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Vol. XXXII(4), No. 128, Octubre-Diciembre de 2003.
ISSN: 0185-2760

Octubre - Diciembre
.......................................... Contenido
Consejo Editorial
Estudios e Investigaciones
Académicos de la UABJO. Una Aproximación a su estudio.
Olga Montes García, Instituto de Investigaciones Sociales, UABJO
Correo-e:olgamontes_2000@yahoo.com
Oscar Cuéllar Saavedra, Departamento de Sociología, UAM-A.
Laura Gaytán Bohorquez, Instituto de Investigaciones Sociales, UABJO y
Adelaido García Andrés Asistente de investigación del proyecto
,"Niveles de profesionalización de los docentes de la UABJO"
Departamento de Sociología, UAM Azcapotzalco.
Resumen

En este trabajo se presentan algunos resultados de una encuesta aplicada a los profesores de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca, en el mes de junio del año 2002. El artículo constituye una primera aproximación a su estudio, y busca proporcionar una visión general sobre algunas características de los profesores universitarios: su edad, sexo y periodo de ingreso a la institución, la antigüedad en ella, el tiempo que dedican a la Universidad, los niveles de preparación que tienen, las instituciones y los lugares en que se han formado, distinguiendo en todos los casos por áreas de trabajo académico. En la parte final se resumen los hallazgos y se hacen algunos comentarios sobre su significado para la Universidad.

Palabras clave: Académicos, género, trabajo, condiciones.

Abstract
This article includes results of a survey applied to scholars of the Benito Juárez Autonomous University (Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, UABJO) in Oaxaca on June, 2002. This is a preliminary effort to obtain a general vision of some of the characteristics of university professors: age, gender and time of incorporation to the institution, seniority, time devoted to the University, schooling, institutions and places where they have studied, dividing by areas of academic activity at all times. The final portion is a summary of findings and comments on their meaning to the University.

Key words: Scholars, gender, work, conditions.

Introducción

Este artículo trata de los académicos de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO). Con base en los resultados de una encuesta aplicada en junio del año 2002, en esta primera aproximación buscamos proporcionar una visión general sobre algunas características de los profesores universitarios relacionadas con el desempeño de su papel. Pensamos que es importante su estudio, pues en ellos descansa la difícil tarea de educar y formar a los futuros profesionistas e investigadores del estado. Nuestra intención es dar a conocer este primer acercamiento a un público más amplio, con el propósito de contribuir a difundir el interés por sus actividades y por el marco en el que las realizan.

El trabajo se organiza de la siguiente manera: en la primera parte, hacemos algunas consideraciones generales sobre el campo de estudios y sobre los intereses y enfoques que han orientado algunos de los pocos trabajos que se han publicado en nuestro país sobre el tema. Aquí también damos noticia de los aspectos metodológicos de la encuesta. La segunda sección, presenta los resultados y se divide en los siguientes acápites: i) algunas características generales de los profesores (sexo, edad, periodo de ingreso y antigüedad en la UABJO); ii) formas de ingreso, tipo de contratación al incorporarse a la institución y situación actual en ella; iii) trabajo en la universidad y fuera de ella; y iv) niveles de formación académica y lugares en que la obtuvieron. En todos ellos incluimos una comparación por áreas de actividad académica. El artículo termina con una reflexiones finales, en que resumimos los resultados y hacemos algunos comentarios generales sobre su importancia y significado para la institución.
Antecedentes conceptuales
y aspectos metodológicos

Antecedentes y aspectos conceptuales

En nuestro país, en los últimos años el tema de los profesores y académicos universitarios ha cobrado importancia como objeto de estudio. Se trata de una preocupación que surge con cierto rezago en relación con los procesos de cambios que ha venido experimentando la educación superior desde principios de los años setenta del siglo pasado. A pesar de que a lo largo de esa década y de la siguiente se expandieron considerablemente tanto el número de instituciones de educación superior (IES) como la matrícula en ellas y los cuadros docentes especialmente en las universidades (Padua, 1989; Rodríguez, 1990; Cuéllar, 1995), el estudio de sus características, antecedentes sociales y educativos, de sus formas de trabajo ha ocupado un lugar menor no sólo en comparación con los grandes temas relacionados con el crecimiento y lo que se llamó la “masificación” de la educación superior, sino también en términos absolutos.
En particular, uno de los campos menos investigado ha sido el de los profesores de las universidades de los estados. Sin duda, se llevaron a cabo algunas investigaciones, pero pocas fueron publicadas, quedando muchas en la forma de reportes de investigación. Así, por ejemplo, para fines de los ochenta contamos con los trabajos sobre los profesores universitarios de las ciudades de León (Cortés, 1987), Puebla (Charles, 1988), Tijuana, Hermosillo, Guadalajara (Morales, 1987; 1988; 1989) y Torreón (Muñiz, 1987; 1988; 1991), realizados por investigadores del “Programa de capacitación e investigación para el desarrollo de políticas de población” de la Universidad Iberoamericana, que contó con el patrocinio del Fondo de Población de las Naciones Unidas. Por otro lado, e independientemente de los anteriores, para Guadalajara se publicó un trabajo sobre los profesores de Ciencias Sociales (Villa, 1990). Aunque las investigaciones primero mencionadas se interesaron sobre todo en los conocimientos que los maestros universitarios tenían de la problemática poblacional del país, también recogieron información sobre algunos aspectos más generales, relacionados con el origen y las características sociales, los estudios y el nivel formativo alcanzado, el tipo de contratación y la antigüedad que los profesores tenían trabajando en las universidades. En breve, esos trabajos dibujaban un panorama caracterizado por un amplio predominio de los profesores varones y una baja participación femenina (entre 18% y 27% a fines de los ochenta) y una proporción relativamente baja de personas con posgrado (entre 25% y 33%, básicamente de maestría, con escaso número de doctorados). Asimismo, entre dos tercios y cuatro quintas partes estaban contratados como profesores de asignatura (hora-clase). El promedio de edad de los maestros en las distintas ciudades fluctuaba entre 35 y 37 años y en todas prevalecían los jóvenes (entre dos terceras partes y cuatro quintas partes tenía 40 años o menos: Muñiz, 1988b). Otro rasgo interesante era que alrededor de la mitad de los profesores provenía de familias cuyos padres habían alcanzado primaria completa como máxima escolaridad. Estos datos permiten hacerse una idea de algunas características de los maestros universitarios en algunos estados en un momento en que, a nivel nacional, disminuía el impulso expansivo del crecimiento que había caracterizado al desarrollo de la educación superior desde comienzos de los años setenta (Padua, 1989).
Posteriormente, aparecieron nuevos estudios, en particular, la Universidad Autónoma de Puebla; sobre los profesores del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco (Gil Antón et al., 1992)y, por cierto, la Universidad Nacional Autónoma de México; más recientemente, se han publicado las investigaciones de Gil y otros (1994) y de Grediaga (2000), ahora desde perspectivas comparativas, que arrojan luz sobre algunos importantes aspectos de los profesores y las actividades académicas de varias universidades mexicanas. Si los primeros enfatizaron el origen social de los profesores universitarios y la forma en que habían ingresado al trabajo académico y su posterior desarrollo, los más recientes se han interesado en la formación de los científicos en nuestro país, sin que falten estudios sobre el mercado de trabajo académico o sobre los cambios en las políticas de la educación superior y sus efectos sobre el desarrollo académico en distintas instituciones (Álvarez Mendiola, 1999; Díaz Barriga y Pacheco, 1997; García Salord, 1999; Galaz Fontes, 1999; Collado Ibarra, 1999).
En estos trabajos podemos observar que existen básicamente dos formas de definir a los académicos universitarios. La primera, próxima al sentido común, los ve como todas aquellas personas que enseñan en la universidad (por ejemplo los trabajos realizados a fines de los ochenta y principios de los noventa). La segunda, en cambio, es más precisa y se centra en lo propio y específico del trabajo que se desempeña (o debiera desempeñarse) en el ámbito de la educación superior, destacando que los académicos “desarrollan su actividad para cumplir una función social y constituyen, por tanto, un rol específico dentro de la estructura ocupacional” (Grediaga, 2000: 122). Esto enfatiza el significado del capital cultural, es decir, del conjunto de saberes y habilidades que los habilitan para desempeñar su función, a la vez que presta atención a la creación de un particular ethos profesional. A este respecto, Grediaga (2000: 161), apoyándose en Halsey y Trow y en Shils, aclara que la ocupación académica “además de producir, transmitir y certificar la adquisición de conocimientos, tiene la capacidad de: 1) regular los procedimientos de incorporación a la profesión y al mercado académico; 2) mediar, a través de su función docente, la adquisición de conocimientos y habilidades necesarias para formar parte de las otras profesiones modernas; 3) evaluar los productos y servicios que genera y 4) construir un sistema de valores, normas y significados que orientan su acción, que podríamos pensar llegan a constituir un ethos particular”.
Los académicos -o, más generalmente, los profesores universitarios- trabajan en instituciones con formas particulares de organización, que incluyen tipos de contratación diferenciados y un sistema de jerarquías vinculadas con los niveles de formación alcanzados, que tienen incidencia sobre el desempeño (Ibarra Collado, 1999). No todos tienen dedicación exclusiva o preferente a la universidad y de hecho, muchos mantienen otras ocupaciones o trabajos fuera de ella. Si bien los maestros son parte de un contexto social más amplio, su posición -como bien lo documentan algunas investigaciones (Gil et al., 1994; Grediaga, 2000)-, se ve influida por la participación en la organización en que prestan sus servicios y en las formas de asociación que surgen de ella o en relación con ella (cuerpos colegiados de distinto tipo, sindicatos, etc.), lo que también debería considerarse en las investigaciones futuras.
Para este trabajo, hemos tratado de tomar en cuenta algunos de los aspectos mencionados antes; sin embargo, especialmente por tratarse de una primera aproximación al estudio del tema en la UABJO, aquí hemos optado por una delimitación del académico menos restrictiva que, antes que poner el acento en lo específico del rol social que define a esta clase de actores, intenta primero describir de manera general su papel como docentes universitarios.

Aspectos metodológicos

De acuerdo con los datos registrados en los Archivos de la Secretaría de Planeación y de la Secretaría Académica de la UABJO para 1999, en ella trabajaban 1,274 profesores, de los cuales 979, es decir 76.8%, eran de asignatura. Por otro lado, 1,072 (84.2%) eran varones (Montes, 2002). Estos profesores trabajaban en facultades, escuelas e institutos, que son las formas en que se encuentran organizadas las distintas dependencias académicas de la institución, más generalmente llamadas Dependencias de Educación Superior (DES).
Para la determinación de la muestra, se estimó primero un tamaño muestral con un nivel de confianza de 95%, es decir, de 305 personas a entrevistar. Disponiendo de las listas de docentes e investigadores adscritos a cada DES, se consideró a éstas como conglomerados y se definieron cuotas de personas que serían entrevistadas siguiendo un criterio de proporcionalidad estricta, de suerte que la composición de la muestra refleja la composición relativa del profesorado según su adscripción institucional. Para la determinación de las características de los profesores a entrevistar, se tomó en cuenta la distribución por sexo y el tipo de contratación. Los datos de la encuesta arrojan porcentajes de hombres y mujeres casi idénticos a la distribución total ( 84.2% de varones en la población total y 83.9% en la muestra) a la vez que un cierto sesgo en favor de los profesores contratados por tiempo completo (67.2% de profesores de asignatura en la muestra frente a 76.8% en la población total). Esto significa que hay una ligera sobrerepresentación de los profesores de tiempo completo, lo que debe tomarse en cuenta al momento de intepretar los resultados. Sin embargo, hay que notar que en los últimos años ha habido contrataciones en un contexto de política institucional que exige niveles formativos mayores que antaño y que, además, en 4.5% de los casos no se identificó el tipo de contratación, por lo que probablemente el sesgo es menor de lo que parece.
El cuestionario comprende las siguientes partes: 1) Características generales del informante (sexo, edad, instituciones en donde realizó sus estudios, el grado máximo alcanzado y su situación laboral en la UABJO); 2) Información acerca de las actividades laborales que realiza y su dedicación a la universidad; 3) Docencia e Investigación: forma en que el profesor realiza su trabajo docente, trabajos de investigación que ha hecho y los resultados de éstos; 4) Organización y apoyos institucionales: participación en el sindicato, en los órganos colegiados, en los programas de estímulo existentes (PROMEP, SNI, PEDD); 5) Situación socioeconómica, incluyendo orígenes sociales de los profesores, nivel educativo de sus padres y de su cónyuge, en caso de ser casados, e importancia del salario de la Universidad en el mantenimiento de su hogar; 6) Evaluación y alternativas de la actividad docente, en que se incluyen preguntas abiertas sobre las opiniones de los docentes acerca de los problemas más importantes de la universidad.
Para la aplicación del cuestionario, se preparó a un grupo de estudiantes de la Escuela de Economía y se llevó a cabo una “prueba piloto” con el fin de detectar y corregir errores. Por motivos económicos, sólo se tomaron en cuenta DES ubicadas en la ciudad de Oaxaca, excluyéndose algunas escuelas y pequeños centros de las ciudades de Huajuapan de León (preparatoria y enfermería) y de Tehuantepec (Centro de Idiomas). En la aplicación del cuestionario se contó con buena disposición de parte de los directores y de los docentes. Una vez levantada la encuesta, se procedió a ordenar y a procesar la información usando el paquete estadístico para las ciencias sociales, SPSS.

