ALGUNAS NOTAS SOBRE LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN VENEZUELA

 ORLANDO ALBORNOZ*
* · Universidad Central de Venezuela.

 Contenido del Artículo:
INICIO
LA EDUCACIÓN SUPERIOR: NUEVAS REALIDADES, NUEVOS PARADIGMAS
NUEVOS CONCEPTOS EN EL ANÁLISIS DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR
LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LOS MODELOS DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR VENEZOLANA
RETÓRICA Y TECHNE EN EL ANÁLISIS DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR
LA INFORMACIÓN ACERCA DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR
EL ETHOS DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR VENEZOLANA
EL MAPA CUANTITATIVO-CUALITATIVO DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR VENEZOLANA
CONCLUSIÓN
NOTAS


RETÓRICA Y TECHNE EN EL ANÁLISIS DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR

Contenido

Para quienes estudiamos a la educación superior es indispensable advertir el hecho de que seamos parte de la educación superior, como docentes o investigadores, no impide el análisis objetivo, serio y profundo acerca del funcionamiento y operación de la educación superior en el país. Pero, por otra parte, esa educación superior como la educación en general, es manejada con criterios políticos que de una u otra manera representan intereses creados en la sociedad.

Es decir, el análisis no es ni puede ser neutro, porque hay inevitables enfoques ideológicos y técnicos, acerca de la educación superior, en el espacio nacional y en aquel de índole internacional. Naturalmente, hay mucho escrito sobre la educación superior venezolana y especialmente acerca de la universidad.20

Sin intentar ser originales analizamos a la educación superior y específicamente a la universidad tratando de ir mas allá del análisis convencional, aquel de índole retórico que alude a como la institución es "la casa que vence a las sombras" o al análisis más convencional que se apoya en cifras estadísticas pero no en datos empíricos, porque estos últimos no se hallan disponibles, por lo demás; queremos ir mas allá del carácter preposicional que es común y en efecto más allá del "deber ser" de ese nivel de la educación superior y tratar de englobar en un solo propósito analítico profundo y no convencional un nivel escolar en donde, además de producir egresados y conocimiento, ocurren faltas graves a la ética académica, a lo administrativo y el cuidado de los fondos que el Estado otorga para su pulcro uso y que a menudo deviene en corrupción simple y llana, como ocurre en las instituciones del sector privado, en donde se lucra sin fines y se hacen negocios evidentemente ilegales y abusivos, por la enorme demanda que existe por títulos y credenciales, obligadas las personas por la presión de los empleadores, que exigen esos títulos y credenciales y sin los cuales se hace difícil el acceso al mercado laboral. En otras palabras, como expresaba Kolakowski, tratamos de examinar el otro lado de la luna, aun cuando no tenemos ni siquiera los instrumentos de que dispuso Van der Berhge para su estudio de la universidad africana.21

De hecho, como he ensayado en otro sitio, el mismo principio de la gobernabilidad se halla bajo cuestionamiento, en la educación superior venezolana.22

En cuanto al fundamento analítico de la educación superior venezolana debemos tomar en cuenta dos cuestiones básicas para la comprensión de este vasto sector de la educación venezolana, habiendo ya señalado que el conjunto de instituciones de educación superior labora como tales, como instituciones aisladas unas de las otras, sin formar un sistema y que estas instituciones se comportan según el criterio de desigualdad cualitativa y diversidad institucional. Pero, al mismo tiempo, subyacen dos elementos que, son esenciales: por una parte, el hecho de que la educación superior venezolana busca el poder más que el saber y, por la otra, que al menos en la década de los noventa el eje de ese poder son las propias autoridades institucionales, electas en procesos políticos en donde priva por encima de otros criterios el clientelismo y, otro, el papel de los gremios y sindicatos que se han organizado en la educación superior venezolana.

En la década de los sesenta y parte de la siguiente, el eje del poder en la educación superior eran los estudiantes, pero desde mediados de la década de los setenta hasta el presente, el eje de la movilización está en manos de los profesores y de sus gremios. El ethos de la educación superior, entonces, se construye alrededor de estos elementos, que no alrededor de la idea del saber, que no obstante deba de ser la razón de ser de las instituciones de este tipo es secundario en la actividad institucional y, de hecho, en algunos casos completamente marginal en la praxis cotidiana. En este sentido, la retórica amplía su esfera de influencia. Dos ejemplos recientes nos permiten manejar esta idea de la retórica. Es el caso de una autoridad de una universidad pública, de quien transcribimos tres frases, que constituyen un notorio ejemplo del desvarío de la retórica:

