EDUCACIÓN SUPERIOR EN BRASIL Y LOS ESTADOS UNIDOS:
PRIVATIZACIÓN Y ENSEÑANZA DE PAGA1

MARÍA LIGIA PRADO COELHO*

* Departamento de Historia, Universidad de São Paulo, Brasil.
Traducción del portugués por J. Rafael Campos Sánchez.


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Varios cambios ocurrieron durante el siglo XIX, entre ellos la creciente secularización de la enseñanza y una estructuración calcada en los modelos de los colleges ingleses. En los últimos años del siglo se asumió el paradigma alemán que entendía a la universidad como el lugar de la investigación científica. La Universidad de Chicago conmemoró, recientemente su centenario; fue la primera universidad norteamericana creada con el objeto primordial de dedicarse a la investigación y a los cursos de posgrado.10

Muchas de las grandes universidades públicas estatales, como Michigan, Texas o California, nacieron con el Land-Grant College Act de 1862. Por este decreto, el gobierno federal cedía tierras públicas a cada Estado de la federación para formar colleges destinados a los estudios agrícolas y mecánicos. En 1890, en función de la segregación racial, el Congreso aprobó una ley suplementaria al decreto de 1862, que determinaba a la creación de colleges especiales para negros, en los Estados donde éstos no eran aceptados en las escuelas para blancos. Se seguía, así, a la letra de la ley que rezaba "son los negros segregados más iguales en derechos". Como resultado, 17 estados sudistas crearon 17 escuelas con idénticos objetivos.11 Después de 1954, cuando la Corte Suprema abolió la segregación en las escuelas, éstas pasaron a recibir blancos, pero continuarían manteniendo una vasta mayoría negra en sus campus.

En 1987, había en los Estados Unidos 3,389 instituciones de enseñanza superior, con aproximadamente 13 millones de alumnos y 800,000 profesores, para una población de 220 millones de habitantes.12 La mayor parte de esas escuelas son públicas, estatales o municipales, pues no existen establecimientos federales y empleaban 75% del total de profesores; las particulares, en un total de 1,800, tanto las más antiguas como las más recientes, son organizaciones sin fines lucrativos, que tienen, por lo tanto, objetivos diferentes de las de una típica empresa capitalista.13

La idea central que preside tal sistema es la de ofrecer una enseñanza amplia, no especializada, como un refuerzo a la educación secundaria. El llamado college, que tiene en media de cuatro años de duración, propone un curriculum variado, con enorme flexibilidad de escuela para el alumno. Éste debe optar por un área de mayor interés dentro de la cual es obligado a asistir a cierto número de cursos. Terminados los cuatro años, el grado obtenido es poco especializado, tal como "bachiller en artes" o "bachiller en ciencias". El college prepara y forma para encontrar trabajo en el mercado, en particular en el sector de servicios. En Brail, por oposición, la organización de los cursos está asentada en la especialización.

La especialización comienza después del college. Los programas de maestría y doctorado ofrecen cursos en las más diversas áreas del conocimiento. Y también tan solo después del college es que el alumno entra (después de un exigente examen de selección) para cursos de abogacía, medicina, ingeniería, odontología, etc. Así, se denomina universidad el establecimiento que al lado del college, ofrece cursos de posgrado y se dedica a la investigación.

El sistema posee una diversidad que puede ser notada con la organización de los community colleges (alrededor de 1,400), cuyos cursos tienen dos años

de duración y preparan en el perfeccionamiento técnico del alumno, para el desempeño de funciones menos especializadas en el mercado de trabajo, como un funcionario medio de bancos o de compañías de seguros.14 Es importante marcar los objetivos específicos de los community colleges, pues su estructura nos hace recordar la desastrosa tentativa en los años setenta, que pretendía mudar el curriculum de todos los cursos de las facultades de Filosofía del país. En el sistema norteamericano, estas escuelas están dedicadas a la formación rápida de una parte de población que no tiene condiciones financieras para la preparación académica para hacer un curso más completo. En Brasil, esta equivocada copia, con la perspectiva de economizar recursos, podría haber llevado a una reducción general del nivel de enseñanza superior en esas áreas.

La diversidad continúa con instituciones ultra especializadas, dirigidas a áreas específicas, como ingeniería naval y diseño, además los denominados teacher’s college, que preparan, insistiendo en las técnicas didáctico-pedagógicas, profesores para las escuelas secundarias, con una concepción completamente diferente de la vigente en el sistema brasileño. No pretendo hacer una exposición minuciosa de las variadas instituciones norteamericanas, pero ellas suman, por lo menos, diez categorías diferentes de establecimientos de enseñanza superior. Otra particularidad que es necesario mencionar —típica de la sociedad norteamericana— son los colleges exclusivos (división basada en criterios de religión, sexo o color) para católicos, negros, judíos, mujeres, etc.

Cuando se observan las posibilidades diversas de organización de la enseñanza superior norteamericana, se concluye que no hay un determinado modelo a ser seguido por todos los establecimientos. Existe una fuerte descentralización en términos de control por parte del gobierno federal. El control es ejercido por los Departamentos Estatales de Educación, que a través de una serie de leyes regulan la creación y funcionamiento de las escuelas, y también por asociaciones voluntarias de particulares, que organizan comisiones de evaluación para garantizar el nivel de enseñanza. Todavía, además, el mercado aparece como implacable juez de los resultados de enseñanza de una institución.

La enorme competitividad entre las diversas escuelas debe ser entendida dentro de este contexto peculiar; la competencia se desarrolla en torno del mantenimiento de la calidad de la enseñanza, proporcional a lo que se cobra de cuota de los alumnos y al prestigio que se aspira a nivel nacional. Las relaciones, por un lado, con la calidad y el prestigio de la universidad y, por el otro, con las posibilidades del mercado de trabajo, continúan siendo importantes. Concluir un curso de abogacía en Harvard o Yale, es pasaporte garantizado para un futuro buen empleo. En la disputa por un lugar en el mercado, el mejor alumno de una universidad de tercera categoría pierde frente a un alumno regular de una institución reconocida.


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