Los profesores de la UABJO

Como ha sucedido en otras instituciones de educación superior del país, la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca ha experimentado importantes transformaciones en el tamaño de la matrícula, en el número de carreras ofrecidas y en el número y características de sus profesores. Si bien a nivel nacional estos procesos adquieren relieve ya desde principios de los setenta, en muchos estados el impulso al crecimiento y a la modernización son posteriores. En la UABJO, en la década de los ochenta la planta docente se incrementó; en ocasiones los nuevos profesores carecían de títulos y las contrataciones se realizaban al margen de lo establecido en las diferentes reglamentaciones universitarias. A partir de 1990, cuando la Secretaría de Educación Pública comienza a exigir niveles académicos más altos para los docentes universitarios, en la UABJO se comienza a exigir títulos para ingresar a trabajar. Por otra parte, surgen programas de posgrado destinados a mejorar la formación de sus profesores. En términos formales se puede decir que con estas medidas el nivel académico de los docentes de la institución se ha elevado. Sin embargo hasta la fecha no ha habido un estudio serio sobre los profesores de esta universidad que permita conocer el nivel académico real de la planta docente y de investigadores, y tampoco se conocen las características más generales de este sector. A continuación exponemos los primeros resultados de la investigación que realizamos.

Algunas características de los profesores

En el Cuadro 1 se resume la información sobre el sexo, la edad y el periodo de ingreso y la antigüedad de los profesores entrevistados. A mediados del año 2002, la composición por sexo de los profesores de la UABJO mostraba un fuerte predominio de los hombres (83.9%), con sólo 16.1% de mujeres. Como ya dijimos, esta información concuerda con los datos de 1999, relativos al sector académico de esta institución, que entonces tenía 84.2% de profesores y 15.8% de profesoras (Montes, 2002).
Nótese que la presencia femenina resulta incluso inferior a la detectada por los estudios realizados en la segunda mitad de los ochenta en seis ciudades del país, mencionados antes (cf. Muñiz, 1988b y 1991). Respecto a la edad, la media era de 44.9 años y la mediana de 45, con una desviación standard de 8.83. Los jóvenes -entre 24 y 35 años- representaban solamente un 16.8% de la muestra y los algo mayores -entre 36 y 40 años- otro 17%. Poco más del 40% de los profesores tenían entre 41 y 50 años y los de 51 o más años constituían una cuarta parte del total. Otra vez, cabe señalar la diferente distribución de edades en los estudios mencionados de fines de los ochenta, que reportaban un amplio predominio de los profesores menores de 40 años como resultado de la expansión de la educación superior.

Cuadro 1
Algunas características de los profesores de la UABJO
Sexo
Masculino 256 83.9
Femenino 49 16.1
Total 305 100.0
Edad
Entre 24 y 35 años 50 16.4
Entre 36 y 40 años 52 17.0
Entre 41 y 45 años 51 16.7
Entre 46 y 50 años 76 24.5
Entre 51 y 55 años 44 14.4
56 o más años 32 10.5
Total 305 100.0
Período de ingreso a la UABJO
Entre 1954 y 1980 59 19.3
Entre 1981 y 1985 48 15.7
Entre 1986 y 1990 48 15.7
Entre 1991 y 1995 55 18.0
Entre 1996 y 2002 83 27.2
Sin datos 12 3.9
Total 305 100.0
Antigüedad en la UABJO
Entre 1 y 5 años 49 16.1%
Entre 6 y 10 años 65 21.3%
Entre 11 y 15 años 65 21.3%
Entre 16 y 20 años 37
12.1%
Entre 21 y 25 años 50 16.4%
26 y más años 27 8.9%
Sin información 12 3.9%
Total 305 100.0%

Fuente: Este cuadro y los que siguen se elaboraron con base en los resultados obtenidos en la "Encuesta sobre Niveles de Profesionalización del Personal Académico de la UABJO". Base de datos IISUABJO, 2002.

Los profesores entrevistados se incorporaron a la universidad desde el año 1954 y hasta el 2002. Poco menos de la mitad de ellos ingresó entre 1991 y 2002. El mayor porcentaje corresponde a los que se incorporaron entre 1996 y 2002 (27.2%), seguidos por los que lo hicieron entre 1991 y 1995 (18%). Si estos datos se expresan en términos de la antigüedad de los maestros, resulta que al momento en que se aplicó la encuesta 16.1% tenían entre uno y cinco años en la UABJO y otro 17%, entre seis y diez años. Una tercera parte llevaba entre 11 y 20 años y el resto, (29.1%), 21 o más años en la institución. Los valores de la media y la mediana para toda la distribución son de 14.07 y de 13 años, respectivamente, con una desviación estandard de 8.25 años.
En síntesis, se trata de un sector académico predominantemente masculino, con pocos jóvenes y amplio predominio de los de edad “media” (entre 41 y 50 años). Casi la mitad de los profesores ingresó entre 1991 y 2002; y el promedio de antigüedad en la universidad era de 14 años. Estos datos reflejan algunos aspectos de los procesos de cambio habidos en los últimos 15 años que si bien en lo general mantienen semejanza con los experimentados por el conjunto de las IES el país, muestran algunas diferencias, en particular, en lo que toca a la participación femenina y al periodo en que se da la mayor parte de las incorporaciones. Tanto éste como la antigüedad de los profesores pueden ser considerados como indicadores de algunos aspectos de la dinámica del crecimiento de la educación superior. Vistos desde esta perspectiva, ellos sugieren que el incremento de los cuadros docentes en la UABJO toma impulso y madura justo cuando en el conjunto del país se aprecia el inicio de la disminución en el ritmo de crecimiento de aquella. Por otro lado, la composición de género de los maestros de la universidad se aleja bastante de las universidades de los estados de mayor población y nivel de desarrollo, y se parece más a la que caracterizaba al mercado académico del sistema de educación superior del conjunto del país en las fases iniciales de su expansión (1960-1970), que a las etapas en que este había iniciado su estabilización.

Áreas de trabajo académico

A continuación veremos las mismas características de los profesores, comparando por áreas de trabajo académico. Agrupamos la información siguiendo los criterios de clasificación empleados por la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), y agregamos una entrada especial para las Preparatorias y Bachilleratos dependientes de la Universidad (nivel preuniversitario)1.

Cuadro 2
UABJO: Características de los profesores por áreas de trabajo académico (porcentajes)

Características de los profesores por áreas de trabajo académico (porcentajes)
Características de los profesores Áreas de trabajo académico
Ingeniería y Tecnología Cs. Nat. y Exact. Cs. de la Salud Sociales y Admin. Educ. y Human. Bachillerratos
Frecuencia
58 8 55 92 33 59
Porcentaje 19% 2.6% 18% 30.2% 10.8% 19.3%
Sexo
 
Masculino 98.3 75.0 74.5 89.1 57.6 86.4
Femenino 1.7 25.0 25.5 10.9 42.4 16.1
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0
Edad  
24 a 40 años 19.0 37.5 14.5 42.4 48.5 42.4
41 a 50 años

51.7 37.5 34.5 39.1 45.5 40.7
51 y más años 29.3 25.0 50.9 18.5 6.1 16.9
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0
Período de ingreso  
Hasta 1985 46.5 37.5 52.7 25.0 22.2 30.5
1986-1990 13.8 25.0 16.4 15.2 6.1  
1991-1995 13.8 12.5 10.9 23.9 21.2 22.0
1996-2002 24.1 25.0 10.9 32.6 45.5 18.6
Sin información 1.7 9.1 3.3 6.1 27.1 1.7
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0
Antigüedad  
Entre 1 y 10 años 32.8 25.0 14.5 47.8 57.6 37.3
Entre 11 y 20 años 34.5 50.0 32.7 32.6 24.2 37.3
21 años o más 31.0 25.0 43.6 16.3 12.1 23.7
Sin información 1.7   9.1 3.3 6.1 1.7
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

En el Cuadro 2 se presenta primero la información sobre la distribución de los entrevistados por áreas de trabajo académico (primera fila) y luego, la que corresponde a la composición por sexo, edad y periodo de ingreso a la universidad para cada área.
Veamos primero la distribución por área de trabajo académico. Poco menos de la tercera parte (30.2%) de los profesores se ubicaba en Ciencias Sociales y Administrativas, mientras que los Bachilleratos, las Ingenierías y Tecnologías y las Ciencias de la Salud tenía poco menos del 20% cada uno (19.3%, 19% y 18% respectivamente). Educación y Humanidades tenía 10.8%, y Ciencias Naturales y Exactas conformaban sólo el 3% de los maestros (Cuadro 2, primera fila).
La participación femenina varía fuertemente según las áreas académicas. Las mujeres eran más del 40% de los profesores en Educación y Humanidades, para descender a una cuarta parte en Ciencias de la Salud y Ciencias Naturales y Exactas. Seguían los Bachilleratos, con 16.1% de los entrevistados (igual que el porcentaje total de mujeres en la muestra), pero en Ingenierías y Tecnologías casi no había profesoras (1.7%). Llama la atención que en Ciencias Sociales -que en el resto de las universidades del país suele ser uno de los campos con mayor participación femenina- esta apenas alcanzaba el 11%. En Ciencias de la Salud la presencia de profesoras también es baja en comparación con los datos nacionales.
El Cuadro 2 también proporciona datos sobre los grupos de edades, los periodos de ingreso y la antigüedad de los profesores. A fin de presentar una imagen resumida y posiblemente más clara de la información, en este cuadro recodificamos las edades y la antigüedad.
Educación y Humanidades tenía el mayor porcentaje de jóvenes -casi la mitad de los profesores en el rango de 24 a 40 años de edad-, seguida por Ciencias Sociales y Administrativas y los Bachilleratos (42.4% en dicho rango en ambos casos). Ciencias Exactas y Naturales tenía 37.5% de profesores de hasta 40 años. En Ciencias de la Salud encontramos, en cambio, más profesores con edad avanzada y el menor porcentaje de jóvenes. En Ingenierías y Tecnologías predominaban los maestros que tenían entre 41 y 50 años y menos de la quinta parte se ubicaba en la categoría de menor edad.
En relación ahora con el periodo de ingreso a la UABJO, 55% de los docentes de Ciencias de la Salud y 46% de los de Ingenierías y Tecnologías ingresaron antes de 1985. En tercer lugar están las Ciencias Naturales y Exactas, con 37.5%, con la aclaración de que en esta área no hay profesores incorporados antes de 1981. En las demás áreas, los profesores de más antigua incorporación representan una parte menor: en los Bachilleratos eran 30.5%, para descender a 25% en Ciencias Sociales y Administrativas y a 21% en Educación y Humanidades. Congruentemente, estas áreas son también las que tienen mayor proporción de ingresos recientes (1996-2002): 45.5% en Educación y Humanidades, 32.6% en Ciencias Sociales y Administrativas y 27.6% en los Bachilleratos.
Los datos sobre la antigüedad de los docentes confirman lo anterior. En la categoría de menor antigüedad (entre uno y diez años) cae casi el 60% de los encuestados de Educación y Humanidades, casi la mitad de los de Ciencias Sociales y Administrativas, casi 40% de los de los Bachilleratos y casi una tercera parte de los de Ingenierías y Tecnologías. Por el contrario, sólo 15% de los profesores de Ciencias de la Salud tiene poca antigüedad. El área de Ciencias Naturales y Exactas aparece como excepción, con la mitad de los profesores en la categoría intermedia (de 11 a 20 años) y proporciones iguales con baja y alta antigüedad (25% en cada grupo).
En resumen, de la información presentada hasta aquí surge la imagen de una clara diferencia en las características de los docentes de las distintas áreas: 1) en un extremo se encuentra Ciencias de la Salud, en que predominan los profesores de mayor edad y de más antigüedad, con relativamente pocas mujeres, seguida por Ingenierías y Tecnologías, que básicamente se distingue de la anterior en la práctica ausencia de mujeres. 2) En el otro extremo, Educación y Humanidades tiene casi la mitad de sus profesores en el grupo de menor edad, casi 60% en el de poca antigüedad, y la mayor participación femenina. Cercana a ella se encuentra Ciencias Sociales y Administrativas, con más de 40% de profesores jóvenes y casi la mitad de poca antigüedad, pero sólo 11% de mujeres. Los Bachilleratos tienen características que los aproximan a Ciencias Sociales y Administrativas (muchos jóvenes, un porcentaje relativamente alto de escasa antigüedad y pocas mujeres). Por último 3) Ciencias Exactas y Naturales ocupan una situación intermedia: poco menos de 40% de profesores jóvenes, y 25% de escasa antigüedad, con igual porcentaje de mujeres
.

