EDUCACIÓN SUPERIOR EN BRASIL Y LOS ESTADOS UNIDOS:
PRIVATIZACIÓN Y ENSEÑANZA DE PAGA1
MARÍA LIGIA PRADO COELHO*
* Departamento de Historia, Universidad de São Paulo, Brasil.
Traducción del portugués por J. Rafael Campos Sánchez.
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Podemos afirmar que el sistema de enseñanza superior norteamericano está directamente relacionado a las especificidades de la sociedad, responde a las necesidades del mercado de trabajo y mantiene criterios claros en cuanto al evaluación de sus resultados, ofreciendo escuelas con diversos grados de calidad y exigencia, desde los community colleges hasta las universidades más reconocidas. Siguiendo el análisis de Burton Clark, tal sistema se caracteriza, en líneas generales, por la gran dimensión, por el control estatal, radicalmente descentralizado, por la extrema diversidad y por la intensa competitividad.15
Si por un lado el acceso de los jóvenes a los community colleges no ofrece obstáculos infranqueables, por el otro, entrar a una universidad reconocida es una conquista muy difícil. Hay un proceso de selección bastante rígido en que entran dos elementos básicos, preparación escolar y recursos financieros. Un óptimo rendimiento escolar en el curso secundario, al lado de una alta calificación en el examen nacional llamado Scholastic Aptitude Test (SAT), el equivalente a nuestro vestibular16, son elementos indispensables para un ambicionado lugar en las escuelas de élite norteamericanas.17 Conviene recordar que la enseñanza pública secundaria en los Estados Unidos y en Brasil, viene perdiendo mucho en calidad, lo que ha dificultado enormemente la entrada de un alumno pobre, de la red pública, en alguna importante institución de educación superior.
Además del desempeño escolar, es necesario que la familia tenga una excelente situación financiera, para poder mandar a un hijo a uno de los centros de excelencia del país, pues las cuotas significan altísimas cifras. En caso de que el interesado tenga curriculum pero no posea recursos, los gobiernos federal y estatal garantizan becas y préstamos que deberán ser liquidados después de la formación, con intereses bajos. Los alumnos también pueden trabajar en sus escuelas, pues todas ellas ofrecen empleos en las cafeterías, bibliotecas, dormitorios, jardines, etc., para ayudar en su manutención.
Uno de los puntos fundamentales para nuestra discusión es la que se refiere a la obtención de fondos para la manutención de las universidades, públicas o particulares. Cada institución procura constituir un patrimonio como garantía para posibles adversidades. Ese patrimonio debe ser explorado dentro de los moldes del sistema capitalista; así, la universidad de Stanford administra un centro comercial, construido por ella en tierra de su propiedad.
Las escuelas cuentan con una comisión encargada de conseguir recursos financieros particulares que son utilizados para mantener y expandir sus dependencias, contribuyendo a la construcción de nuevas bibliotecas, laboratorios, etc. Las fuentes de donación particulares son variadas, desde exalumnos, que mantienen vínculos con su "Alma Mater", hasta personas que por alguna razón, respetan o admiran a determinada universidad. Recientemente, la fallecida actriz Paulette Goddard dejó parte sustancial de su herencia a la Escuela de Cine de la Universidad de Nueva York. Es común que una familia rica haga una enorme donación, muchas veces, "in memoriam"; la biblioteca principal de Harvard, hoy una de las mayores y más importantes de los Estados Unidos, recibió recursos notables de una familia cuyo hijo, alumno de Harvard, muriera en la Primera Guerra Mundial.18
La cuestión de la obtención de recursos nos lleva directamente al tema central de este texto, esto es, el debate sobre el papel del Estado y sus responsabilidades frente a la educación. La comparación, en este punto, gana importancia, pues como ya afirmé anteriormente, se ha difundido la perspectiva, supuestamente basada en el paradigma norteamericano, de que la solución milagrosa para todos los males de la universidad brasileña es su privatización con la concomitante institución de enseñanza de paga.
Para esclarecer mejor mi perspectiva, creo que es interesante tomar ejemplos concretos para discutir estos asuntos.
El financiamiento de la Universidad de Stanford, una de las mayores, más reconocidas y más caras universidades privadas norteamericanas, nos puede ofrecer un buen material para la reflexión. El Presupuesto consolidado para el año escolar 1991-1992 fue de $1,000, 050,000. Los costos directos e indirectos para investigación estaban estimados en 349 millones, más 138 millones para sustentar el acelerador lineal. Los fondos del gobierno federal representan más del 90% de esos costos, significando el 43% de los ingresos totales. Las cuotas de los alumnos sumaban 175 millones de dólares, esto es, aproximadamente 17% del total. Para cubrir los demás gastos, las fuentes eran donaciones de particulares, rentas del patrimonio, propiedades y patentes.