1: "Al renovar nuestras prácticas pedagógicas, las reflexiones que le sirven de marco y las estructuras que le sirven de soporte, los maestros tenemos hoy la posibilidad de incidir de manera fundamental en la redefinición del proyecto socio político de nuestros países". En verdad no existe ningún país de los "nuestros" en donde los maestros incidan, en modo alguno, en la "redefinición de los proyectos socio políticos", cuyos fundamentos se originan en otras áreas del acontecer, generalmente aquellas vinculadas a quienes producen bienes, sobre todo de capital, en el ámbito global, en eso que llaman las multinacionales.
2: "En este tiempo de imperios agotados, de desesperanza nórdica, de violencia insensata, esta élite integrada por los maestros latinoamericanos puede recordar al planeta que la felicidad es posible".
3: "Vamos, como dijo el poeta, "todos juntos, a rehacer lo roto" y sobre todo "a preparar las vísperas": las de ese tiempo, afortunado y pleno, en que las inequidades serán solo un recuerdo borroso, ese tiempo en que el mundo será un aula y Latinoamérica una maestra dando su lección de tolerancia y prosperidad, de "saudade", de amor".23


Un segundo ejemplo es la frase pronunciada por un rector de una universidad, según quien, en una universidad fundada hace dos décadas decía que: "Ya medimos, ya limpiamos y emparejamos el terreno; ahora hay que construir la casa", que no es solamente una frase retórica, sino que es un enfoque positivista de la educación que desconoce la dinámica de la misma, porque hacer educación superior no es análogo a construir una casa.24

En la educación superior venezolana se mezclan elementos de gestión populista con aquellas de la demagogia y la retórica. Un ejemplo está contenido en un aviso del Rectorado de la Universidad Central de Venezuela, quien invitaba a un acto par discutir el tema de "¿Reforma Constitucional o Constituyente?", y mencionaban una serie de "comunidades organizadas" entre las cuales se hallaban la "Asociación de vecinos de la Calle Anzoátegui" y el Club de Boxeo "Pelo E, Cochino (sic)".

LA INFORMACIÓN ACERCA DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR

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No es posible hacer un análisis del sistema educativo de la educación superior que sea definitivo, porque la información que se tiene es limitada y errática, lo cual se evidencia más cuando se trata de profundizar en algún tema en particular. Las dependencias administrativas de la educación superior, como la OPSU, han dejado de publicar, desde hace varios años, los resúmenes estadísticos correspondientes; las informaciones hay que solicitarlas en cada institución, pero en general las mismas operan bajo aquel concepto de Simule del secreto. Solicitar un simple vitae de una autoridad institucional de la educación superior, acceder a los archivos para verificar datos de una persona que estudie o haya egresado de una institución, averiguar los detalles de presupuesto y asignación de partidas del mismo género, en fin, la diligencia más sencilla topa con un clima interesante, en donde los datos son difíciles de adquirir. El crecimiento explosivo de la educación superior venezolana, es un factor que contribuye a la dificultad de recuperar datos estadísticos y de recuperar datos empíricos.25

En la práctica, de hecho, existen escasos estudios empíricos de la educación superior venezolana; esto es, se dispone de numerosos análisis y propuestas, pero en la casi totalidad de los casos no existe el conjunto de evidencias empíricas que pudieran orientarnos a expresar juicios técnicos y no solamente juicios de valor. Incluso, ocurre en la vida académica venezolana un aislamiento interesante, de modo tal que en las instituciones en donde pueden hallarse informaciones estas se comportan en forma muy celosa, de modo tal que no solamente no proporcionan los datos que puedan mejorar la comprensión de las mismas, sino que ocultan, información.
Esto es, las instituciones de la educación superior venezolana no aceptan el principio del accountability y, en ese caso, es imposible evaluar y estimar el comportamiento de las instituciones. Aquellas del sector privado, por ejemplo, se comportan como empresas, con mucho celo y secreto, mientras que en las instituciones públicas existe un desorden generalizado, que hace improbable acceder a informaciones supuestamente sencillas. Para emplear el alibi de costumbre la sociedad venezolana no es una cultura moderna, en cuanto sea una cultura de la información, pues en todo caso es más bien una sociedad de la noticia, pero no de la información. Al margen de apreciaciones e interpretaciones cargadas del más sano nivel emotivo e independientemente de las diversas posiciones y posturas ideológicas, doctrinarias y académicas que puedan tomarse de nuestra educación superior, no cabe duda, al menos para los especialistas en el campo, que la nuestra es una instancia escolar de nivel postsecundaria de mayor originalidad en el mundo. Por ello quizás hasta sí debemos preservarla y estudiarla, a nivel macro y al correspondiente nivel micro.

