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Benilde
García Cabrero
Facultad de Psicología UNAM
benilde@servidor.unam.mx
La Evaluación de
la Docencia en el Nivel Universitario: Implicaciones de las Investigaciones
acerca del Pensamiento y la Práctica Docentes
Resumen
A través de las “teorías de acción” se
abordan la cognición (teorías asumidas, creencias) y la
práctica (teorías en uso) de los profesores. Se revisa
la literatura sobre el tema en lo teórico y metodológico,
señalando alguno de los resultados más sobresalientes
así como las implicaciones que pueden tener para la evaluación
de la docencia.
Palabras clave: Docencia, evaluación, práctica educativa. Abstract
Based on “action theories”, teacher
cognition (assumed theories, beliefs) and practice (theories of use) are
dealt with. Existing
theoretical and a methodological literature on the subject is reviewed
emphasizing the most relevant results and implications involved in the
evaluation of teaching.
Key words: Teaching, evaluation, educational practice.
Kane et al. (2002) plantean que la proliferación de términos
que han sido utilizados para describir el conocimiento y las creencias
de los profesores, ha conducido a crear una confusión conceptual
entre los investigadores de la enseñanza. Al respecto, siguiendo
lo planteado por una serie de investigadores del campo de la formación
profesional docente, en este trabajo se considera apropiado apoyarse
en el marco de referencia denominado “teorías de la acción” para
superar la confusión existente respecto al conocimiento y las
creencias de los profesores, por un lado, y las prácticas reales
por el otro. Kane et al. (2002) siguiendo lo propuesto por Argyris et
al. (1985) proponen considerar dos tipos de teorías de la acción:
1) las utilizadas por los profesores para explicar las razones de sus
acciones, en las que se apoyan sus metas e intenciones (teorías
asumidas por los profesores); y 2) las teorías que realmente
determinan sus acciones (teorías en uso). Estos dos tipos de
teorías permiten distinguir entre lo que los maestros piensan
y dicen acerca de su práctica, de lo que realmente hacen.
Un uso indiscriminado de estos dos tipos de teorías como sustento
de diversas explicaciones en la investigación sobre la enseñanza,
ha conducido a que se confundan los términos, pero lo que es
más grave, a que se infieran las características de la
práctica de los profesores, a partir de las teorías que
aducen éstos cuando reflexionan sobre dicha práctica,
lo cual no corresponde a la práctica misma, sino a las creencias
que tienen sobre ella.
Kane et al. (2002.) hacen una crítica importante a diversas investigaciones
vinculadas con el pensamiento y la práctica docente en las que:
1) no se establece una distinción clara entre los términos “conocimiento
del profesor” y “creencias del profesor”, 2) se infieren
las características de las prácticas de los maestros,
a partir de lo que los profesores expresan durante las entrevistas realizadas
a los mismos, 3) se utilizan diseños de investigación
poco sólidos, y 4) no se aprovechan los resultados obtenidos
sobre las creencias y las prácticas de los profesores, para aplicarlos
en programas de desarrollo profesional docente.
En los siguientes apartados se desarrollan una serie de reflexiones
relacionadas con las investigaciones sobre la cognición o el
pensamiento (teorías asumidas, creencias) y la práctica
(teorías en uso) de los profesores. El foco del análisis
se centra en los aspectos teóricos y metodológicos de
las investigaciones realizadas, señalándose algunos de
los resultados más sobresalientes de las mismas, así como
algunas de las implicaciones que pueden tener los resultados y/o las
metodologías de investigación en el ámbito de la
evaluación de la docencia.
Las investigaciones sobre las creencias de los profesores
Fishbein y Ajzen (1975) definieron creencia
como la representación
de la información que alguien tiene acerca de un objeto, o la “comprensión
de la persona acerca de sí mismo(a) y de su ambiente”.
Por su parte, Block y Hazelip (Kane et al., 2002) plantean que las creencias
difieren en tipo y grado y que la facilidad con la que un maestro puede
cambiar sus creencias, está relacionada con la fuerza de éstas.
Los autores plantean que las creencias y sistemas de creencias de los
profesores están ampliamente arraigadas en sus experiencias personales
y de ahí que sean muy resistentes al cambio.