Incorporación y situación actual en la UABJO

Conocemos ya el sexo, la edad y la antigüedad de los profesores de la UABJO. Ahora presentaremos los datos acerca de la forma en que han ingresado a esta institución y su situación actual en ella. El Cuadro 3 proporciona la información general.

Cuadro 3
Ingreso y situación actual de los profesores de la UABJO
Ingreso y situación actual Frecuencias Porcentajes
Forma de ingreso a la UABJO  
Concurso de oposición
55
18.2
Propuesta del Director
214
70.1
Por el Sindicato
10
3.1
Otro
20
6.5
Sin información
6
1.9
Total
305
100.0

Tipo de contratación al ingresar

Profesor hora clase

273
89.5
Profesor tiempo completo
23
7.5
Empleado administrativo
2
0.7
Sin información
7
2.3
Total
305
100.0
Tipo de contratación actual
Tiempo completo
86
28.2
Prof. de asignatura
205
67.2
Sin información
14
4.5
Total
305
100.0
Cambios en el tipo de contratación
Total Sí cambió
77
25.2%
No cambió
221
72.5%
Sin datos
7
2.3%
Total
305
100.0


La gran mayoría de los entrevistados (70%) afirmó que su ingreso se debió a la propuesta del director de la escuela, facultad o instituto en que inició su labor docente. Otro 18% lo hizo por concurso de oposición y 10 profesores (3.3%) fueron propuestos por el Sindicato de Trabajadores Académicos de la UABJO (STAUO). El porcentaje restante corresponde a aquellos profesores que no contestaron o no dieron información precisa sobre la manera en que se incorporaron a la universidad. Por otra parte, nueve de cada diez entrevistados fueron contratados como profesores de asignatura y únicamente 7.5% como profesores de tiempo completo. Otros dos docentes (0.7%) ingresaron a la UABJO como trabajadores administrativos, para después incorporarse como maestros.
La situación al momento del levantamiento de la encuesta era diferente. Los profesores contratados por tiempo completo aumentaron considerablemente (a 28.5), disminuyendo los de asignatura. De acuerdo con la última fila del Cuadro 3, una cuarta parte de los entrevistados cambió su tiempo de dedicación, mientras que poco más de 70% siguió con el mismo tipo de contratación inicial (en los demás casos, 2.3%, no se tuvo información). Debemos agregar que al distinguir por el tipo de contratación inicial, resultan diferencias en la dirección de los cambios: 25% (68 casos) de los profesores inicialmente contratados por hora clase pasaron a ser de tiempo completo, mientras que siete (o 30%) de los que tenían este último tipo de dedicación cambiaron a profesores de asignatura (datos no presentados en el cuadro).
Antes de continuar, vale la pena preguntarse por la importancia que han tenido las distintas vías de ingreso a la UABJO a lo largo del tiempo (Cuadro 4).
Ahora distinguiremos por áreas de trabajo académico (Cuadro 5). Si bien la principal forma de ingreso a la UABJO es la propuesta del director, en Ciencias Naturales y Exactas el concurso de oposición ocupa el primer lugar: 50%, frente a 37.5% de la propuesta del director y 12.5% de “otra forma”. En las demás áreas domina la propuesta del director seguida del concurso de oposición, aunque hay variaciones en el peso relativo de éste. En Ciencias Sociales y Administrativas y en Ciencias de la Salud el concurso de oposición asciende a alrededor de 20%, con poco más de 67% para la propuesta del director. En las Ingenierías, en los Bachilleratos y en Educación y Humanidades la propuesta del director representa entre el 70% y algo más del 77%, mientras que el concurso de oposición fluctúa entre 10% y 15%.

Cuadro 4
Profesores de la UABJO: forma de ingreso por periodo de ingreso (porcentajes)
Periodo en que ingresó
Forma de ingreso a la UABJO
Oposición Director Sindicato Otro Total
Hasta 1980

16.9% 67.8% 1.7% 13.6% 100.0%

1981 a 1985
27.1% 54.2% 10.4% 8.3%* 100.0%
1986 a 1990 22.9% 72.9% 4.2%   100.0%
1991 a 1995
20.0% 65.5% 1.8% 12.7% 100.0%
1996 y más 7.2% 84.3% 1.2% 7.2% 100.0%
Sin datos 33.3% 58.3%   8.3% 100.0%
Total 18.0% 70.2% 3.3% 8.5% 100.0%


La propuesta del sindicato tiene mayor peso en el nivel preuniversitario (8.5%), pero es inexistente en Ingenierías y Ciencias Exactas y Naturales. En las demás áreas su importancia es mínima. “Otras formas” de ingreso (no especificadas) existen en todas las áreas, en particular en Educación y Humanidades, en que está muy cerca del concurso de oposición. En el resto (Ciencias Naturales y Exactas, Ciencias de la Salud e Ingenierías y Tecnologías), fluctúan entre 12.5% y 8.6%.

Cuadro 5
UABJO: ingreso a la universidad y situación actual en ella, por área de trabajo académico de los profesores (porcentajes)


Características de los profesores Áreas de trabajo académico
Ingeniería y Tecnología Cs. Nat. y Exact. Cs. de la Salud Sociales y Admin. Educ. y Human. Bachille ratos
Forma de ingreso  
Concurso de oposición 10.3 50.0 20.0 22.8 15.2 13.6
Propuesta del Director 77.6 37.5 67.3 67.4 69.7 74.6
Por el Sindicato     1.8 3.3 3.0 8.5
Otro 8.6 12.5 10.9 2.2 12.1 3.4
Sin información 3.4     4.4    
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0
Tipo de contratación
al ingresar
 
Profesor hora clase 94.8 87.5 87.3 82.6 93.9 94.9
Tiempo completo 1.7 12.5 9.1 12.0 6.1 5.1
Empl. Administrativo     3.6      
Sin información 3.4     5.4    
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0
Tipo de contratación
actual
 
Prof. hora clase 69.0 62.5 47.3 72.8 78.8 84.7
Tiempo completo 27.6 37.5 52.7 25.0 21.2 15.3
Sin información 34         1.3
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0
Cambios en el tipo
de contratación
 
No cambió 70.7 75.0 50.9 75.0 84.8 83.1
Sí cambió 25.9 25.0 49.1 19.6 15.2 16.9
Sin datos 3.4 5.4     3.4 5.4    
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

Con respecto al tipo de contratación inicial, cuya figura dominante es la del profesor de asignatura, ella representa casi la totalidad de las contrataciones en los Bachilleratos, en las Ingenierías y en Educación y Humanidades (entre 94% y 95%. Es decir que estas áreas casi no tenían tiempos completos. En las demás áreas (Ciencias Naturales y Exactas, Ciencias Sociales y Administrativas y Ciencias de la Salud), las contrataciones iniciales por tiempo completo rondan o superan levemente el 10%.
La situación al momento de la encuesta mostraba incrementos generalizados en los tiempos completos, aunque con distinto grado de intensidad. Ciencias de la Salud tenía más del 50% de sus profesores con este tipo de contratación, seguida por Ciencias Naturales y Exactas, con 37.5%. Las Ingenierías y Tecnologías y Ciencias Sociales y Administrativas tenían una cuarta parte o poco más (27.6% y 25%, respectivamente). Educación y Humanidades alcanzaba 21%, mientras que los Bachilleratos apenas superaban el 15% de tiempos completos.
La última fila del cuadro muestra que las áreas que en 2002 contaban con mayor porcentaje de tiempos completos eran también aquellas en que había tenido mayor incidencia el cambio en el estatus contractual de los profesores: casi la mitad de los profesores de Ciencias de la Salud y alrededor de una cuarta parte de los de Ingenierías y Tecnologías y de Ciencias Naturales y Exactas habían cambiado su tipo de dedicación. Otra vez, los Bachilleratos mostraban un bajo porcentaje de cambios (16.9%), menor que el de Ciencias Sociales y Administrativas (alrededor de 20%), pero levemente superior al de Educación y Humanidades, que apenas tenía poco más de 15%.
Conviene señalar también algo acerca de la dirección de los cambios. En breve2
1) En Ciencias Naturales y Exactas, Ingenierías y Tecnologías y Educación y Humanidades, sólo encontramos cambios de profesor de asignatura a tiempo completo. Es importante tener presente que, fuera de los Bachilleratos, estas áreas son las que tenían menores porcentajes de profesores inicialmente contratados por tiempo completo (12.5%, 1.7% y 6.1%, respectivamente).
2) En las demás áreas hay cambios en ambos sentidos, aunque con distinto peso. En efecto, en Ciencias de la Salud predominan los cambios de asignatura a tiempos completos. La mitad de los profesores inicialmente contratados por asignatura cambiaron a tiempo completo, mientras que una quinta parte de los que ingresaron con este tipo de contratación pasaron a ser profesores por hora clase. En esta área se ubica también el caso de los dos maestros que se incorporaron a la universidad como empleados administrativos para luego pasar a ser, uno, profesor de asignatura y otro, de tiempo completo. En Ciencias Sociales y Administrativas y en los Bachilleratos predominan los cambios de tiempo completo a asignatura, con diferencias de niveles. En efecto, en la primera, 18.4% de los maestros inicialmente contratados por hora clase pasaron a ser de tiempo completo, mientras que 36.4% de los contratados en esta última situación, cambiaron a asignatura. En los Bachilleratos los respectivos porcentajes son de 14.3% y de 66.7%. Recordemos que en éstos casi 95% de los profesores fueron inicialmente contratados por hora clase, mientras que en Ciencias Sociales y Administrativas este tipo de contratación representaba el menor porcentaje de todas las áreas (82.6%).
De la exposición precedente, se va perfilando una cierta línea de cambios que parece orientada a fortalecer el nivel académico y el desempeño docente de las distintas áreas, en este caso mediante aumentos en el número de tiempos completos3. Estos se incrementan en todas las áreas, pero son especialmente visibles en Ciencias de la Salud, Ingenierías y Tecnologías y Ciencias Naturales y Exactas, afectando poco a las demás. El sector menos atendido es el preuniversitario, al punto que puede incluso hablarse de un notorio rezago en comparación con las demás áreas.