Al menos así parece ocurrir al nivel de quienes tienen en sus manos formular las políticas del sector, porque no existe ninguna tendencia hacia un cambio hacia una racionalización del sector, sino que, todo lo contrario, tal como ocurre al nivel de las individualidades, psicológicamente hablando, nuestras unidades de la educación superior, públicas y privadas, metropolitanas y de provincia, buenas y malas, según quien opine, todas preservan sus características.

EL ETHOS DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR VENEZOLANA

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El ethos académico de la educación superior venezolana tiene que ver con los objetivos de la misma, pero más que ello con sus funciones específicas, con lo que pudiéramos denominar la operatividad institucional, porque en el papel todas las instituciones tienen las mismas funciones y objetivos. Por ejemplo, una universidad venezolana, de muy baja producción académica, define su papel como: "La Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez es una institución orientada hacia la búsqueda de la verdad y el afianzamiento de los valores trascendentales del hombre, que realiza una función rectora en la educación, la cultura y la ciencia, mediante actividades de docencia, de investigación y de extensión", definición que pasa solamente por el eje de la retórica, porque los niveles de producción de las universidades experimentales venezolanas son sumamente bajos, comparado con las universidades autónomas. Esto sin entrar a discutir si el papel de una universidad es "la búsqueda de la verdad", que es un valor absoluto, o si se dedica a explorar la realidad, natural y social, y tratar de explicarla, en tanto la ciencia es explicación causal y la búsqueda de la verdad un principio teológico y filosófico, pero ello ha de quedar fuera de nuestra argumentación, en esta oportunidad.

Cabe añadir que el primer objetivo que se plantea la universidad aludida es el siguiente: "Formar y capacitar recursos humanos que a corto, mediano y largo plazos demanden las áreas prioritarias para alcanzar el desarrollo del país", un objetivo impreciso y no exactamente un objetivo institucional, porque una universidad está obligada a formar recursos humanos, ciertamente, pero no tiene porque atenerse en forma acrítica a las demandas de la sociedad, porque ésta puede hallarse mediatizada y la universidad se define como una institución, precisamente, autónoma y que puede decidir formar recursos humanos que no necesariamente coincidan con "las áreas prioritarias para alcanzar el desarrollo del país", sobre todo porque la noción de desarrollo es una interpretación ideológica, no necesariamente un objetivo abstracto.26

Caben muchas maneras de interpretar a la educación superior, bien en el ámbito internacional o nacional, pero es oportuno, definir con absoluta propiedad lo que es una universidad, para mencionar y tomar la institución decisiva de la academia. No significa ello que vamos a entrar en esta oportunidad en un análisis de la teoría de la universidad, que abarcaría ya en el mundo moderno desde Newman hasta Kerr. Pero sí es oportuno definir conceptualmente lo que es una universidad o por extensión qué es una institución de educación superior. Es bastante probable que la Magna Charta aprobada en Bologna por los rectores de las universidades europeas sea apropiada en esta oportunidad. Según este documento se elaboran ciertos principios que deben apoyar la vocación de la universidad:

Cuadro 5
Principios de la Magna Charta de la universidad contemporánea europea

  1. "La universidad es una institución autónoma en el corazón de sociedades organizadas de distinta manera por razones de su geografía y herencia histórica. Produce, examina, evalúa y transmite una cultura dedicada a la investigación y a la docencia.
  2. "Para alcanzar sus logros la investigación y la docencia deben ser moral e intelectualmente hablando independiente de cualquier autoridad política y poder económico"
  3. "La investigación y la docencia deben ser inseparables para garantizar los avances en la búsqueda del saber"
  4. "La libertad tanto en la investigación como en la enseñanza es el principio esencial de la vida universitaria y estas deben garantizar poder ejecutar ese principio. Rechazar la intolerancia y estar abiertas al diálogo, la universidad es el lugar ideal para que los docentes impartan su saber y preparados para avanzarlo, mediante la investigación y la innovación y despertar en los estudiantes el amor por el cultivo del saber"
  5. "La universidad es el recurso fundamental de la tradición humanística europea. Su objetivo permanente es el de alcanzar conocimiento universal, satisfacer su vocación trascendiendo fronteras políticas y geográficas y afirmar la necesidad vital de las distintas culturas para conocerse e influirse mutuamente"