Como segundo ejemplo, presentamos el financiamiento de una gran universidad estatal (más no de las mayores, como Michigan, California o Texas), la universidad del estado de Nueva York, campus de Stony Brook, en Long Island. El financiamiento propuesto para el año escolar 1991-1993 fue de $600,000,000. Stony Brook mantiene un hospital y desarrolla importantes programas de posgrado, entre ellos, un renombrado Centro de Investigación en Física. Sus fuentes de recursos no difieren mucho de las de Stanford; las cuotas de los alumnos cubren el 18% de los ingresos y las investigaciones son enteramente financiadas por fondos del gobierno federal (la mayor parte) y estatal. Stony Brook, aún siendo universidad estatal recibe del estado de Nueva York, tan sólo el 32% de sus ingresos, lo restante, sin considerar las cuotas, viene de recursos federales. Una pequeña parte de los recursos procede de las rentas de su patrimonio y de las regalías de sus patentes.19
La primera conclusión que podemos extraer del análisis de esos financiamientos es la importancia central de los recursos federales para la investigación; de donde se concluye que no hay investigación seria, en cualquier área del conocimiento sin financiamiento del Estado. En Brasil existe la falsa idea de que en los Estados Unidos, la investigación está financiada por las empresas, que mantienen una liga umbilical con las universidades. Sin duda, hay empresas que patrocinan investigaciones en determinados campos específicos de su interés, pero la investigación básica, en Ciencias y Humanidades, se desarrolla en las universidades, con el apoyo insustituible del Estado.
El segundo punto interesante es respecto al pago de cuotas, pues como vimos ellas no representan ni el 20%, de los ingresos recaudados; por lo tanto, una parte mínima del total. Con el agravante de que las cuotas de una gran universidad, Yale, Stanford, Harvard, Columbia son altísimas, aún para los padrones norteamericanos, pues están alrededor de los $20,000,00.
En una universidad estatal pública, como Stony Brook, el alumno paga 8,000 dólares anuales (la media varía entre 5 y 8 mil dólares). Pero esto sin contar los gastos de alojamiento, alimentación y libros; de ahí, como ya señalé, los programas de empleos en las universidades, las becas y los préstamos.20
Algunos datos sobre el sistema de becas y de préstamos para alumnos nos pueden ayudar a dimensionar el nivel de gastos en educación de tercer grado por parte del gobierno federal. Actualmente, cinco millones de estudiantes tienen préstamos del gobierno federal, lo que significa casi 40% del total de alumnos. Los números completos respecto de los préstamos realizados son difíciles de conseguir, pero se puede estimar su importancia, tomando un dato reciente sobre las dificultades que los estudiantes han encontrado para liquidar sus deudas. El último año fiscal norteamericano cerró con el no pago de casi tres billones de dólares ($2.9 bi), adeudados al gobierno, por ex alumnos que contrataron préstamos durante sus años de estudio.21
Pensando en ese problema, el presidente Bill Clinton, presentó un programa que pretendió dar más ayuda a los estudiantes, ofreciendo alternativas para facilitar el pago de sus préstamos. Su plan previó una inversión de 9.5 billones de dólares en cinco años, esperando contar con la participación de los gobiernos y empresarios locales. Por el programa, los alumnos podrían pagar sus préstamos con servicios a la comunidad, atendiendo a los "homeless" (nombre dado a los mendigos que no tienen donde vivir) y trabajando como profesores o policías.22
La tercera reflexión sobre la información de los presupuestos presentados, se refiere a las demás fuentes de renta de las dos universidades. Invocando a Stanford una vez más, si el 60% de sus recursos está cubierto por las cuotas y por el dinero federal, lo restante viene de otras fuentes, propias de los mecanismos de funcionamiento de las universidades americanas, sean, donaciones, rentas de su patrimonio y de sus propiedades (recordemos el Centro Comercial) y regalías de sus patentes. Estas fuentes de recursos son casi desconocidas en Brasil; particularmente las donaciones, cuya práctica es contraria a los hábitos de la sociedad brasileña.
Las críticas constantes al funcionamiento de las universidades públicas brasileñas insisten en destacar dos elementos de sistema norteamericano, la privatización y la enseñanza de paga para presentarlos como el "Deus Ex Machina" de la enseñanza superior brasileña. Mi breve exposición procuró mostrar que no es posible pensar un sistema universitario serio y dedicado a la investigación sin el papel financiero del Estado. En el paraíso del liberalismo, el estado norteamericano interviene y proporciona condiciones financieras para la sustentación de la investigación académica. Sin ese apoyo, no hay investigación y no hay universidad en cualquier país del mundo.23
No me parece excesivo insistir que el alto nivel de enseñanza superior en los Estados Unidos se debe, fundamentalmente al patrocinio de los fondos del estado, particularmente del gobierno federal, que sustentan la realización de investigaciones. Es, por lo tanto, el dinero público quien garantiza la calidad y el trabajo académico y científico en universidades públicas o privadas. A través de becas, de programas especiales y de pagos directos a las universidades, el gobierno federal es la pieza central y básica en el mantenimiento de los programas de investigación, tanto en las áreas de las llamadas ciencias, como en las de humanidades.
Los ejemplos de los presupuestos de la universidad de Stanford y de la Universidad del Estado de Nueva York en Stony Brook muestran cómo es ilusorio tomar el pago de las cuotas de los alumnos como sustento financiero, pues éstas cubren una parte muy pequeña de los gastos.
No será la enseñanza de paga la que resolverá la falta de recursos para el sistema superior brasileño. Mientras tanto, es posible argumentar que, aunque sin resolver, por lo menos ayudaría a mantener a la universidad. Para responder a este argumento, es necesario pensar a la universidad dentro del contexto más amplio de la sociedad y de la cultura brasileñas. Brasil es un país pobre y su población viene sufriendo, en las últimas décadas, una reducción todavía más fuerte de su poder adquisitivo. Es notorio, por ejemplo, que las dificultades de las clases medias para mantener a sus hijos en colegios secundarios particulares, igualmente en regiones ricas del país, como en Sao Paulo, han sido crecientes; véanse las estadísticas referentes a la búsqueda de las escuelas públicas por esos alumnos en los últimos años.
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