Un primer problema teórico que se presenta en las investigaciones
sobre las creencias de los profesores, es la falta de acuerdo respecto
a la terminología a utilizar. Así, se han usado términos
que incluyen desde actitudes, valores y juicios, hasta teorías
o epistemologías personales, estrategias de acción y principios
prácticos, por mencionar sólo algunos.
Esta confusión terminológica revela en gran medida el
desconocimiento tan acuciante que a la fecha existe todavía respecto
a la forma como los adultos, pero especialmente los académicos
universitarios, aprenden a enseñar. Y se hace un especial énfasis
en el caso de los docentes académicos universitarios pues son
los que normalmente reciben escaso, si no es que nulo entrenamiento
para enseñar, y en gran medida basan su aproximación a
la enseñanza, en su experiencia personal como alumnos y en lo
que creen acerca de lo que caracteriza a una enseñanza y un aprendizaje
efectivos. Averiguar en qué teorías personales o creencias
sobre el aprendizaje y la enseñanza se basan las actuaciones
de los profesores, puede constituir un primer paso para comprender las
variables que intervienen en la práctica docente y contribuir
a la caracterización de diversas formas efectivas de enseñanza
en distintos niveles educativos y en asignaturas particulares de estudio.
Al respecto de los estudios que se han realizado sobre las creencias
de los profesores como factores determinantes de su quehacer académico,
Kane et al. (2002) señalan que los investigadores de este ámbito,
no han logrado establecer un diálogo productivo entre ellos,
en vista de la falta de coincidencia en el foco de interés de
los estudios que se centran en cuestiones tan diversas como: 1) las
concepciones que los profesores tienen sobre la enseñanza; 2)
la relación entre las actividades realizadas por el profesor
y el fortalecimiento del aprendizaje en los alumnos; 3) las actividades
que caracterizan la actuación de un buen profesor; 4) las concepciones
sobre la enseñanza y el aprendizaje vinculados a una disciplina
particular; y 5) las metas que persiguen en la enseñanza, entre
otras.
Las diferentes posturas sobre las creencias de los profesores, han dado
lugar a diferentes teorías sobre la manera en que los profesores
aprenden a enseñar y el papel que juegan las creencias en este
aprendizaje. Al respecto, Putnam y Borko (2000) señalan que en
la actualidad, las teorías constructivistas del aprendizaje se
encuentran en boga, y en ellas se apoyan también diversos programas
de formación profesional docente, en los cuales se toma como
punto de partida una de las premisas básicas del constructivismo:
la construcción de conocimientos nuevos se apoya en lo que el
aprendiz ya sabe y cree. De esta manera, para que las experiencias de
desarrollo profesional sean exitosas en promover cambios significativos
en el quehacer docente, deben tomar en cuenta y enfocarse en el conocimiento
y creencias de los maestros involucrados en dichas experiencias.
La postura constructivista hacia la enseñanza y el aprendizaje,
ha alcanzado una aceptación considerable en el ámbito
de la formación de profesores universitarios, a tal punto que
McAlpine y Weston (2002) han señalado que los cambios centrales
en la calidad de la enseñanza universitaria no podrán
alcanzarse a menos que se realicen cambios en las concepciones que tienen
los profesores acerca de la enseñanza. Sin embargo, no resulta
suficiente para lograr modificar las prácticas de los maestros,
centrarse exclusivamente en la indagación de las creencias y
el conocimiento, se requiere, asimismo, establecer la relación
que existe entre las creencias de los profesores y las prácticas
mismas de enseñanza (Kane et al., 2002.; García et al.,
en prensa). Asimismo, se requiere establecer la relación entre
las prácticas de los maestros y los resultados de aprendizaje
de los estudiantes (García et al., 2000).
De acuerdo con Murphy (2000), normalmente en las investigaciones acerca
de las creencias de los profesores respecto de la enseñanza y
el aprendizaje, éstas se clasifican ya sea como conductistas
(transmisionistas) o constructivistas. Murphy argumenta que esta clasificación
puede ser tanto simplista como engañosa, ya que las teorías
constructivistas son demasiado diversas como para poder ubicarlas en
una misma categoría. Esta misma complejidad está presente
en las propias creencias de los profesores, las cuales son tanto eclécticas
como contradictorias (Klien, 1996, en Murphy, 2000) y pueden ser transmisionistas
y/o constructivistas en diferentes aspectos de la enseñanza,
dependiendo del contexto presente en el momento de la instrucción.
