un lado e investigación por el otro que el libro propone, expresa
una suerte de ‘opción metodológica’ orientada a
componer, junto con iniciativas paralelas surgidas en otros espacios universitarios,
un objeto de investigación excepcionalmente poco atendido hasta tiempos
muy recientes y que, a poco de emprendido su abordaje, revela múltiples
aristas. Estas múltiples aristas pueden ser reconstruidas en los resultados
presentados a través de un recorrido que lleva la pregunta inicial
sobre las políticas universitarias hacia la interrogación por
la relación entre la universidad, los actores universitarios, los actores
que atraviesan la institución universitaria y la política.
De este modo, La universidad cautiva revela el intento de dar respuesta
a un interrogante que, como señala uno de los autores, refiere a un “nosotros” y
a una intenciones –también “nuestras”- de alentar
la esperanza de una reforma de la universidad y del sistema de educación
en el país: una pregunta que ha resonado recurrentemente en los últimos
tiempos, tanto en quienes participan activamente en las tareas específicas
de la universidad argentina, como en quienes esperan de ella algunas de las
respuestas a los angustiantes problemas que plantean los estados de crisis
social y crisis de la política. Esta pregunta puede enunciarse en los
siguientes términos: ¿por qué la universidad, que produce
conocimientos en las más variadas áreas del quehacer científico
y cultural, ha resultado incapaz de pensarse a sí misma?
Así planteada, esta pregunta es una invitación a dar cuenta
de los múltiples aspectos desde los que es necesario encarar un estudio
de la universidad argentina: sus particularidades como institución
y su atractivo para la exploración de las formas de la institucionalidad
en Argentina en el contexto del conflicto recurrente entre una sociedad democrática
y un sistema político históricamente ineficaz para encauzarla
a través de soluciones legítimas; sus modos de relación
con la política como escenario de la intromisión de las lógicas
partidarias y como espacio de constitución de actores sociales en sus
más variadas formas (docentes, científicos, grupos profesionales,
estudiantes, militantes políticos, cuadros técnicos del Estado,
consultores privados, etc); las formas de su definición como actor
social y político y de construcción de una identidad propia
a través de la apelación recurrente a un mandato social legado
por múltiples tradiciones y resignificado de muy variadas maneras (que
van desde la sincera, y a ratos ineficaz, voluntad de incidencia y transformación
social hasta la utilización retórica del pasado como forma de
legitimación de la reproducción, en su interior, de lógicas
corporativas enraizadas en el Estado y el sistema político); las formas
específicas de sus lógicas académicas, también
atravesadas por relaciones de poder y, cada vez menos circunstancialmente,
por la dependencia del estado de las finanzas públicas; las formas
propias de su dinámica institucional, en oscilación permanente
entre la constatación de la necesidad de cambios y las dificultades
para constituir los actores capaces de concretarlos, etc.
El entrecruzamiento de estas múltiples dimensiones, cuya enumeración
no pretende por otra parte estar agotada, hacen de la universidad un objeto
de estudio especialmente complejo. Este libro ataca algunos de estos problemas
a través de una serie de estudios particulares susceptibles de ser
leídos como el resultado de un esfuerzo colectivo. Los trabajos se
agrupan en dos partes: una dedicada a estudios de corte más histórico
y otra a estudios de corte más sistemático.
El epicentro de la parte histórica está puesto en los procesos
de modernización cultural y radicalización política,
abarcando fundamentalmente el periodo 1955-1973. No es llamativa esta preocupación,
en tanto, como los autores señalan, la primera parte de este período,
es decir la que va de 1955 a 1966, fue la recuperada como edad dorada de la
universidad en el proceso de recomposición que se abre en 1983. A la
luz de una percepción crítica de los resultados en que derivó esta
reconstitución, y del examen de las lógicas consolidadas en
las dos últimas décadas, la focalización en este tramo
del pasado invita no sólo a ver en la universidad un territorio propicio
para indagar las articulaciones entre los procesos citados, sino a intentar
una recuperación de algunos de sus múltiples aspectos en un
registro de reflexión más consecuente con la exigencia normativa
de atender a cómo efectivamente sucedieron las cosas.
Las combinación de los perspectivas de la reflexión y de la
investigación elige así situarse en un espacio de producción
de conocimiento diferenciado tanto de la retórica de autolegitimación
de la universidad posterior a 1983, como del desencanto prescripto a partir
de las extrapolaciones argumentativas, generalmente conservadoras, que suelen
derivarse del precepto positivista de estudiar el pasado en sí mismo.