La Magna Charta, firmada en Bologna (Italia) el 18 de septembre de 1988, plantea en forma inequívoca que el principio rector de la universidad es que la docencia no puede ni debe estar separada de la investigación, un principio que cabe discutir con extensión en el caso venezolano, porque la diversidad institucional ha especializado a las mismas, de modo tal que hay instituciones dedicadas exclusivamente a la docencia y otras a la investigación, quebrantando el principio aludido. Diversidad que señala un mapa complejo, en donde cabe instituciones de carreras cortas, medianas y largas, públicas y privadas, metropolitanas y de provincia, dedicadas unas a la docencia y otras a la investigación y así sucesivamente.27


Cabe añadir, por cierto, que las instituciones escolares (educativas) operan y obedecen principios filosóficos pertinentes. Cuando hablamos de neoliberalismo es obligado comentar que este enfoque de la educación y, por ende, de la sociedad es un enfoque utilitarista de la educación, esto es, la educación para un objetivo, el trabajo, por ejemplo, la utilidad del saber, las credenciales como prueba de ello y así sucesivamente. En verdad la educación, bajo los principios del liberalismo, no es utilitaria. Cabe señalar que Herbert Spencer, en su famoso ensayo La educación intelectual, moral y física (1861), comenta una observación hecha por Alexander von Humboldt: "Un indio del Orinoco que no se preocupa por el confort físico trabajará durante dos arduas semanas en pintarse la piel para lucir mejor frente a los otros; una mujer india que no vacilaría en salir desnuda de su choza no se atrevería a violar las costumbres de su grupo dejándose ver sin las pinturas adecuadas en su cara y cuerpo", metáfora para argumentar como el saber tiene un valor en sí, de carácter estético y moral, que no es un valor utilitario.

Este es el sentido del saber en el modelo liberal, pero que va a desaparecer en el modelo neoliberal. Es cuasi religioso porque el amor a Dios es desinteresado, en el catolicismo y en las religiones, en general. Es un saber esotérico, en el modelo liberal, pero exotérico en el modelo neoliberal.

Ese principio es el que Rüegg traslada al ethos de la universidad, el desinterés en cuanto el saber es interesado estaríamos hablando sí de educación superior pero no de universidad. Por ello la universidad ideal en el modelo liberal es la universidad elaborada a partir de una estética, mientras que, obviamente, la universidad neoliberal, se apoya más bien en una ética de la producción y por desviación de la productividad en sí misma, mensurable como la producción y productividad de una empresa. En una palabra, la universidad liberal es el concepto del ivory tower, cuyo fin es planteado por una institución concebida al amparo de los principios de una cadena de producción, la universidad neoliberal.

Dicho lo anterior, es menester afirmar que existen numerosos indicadores que permiten evaluar con objetividad el comportamiento no solo de un sistema de educación superior sino sus componentes en términos institucionales o bien a través del examen y análisis de sus actores, examinando algunos aspectos de la profesión académica. Técnicamente hablando, como destaca Walter Rüegg, la universidad es una institución en donde los miembros de la profesión académica se hallan en una posición intermedia entre los que son sus propios empleadores y los que son empleados comunes en el mercado laboral .28

Nada es más autónomo que el aula en donde labora el profesor, en donde él mismo es un "jefe", en términos del poder, no solo porque supuestamente tienen ese ingrediente que no tienen los alumnos: el saber; sino porque se halla en posición de poder, análogo al del sacerdote que en su momento imparte penitencia y mucho mas allá del médico, que suele estar bajo la posibilidad teórica de la segunda opinión, pero en todo caso más cerca del tipo de decisiones de cualquier árbitro en un deporte, que de hecho es infalible.

En el ethos académico venezolano existe una relación de poder entre el profesor y el alumno en donde el primero tienen todo el poder, excepto en las instituciones privadas en donde el poder se halla en manos del propietario, quien dicta las normas y las impone o las incumple, según su voluntad. En la academia venezolana el profesor no tiene que pasar por supervisión de su actividad, excepto a partir de las extrenalidades, en este caso la producción académica, que es incipiente en el país. No es evaluado en forma técnica por sus alumnos ni por sus pares. En este caso y en los términos de Herzberg desempeña un empleo pero no un trabajo y en todos los casos un empleo de baja exigencia, que puede permitir como de hecho lo permite que el profesor tenga más de un empleo e incluso tenga la flexibilidad para ausentarse de sus actividades en forma periódica, hasta el punto de que muchos profesores dictan clases en más de una institución o tienen otros empleos o tienen negocios y empresas, que manejan incluso desde la propia universidad o pueden dedicarse a tiempo completo a la actividad política fuera de la universidad o institución en donde laboran, aun cuando hoy en día se ha logrado convertir al campus académico en una arena política, pues los procedimientos de elección de autoridades académicas son análogos a aquellos del mundo político externo.29