Trabajo en la UABJO y fuera de ella

En esta sección presentaremos y analizaremos la información acerca de la participación laboral de los maestros, distinguiendo entre el trabajo que se realiza en la universidad y el que se lleva a cabo fuera de ella (Cuadro 6).
Cuadro 6
Características de los profesores y trabajo en la UABJO y fuera de ella (porcentajes)

Características
de los profesores
¿Trabaja en otra parte?
Si No Total
Sexo:
Masculino 78.9% 21.1% 100% (n=256)
Femenino
53.1% 46.9% 100% (n=049)
Total 74.8% 25.2% 100% (n=305)
Situación laboral en la UABJO
Profesor de asignatura
83.6% 16.4% 100% (n=214)
Tiempo completo
56.3 43.7% 100% (n=087)
Sin información
  100% 100% (n=004)
Total 74.8% 25.2% 100% (n=305)
Área de trabajo académico
Ingenierías y Tecnologías
69.0% 31.0 100% (n=058)
Cs. Naturales y Exactas
25.0% 75.0% 100% (n=008)
Cs. de la Salud 92.7% 7.3% 100% (n=055)
Cs. Sociales y Administr. 76.1%
23.9% 100% (n=092)
Educación y Humanidades
63.6% 36.4% 100% (n=033)
Bachillerato 74.6% 25.4% 100% (n=059)
Total 74.8% 25.2% 100% (n=305)

Lo primero que destaca es que casi tres cuartas partes de los profesores trabajaban fuera de la universidad. Al distinguir por sexo, resulta que los hombres lo hacían más que las mujeres: casi 80% y 53%, respectivamente. Por otra parte, como era de esperarse, los profesores de asignatura trabajaban fuera en mucho mayor proporción que los profesores de tiempo completo: 83.6% y 56.3%, respectivamente (27.3 puntos porcentuales de diferencia). Los maestros de los que se desconoce el tipo de contratación sólo trabajaban en la universidad.
Al comparar por áreas de trabajo académico surgen fuertes diferencias. Ciencias de la Salud tiene la mayor proporción de profesores que declararon desempeñar otro trabajo, (92.7%), normalmente en hospitales, que son los centros donde se desarrolla parte importante de la enseñanza en Medicina y Enfermería. Debemos recordar que esta es también el área en que ha habido el mayor incremento en el número relativo de tiempos completos y que al momento de la encuesta tenía más de la mitad de sus profesores con este tipo de contratación.
Ciencias Sociales y Administrativas y los Bachilleratos tienen porcentajes cercanos a la media de toda la muestra: 76.1% y 74.6% de profesores que tenían otro trabajo. Siguen las Ingenierías y Tecnologías, con 69%, y Educación y Humanidades, con casi 64%. El área de Ciencias Naturales y Exactas constituye una clara excepción, con la mayoría de sus maestros dedicados solamente a la universidad y sólo una cuarta parte que desempeñaba otro trabajo.


Niveles de formación académica de los profesores

Otro indicador para conocer al personal académico de la universidad es el grado académico alcanzado por los profesores. En los últimos años en todo el país se ha dado un cambio respecto al grado académico predominante entre los profesores. Debido a las exigencias de la Secretaría de Educación Pública y, sobre todo, a que los programas de estímulo al desempeño docente otorgan más puntos de acuerdo con el grado que tenga cada maestro, ha disminuido el número de quienes únicamente cuentan con la licenciatura y se ha incrementado el de aquellos que ya poseen el grado de maestría. ¿Cuál es la situación en la UABJO? En el Cuadro 7 presentamos los datos.

Cuadro 7 Niveles de formación de los profesores de la UABJO
Niveles de formación Frecuencias Porcentajes
No estudiaron
6
2.0%
Sólo licenciatura
111
36.4%
Licenciatura y Maestría
176
57.7%
Licenciatura, Maestría y Doctorado
12
3.9%
Total
305
100.0%


Salvo unos pocos profesores de la Escuela de Bellas Artes, todos tienen estudios de licenciatura y casi 58% tiene maestría. Sólo 36.4% estudió nada más licenciatura. En comparación con la situación de las universidades de algunas ciudades a fines de los ochenta del siglo pasado, la UABJO parece haber hecho avances radicales. Sin embargo, todavía muy pocos profesores tienen doctorado (12 profesores o 4%).

Áreas de trabajo académico Licenciatura: estudió la licenciatura en:
Oax., UABJO Oax., otra IES Otro Lugar Total
74.1 10.3 15.5 100 (n=58)
Ingenierías y Tecnologías 74.1 10.3 15.5 100 (n=58)
Cs. Naturales y Exactas 50.0   50.0 100 (n=08)
Cs. de la Salud 74.5   25.5 100 (n=55)
Cs. Sociales y Administra. 87.0 3.3 9.8 100 (n=55)
Educación y Humanidades 55.6 7.4 37.0 100 (n=27)
Bachillerato 79.7 13.6 6.8 100 (n=59)
Total 76.9 6.4 16.7 100 (n=299)
Áreas de trabajo académico

Maestria: estudió la maestría en:

59.5 9.5 31.0 100 (n=42)
Ingenierías y Tecnologías 20.0 40.0 40.0 100 (n=05)
Cs. Naturales y Exactas 6.5 8.7 84.8 100 (n=46)
Cs. de la Salud 73.1 7.5 19.4 100 (n=67)
Cs. Sociales y Administr. 72.7 9.1 18.2 100 (n=11)
Educación y Humanidades 88.2   11.8 100 (n=17)
Total 53.7 8.5 37.8 100 (n=188)
Áreas de trabajo académico Doctorado: estudió el doctorado en:
Oax.,UABJO Oax.,otra IES Otro lugar Total
Ingenierías y Tenologías 75.0   25.0 100 (n=4)
Cs. Naturales y Exactas      
Cs. de la Salud 50.0 50.0 100 (n=2)
Cs. Sociales y Administrativas 50.0 50.0 100 (n=6)
Educación y Humanidades    
Bachillerato
Total 58.3 41.7 100 (n=12)




El Cuadro 8 informa sobre el lugar en que han llevado a cabo sus estudios, por áreas de trabajo académico. Antes de entrar en detalles, conviene ver primero los datos sobre el conjunto de la muestra. Estos se presentan como distribución de la variable “lugar en que realizó sus estudios”, en negrita, al final de cada nivel académico (licenciatura, maestría, doctorado). Se toma como base el total de personas que realizó estudios en cada uno de dichos niveles.
La mayor parte de los profesores realizó sus estudios de licenciatura en el estado y, en especial, en la misma universidad. En efecto, más de tres cuartas partes de los profesores que estudiaron la licenciatura lo hicieron en la UABJO, porcentaje que sube a más de 83% si se suman los que estudiaron en otra institución del estado. Agreguemos que poco más de 15% hizo sus estudios en otra institución de educación superior del país y sólo 4 profesores (1.3%) los hicieron en el extranjero.
A nivel de maestría, más de la mitad de los que obtuvieron es grado estudió en la UABJO y el porcentaje sube a más de 60% cuando se consideran otras IES del estado. Un 35% lo hizo en otro estado de la República y 2.7% en el extranjero. Por último, en relación con los estudios de doctorado, siete profesores (58%) los hicieron en la UABJO y el resto los realizaron en otra IES del país (cuatro profesores) o en el extranjero (uno).
Veamos ahora los datos para las áreas de trabajo académico (para los cálculos, sólo tomamos en cuenta a quienes al menos estudiaron licenciatura: 299 casos).
Estudios de Licenciatura: aquí destacan Ciencias Sociales y Administrativas, con 87% de sus maestros con licenciatura obtenida en la UABJO y los Bachilleratos, con alrededor de 80%. Estas áreas tienen los menores porcentajes de profesores con estudios en otro lugar, especialmente el nivel preuniversitario.
Casi tres cuartas partes de los profesores de Ciencias de la Salud y de Ingenierías y Tecnologías realizaron sus estudios de licenciatura en la UABJO, mientras que Educación y Humanidades y Ciencias Naturales y Exactas tienen los menores porcentaje de profesores que estudiaron en la misma institución (55.6% y 50%, respectivamente). Estas áreas son también las que en mayor medida han reclutado profesores que estudiaron en otro estado o país (37% y 50%, respectivamente). Notemos, por último, que tanto Ciencias Naturales y Exactas como Ciencias de la Salud carecen de maestros con licenciatura en otra IES del estado.
Estudios de posgrado: Hemos visto que casi 62% de los profesores entrevistados realizaron estudios de maestría o equivalentes. Ciencias de la Salud es, de lejos, la que tiene el mayor porcentaje, 83.6%. La mayor parte de los médicos ha estudiado especializaciones médicas, que aquí hemos contado como equivalentes del nivel de maestría. Siguen Ciencias Sociales y Administrativas e Ingenierías y Tecnologías, con alrededor de 73%, mientras que Ciencias Naturales y Exactas se sitúan en torno de la media global, con 62.5% de maestros. Educación y Humanidades y los bachilleratos tienen sólo una tercera parte o menos que ha estudiado alguna maestría.
En relación con el lugar de estudios, en los bachilleratos nueve de cada diez profesores con maestría la obtuvieron en la misma UABJO. En Ciencias Sociales y Administrativas y de Educación y Humanidades, son siete de cada diez profesores con maestría los que estudiaron en esa institución, para descender a alrededor de seis por cada diez en las Ingenierías y Tecnologías. Las áreas con menores porcentajes de maestrías en la UABJO son Ciencias Naturales y Exactas, dos de cada diez, y Ciencias de la Salud, con alrededor de uno de cada 15 profesores.
En el cuadro queda también en claro que Ciencias de la Salud, Ciencias Exactas y Naturales e Ingenierías y Tecnologías cuentan con los mayores porcentajes de maestros titulados en instituciones de otros lugares (85%, 40% y 31%, respectivamente). En los demás casos, los porcentajes fluctúan entre el 12% (Bachilleratos) y 19% (Ciencias Sociales y Administrativas).
Para terminar con esta parte, recordemos que de los profesores con estudios de doctorado (seis en Ciencias Sociales y Administrativas, cuatro en Ingenierías y Tecnologías y dos Ciencias de la Salud), siete los hicieron en la UABJO y el resto, fuera del estado.
Estos datos muestran el predominio de la UABJO como formadora en todos los niveles. Esta situación puede tener múltiples lecturas. Sobresalen dos: 1) su capacidad para formar profesionistas universitarios y para auto aprovisionarse de la mayor parte de sus cuadros docentes; 2) la última capacidad puede también verse como un proceso riesgoso, porque cabe la posibilidad de que se oculten las deficiencias en la formación y sólo se atienda a otorgar grados sin mucha calidad académica.
Para la primera lectura, el alto porcentaje de profesores que realizaron sus estudios de licenciatura en la UABJO parece un fenómeno normal, tanto por las características demográficas y urbanas del estado como por la importancia y primacía de esa institución en él: la UABJO constituye el centro focal de la educación superior, ubicado en la capital del estado. Por otra parte, en lo que se refiere al nivel de posgrado, debe tenerse en cuenta el papel de las políticas de educación superior de la Federación, que se han orientado a mejorar el nivel académico en general y de los docentes en particular, así como los esfuerzos en esta misma dirección realizados por la UABJO y sus autoridades. Ellos se han traducido en la creación de programas de posgrado en distintas áreas de trabajo académico, que han ampliado las oportunidades de formación en el mismo estado.
Por otra parte, y a pesar de sería difícil negar los aspectos positivos de estos esfuerzos, hay que contar también con la posibilidad de que surjan efectos perversos no deseados, entre ellos, en particular, programas de posgrado de calidad insuficiente o baja (la jerga académica suele llamarlos “patito”), sobre todo cuando su creación obedece a presiones externas antes que al reconocimiento de las propias carencias y necesidades. También parece claro que estamos frente a un fuerte grado de auto-reclutamiento académico (“in breeding”). Aunque esto no es privativo de la UABJO ni es en principio por si mismo negativo, puede llegar a serlo si se asocia con precarios niveles de calidad académica y selección particular y no universal de los nuevos docentes. En esta conexión, resalta la importancia de la propuesta del director como principal forma de ingreso a la UABJO, que además ha aumentado su peso en el periodo más reciente, en desmedro del concurso de oposición. En un contexto en que crecientemente se imponen criterios académicos de corte universal para la incorporación de los profesores universitarios, la regresión señalada no puede pasar desapercibida y debería constituirse en una preocupación para la institución. Este es un punto que deberá merecer un estudio detallado próximamente.