Klien plantea que una posible explicación a esta contradicción
es, o bien que las creencias no constituyen un cuerpo organizado y coherente
de conocimientos, o que los maestros logran de alguna manera reconciliar
en su enseñanza los diferentes enfoques, temas o filosofías.
Otra posibilidad es, como lo plantea Prawat (1992), que las posturas
constructivistas sobre el aprendizaje pueden estar muy bien desarrolladas,
mientras que no sucede lo mismo con las teorías constructivistas
sobre la enseñanza, lo que puede impedir que los maestros, aún
cuando estén convencidos de la explicación constructivista
sobre la forma en que los alumnos construyen su conocimiento, no puedan
hacer realidad esta explicación, mediante prácticas concretas
de enseñanza.
Scheuer et al. (2001), realizaron una investigación acerca de
lo que los alumnos y profesores consideran sobre lo que es el aprendizaje,
concretamente sobre las representaciones que tienen ambos sobre qué,
cuándo y dónde se aprende. Los autores plantean que el
aprendizaje constituye el eje de la relación entre los alumnos
y los profesores, ya que es el “oficio” de los alumnos y
el sentido último de la enseñanza. Las concepciones sobre
el aprendizaje funcionan como mediadoras de la relación de los
alumnos con los profesores, los materiales y de los alumnos entre sí.
Estas representaciones pueden ser explícitas y accesibles o implícitas,
o bien específicas y contextuales o generales. Los autores encontraron
diferentes niveles de representaciones o teorías acerca del aprendizaje:
a la primera de ellas la denominaron teoría directa (concepción
transmisiva) que incluye las condiciones que favorecen u obstaculizan
el aprendizaje (el dominio del conocimiento por parte del profesor,
el nivel de desarrollo del aprendiz, la motivación y atención,
el entorno). Un segundo nivel abarca la teoría de la práctica
(centrada en la actividad) que contempla las condiciones necesarias
para el aprendizaje (métodos de trabajo, involucración
activa del aprendiz) pero que no son suficientes para explicarlo. Un
tercer nivel, al que denominaron teoría regulativa (relaciones
de interdependencia entre la enseñanza y el aprendizaje), incluye
las condiciones del aprendizaje, como la idea del aprendiz como sujeto
activo, pero contempla adicionalmente una explicación del aprendizaje
en términos de procesos mentales que generan representaciones
internas, funciones diferenciadas del profesor y el alumno, procesos
de control y auto-control del estudiante y del docente.
Las investigaciones sobre el conocimiento de los profesores
Adicionalmente a las creencias sobre el aprendizaje
y la enseñanza,
el conocimiento que tienen los profesores acerca del contenido conceptual
de la materia de estudio y el conocimiento acerca de la enseñanza
en general, la enseñanza de una disciplina en particular, y el
conocimiento acerca de las características de los estudiantes,
y de la forma como aprenden los mismos, tienen una influencia considerable
en las prácticas de enseñanza de los maestros.
El conocimiento de los profesores ha sido definido por Calderhead (1996)
en términos de: las proposiciones factuales y las comprensiones
que se encuentran detrás de las acciones expertas de los maestros.
Shulman (1990), uno de los investigadores más reconocidos en
el campo del desarrollo profesional de los maestros, ha planteado tres
diferentes tipos de conocimiento de los profesores que se encuentran
vinculados a las características que adopta su práctica
docente: 1) el conocimiento de la materia o conocimiento del contenido;
2) el conocimiento sobre las estrategias de enseñanza o conocimiento
pedagógico; y 3) el conocimiento sobre las estrategias particulares
que se emplean para enseñar una asignatura particular o conocimiento
del contenido pedagógico. Otros autores (Calderhead, 1996; Leinhardt,
1990) han planteado que los maestros cuentan con un cierto tipo de conocimiento
práctico acerca de la enseñanza al que han denominado “artesanal”.
Este conocimiento, tiene su origen básicamente en la experiencia
personal y en el contacto con profesores expertos (Mercado, 1991).