La profesión académica en la sociedad venezolana es el mejor ejemplo de una clase ociosa, en el sentido que le daba Veblen a este término.30 El profesor tiene que dar un máximo de doce horas de aula y de resto es prácticamente dueño de su tiempo, porque se le cancelan sueldos y honorarios según su función, independientemente del desempeño de la misma. Es decir, la evaluación actual se hace, en el mejor de los casos, a través de las externalidaes pero no por medio de las internalidades, que se hallan libres de supervisión y control. En este sentido el empleo académico es tal que Rüegg puede calificarlo como un "appointed man of leisure". Con relación a la universidad alemana éste decía que "Even today the opinion is widespread that a professor has to teach only six classes a week, can take a three-month holiday and is paid for his position until he is 70 years of age and does not work but sits as his desk". Es de insistir en que el ocio no es nocivo per se y que, mas bien, tal como decía Aristóteles, el bios theoretikos es solo posible cuando existe ese ocio propio de la académica, una institución que, contraria a una empresa común, puede absorber el ocio, en función creativa, más que el hacer en sí mismo como expresión de quehacer. Probablemente en este mismo orden de ideas es que Marx, en su Ideología Alemana (1845) hablaba de una visión del futuro en donde el hombre estuviese libre de toda alienación y libre, ergo ocioso, pudiera dedicarse a tareas creativas e intelectuales.

En consecuencia, el intelectual es un hombre de ocio, contrario esta visión del neoliberalismo actual, que ve al hombre como un homo faber y no como un homo academicus y de hecho propone criterios de productividad, desempeño, rentabilidad y eficiencia, en una actividad en donde, probablemente, el ocio es un factor esencial y el riesgo en términos de la renta de la inversión es alto y a veces intangible. De hecho no existe ninguna otra profesión, en el mercado laboral, que tenga tanto tiempo libre y menos responsabilidades públicas que la profesión académica y esto ha provocado numerosos estudios criticando los abusos a que ello conduce.31

El ocio en el sentido de ocio disciplinado es "a situation of action without any direct purpose, leisure as time that does not have to be accounted for, is therefore an essential condition for the effectiveness of the university and the university teacher (and for this reason) he can do this best (teaching and doing research) if he keeps at a distance from the enviroment. Only then is he capable of critically observing social processes, of developing criteria, of intellectually mastering the unforseen or of developing, testing and transmitting methods for the orientation, regrouping or rearrangement of social processes where that is necessary".32

Esto nos lleva a comentar otro elemento del ethos de la academia venezolana, cual es que la actividad de los profesores no es solamente liviana en cuanto a la exigencia laboral y en consecuencia es un empleo, sino que es un empleo de por vida, puesto que llegada la edad de la jubilación, que acontece alrededor de los 50 años de edad, el profesor continúa percibiendo sus sueldos y salarios hasta su muerte y de hecho si le sobrevive el cónyuge o hijos menores de edad éstos reciben la pensión hasta que el cónyuge contraiga nuevas nupcias o los hijos lleguen a los 21 años de edad o hasta 25 años si están estudiando carreras universitarias. En todo caso la jubilación es al parecer un síntoma de ansiedad de los miembros de la academia y en este sentido es importante examinar los pro y los contra de un sistema de jubilación que permite que a los 50 años una persona se desincorpore de una institución y quede libre de desarrollar una segunda carrera, recibiendo ingresos idénticos a aquellos que permanecen activos y de por vida.

Mis estudios parecen señalar que los miembros del personal docente y de investigación tienen tres lapsos motivacionales, en el desempeño de su carrera. Diez años iniciales en donde se hace un esfuerzo relativamente alto para estabilizar el ingreso y acomodares a las áreas de preferencia; un según lapso de consolidación y un tercer lapso de retiro prematuro, caso en el cual los mencionados profesores están esperando el lapso de jubilación y cinco años en los cuales preparan su acceso a otro empleo. Esto es interesante, porque precisamente estos profesores abandonan su institución en el inicio probable de su madurez intelectual y entonces pasan a prestar servicios en otro sitio, en donde han de iniciar un proceso de adaptación que no siempre es lo mejor para la institución receptora. Más aun, obsérvese en el mundo académico venezolano lo que pudiéramos denominar la bijubilación, esto es, la persona que al borde de los 50 años de edad tiene una jubilación y puede esperar otra, antes de los 70 años.

