PRESENTACION

 

A principios de 1977 el Gobierno de México anunció su decisión de elaborar un Plan Nacional de Educación. En lo que respecta a la educación superior, la Asociación Nacional de Universidades e Institutos de Enseñanza Superior fue invitada a presentar una ponencia en que se plantearan los puntos de vista de las instituciones asociadas. Con ese motivo, el Consejo Nacional de la ANUIES se reunió para establecer el procedimiento que permitiera recoger las opiniones de todos sus miembros, llegando a una programación de actividades que incluía reuniones regionales, las propias del Consejo y los trabajos de la Secretaría General Ejecutiva. Se consideró entonces que con la organización adecuada de estas actividades, se obtendría un documento de trabajo que, además de expresar las auténticas expectativas de las instituciones, fuera útil para su discusión y eventual aprobación en la XVII Reunión Ordinaria de la Asamblea General de la ANUIES, convocada para celebrarse en la Universidad de Guadalajara, en mayo de 1977.

El procedimiento escogido por el Consejo permitió una abierta y espontánea participación de la comunidad mexicana de la educación superior. El documento recibió gran atención de parte del Consejo y de la Secretaría General y fue finalmente discutido en cada una de sus partes y puesto a votación de la Asamblea, obteniéndose la aprobación correspondiente. Cumplidos estos requisitos, se le dio forma definitiva bajo el título de Aportación de la ANUIES al Plan Nacional de Educación, y fue entregado por los miembros del Consejo al Presidente de la República en una entrevista especial sostenida en Palacio Nacional el día 20 de julio de 1977.

En dicho documento se plantean los principales problemas que afectan a la educación superior en nuestro país, expuestos y analizados con libertad en sus aspectos esenciales; se proponen soluciones y se establecen cinco áreas programáticas para las acciones que las instituciones desean ejecutar y para las que se esperan del Estado. Sin embargo, en su texto no se establecieron programas concretos de acción inmediata ni se definieron los mecanismos requeridos para una planeación permanente de la educación superior. La preocupación por llegar a estos objetivos condujo a los miembros del Consejo Nacional a proponer el tema de la planeación dentro de la agenda para la siguiente Asamblea que, por acuerdo tomado en Guadalajara, se le ha fijado como sede la Universidad Autónoma de Puebla.

Otros hechos contribuyeron a que se incluyera como tema central de la XVIII Reunión Ordinaria de la Asamblea General el de la planeación de la educación superior. La idea original consistía en dedicar las discusiones principalmente a la reestructuración de la ANUIES y a los cambios necesarios en el estatuto que la rige. Sin embargo, en las reuniones del Consejo Nacional pronto se vio que ese tema, aun siendo tan importante, no constituía materia suficiente, sobre todo teniendo en cuenta el diálogo que se sostuvo con el Presidente de la República Lic. José López Portillo, en dos visitas del Consejo y una de todos los rectores, en las que se hizo evidente la necesidad de planear la educación superior y elaborar proyectos específicos.

Percatados de la preocupación del Estado por planear adecuadamente la educación en forma coordinada con otros sectores y en función del desarrollo nacional, los miembros del Consejo decidieron, en la reunión extraordinaria efectuada el día 9 de mayo de 1978, incluir en la agenda de trabajo de la XVIII Asamblea el tema de la planeación de la educación superior, para presentar al Gobierno Federal la opinión que sobre esta materia sostienen las instituciones miembros de la ANUIES. Teniendo presente la aportación hecha en 1977, cuya esencia fue rediscutida en el seno del Consejo, se llegó a la conclusión de que su contenido debía ser totalmente ratificado en el nuevo planteamiento, pero también se decidió que era imprescindible llegar a la proposición de programas de acción inmediata, en correspondencia con las áreas que señalaba el documento anterior. Para complementar estos planteamientos se decidió proponer un mecanismo de planeación que pudiera establecer lo que finalmente se ha denominado el Sistema Nacional de Planeación Permanente de la Educación Superior, y que se fundamenta en esta ponencia.

El acta de la sesión del Consejo correspondiente a esa fecha señala otro acuerdo: hacer una visita al Secretario de Educación Pública, Lic. Fernando Solana, con el fin de darle a conocer las decisiones del Consejo. Se deseaba, por otra parte, confirmar el punto de vista de la SEP acerca de los cambios en la estructura de la ANUIES y las modificaciones a su estatuto, ya que ambos aspectos implican una nueva y distinta relación entre las instituciones centralizadas, las universidades públicas y los centros educativos privados.