Putnam y Borko (2000) plantean que el conocimiento pedagógico
general abarca el conocimiento que los profesores tienen sobre la enseñanza,
el aprendizaje y los aprendices. Los autores señalan que este
conocimiento no se refiere específicamente al dominio de una
asignatura particular. Anderson y Burns (1989) señala que existen
dos tipos de posturas pedagógicas que forman parte del conocimiento
pedagógico general de los docentes: una de más reciente
facturación denominada “mediación cognitiva” y
la más conocida por la mayor parte de los profesores denominada “acumulativo-receptiva”.
La primera postura es característica de las propuestas de reforma
educativa más recientes en la que se concibe al profesor como
un mediador entre el conocimiento experto y el conocimiento del estudiante.
La tarea fundamental del profesor dentro de esta postura es la de la
creación de un ambiente de aprendizaje donde se promueva el aprendizaje
significativo y la autorregulación del alumno. La mayor parte
de los programas innovadores de formación del profesorado en
América del Norte y Latinoamérica promueven la adquisición
de conocimiento pedagógico, acorde con esta postura.
En relación con el conocimiento del contenido de la asignatura
de estudio, Putnam y Borko (2000) señalan que las investigaciones
han encontrado una relación estrecha entre el grado de comprensión
de una asignatura por parte de los profesores, y la relevancia que otorgan
a los aspectos conceptuales, la resolución de problemas y la
indagación. Por contraposición, los profesores que cuentan
con menos conocimientos sobre la asignatura, destacan más los
hechos y los procedimientos (Carlsen, 1991; Fennema y Franke, 1992,
en Putnam y Borko, 2000). Asimismo, diversos autores han señalado
que para poder apoyar la comprensión, el razonamiento y la solución
de problemas por parte de los estudiantes, los profesores requieren
contar con un conocimiento y una comprensión de la asignatura
mayor de lo que la mayoría de los profesores tienen. La demostración
del conocimiento del contenido de una asignatura, normalmente se encuentra
presente en las evaluaciones de la docencia que tienen como propósito
el otorgamiento de una plaza o la promoción del profesor en una
determinada categoría docente. En este tipo de evaluaciones se
reconoce la necesidad de que sean pares académicos, los que determinen
el nivel de conocimiento del profesor del contenido de la asignatura
evaluada.
Por lo que se refiere al conocimiento del contenido pedagógico,
Shulman (1990) señala que éste comprende: las formas de
representación y formulación de una asignatura particular
que permiten que ésta sea comprensible para los demás,
así como la comprensión por parte del profesor de las
dificultades de aprendizaje o errores conceptuales que pueden enfrentar
los estudiantes en dicha asignatura y las formas típicas en que ésta
se enseña. En relación con este tipo de conocimiento,
en los últimos diez años se ha realizado una gran cantidad
de investigación vinculada con el conocimiento que tienen los
profesores en dominios tales como las Ciencias Naturales y las Matemáticas.
Al presente, en gran medida bajo la influencia del enfoque teórico
denominado de la “cognición situada”, existe un creciente
apoyo para los programas de formación docente en que se enfatiza
el conocimiento del contenido pedagógico por encima del conocimiento
pedagógico general o el conocimiento del contenido de la asignatura.
Este énfasis sin embargo, no se ha visto reflejado en las metodologías
e instrumentos que se utilizan normalmente en la evaluación de
la docencia del nivel universitario.
Las investigaciones sobre la práctica
de los profesores
Como se mencionó en el apartado anterior, los conceptos que
tienen los profesores acerca de la materia de estudio que imparten y
de las características de los estudiantes, influyen sus prácticas
educativas. Estas prácticas son a su vez, determinantes en la
forma como los alumnos aprenden una disciplina en un momento particular,
y en su desempeño académico posterior en dicha disciplina.
Como mencionan Coll et al. (1994), la influencia educativa de la práctica
docente de los profesores, trasciende el ámbito de la interacción
maestro-alumno en el aula y se extiende tanto a las actividades inmediatas
que ocurren como resultado de la instrucción (tareas escolares
concretas), a las actitudes de los alumnos hacia la disciplina en cuestión,
así como al desempeño académico posterior de los
estudiantes en dicha disciplina. Warkentin y Bates (1984), al investigar
sobre los problemas de la enseñanza de las Ciencias Naturales
en diferentes niveles educativos, han mencionado que las continuidades
entre las metas, el conocimiento y las prácticas de los maestros,
constituyen apoyos determinantes del progreso académico de los
estudiantes. Por el contrario, las discontinuidades entre estos aspectos,
probablemente impedirán que los alumnos tengan éxito académico
en una disciplina particular.