Reflexiones finales

Como se mencionó al inicio, la intención de este artículo es acercarse al conocimiento de los profesores de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca. En este primer análisis nos hemos limitado a la presentación de algunas de sus características generales; no obstante, pensamos que podemos extraer algunas conclusiones, así como plantear cuestiones que pueden tener utilidad para el desarrollo de nuevos análisis.
En resumen, los datos que hemos examinado nos permiten afirmar que en esta universidad prevalecen los hombres y que la participación de las mujeres en la docencia y la investigación es sumamente baja, menor incluso que la que existía en otras ciudades del interior de la república a mediados o fines de los años ochenta del siglo pasado, cuando a nivel nacional el impulso expansivo de la educación superior empezaba a decaer. Por otra parte, si entonces, de acuerdo con la información existente, la enorme mayoría de los profesores eran menores de 40 años, hoy las cosas han cambiado. Esto se refleja parcialmente en los datos de la encuesta. En la UABJO los profesores de 41 años o más constituyen casi dos terceras partes de los maestros. La mayoría ingresó entre 1985 y los noventa, en que se dio la mayor cantidad de incorporaciones. La antigüedad promedio es de 14 años, con una mediana de 13, y casi 30% de los docentes tenía más de 20 años trabajando en la universidad.
Asimismo, debe destacarse que si durante los años ochenta del siglo pasado todavía se trataba del crecimiento de la educación superior, en la actualidad adquiere primacía la cuestión de la calidad académica (López Zárate, 1995; Arredondo Galván, 1995). A diferencia de lo que sucedía hace 15 años, hoy la mayor parte de los profesores ha realizado estudios de maestría y, en el caso de la UABJO, muchos lo han hecho en la misma institución en que realizaron sus estudios de licenciatura.
De lo anterior destacan algunos rasgos que merecen algún comentario. Desde luego, la participación femenina es todavía muy baja en comparación con el resto de las IES del país, incluso en aquellas áreas de trabajo académico que en otras instituciones se caracterizan por una alta presencia femenina, como son las de Educación y Humanidades y las Ciencias Sociales y, en menor medida, Administrativas. El predominio masculino es extremo en aquellas en que generalmente suele haber una baja participación femenina, como es en particular el caso de Ingenierías y Tecnologías, en que la presencia de profesoras es prácticamente inexistente.
Otro aspecto de importancia es el que se refiere a la edad y a la antigüedad de los maestros. Alrededor de una cuarta parte de los maestros tienen más de 50 años y llevan más 20 años en su trabajo. Muy pronto esta situación presentará problemas para la institución, como son los de jubilación, pues dentro de un lapso relativamente corto buena parte de los profesores abandonará la universidad. Esta debe preocuparse por su reemplazo y deberá hacerlo dentro de los cánones hoy vigentes, que privilegian un alto nivel de formación académica de los maestros, es decir, en lo posible, con nivel de doctorado.
Pero también es necesario tomar en cuenta que, con una planta docente con alrededor de dos tercios mayores de 40 años de edad, para quienes que no han realizado estudios de posgrado se hace difícil hacerlo debido a la presencia de intereses de otro tipo, básicamente familiares y laborales, que les impiden o dificultan moverse libremente o asumir compromisos de más exigencia, como pueden ser los que se asocian con realizar estudios de posgrado. Para muchos, salir a estudiar fuera del estado es una dificultad real, como parece indicarlo el alto porcentaje de profesores que han realizado sus estudios de posgrado en la UABJO. Para otros, las necesidades de atender otros intereses puede ser un obstáculo respecto del mejoramiento de su formación académica. En esta conexión, hay que recordar que en muchos casos se trata de profesores de asignatura que tienen otro trabajo. Para algunos, es probable que ello sea causa de un escaso interés por cambiar los contenidos y la forma de impartir las clases. En todo caso, hay bastantes diferencias por áreas de trabajo académico y la universidad debe prepararse para enfrentar los desafíos. Aquí es menester resaltar que si los profesores más jóvenes se hallan en el nivel pre-universitario, los de más edad están en Ciencias de la Salud y biológicas. En estas dos áreas se pueden tomar ya decisiones, sea para formar a los docentes, o para buscar a aquellos que suplirán a los actuales.
Es necesario tener presente la forma en que ha crecido la planta docente. Ya vimos la importancia del periodo que se inicia entre mediados y fines de los ochenta y se extiende hasta mediados o fines de los noventa respecto de la contratación de los profesores. Esto da una idea acerca del momento en que la institución se incorpora al proceso de ampliación de las oportunidades de educación superior, iniciado al menos una década antes en el centro del país. Si ello señala un cierto rezago de Oaxaca, también muestra ciertas coincidencias con los procesos de nivel nacional. Las áreas que han recibido más docentes en los últimos años han sido Ciencias Sociales y Administrativas y el nivel preuniversitario. En la primera tenemos dos facultades cuyo crecimiento supera ampliamente a las demás: Derecho y Contaduría y Administración. Y de los Bachilleratos sabemos que su crecimiento ha sido consecuencia de varios factores, entre los que se pueden mencionar el crecimiento de la demanda por educación, asociado al crecimiento demográfico y urbano, y las presiones de parte de varios grupos y partidos políticos, que suelen tener incidencia en el funcionamiento universitario. La universidad se ve enfrentada a encontrar medios de responder a una demanda que seguramente será creciente por un tiempo todavía, en los niveles de calidad más altos posibles. Eso exige una reconsideración del papel del Bachillerato y del perfil del docente que allí se desempeña.
En los años ochenta, pero sobre todo en los noventa, han tenido importancia los esfuerzos por modernizar las formas de organización institucional y del trabajo académico, creándose y desarrollándose varias iniciativas destinadas a ampliar la oferta de carreras y tipos de estudio, incluyendo algunos programas de posgrado. También se ha tratado de establecer procedimientos más universales y, podría decirse, más racionales de contratación y categorización de los académicos. Sin embargo, se trata de procesos en curso, en que las nuevas orientaciones todavía no llegan a alcanzar predominio ni aceptación práctica o en que incluso hay retrocesos. En relación con esto, la forma de contratación puede verse como un indicador de la manera como está organizada la UABJO. Es alarmante que un 70% de la muestra haya ingresado mediante propuesta del director y que únicamente un 18% lo haya hecho por medio de un concurso de oposición; y más aún, que en las contrataciones más recientes éste disminuya su peso, cuando debería ser todo lo contrario.
Aquí se muestra uno de los vicios de la institución: el poder del director de cualquier facultad, escuela o instituto para contratar personal sin un examen formal previo. Es cierto que una cantidad importante de profesores han aprovechado las nuevas oportunidades de formación que se abrieron con la creación de programas de posgrado, mejorando su escolaridad y obteniendo el paso de la condición de profesor de asignatura a la de tiempo completo. Pero también es cierto que muchos docentes han logrado, con el transcurso de los años y con base en reglas no escritas que de hecho rigen la vida universitaria, conseguir tiempo completo y quedarse como profesores de carrera aún cuando no cumplen con las exigencias mínimas. La pregunta aquí es ¿qué criterios se han seguido para otorgar los tiempos completos? Aunque no podemos contestarla ahora, esperamos poder ofrecer al menos una respuesta tentativa en un próximo trabajo. Para ello será necesario también tomar en cuenta otros datos, algunos aquí presentados en una primera aproximación -como el marcado proceso de auto-reclutamiento de los cuadros docentes- y otros que aún esperan análisis, como las modalidades que asumió el proceso de recategorización de los profesores a lo largo de la década de los noventa.

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Cuadro 1
Esquema de los momentos de la trayectoria escolar normal y de su duración esperada

Momentos de la
Trayectoria escolar
Actividades y logros Duración de la
Trayectoria (exitosa)
1. Ingreso a la carrera =
ingreso al tronco común
Terminación de los estudios
del tronco común
3 trimestres académicos
o 1 año natural
2. Ingreso al tronco básico profesional Terminación de los estudios
del tronco básico profesional
6 trimestres académicos
o 2 años naturales
3. Ingreso a una área de concentración Terminación de los estudios del área de concentración
Terminación de la tesina Servicio social*
3 trimestres o 1 año natural
1 trimestre o 3 meses naturales

4. Procesos terminales Servicio social*
Examen profesional
Egreso de la carrera
Trámites de titulación
1 trimestre o 3 meses naturales
Total: min.: 12 trimestres máx: 14 trimestres

* El Servicio social puede hacerse a partir de haber completado el 70% de los créditos, o -normalmente- desde el décimo trimestre. En el cuadro no se calcula el tiempo de duración del Servicio social, ya que puede llevarse a cabo mientras se realizan los estudios.

El Cuadro 1 reseña la información pertinente.
Por otro lado, y dado que se trataba (y se trata) de facilitar el ingreso a los postulantes que lo ameriten, se permite que un postulante que ha aprobado el examen de admisión sin alcanzar cupo en la carrera de su preferencia se inscriba en otra afín, con la posibilidad de cambiarse más adelante si cumple con ciertos requisitos (un mínimo de créditos y de promedio de calificaciones). Sin embargo, de hecho es difícil que se autoricen los cambios, y la flexibilidad que establece este mecanismo parece funcionar más bien para regular el flujo de ingreso a las carreras menos solicitadas por los candidatos
3.
A pesar de que se estimó una duración normal (ideal) de los estudios de cuatro años o algo más si se incluye el trabajo terminal, el criterio se relajó con la distinción entre estudiantes de tiempo completo y de medio tiempo, a lo que hay que agregar el plazo de diez años para completar los estudios que, en casos calificados puede ser ampliado. También se permite volver a cursar una materia reprobada -o dar exámenes especiales- en repetidas oportunidades (hasta cinco veces en total), sin perder la calidad de estudiante. En los hechos, por estos factores y otras causas, en particular relacionadas con la incidencia de lo que antes llamamos “condiciones ambientales”, que pueden afectar el funcionamiento de la institución y el desempeño de los alumnos, la duración media de una trayectoria exitosa es bastante más larga que la ideal (entre seis y 6.3 años) (Cuéllar y Martínez, 2001).
Por último, aquí importa también referirse a la baja de los estudiantes. Esta puede ser voluntaria o reglamentaria; y la última normalmente se declara al completarse el plazo de diez años sin haberse terminado los estudios o cuando no se cumplen algunos requisitos (por ejemplo, no presentar ciertos documentos, no haber aprobado una materia en la que se ha inscrito el máximo posible de veces permitido, etc.). Cabe agregar que la institución considera que la no inscripción en al menos un curso por más de seis trimestres consecutivos (dos años naturales), es un claro indicio de que el estudiante se encuentra expuesto a la baja (“abandono de los estudios por más de seis meses”)
.