La entrevista se llevó a cabo con la asistencia de todos los miembros del Consejo Nacional de la ANUIES, los subsecretarios de Educación Superior e Investigación Científica y de Planeación Educativa, el Oficial Mayor de la SEP, varios directores generales y el propio Secretario. En ella se puso de manifiesto un total acuerdo en cuanto a la nueva estructura de la Asociación y los cambios estatutarios en los términos propuestos por el Consejo, y se calificó como muy positiva la idea de incluir en la XVIII Asamblea el tema de la planeación.

El Secretario de Educación Pública expresó su opinión en el sentido de que más importante que la elaboración de un plan estático es instituir mecanismos de planeación permanente, que permitan optimizar recursos y racionalizar los esfuerzos y funciones que realizan las instituciones autónomas del Estado. Convencido, según lo expresó, de que la planeación de la educación no puede ni debe realizarse por el propio Gobierno sin la participación de las instituciones de educación superior e investigación científica y humanística, propuso a los miembros del Consejo una primera forma de coordinación: la creación de grupos de trabajo integrados por especialistas de la SEP y de la ANUIES para elaborar, con base en todo lo hecho hasta ahora por las instituciones, un primer documento sobre la planeación de la educación superior en nuestro país. La idea produjo una respuesta afirmativa y entusiasta del Consejo, aprobándose de inmediato doce temas para el trabajo inicial, correspondientes a otros tantos problemas de la educación superior.

Las instituciones integrantes del Consejo Nacional de la ANUIES comisionaron a destacados especialistas para integrar los grupos; igualmente, la SEP hizo participar en ellos a su personal idóneo. El resultado que se obtuvo, después de una labor intensa en la que se puso de manifiesto un alto espíritu de colaboración, en un ambiente de absoluta libertad para la discusión de los temas, fue satisfactorio en cuanto al objetivo buscado: un documento que orientara el análisis y el diálogo en torno a los principales problemas de la educación superior en México.

Cumpliendo lo acordado en la entrevista anteriormente citada, el Consejo y las autoridades educativas realizaron una nueva reunión para estudiar y discutir una versión resumida del documento de referencia. Esta sesión de trabajo se prolongó prácticamente durante todo el día 12 de junio, y del intercambio de ideas a que dio lugar surgieron nuevas modificaciones a su contenido. Al discutirse sobre el mejor camino para lograr la participación de todas las instituciones de educación superior del país, se reconoció que el procedimiento seguido en 1977 había sido satisfactorio y se decidió repetirlo en esta ocasión. En tal sentido, y de manera unánime, se establecieron las fechas para las reuniones regionales que se realizaron con la coordinación común de la SEP y la ANUIES, y que tuvieron como principal objetivo el de recoger, con base en el documento inicial, los diferentes planteamientos de cada institución. Este procedimiento condujo, según el modelo de 1977, a que la Secretaría General Ejecutiva de la ANUIES elaborara un documento que, conteniendo el consenso de las aportaciones regionales e institucionales, permitiera llegar a esta Asamblea con los elementos adecuados para la discusión final y la toma de acuerdos procedentes.

Este documento es la ponencia que el Consejo Nacional de la ANUIES presenta a la XVIII Asamblea para su aprobación, con las posibles modificaciones que resulten de su más amplia discusión. En su elaboración, la Secretaría General Ejecutiva -cumpliendo los acuerdos tomados- se coordinó una vez más con los expertos de la Subsecretaría de Educación Superior e Investigación Científica, para estudiar las aportaciones regionales e identificar en ellas aquello que alcanzó un consenso significativo, para incluirlo como opinión general. Numerosas reuniones se llevaron a cabo y en ciertas fases hubo división del trabajo. Por lo tanto, la ponencia es resultado del trabajo coordinado entre la SEP y la ANUIES hasta el momento en que fue presentada al Consejo Nacional, mismo que tomó a su cargo la tarea de revisarla y formularla para ser llevada a esta reunión de la Asamblea.