En este espacio se ponen en debate, a través de la historia, muchos
de los temas de preocupación actual: las articulaciones entre modernización
académica, desarrollo científico y política (estudiadas
por Carlos Prego y Elina Estebánez), la extensión universitaria
y la misión social de la universidad (tratadas por María Candelari),
la definición de las relaciones entre práctica profesional y
compromiso político, consideradas por Mauricio Chama en un estudio
sobre las experiencias de psicólogos y abogados. Asimismo, estas exploraciones
permiten reconfigurar algunos esquemas de cambios y continuidades generalmente
aceptados, como puede observarse en el estudio de Claudio Suasnábar
sobre los debates universitarios y los proyectos político-pedagógicos
en la UNLP en el periodo 1966-73, y establecer quiebres significativos en
la aparentemente perpetua exposición de la vida universitaria a la
politización, no sólo en sus puntos más evidentes, como
la Reforma, sino también en aquellos más controvertidos desde
el sentido común, y por lo tanto más ricos, como puede verse
en el estudio sobre la partidización de la universidad, rastreada en
sus orígenes a través del proceso de peronización por
Ana María Barletta y María Cristina Tortti.
Las segunda parte se concentra en estudios más “sistemáticos”,
abordando específicamente muchos de los problemas que forman parte
de la agenda universitaria actual. El trabajo de Antono Camou ubica las reformas
universitarias en el contexto de la segunda reforma del Estado, preguntándose
por las relaciones entre la política de las reformas y las políticas
reformistas. A partir de este encuadre, los temas de preocupación abordados
en el resto de los artículos recorren las políticas de evaluación
(tomadas en los estudios de Krotsch y Peón y Del Cueto); el programa
de incentivos a los docentes-investigadores desde las perspectivas del diseño
de políticas públicas (Marcelo Prati) y de su implementación
e impacto en un caso particular (Sonia Araujo); las políticas de ingreso
a los estudios superiores, (estudiadas en el caso de la UNLP por Claudia Bracchi,
Julia Sannuto y Marili Mendy); las estrategias de formación de sujetos
presentes en los proyectos de extensión (también referidas a
la UNLP en el trabajo de Argumedo, Coscarelli y otros). Asimismo, están
comprendidos problemas referidos a la vinculación con el medio a través
de la consideración de las políticas sobre trabajo y educación
(Leticia Fernández Berdaguer) y de las relaciones entre universidad
y empresa (Mariana Versino)
Esta breve mención de los temas tratados permite hacer referencia a
una de las cuentas pendientes que los autores reconocen: aquella que refiere
a la posibilidad de dilucidar lo ocurrido en el breve periodo que se abre
en 1973 y los años aún inexplorados de la universidad en la
dictadura. Esta cuestión es relevante porque, por un lado, como señala
Pedro Krotsch en su prólogo, “no parece posible comprender la
política reformista en su versión restauradora del 83 y su apelación
a un mítico retorno a las décadas del cincuenta y sesenta, si
no comprendemos la ruptura profunda de las lógicas institucionales
que se produjeron en los periodos mencionados y sus consecuencias sobre la
memoria de los nuevos actores universitarios”; por otra parte, porque “a
partir de 1983 cobra relevancia la subordinación, ya no opaca, de la
universidad al campo político-partidario, y esta historia no deja por
otro lado de ser solidaria con lo sucedido décadas atrás”.
De este modo, la indagación que el libro invita a encarar es central
no sólo porque para los fines de la comprensión histórica
puede encontrarse en la universidad un terreno propicio para percibir más
de una ruptura en esos convulsionados años y para dar cuenta de la
dinámica de la política en un sentido más general: interesa
porque conduce nuevamente complejidad de la universidad, a la necesidad de
una reflexión sobre quienes son hoy sus actores y cómo se han
constituido como tales, al problema de cómo construir una visión
más ajustada de los que pasó en 1973, en 1974, en 1976, como
requisito indispensable para informar la mirada del proceso que va de los
primeros años del alfonsinismo a la instrumentación de una reforma
sin sujetos en los años del menemismo. Es decir, porque convoca a superar
toda visión desencantada de la historia y el presente de la universidad
y a proseguir la reflexión y la investigación para pensar un
problema que es eminentemente práctico, desde una perspectiva que,
asumiendo la constatación realizada por Tulio Halperín Donghi
hace unos años que veía a la universidad en un camino que no
conduce a ninguna parte, puede resultar capaz al fin de empezar a dar cuenta
de su crisis perpetua y, con ello, habilitar un camino para trascender los
diagnósticos alternativamente autocomplacientes e ineficaces o posibilistas
y excesivamente pragmáticos (cuando no subordinados a los mecanismos
perversos de la real-politik de un estado cada vez más colonizado por
los intereses particulares y corporativos y cada vez más subordinado
al poder económico, al punto de resignar los más elementales
principios de legitimación en el principio –aparente, pero no
meramente mistificador– del interés general). El proceso de conocimiento
aquí abierto podría entonces constituirse en un aporte para
articular un proyecto propio, un desafío en el que la universidad se
juega hoy, tanto en los planos académico e institucional como en el
inevitablemente político, las credenciales de su legitimidad social.
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