Aspectos metodológicos

Para este trabajo, usamos información proporcionada por la Comisión de Planeación de la Unidad Azcapotzalco, referida a un total de 4,841 estudiantes alguna vez inscritos en la carrera de Sociología desde 1974 hasta fines del año 2000. La base incluye datos sobre sus antecedentes escolares preuniversitarios, el periodo de ingreso a la universidad, ciertos aspectos de su desempeño en sus estudios, la situación en que se encontraban en relación con la carrera al finalizar el año 2000, etc., lo que permite hacer análisis sobre trayectorias escolares, eficiencia terminal, comportamiento de las áreas de concentración y otros de similar interés.
En particular, la información sobre la situación escolar de los alumnos alguna vez inscritos en la carrera al momento de cerrarse la base de datos mencionada, permite una cierta aproximación al estudio de su desempeño o, en otra óptica, de las trayectorias escolares en que este se traduce. En este trabajo usaremos el término “trayectorias escolares” para referirnos a la secuencia de eventos académicos institucionales que conforman el proceso de formación profesional, desde el ingreso del estudiante a la carrera, hasta la terminación de sus estudios (trayectorias completas) -o, en otro caso, hasta el abandono de éstos (trayectorias truncadas)-. Esto implica que cualquier carrera universitaria puede verse como un “sistema relativamente abierto”, que se delimita como un campo de actividades de enseñanza-aprendizaje vinculadas y que: a) está circunscrito por puntos de “entrada” y de “salida” a la vez que b) reconoce momentos discernibles, relacionados con la organización del curriculum y la normatividad vigentes4.
De acuerdo con el esquema presentado en el Cuadro 1, los momentos relevantes están conformados por el ingreso a (y la salida de) los troncos (común y básico profesional), la incorporación a las áreas de concentración y el egreso, seguido de la titulación. Sin embargo, hay diferencias en lo que toca a las facilidades para distinguir claramente entre las transiciones del tronco común al tronco básico profesional a partir de la información de la estadística universitaria: si bien el ingreso al primero es claramente identificable, la salida (que teóricamente precede al ingreso al tronco básico profesional) no lo es, y ello, debido a que en la organización del curriculum no siempre ha existido una definición clara de secuencias de cursos. Así, no necesariamente coincide un cierto número de créditos aprobados por el estudiante con los cursos que hacen parte del tronco común o, en su caso, del tronco básico profesional. Un alumno puede haber tomado cursos de este último antes de terminar con las asignaturas del tronco común; de suerte que si, como criterio para establecer la terminación de un momento e inicio de otro, se usa el número de créditos aprobados, la aproximación puede resultar equivocada.
Aunque algo semejante sucede con la incorporación a las áreas (sólo recientemente se estableció la exigencia de haber aprobado todas las asignaturas de los troncos para incorporarse), la diferencia respecto de los momentos anteriores consiste en que, en este caso, la universidad registra la inscripción del estudiante en un curso del área como entrada a ésta. Por estas razones, en este trabajo nos reduciremos a distinguir entre los siguientes momentos de la trayectoria: 1) ingreso a la carrera -es decir, al tronco común-; 2) ingreso a las áreas de concentración; 3) egreso de la carrera y 4) titulación.
Respecto de las cohortes de ingreso a la carrera, las definimos como la población de estudiantes que se incorporaron al tronco común en un cierto periodo de tiempo. La delimitación de éste se hizo tomando en cuenta los resultados de estudios anteriores, que mostraron que la duración media de los estudios para los alumnos que egresaron es algo más de seis años (Cuéllar y Martínez, 2001), y el hecho de que -como se mencionó en la introducción- las crisis de los años ochenta parecen haber tenido un fuerte impacto sobre la duración de los estudios e, incluso, sobre la baja de la carrera (Muñiz, 1997). Por otra parte, es obvio que el análisis debe tomar en consideración que, para un subconjunto de alumnos de reciente incorporación (1997 en adelante), todavía no ha transcurrido un lapso suficiente de tiempo como para que una parte significativa de ellos pueda haber completado los estudios; por ello, se tomará en cuenta solamente a aquellos estudiantes que ingresaron a la carrera entre 1974 y 1996 -es decir, a un total de 4,016 alumnos (alrededor de 82% del total de estudiantes alguna vez inscritos). Así, definimos las siguientes cohortes de ingreso: 1) 1974-1979; 2) 1980-1985; 3) 1986-1991; y 4) 1992-1996 (en esta última cohorte el periodo de ingreso se reduce a cinco años).
Por último, precisemos qué entenderemos por “éxito” y “fracaso”. En sentido estrecho, diremos que un estudiante ha tenido éxito en sus estudios cuando se ha titulado; pero usaremos también de manera más laxa el término, para incluir a quienes egresaron sin llegar a titularse. Con respecto al “fracaso”, en sentido estrecho este comprenderá sólo los casos de baja definitiva, mientras que en sentido amplio incluirá también el “abandono de los estudios por más de seis trimestres”, dadas las altas probabilidades de que los que se encuentran en esta situación acaben en la baja.

Algunas características de los estudiantes y sus trayectorias escolares

Con estas aclaraciones, y a fin de tener una base inicial de referencia para el análisis, conviene ahora que echemos una mirada a la información disponible sobre el total de estudiantes. Entre 1974 y 2000, 4,841 estudiantes se inscribieron alguna vez en la carrera de Sociología, de los cuales 55 % eran mujeres. Casi 60 % de ellos se registró entre 1974 y 1990; y, a fines del año 2000, otro porcentaje igual había alcanzado a incorporarse a las áreas de concentración. De acuerdo con el registro universitario, en esa fecha el 21.4 % del total había egresado, otro 21.3 % se encontraba activo y el resto (57.3 %) se había dado de baja o había dejado de registrarse por más de seis trimestres seguidos.
Veamos ahora algunos datos del subconjunto de los 4,016 estudiantes que se inscribieron entre 1974 y 1996 (Cuadro 2).

Algunas características de los estudiantes de la carrera de Sociología, UAM Azcapotzalco. (Total de estudiantes que ingresaron en el periodo 1974-1996) *
  Cuadro 2  
Cohorte de ingreso Frecuencia Porcentaje
Total 4,016 100.0
1974-1979 566 14.1
1980-1985 1,104 27.5
1986-1991 1,366 34.0
1992-1996 980 24.4
Sexo de los estudiantes    
Total 4,016 100.0
Hombres 1,869 46.5
Mujeres 2,147 53.5
Situación de los estudiantes    
Total 4,016 100.0
Titulado 767 19.1
Egresado 268 6.7
A tiempo, activos 220 5.5
A tiempo, no activos 106 2.6
Abandono + 6 trim 475 11.8
Baja 2,180 54.3
Ingresaron a un área
   
Total 4,016 100.0
Si, ingresaron
1875 46.7
No / no corresp. 2141 53.3


* La fuente de este cuadro y los que siguen es el registro de estudiantes de la carrera de Sociología de la UAM Azcapotzalco, facilitado por la Comisión de Planeación de la Unidad.

Puede apreciarse que el porcentaje de mujeres es ligeramente menor que cuando se cuenta el total de los alguna vez inscritos, a la vez que aumenta la proporción de los ingresos más antiguos (alrededor de 75% se inscribió entre 1974 y 1991). Como sería de esperar, por el hecho de tratarse entonces de una institución y de una carrera nuevas, la primera cohorte (1974-1979) es la de menor tamaño, mientras que las dos siguientes muestran un fuerte crecimiento de los inscritos, al punto que la cohorte que ingresó entre 1986-1991 más que duplica a la primera. La cohorte siguiente (1992-1996) tiene un tamaño menor, seguramente como resultado de la política institucional que fija cupos al ingreso anual por carreras.
En el cuadro también se puede ver que poco menos de la mitad se había incorporado a alguna de las áreas de concentración (14 puntos porcentuales menos en comparación con los datos sobre el total de estudiantes alguna vez inscritos en la carrera), y que más de la cuarta parte había egresado, en comparación con algo menos de la quinta parte cuando se considera el total.
En cuanto a las otras categorías, los estudiantes que se habían dado de baja o que no se había registrado en ningún curso durante dos años seguidos llegaban a casi las dos terceras partes (nueve puntos de diferencia en relación con el total), mientras que alrededor de 8% eran activos, estuviesen o no inscritos en el último trimestre de 2000 (13 puntos de diferencia respecto del total inscrito entre 1974 y 2000).
Por cierto, estas diferencias en relación con el total de alumnos alguna vez inscritos, muestran el resultado del truncamiento de las cohortes, a la vez que sugieren que los estudiantes que se inscribieron después de 1996 tienen, en conjunto, un desempeño más eficiente que el de las cohortes anteriores (menores niveles de bajas y abandonos, y mayores tasas de egreso; sobre esto, más adelante).
A este panorama general, habría que agregar que la mitad de los inscritos entre 1974 y 1996 habían cursado diez trimestres académicos, con diferencias relacionadas con el sexo, la incorporación a las áreas de concentración y, más generalmente, con el grado de avance alcanzado en los estudios. En breve, las mujeres habían cursado más trimestres académicos que los hombres (medianas de 12 y ocho trimestres, respectivamente) y los que se habían incorporado a las áreas sobrepasaban holgadamente a los que no lo habían hecho (medianas de 17 y tres trimestres y promedios de 17.6 y 5.2). La mitad de los estudiantes que se habían titulado habían cursado 17 trimestres (con una media de 18.7 trimestres) mientras que, en el otro extremo, la mitad de los que se habían dado de baja o abandonado los estudios por dos años o más apenas tenían cuatro trimestres cursados (con medias de 5.3 y 7.5 trimestres, respectivamente) (Cuéllar y Martínez, 2001: 19).

Una mirada al éxito y al fracaso escolares por cohortes

Cabe ahora preguntarse si hay diferencias por cohortes de ingreso, en particular, en la incorporación a las áreas de concentración y en los niveles de éxito y de fracaso. En el Cuadro 3 se presentan los datos generales.

Cuadro 3 Características de los estudiantes alguna vez inscritos en la carrera de Sociología de la UAM Azcapotzalco por cohorte de ingreso (periodo 1974-1996)
Algunas caracteristicas
de los estudiantes
Cohortes de ingreso a la carrera
1974-1979 1980-1985 1986-1991 1992-1996 Total
Sexo de los estudiantes 100%
(N=566)
100%
(N=1104)
100%
(N=1366)
100%
(N=980)
100%
(N=4016)
Hombres 48.1% 45.1% 46.3% 47.7% 46.5%
Mujeres 51.9% 54.9% 53.7% 52.3% 53.5%
Situación escolar de los estudiantes 100%
(N=566)
100%
(N=1104)
100%
(N=1366)
100%
(N=980)
100%
(N=4016)

Titulados

33.7% 21.1% 16.4% 12.1% 19.1%
Egresados
3.7% 2.9% 6.9% 12.3% 6.7%
A tiempo, activos     1.0% 21.0% 5.5%
A tiempo, no activos
    0.7% 9.9% 2.6%
Abandono + 6 trim.     8.9% 36.1% 11.8%
Baja definitiva 62.5% 76.0% 66.2% 8.5% 54.3%
Se incorporaron a las áreas de concentración 100.0%
(N=531)
100.0%
(N=959)
100.0%
(N=1162)
100.0%
(N=971)
100.0%
(N=4016)
Si 93.8% 36.4% 36.2% 45.6% 46.7%
No (o no corresp.) 6.2%% 63.6% 63.8% 54.4% 53.3%