Para concluir esta presentación, es conveniente destacar los siguientes hechos relacionados con la ponencia:

  1. El documento de trabajo inicial fue elaborado por una comisión SEP-ANUIES, según el acuerdo tomado por el Consejo Nacional de esta Asociación, en total correspondencia con disposiciones semejantes de parte del Gobierno Federal.

  2. Se propone, por primera vez en nuestro país, un mecanismo de participación en la planeación de la educación superior, tendiente a la creación de un verdadero sistema.

  3. Se preservan los principios fundamentales de la autonomía universitaria que la ANUIES ha sostenido desde su fundación.

  4. Finalmente, el documento que se presenta es el resultado de una discusión amplia, espontánea y suficiente en la que participaron todas las instituciones que integran la ANUIES.

La ponencia está regida por un propósito ya expresado por la ANUIES en ocasiones anteriores (Tepic, 1971; Querétaro, 1975): la participación activa y responsable de los centros de educación superior como factores importantes del cambio social y del desarrollo nacional.

Consecuentemente, las universidades públicas y las instituciones de educación superior, elevaron este propósito al nivel de un imperativo cuando manifestaron, por una parte, que "... se hace necesario destacar que las instituciones educativas de enseñanza superior entienden, aceptan y se comprometen con la responsabilidad que les corresponde en el proceso de cambio social, pero observan que dicho cambio reclama la participación de todos los sectores de la sociedad, incluyendo al propio Estado, para alcanzar las metas nacionales" (Declaración de Querétaro, Implantación de Alternativas, pág. 17); y, por otra, "Que se promueva la coordinación con dependencias federales, para un mayor conocimiento de los programas de desarrollo de las instituciones educativas y las del sector público" (Acuerdos Operativos, ibid, pág. 17).

Si existe un proyecto nacional de desarrollo cuyos objetivos legítimos son la liberación por el conocimiento y la independencia económica y tecnológica, la educación superior debe ser su columna vertebral. Esto es particularmente cierto si se acepta que el desarrollo nacional no sólo comprende los aspectos económicos, sino también aquellos que por referirse a lo cultural, lo social y lo político redundan en el mejoramiento integral de cada persona. La contribución que las instituciones educativas hacen en este sentido es relevante por muchas razones, entre las que se pueden destacar las siguientes:

Los centros educativos del nivel superior,

  • proporcionan a la nación los recursos humanos de más alto nivel en las más variadas disciplinas;

  • participan en el desarrollo de la comunidad a través de programas que difunden y extienden a todo el ámbito social el conocimiento científico y el arte, así como múltiples servicios de carácter técnico y asistencial;

  • sirven como fuente de formación multidisciplinaria y como medio donde se realiza investigación en todas las modalidades y campos del conocimiento;

  • refuerzan la educación en todos sus niveles, mediante la formación de profesores y de maestros de profesores. Sin ellos no podrían realizarse los esfuerzos dirigidos a elevar el nivel cultural tanto del profesional como del individuo común, que es el objeto y el agente del desarrollo;

  • finalmente, preservan, desarrollan y difunden la herencia de la cultura nacional y universal.

La educación superior, en mayor medida que los otros niveles educativos, es un proceso social que enlaza a sus instituciones con el entorno en que se desenvuelven. Logra esta vinculación porque busca previamente la unidad de la sociedad y el individuo, mediante una relación dialéctica que contempla las necesidades complementarias de una y de otro. Así pues, la educación superior, como proceso de interacción en el desarrollo histórico, contribuye a la libertad del individuo por el saber, a la independencia económica y la autodeterminación nacional; vincula las instituciones con la sociedad y la nueva generación con las anteriores.

Para que las instituciones de educación superior puedan realizar los fines antes dichos, se requiere de dos condiciones:

  • Un clima de libertad, estabilidad y seguridad afín a la responsabilidad y compromiso que entraña toda tarea de reflexión y todo proceso de creación.

  • Una acción permanente para preservar las expresiones de una conciencia crítica y para que las instituciones, incluido el Estado, sean receptivas a los productos de aquéllas.

Esta ponencia, que el Consejo Nacional y los consejos regionales de la ANUIES presentan para su discusión en la Asamblea General, tiene todas estas premisas como básicas. Su contenido expresa los postulados que la Asociación ha sostenido con invariable convicción, sobre todo los relativos al concepto de autonomía, a los objetivos de la educación superior y a la necesidad de su planeación coordinada.