Cabría una discusión acerca del hecho de cómo los profesores tienen una carga laboral liviana, pero, curiosamente, no se cultiva el ocio como una característica de los profesores, quienes deben estar o aparentar estar ocupados, aun cuando sea en forma falsa. De este modo los profesores suelen decir que aparte de sus horas de aula se dedican a la investigación, cuando la tasa de productividad es relativamente muy baja, a pesar de que disponen de tiempo suficiente para dedicarse al ocio creativo y creador. Podríamos hablar de la necesidad de un ocio disciplinado y la necesidad de abordar la profesión académica como una profesión intelectual, porque de otro modo se convierte en una actividad burocrática. Observamos, por ejemplo, que en mis estudios sobre la profesión académica la mayor parte de los profesores dicen estar "muy ocupados", no obstante que observaciones erráticas ponen de manifiesto que los profesores se ocupan casi exclusivamente de la actividad de aula.

En una universidad situada en Caracas, por ejemplo, se examinaron las fichas de lectura de los asistentes a la biblioteca principal de la misma y solamente el 4% de los profesores de la misma, unos mil profesores, habían hecho solicitudes en la biblioteca; esto es, la casi totalidad de los lectores eran los estudiantes, quienes requerían materiales de lectura asociados con sus actividades de aula, caso en el cual, probablemente, la calidad del trabajo de aula sea baja, porque, por otra parte, se examinaron 76 tesis de licenciatura en el área educación, en otra institución, y se halló que la bibliografía se repetía en forma reiterativa en todas estas tesis de grado, girando la misma en alrededor de once títulos, citados en todas las tesis, amén del hecho de que los tutores de las mismas eran prácticamente cinco profesores, todo lo cual señala el carácter burocrático del proceso de enseñanza-aprendizaje en algunas unidades de la educación superior venezolana, pero no existen datos para avalar esta hipótesis, mas allá de lo referido al azar.

El papel de la universidad es, entonces, el de un ocio disciplinado. Ninguna otra institución de la sociedad permite esta noción y por ello, por cierto, es que los principios de la gerencia de una empresa no pueden ser aplicados a una universidad y del mismo modo los principios del neoliberalismo fallan en capturar este sentido del ocio, ya que los principios de esta postura ideológica suponen una ocupación permanente, que tiende por fuerza de necesidad a hacerse burocrática y por ende poco creativa. Por ello este sentido del ocio disciplinado supone una alta capacidad de riesgo e incluso, desde el punto de vista de un empresario, una pérdida de tiempo y de dinero.

En el ethos de la educación superior venezolana, entonces, no pareciera caber el ocio disciplinado, sino lo contrario un ocio circunstancial que no es sino una evasión del trabajo, esto es, una masa laboral que al perecer se atiene exclusivamente a sus deberes de empleo, solamente. Teóricamente hablando concebir a la universidad como una institución del ocio disciplinado supone al menos aceptar que el factor de alto riesgo ya señalado se refiere a la incertidumbre del trabajo académico, porque de las dos funciones básicas de la universidad, transmitir saber de punta y concebir nuevo conocimiento, en ambos casos es menester una dosis elevada de incertidumbre. Más aun, la búsqueda de nuevo conocimiento supone la disminución de la incertidumbre, al tratar de encontrar soluciones a problemas que en el futuro conduzcan a la producción de bienes y servicios destinados al bienestar de la sociedad, no obstante el efecto perverso, en algunos casos, de bienes concebidos para un propósito que tienen un efecto dañino y distinto a la ideología del bienestar.

Los profesores son, entonces, la clase ociosa de Veblen, pero este concepto no es análogo a la noción vulgar del concepto de ocio, que es el de "cesación del trabajo, inacción o total omisión de la actividad", sino más bien, en otra acepción, entendido como "Obras de ingenio que uno forma en los ratos que le dejan libres sus principales ocupaciones". Naturalmente, lo que la universidad no es, es un sitio de ociosidad, que quiere decir "Vicio de no trabajar, perder el tiempo o gastarlo inútilmente", frase que alude al refrán de data bíblica, "La ociosidad es la madre de todos los vicios".

Cabe apuntar en esta oportunidad que la universidad venezolana es un espacio privado y público y el ocio disciplinado puede ocurrir solo en la universidad pública, porque la privada se rige por el principio del costo-beneficio y no hay nada más costoso que el ocio y, porque no decirlo, mucho más costoso es la ociosidad, caso en el cual la universidad debe propiciar el ocio disciplinado pero evitar la ociosidad, obviamente. Cabe, entonces, hablar de un tiempo académico que se debe abrir al tiempo de reflexión y por ello el académico, en el ámbito estudiantil y de los profesores, debe incluir ese tiempo que por razón obvia es distinto al tiempo que pudiéramos llamar tiempo social, para distinguirlo del tiempo académico. La sociedad, en todo tiempo y lugar, crea estas instituciones ociosas, que son las que por su propia naturaleza pueden dedicarse a tiempo de reflexión, lo cual no quiere decir al dolce far niente, que es el tiempo de la ociosidad.