Aparte el hecho de que el predominio de las mujeres se mantiene con pocas variaciones en todas las cohortes, llaman la atención las diferencias que surgen tanto en la incorporación a las áreas de concentración como en las proporciones de éxito y de fracaso de los estudiantes. En efecto, 1) mientras que en la primera cohorte casi todos los estudiantes llegaron a las áreas, las dos siguientes -los que se inscribieron durante la década de los ochenta- registran un fuerte descenso, con poco más de una tercera parte que lo hizo. La situación mejora en la cohorte 1992-1996, con alrededor de 45% de alumnos que se incorporaron a las áreas, porcentaje que podría aumentar en un futuro próximo, si se considera que en comparación con las inscripciones más antiguas una fracción de sus miembros tenía, y tiene todavía, relativamente poco tiempo de haber ingresado a la universidad. Por otra parte, también podría haber contribuido a este resultado el que la crisis económica de 1995 y 1996 haya tenido menos impacto en las condiciones de los hogares que el que tuvieron las crisis de los ochenta. O bien -y no excluyente-, porque los sectores sociales de los cuales provienen los estudiantes cambiaron en la década de los noventa5.
2) El porcentaje de titulados desciende continuamente a medida que nos aproximamos al presente -de 33.7% en la primera cohorte, a 12.1% en la última-, mientras que el egreso que incluye a quienes terminaron sus requisitos académicos pero no se titularon aumenta, de alrededor de 3% en las dos primeras cohortes, a 7% en la tercera y a 12.3% en la última, llegando a igualarse con la titulación.
3) Las bajas definitivas son muy altas en las tres primeras cohortes (62.5%, 76% y 66.2%), para disminuir notoriamente en la última (8.5%). Por otra parte, los casos de abandono de los estudios por más de seis meses, inexistentes en las dos primeras, aumentan de la tercera a la cuarta cohorte, llegado en ésta a superar ampliamente a las bajas (36.1% del total de la cohorte 1992-1996).
Como señalamos antes, tomados en conjunto, egresados y titulados pueden considerarse como casos de éxito escolar, y compararse con las bajas, que representan el fracaso escolar (es decir, la pérdida de los derechos a seguir cursando la carrera, sea porque ya se cumplió el plazo máximo autorizado por la institución o por cualquiera otra razón). Sin embargo, es necesario tener precauciones, debido precisamente a dicha cláusula. Su aplicación significa que en el caso de las dos primeras cohortes los datos dan cuenta de resultados invariables, ya dados, por lo que presentan una situación dicotómica (éxito o fracaso), mientras que en las otras, y especialmente en la última, la información se refiere a procesos en curso, cuyos resultados sólo en parte aparecen reflejados en la estadística universitaria.
Con estas precauciones, podemos dar algo más de detalles:
• En la primera cohorte, el “éxito escolar” llega a poco más de 37%, en comparación con más de 60% de estudiantes que se dieron o fueron dados de baja.
• En la segunda cohorte disminuye tanto el porcentaje de titulados como el de egresados
-comprendiendo, en conjunto, a casi una cuarta parte de los estudiantes-, mientras que las bajas alcanzan su cúspide: las tres cuartas partes restantes de la cohorte.
• En la tercera cohorte los titulados descienden a algo más de 16%, para llegar a 12% en la más reciente; sin embargo, también aumentan los egresados. Si las dos categorías se suman, los porcentajes de “éxito” se elevan a niveles similares a los de la cohorte anterior (1979-1985): 23% para los que ingresaron entre 1986 y 1991; y algo similar sucede en el caso de la cohorte 1992-1996 (24% de egresados y titulados).
• En relación con los “fracasos”, hay que señalar que la categoría “abandono de los estudios por más de seis trimestres”, no aparece en los datos de las dos primeras cohortes, en que la distribución es de hecho dicotómica (“éxito” o “fracaso”); su significación se cuenta sólo para las dos últimas cohortes, en las que se distingue de las bajas.
Ahora bien, si, al igual que hicimos con los egresados y titulados, reunimos a las bajas y abandonos en una sola categoría (“fracasos” en sentido amplio), resulta que estos alcanzan a más de 60% en la primera cohorte, para subir a alrededor de tres cuartas partes de los inscritos en la segunda y tercera cohortes, y descender a casi el 45% en la cohorte 1992-1996, con la diferencia que en ésta el mayor porcentaje corresponde a los “abandonos” (36%), mientras que en la cohorte 1986-1991, a las bajas (66%).
• Ya dijimos que en las dos primeras cohortes la distribución es dicotómica (éxito o fracaso) debido a que se ha sobrepasado ampliamente el plazo máximo de diez años establecido para completar los estudios. Pero en las dos últimas cohortes, y sobre todo en la que ingresó entre 1992 y 1996, los alumnos están -en su mayoría- todavía dentro de plazo, lo que queda en evidencia en los datos de las categorías de estudiantes “a tiempo”. Estos constituyen una ínfima proporción de los que ingresaron a la carrera en el periodo 1986-1991 (menos de 2%), pero superan al 30% en la cohorte de más reciente ingreso.
En resumen, los datos sobre el desempeño de las cohortes nos muestra que estamos en presencia de dos tipos de situaciones radicalmente distintas, debido a la cláusula relativa al tiempo máximo concedido para terminar los estudios: por un lado, tenemos las dos primeras cohortes, que presentan datos de procesos ya terminados y, en este sentido, definitivos: los estudiantes o bien egresaron (y eventualmente, se titularon) o no lo hicieron, en cuyo caso se registran como bajas. En las dos últimas cohortes, en cambio -y sobre todo en la última- los datos también dan cuenta de procesos en curso representados por los alumnos que se encuentran activos, estuvieran o no inscritos en el último trimestre de 2000, y por los que el registro estadístico clasifica como “abandono de los estudios por más de seis trimestres”.
Cabe recordar que las dos cohortes intermedias corresponden al ingreso a la carrera en la década de los ochenta, es decir, en el periodo en que, de acuerdo con las investigaciones existentes, mayores fueron los impactos negativos de las crisis sobre la situación económica de las familias del Distrito Federal y sobre las posibilidades de los estudiantes universitarios de mantener el paso en sus estudios. Si Muñiz destacó sobre todo el aumento de los rezagos antes que de las bajas en ese periodo, la información que ahora presentamos, y que subraya el peso de las bajas, resulta concordante con la que ella manejó, una vez que se toma en cuenta que hacia fines de 1990 los estudiantes rezagados se encontraban todavía dentro del plazo fijado para terminar los estudios, mientras que a fines del año 2000 éste ya había expirado para casi todos ellos (salvo una ínfima minoría que obtuvo autorización para prolongarlo).
En el caso de la cohorte 1992-1996, en principio la información resulta más esperanzadora, ya que el porcentaje de éxito es similar al de las dos cohortes anteriores (24%), mientras que el de fracasos es mucho menor -componiéndose, sobre todo, de abandonos-, y la enorme mayoría de los estudiantes considerados se encuentra dentro de los plazos fijados para completar sus estudios. De todas maneras, si la hipótesis que subyace a la clasificación del registro universitario es cierta, esto significaría que en esta cohorte las bajas deberían aumentar todavía bastante a corto plazo, aunque probablemente sin llegar a alcanzar los niveles de las cohortes anteriores
.

El papel de la incorporación a las áreas en relación con el éxito y el fracaso escolares

Corresponde ahora examinar los datos acerca del papel de la incorporación a las áreas de concentración en relación con el éxito y el fracaso.

Cuadro 4
“É xitos” y “fracasos” de los estudiantes de Sociología de la UAM Azcapotzalco,
según si se incorporaron o no a un área de concentración, por cohorte de ingreso
(estudiantes que ingresaron entre 1974 y 1996)

Cohorte de ingreso
incorporación a las áreas
Cohorte de ingreso incorporación a las áreas
  Se incorporaron a un área Egresados y titulados A tiempo Bajas y abandonos Total
974-1979 Si (531)
No (35)
Total (566)
39.9%

37.5%
  60.1%
100.0%
62.5%
100.0%
100.0%
100.0%
1980-1985 Si (402)
No (702)
Total (1104)
65.9%

24.0%
  34.1%
100.0%
76.0%
100.0%
100.0%
100.0%
1986-1991 Si (495)
No (871)
Total (1366)
64.2%

23.3%
4.2%
0.2%
1.7%
31.5%
99.8%
75.0%
100.0%
100.0%
100.0%
1992-1996
Si (447)
No (533)
Total (980)
53.7%

24.5%
43.6%
20.3%
30.9%
2.7%
79.7%
44.6%
100.0%
100.0%
100.0%
Total Si (1875)
No (2141)
Total (4016)
55.2%

25.8%
11.5%
5.1%
8.1%
33.3%
94.9%
66.1%
100.0%
100.0%
100.0%


En el Cuadro 4 presentamos la información, con la aclaración de que colapsamos los datos de egresados y titulados, por una parte, y de bajas y abandonos, por otra (o sea, en “éxitos” y “fracasos” en sentido amplio), agregando también los datos sobre los estudiantes que están “a tiempo”. Aquí también reunimos en la misma categoría a los activos que estaban inscritos con los que no lo estaban cuando se cerró la base de datos.
En la parte inferior del cuadro aparecen los totales referentes a los éxitos y fracasos para los estudiantes considerados, distinguiendo entre los que se habían incorporado a un área de concentración y quienes no lo habían hecho, mientras que en la parte superior además se presentan las distribuciones por cohortes (los datos detallados por “éxitos” y “fracasos” en sentido estrecho para las dos últimas cohortes se presentan en el Anexo 1).
Partiendo por los totales, tenemos que para el conjunto de los estudiantes inscritos entre 1974 y 1996, el hecho de haber llegado a incorporarse a un área de concentración se asocia con altas probabilidades de éxito, mientras que lo contrario sucede en el caso de los estudiantes que no llegaron a las áreas. En efecto, entre los primeros, más de la mitad (55%) egresaron, mientras que el 95 % de los que no llegaron a las áreas habían causado baja o habían abandonado sus estudios por más de seis trimestres (el resto se clasificaba “a tiempo”).
Sin embargo, no puede pasarse por alto que el ingreso a las áreas de concentración no asegura que el estudiante terminará su carrera, como lo indica el hecho de que una tercera parte de ellos causaron baja (otro 11% se encontraba todavía a tiempo a fines del año 2000).
Veamos ahora los resultados por cohortes.
Respecto de las dos primeras cohortes, puede apreciarse que el haberse incorporado a las áreas de concentración hace una diferencia: todos los que no se incorporaron causaron baja, en comparación con sólo una fracción -variable, según la cohorte- de los que se incorporaron: en la cohorte 1974-1979, el porcentaje de bajas entre los que ingresaron a las áreas alcanzó al 60%, para descender a 34% en la siguiente (cohorte 1980-1985).
En las dos cohortes siguientes, además de “éxitos” y “fracasos”, encontramos también estudiantes que están “a tiempo”, de acuerdo con el reglamento acerca del plazo máximo para terminar sus estudios. Estos constituyen un porcentaje menor en la cohorte 1986-1991 (4% de los que ingresaron a las áreas y menos de 1% entre los que no lo hicieron), pero en la última cohorte (1992-1996), llegan casi al 44% de los que se incorporaron a las áreas, y al 20% de los que no lo hicieron.
En lo que toca a los “éxitos”, éste alcanza al 64% de los miembros de la cohorte 1986-1991 que se incorporaron a las áreas, es decir, poco menor que en el caso de la cohorte 1980-1985, pero mayor que el correspondiente a los estudiantes en las áreas de la cohorte siguiente, en que es de casi 54%.
En las dos últimas cohortes hay una fuerte diferencia en el porcentaje de bajas entre los que ingresaron a las áreas: mientras que en la primera (1986-1991), casi una tercera parte de los estudiantes en las áreas se dieron o fueron dados de baja, en la cohorte 1992-1996 las bajas son menos del 3%. De manera similar acaso de las cohortes anteriores, en estas los mayores porcentajes de bajas se encuentran entre los estudiantes que no se incorporaron a las áreas: 99.8% en la cohorte 1986-1991, y 80% en la cohorte 1992-1996 (con 20% todavía a tiempo).
En resumen, en todas las cohortes, salvo la primera, los estudiantes que se incorporaron a las áreas tienen porcentajes considerablemente mayores de éxito que de fracaso, mientras que entre los que no llegaron a incorporarse predominan ampliamente los fracasos (entre 100% y 80%). Por otra parte, el porcentaje de fracaso entre los que estaban en las áreas descienden de una cohorte a otra (de 60% en la primera, hasta 2.7% en la última).
Respecto de los estudiantes a tiempo, estos no existen más que en las dos últimas cohortes, constituyendo una proporción muy baja de los que ingresaron a las áreas en la primera (4%), y muy alta en la última (casi 44%). En el caso de los estudiantes que no se habían incorporado a las áreas, el porcentaje era ínfimo en la cohorte 1986-1992, pero representaba una quinta parte de los miembros de la cohorte 1992-1996.
A lo anterior, hay que agregar algunas aclaraciones respecto del peso de los componentes del “éxito” y del “fracaso” en las dos últimas cohortes. Como puede apreciarse en el Anexo 1en que se desagregan los datos, registrando los porcentajes de titulados y egresados (“éxitos”), por una parte, y de bajas y abandonos por más de seis trimestres (“fracasos”), por otro, hay diferencias que no pueden pasarse por alto. En breve:
En las cohortes 1974-1979 y 1980-1985, entre los “éxitos” predominan los titulados (36% de los que se incorporaron a las áreas en la primera, y 58% en la segunda); en la cohorte 1986-1992, los titulados siguen siendo la parte más importante (45% de inscritos en las áreas, por comparación con 19% de egresados), pero en la última cohorte prácticamente se iguala el porcentaje de titulados y de egresados (alrededor de 27% del total de incorporados a las áreas).
En el caso del “fracaso”, hay que distinguir entre los que se registraron en las áreas y los que no lo hicieron. Entre los primeros, como señalamos, en las dos primeras cohortes todos son casos de baja (60% y 34%). En la tercera, las bajas son casi el 28% de los incorporados a las áreas, frente a 12% de abandono de los estudios por más de tres trimestres (el resto 8%, corresponde a estudiantes a tiempo). En la última cohorte, la situación cambia fuertemente, ya que las bajas desaparecen (0.4%), y la categoría de “fracasos” viene a componerse casi exclusivamente de abandonos (43.6% del total de incorporados a las áreas).
En el caso de los “fracasos” de estudiantes que no ingresaron a las áreas, en todas las cohortes se trata básicamente de bajas, salvo en la última. En efecto, si las bajas son el 100% de los fracasos en las dos primeras cohortes, para pasar al 88% en la cohorte que ingresó a la universidad entre 1986 y1991 (frente a 12% de abandonos), en la cohorte 1992-1996 desciende a 15% (frente a casi 65% de abandonos).