Los autores señalan dos fuentes potenciales de discontinuidades:
1) Cuando la estructura semántica del conocimiento esencial de
una asignatura difiere entre profesores de diferentes niveles educativos.
Al respecto, los autores mencionan que entre más cercana se encuentre
la estructura semántica del alumno a la del profesor, más
exitoso será el estudiante en esa clase en particular. Si existen
diferencias entre las estructuras semánticas de los profesores
que han impartido la misma asignatura a un alumno (por ejemplo entre
un maestro de preparatoria y uno universitario), es probable que esto
les dificulte la construcción del conocimiento en la asignatura
particular de estudio. 2) Cuando existen diferencias entre las características
con las que se imparte una asignatura en diferentes niveles educativos.
Las formas en que los profesores imparten una asignatura del mismo campo
de conocimiento difieren en aspectos tales como: a) criterios de ejecución;
b) requerimientos de las tareas de clase; c) retroalimentación
dada por los maestros; d) cantidad y tipo de práctica; e) revisión
de los temas. Estas divergencias pueden impedir que los estudiantes
cumplan exitosamente las demandas planteadas por los diferentes cursos,
en vista de que necesitarían adaptarse al enfoque particular
de cada maestro y a su énfasis particular en la adquisición
de conceptos o procedimientos, habilidades, al trabajo individual, de
grupo, a los niveles de exigencia, etcétera, lo cual puede significar
demandas cognitivas importantes y difíciles de enfrentar por
parte de los alumnos.
Los autores plantean dos hipótesis en relación con el
conocimiento y las creencias de los profesores que permiten aproximarse
a la comprensión de las diferencias en sus prácticas.
En primer lugar plantean la hipótesis de que existen diferencias
en la comprensión que tienen los maestros acerca de los mismos
contenidos (conceptos, teorías, procedimientos), y en segundo
lugar, señalan que las diferencias pueden deberse a las concepciones
(creencias) de los profesores acerca de lo que es un estudiante exitoso
y sus ideas acerca de lo que es enseñar y aprender.
En la actualidad, diversas investigaciones sobre la práctica
se apoyan en una conceptualización de la misma, no sólo
a partir de lo que ocurre en el aula, sino de la consideración
de los procesos de planeación docente y evaluación de
los aprendizajes (García et al., en prensa). Este tipo de conceptualización
tiene implicaciones importantes en el desarrollo de metodologías
de evaluación de la docencia, las cuales deberán contemplar
tanto lo que el maestro piensa y cree, lo que conoce y lo que puede
llevar a cabo en el aula, así como el impacto de su práctica
sobre el desempeño posterior de los estudiantes.
Uno de los problemas fundamentales que deberán enfrentar los
investigadores del ámbito de la evaluación de la docencia,
tanto para tener acceso a las teorías asumidas por los profesores
(pensamientos, creencias), como a las teorías en uso por parte
de los mismos (prácticas), es el de la elección del método
ad hoc para investigar dichas teorías. El análisis del
pensamiento del profesor y de la práctica docente no es algo
fácil de abordar ni teórica ni metodológicamente,
especialmente por el hecho de que las teorías y creencias de
los profesores son difíciles de explicitar. Por su parte, la
complejidad de la práctica docente también dificulta su
abordaje con propósitos de análisis y determinación
del papel que juegan las variables que en ella intervienen.
Al presente, existen esfuerzos prometedores (Rueda y Díaz-Barriga,
en prensa) encaminados a abrir nuevas vías de evaluación
de la docencia en los que se consideran tanto el pensamiento como la
práctica educativa, que permitirán en un futuro cercano,
desarrollar instrumentos de evaluación más precisos sobre
el quehacer docente y que impactarán deseablemente, los programas
de formación y actualización del profesorado del nivel
universitario.
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Mario Rueda Beltrán
Leticia Elizalde Lora
Alma Delia Torquemada González
La Evaluación
de la Docencia de la Docencia en la Universidades Mexicanas
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