El ocio tiene en la universidad, entonces, una función social, permitiendo que un grupo de personas se dediquen en forma completa, exclusiva, a la búsqueda y transmisión de saber, de aquello que es nuevo, de innovación y por ende a menudo contrario o rechazado por la sociedad. Es oportuno desde ya adelantar que la diferencia esencial y fundamental entre la universidad pública, autónoma, y la universidad privada, en la sociedad venezolana, es que la única que puede promover el ocio disciplinado, aun con todos los abusos que a veces llegan a tiempo ocioso y a actividades llenas de ociosidades, es la universidad autónoma, puesto que la universidad privada venezolana, a menudo sin proyecto académico sino con un proyecto comercial, de lucro, no puede subsidiar porque su interés es estrictamente comercial, no obstante aun así prestan un servicio a ciertos sectores de la demanda que por sus propias condiciones son excluidos de las universidades públicas.
Esto es, el tiempo académico en la universidad privada está sujeto al concepto de costo-beneficio, de lucro, como dije, porque incluso, de hecho, muchas de estas instituciones son de lucro sin fines, esto es, de lucro incesante, favorecidas entre otras cosas no solo por la demanda sino por el hecho de que son instituciones que no cancelan impuesto sobre la renta, precisamente porque aluden ser sin fines de lucro, cuando en verdad, efectivamente, se lucran en forma abierta y en muchos casos abusivas, sin responder para nada a las múltiples exigencias de una universidad, porque se reducen a producir profesionales, sin hacer ni investigación, ni extensión, ni servicio y ni siquiera forman parte del mundo académico venezolano, por todas las razones mencionadas.

Cabe retomar los planteamientos de Veblen en cuanto a su teoría de la clase ociosa, en la medida en que la sociedad especializa su división social del trabajo de modo tal que un grupo específico se dedica a las tareas de pensamiento y se apoya en esta concepción del ocio disciplinado. Naturalmente, Durkheim ha elaborado una teoría del trabajo en la sociedad industrial que precisamente plantea cómo la sociedad procede a esta especialización y división social del trabajo. Publicada en 1893, al mismo tiempo que F. W. Taylor publicaba su libro Principles of Scientific Management, ambos libros procuran proporcionar una racionalidad a los efectos de la sociedad industrial. Para Durkheim una inadecuada división social del trabajo conduciría a la anomie y, por ello, no solamente es sencilla aceptar esa división y especialización, sino que es menester coordinar las distintas actividades para evitar efectos negativos.33

Los académicos, entonces, son parte de este complejo proceso de división del trabajo, en donde unos hacen y otros piensan, para ponerlo en forma dicotómica.34 Comte, por cierto, había hablado de la necesidad de permitir "la redistribución del trabajo humano", que no debía llevar la situación a estados de anarquía y que las distintas ocupaciones debían obedecer grados elementales de supervisión, porque de otro modo las ocupaciones entrarían en "dispersión", caso que probablemente ha ocurrido en Venezuela con la profesión académica, a menudo excesivamente libre e indisciplinada, como fuerza laboral.

Taylor, por supuesto, en su análisis del trabajo industrial procuraba eliminar los momentos "vacíos" y la empresa debería impedirlos y ese supuesto es absolutamente indispensable de cumplir en la empresa-factoría contemporánea, pero no cabe en la universidad, excepto, por cierto, en el mecanismo que aplica la universidad privada venezolana, que típicamente cancela honorarios por hora de aula y que opera como una empresa-factoría-fábrica, sin "vacíos", porque estos aumentan evidentemente los costos de operación. Por ello se pudieran mencionar casos, en universidades del sector privado, en donde no solo se cancela el trabajo por hora-aula, sino que la supervisión de la asistencia del profesor es controlada por personal no académico, específicamente los mismos empleados de la empresa de seguridad que custodia las instalaciones de la mencionada universidad.35

Veblen plantea la noción de clase ociosa desde otro punto de vista, esto es, el ocio no disciplinado, no constructivo, ocio producto de manejo del tiempo como un bien propio de lo que Veblen llamaba la clase cuyo pecunio le permitía evadir el trabajo. Estamos hablando, por supuesto, de las dos obras clásicas de Veblen sobre el tema, Teoría de la clase ociosa (1899) y especialmente su libro crítico y agudo The Higher Learning in America (1918). La universidad y, por extensión, la educación superior no están diseñadas para ser instituciones burocráticas llenas de empleos, sino una institución devota y dedicada al trabajo académico e intelectual. Por ello, debe cultivar el ocio pero evadir lo ocioso, en el sentido de Veblen. Este distingue claramente entre el ocio como capacidad de creación autónoma e independiente, excepto del valor económico de la actividad, y lo ocioso, esto último caracterizado como:

...el caballero ocioso (...) no solo consume las cosas de la vida por encima del mínimo exigido para la subsistencia y la eficiencia física, sino que su consumo sufre también una especialización por lo que se refiere a la calidad de los bienes consumidos. Gasta sin limitaciones bienes de la mejor calidad en alimento, bebidas, narcóticos, habitación, servicios, ornamentos, atuendo, armas y equipo, diversiones, amuletos e ídolos y divinidades. En el proceso de mejora gradual que se produce en los artículos de consumo, el principio motivador y la finalidad próxima a la innovación es, sin duda, la mayor eficiencia de los productos mejores y más elaborados para la comodidad y el bienestar personales. Pero ese no es el único propósito de su consumo. Está presente aquí el canon de reputación y se apodera de las innovaciones que con arreglo al patrón por el establecido son aptas para sobrevivir. Dado que el consumo de esos bienes de mayor excelencia supone una muestra de riqueza, se hace honorífico; e inversamente, la imposibilidad de consumir en cantidad y cualidad debidas se convierte en signo de inferioridad y demérito.36


Este párrafo de Veblen nos refiere a la necesidad de distinguir entre el ocio y el ocioso, lo primero unido a la producción, lo segundo al consumo. La educación superior no escapa a los conceptos envueltos en esta interpretación. Vale decir, en muchos casos en la educación superior venezolana las instituciones han desarrollado alrededor de espacios de producción y de espacios de lo contrario, de lo ocioso, caso en el cual los promedios de producción disminuyen considerablemente. Esta argumentación nos indica y señala que probablemente la educación superior de Venezuela sea excesivamente ociosa y muy disminuida en el terreno del ocio disciplinado, entre otras cosas porque el modelo de educación superior neoliberal, que prevalece, aplica a la institución universidad conceptos derivados de la concepción de una empresa, en donde el tiempo y el rendimiento son elementos cuantificables y en donde no cabe ni lo ocioso ni el ocio mismo.

La empresa, como institución, tiene un objetivo esencial, el lucro, mientras que la universidad se dirige hacia la contemplación y el ocio y en donde la utilidad y productividad han sido ajenas a mediciones y controles. Veblen sugiere, entonces, que la educación superior es un producto del aparato productivo para liberar a un cierto número de personas de la obligación del trabajo productivo, caso en el cual la sociedad asume el riesgo de que unos produzcan y otros no, ecuación insostenible en el mundo empresarial. Naturalmente, según Veblen, ocio no significa ni indolencia ni quietud, sino la orientación del uso del tiempo en el propio tiempo necesario de reflexión y pensamiento que se traduce en la obra académica, intelectual y artística. Es decir, el trabajo académico no es trabajo productivo en tanto produzca bienes tangibles, sino que precisamente la educación superior genera bienes intangibles, como de hecho es la búsqueda del saber, a menudo una utopía y un acto profundamente inútil, comparado con los productos de la empresa. Pero, por otra parte, el ocio de la educación superior es un ocio ostensible, legitimado por la división social del trabajo.

La universidad es una ocupación permanente pero no continúa mientras que en una fábrica cualquiera, el trabajo se divide en lapsos de trabajo y descanso, tiempo de trabajo y tiempo libre y en verdad nadie criticaría a un ejecutivo o gerente de una empresa que se dedique al ocio como juego y distracción, pero un hombre/mujer académico se supone que está permanentemente en función de trabajo, caso en el cual no puede ver su actividad como un empleo.37

Sin embargo, cuando se examina a profundidad la masa laboral de la educación superior venezolana se puede decir que el personal de la misma es una masa de empleos no de trabajos. Una de las hipótesis que puede formularse, entonces, acerca de la profesión académica venezolana, cuando se juzga baja su productividad, es que no es una cuestión de orden individual sino organizacional lo que conlleva a esa supuesta baja productividad. Es decir, el clima organizacional no conduce al trabajo, sino al cumplimiento en forma flexible de un empleo. Cuando se observa que ese empleo tiene un bajo nivel de supervisión y que el rendimiento del mismo es en general de carga laboral liviana, podría argumentarse que el empleo académico venezolano es una actividad atractiva, porque con salarios y beneficios relativamente competitivos son empleos flexibles, con condiciones de trabajo que difícilmente se hallan en otras actividades del trabajo laboral venezolano.

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