Acerca de la duración de los estudios, por cohortes

Hasta aquí, hemos dado respuesta general a las preguntas plantadas en la introducción a este trabajo. Sin embargo, falta tener una idea de las duraciones de las distintas trayectorias escolares involucradas. Para ello, en el Cuadro 5 presentamos los datos sobre las medianas del número de créditos aprobados, de trimestres académicos inscritos por los estudiantes y de los años naturales pasados en la carrera.

Cuadro 5 Duración de las trayectorias escolares por cohorte de ingreso, carrera de Sociología, UAM Azcapotzalco: créditos aprobados, trimestres académicos registrados y años naturales (medianas)

Situación de los estudiantes por cohorte de ingreso Créditos Trimestres Académicos Años Naturales
  Número   Medianas  
Titulados 767 432 17 5.7
1974-1979 191 432 15 5.0
1980-1985 233 432 19 0 6.3
1986-1991 224 432 18 6.0
1992-1996 119 444 15 5.3
Egresado 268 444 18 6.0
1974-1979 21 432 20 6.7
1980-1985 32 432 23 7.3
1986-1991 94 444 24 7.7
1992-1996 121 -------------- 16 5.3
A tiempo, activos 220 367 16 5.7
1986-1991 14 410 25 10.7
1992-1996 206 364 16 5.7
A tiempo, no activ. 106 334 16 5.8
1986-1991 9 432 25 9.7
1992-1996 97 312 15 5.7
Abandono + 6 trim 475 48 4 1.3
1986-1991 121 60 4 1.3
1992-1996 354 42 3 1.3
Baja 2,180 18 4 1.3
1974-1979 354 s.i. 5 1.7
1980-1985 839 s.i. 4 1.3
1986-1991 904 42 4 1.3
1992-1996 83 51 4 1.3
Total cohortes 4,016 102 10 3.3
1974-1979 566 90 12 4.0
1980-1985 1,104 33 7 2.3
1986-1991 1,366 93 7.5 2.7
1992-1996 980 237 13 4.7


En la parte inferior del cuadro (en negrita) se encuentran los datos para el total de estudiantes considerados, a la vez que para el conjunto de miembros de cada cohorte. Podemos ver que en todos los indicadores los puntajes más altos corresponden a la cohorte 1992-1996, y los más bajos, a los estudiantes que se inscribieron durante la década de los ochenta, en especial, en la primera mitad de ésta (1980-1985). En otras palabras, los que ingresaron en el periodo 1992-1996, en su mayoría, se han registrado en más trimestres, han acumulado más créditos que los miembros de las cohortes anteriores y han permanecido más tiempo en la escuela que ellas, en especial, que los que entraron a la carrera durante la década de los ochenta.
El análisis de las situaciones escolares, tal como las registra la estadística universitaria, a fines del año 2000, permite darse una idea más clara de las variaciones en el éxito y el fracaso escolar por cohortes de ingreso.
Veamos, en primer término, las medianas por tipo de situación escolar -o categorías de estudiantes (cifras en negrita, tercera columna del cuadro)-, y sin considerar todavía el comportamiento por cohorte de ingreso.
La mitad de los titulados en todo el periodo cursó 432 trimestres -es decir, menos que los egresados, que tuvieron una mediana de 444 créditos-, pero, naturalmente, más que las demás categorías de estudiantes. Asimismo, la mitad de los titulados se inscribió en 17 trimestres académicos, y la duración mediana de los estudios fue de 5.7 años. En cuanto a los egresados, los valores de las medianas son algo mayores: 18 trimestres académicos y seis años de duración de los estudios.
En el otro extremo, tenemos a los que se dieron o fueron dados de baja y a los que abandonaron sus estudios por dos años consecutivos o más. La mitad de los que causaron baja sólo acumuló 18 créditos, con medianas de cuatro trimestres académicos y de poco más de un año de duración de los estudios. La diferencia con la mitad de los que han abandonado sus estudios es que en este último caso el número de créditos acumulados es mucho mayor (48 versus 18 de las bajas).
Los estudiantes clasificados como “a tiempo” tienen medianas mucho más próximas a las de los titulados, con pequeñas diferencias entre los que estaban y los que no estaban inscritos a fines de 2000 (más créditos acumulados y menor tiempo natural en la carrera en el caso de los inscritos).
Veamos ahora con un poco más de detalle las mismas medidas, desplegando la información por tipo de situación de los estudiantes y cohorte de pertenencia. En resumen, tenemos:
1) Titulados: en todas las cohortes de ingreso, salvo la última, la mitad de los titulados aprobó 432 créditos (que es también el valor mediano para todos los titulados del periodo analizado). Por otra parte, la mediana de los trimestres cursados fue menor en la primera y la última cohorte (la mitad de los titulados cursó 15 trimestres), y mayor en las correspondientes a la década de los ochenta. Las diferencias en el número de años naturales que tardaron en titularse siguen una pauta semejante.
2) Egresados: en el caso de los egresados, no hay datos actualizados respecto de los créditos acumulados para la última cohorte; de cualquier modo, la mediana para todos los egresados es mayor que para los titulados (444) e igual a la de la cohorte 1985-1991; en las anteriores, el valor de la mediana es igual que para los titulados (432 créditos). No acontece lo mismo, sin embargo, cuando se trata de los trimestres en que se registraron y los años naturales demorados en terminar los estudios: los valores son más altos que en el caso de los titulados, con la salvedad de la cohorte 1992-1996, la mitad de cuyos egresados cursó 16 trimestres académicos y tardó 5.3 años en egresar ( igual valor que el de la mitad de los que se titularon en la misma cohorte).
3) Estudiantes “a tiempo”: entre los activos, el número de créditos aprobado por la mitad de los estudiantes en el total de la categoría es de 367, con fuertes diferencias entre las cohortes 1986-1991 y 1992-1996. Estas diferencias se repiten cuando se considera el número de trimestres y los años naturales demorados. Sin embargo, no puede olvidarse que los 14 estudiantes que ingresaron entre 1986 y 1991 constituyen una excepción (todos obtuvieron autorización para extender el plazo máximo establecido por la universidad para la terminación de los estudios).
Aunque los estudiantes a tiempo no inscritos en el último trimestre del año 2000 han aprobado menos créditos y han demorado más tiempo en sus estudios que los inscritos, no presentan diferencias cuando se trata de los trimestres académicos registrados.
4) Abandono de los estudios y bajas: en estas dos últimas categorías, el número de créditos aprobados es muy escaso (no hay datos sobre los créditos aprobados por los que se dieron de baja en las dos primeras cohortes), al igual que los trimestres inscritos y los años naturales demorados; como vimos antes, en la enorme mayoría de los casos se trata de estudiantes que dejaron sus estudios muy tempranamente.
Al referirnos a los “fracasos” y a los estudiantes “a tiempo”, en el análisis precedente no distinguimos entre los que se habían incorporado a las área de concentración y los que no lo habían hecho. Cabe entonces un breve comentario sobre ésto (los datos se presentan en el Anexo II, excluyendo a titulados y egresados, que por definición ingresaron a las áreas, y sobre los cuales ya se comentó).
Partamos por los estudiantes “a tiempo”, distinguiendo entre los que estaban inscritos y los que no lo estaban a fines del año 2000. En la cohorte 1986-1991, los inscritos eran sólo 14, y todos, menos uno, se habían incorporado a un área de concentración. La mitad había acumulado 412 créditos, y cursado 25 trimestres. En todos estos casos, se trata de alumnos que habían obtenido autorización para prolongar sus estudios más allá del plazo máximo establecido. En cuanto a la cohorte 1992-1996, los estudiantes a tiempo, inscritos, representaban una cuarta parte del total de sus miembros, la mitad de los cuales (139) se había incorporado a un área. Para estos alumnos, las medianas de créditos y de años naturales son altas (402 créditos y 5.7 años), mientras que el número de trimestres es un poco menor que entre los titulados y egresados. La diferencia con respecto a los que no se incorporaron a las áreas radican en que estos habían acumulado muchos menos créditos (240).
Los estudiante a tiempo de la cohorte 1986-1991 no inscritos a fines del 2000, presentan un perfil muy similar a los inscritos, con poco menos tiempo de duración de sus estudios (mediana de 9.7 años) y más créditos acumulados. En la cohorte 1992-1996, la mayoría se había incorporado a las áreas y la mitad había acumulado casi el total de créditos exigidos, en poco más de seis años (y 16 trimestres académicos). La mitad de los que no habían ingresado en las áreas tenía poco más de una tercera parte de los créditos, menos de cinco años de estudios y 13 trimestres cursados.
Veamos ahora los datos del “fracaso escolar”, comenzando por el abandono de los estudios por más de dos años. En la cohorte 1986-1991, más de 80% corresponde a estudiantes que no se incorporaron a las áreas, y la mitad de ellos dejó los estudios luego de un año en la universidad. De los pocos que alcanzaron las áreas, la mitad llevaba siete años en la carrera y casi había completado los créditos exigidos en 18 trimestres. En la cohorte 1992-1996, la diferencia debida a la incorporación a las áreas de concentración es todavía más marcada: casi todos los casos ocurren antes de ingresar a las áreas, especialmente al cabo del primer año en la escuela. Entre los pocos que habían adelantado sus estudios, la mitad llevaba algo más de seis años y tenía casi completados los créditos exigidos.
En el Anexo 2 presentamos los datos sobre las bajas -el componente central del fracaso escolar- para todas las cohortes. En el caso de la primera, ella acontece sobre todo entre los estudiantes que ingresaron a un área de concentración, mientras que en la segunda se presenta sobre todo entre los estudiantes que no llegaron a hacerlo. Los datos muestran pocos créditos y trimestres y cortas estadías en la carrera, salvo para los de la cohorte 1980-1985 que llegaron a las áreas: la mitad de éstos pasaron siete años en la universidad.
Más interés tienen las bajas de las dos cohortes más recientes. Tanto entre los ingresados en el periodo 1986-1991 como entre 1992 y 1996 -y en especial en ésta- las bajas se asocian con la no incorporación a las áreas, un bajo número de créditos y de trimestres y escaso tiempo en la carrera. Las bajas entre los que se incorporaron a las áreas son prácticamente inexistentes en la cohorte más reciente, y constituyen el 15% del total de bajas de la cohorte 1986-1991. La mitad de estos estudiantes llevaba ocho años en la universidad, 22 trimestres académicos y casi había completado los créditos requeridos.

A manera de conclusiones

En este trabajo nos hemos preguntado por las diferencias que surgen en el éxito y el fracaso al examinar las trayectorias escolares por cohortes de ingreso, con especial atención al momento de ocurrencia de las bajas. En breve, cabe destacar algunos resultados relevantes, a saber:
Primero, hay que notar la importancia de las bajas, que afectan en distinta medida a todas las co-hortes, pero especialmente a las que cubren la década de los ochenta, para disminuir en la cohorte 1992-1996.
Segundo, las bajas ocurren mayormente antes de que los estudiantes se incorporen a las áreas y, en especial, al cabo de los primeros tres o cuatro trimestres de iniciados los estudios (con la salvedad de la primera cohorte, en que las bajas se dieron sobre todo entre quienes se habían incorporado a las áreas).
Tercero, que en la última cohorte hay claros indicios de una importante mejoría relativa en el desempeño de los estudiantes, expresada tanto en mayores porcentajes de incorporación a las áreas como de egreso y titulación (aquí tomamos en cuenta el tiempo todavía disponible para buena parte de los alumnos de la cohorte).
También importa subrayar la pertinencia del criterio del registro universitario, que ve en el abandono de los estudios por más de seis trimestres un claro indicio de baja futura. De acuerdo con este criterio, en el caso de la cohorte 1992-1996 deberíamos esperar que las bajas lleguen a un nivel relativamente alto, junto con un incremento en el egreso y la titulación.
Aquí habría que anotar que los tiempos ocupados por la mitad de los estudiantes, que ingresaron entre 1992 y 1996, en egresar y en titularse, han disminuido, tanto en comparación con los datos globales como con los correspondientes a las cohortes que ingresaron a la universidad en la década de los ochenta.
En relación con estas últimas, parece necesaria una referencia a los hallazgos de Muñiz respecto del desempeño de los estudiantes de la UAM en el periodo de las crisis económicas de 1982-1983 y de 1986-1987. Como señalamos, entre otros puntos, ella destacó el aumento del rezago escolar y, en menor medida, del aumento de la deserción; agreguemos que ella, además, sugirió que estos fenómenos podían verse como resultado de un conjunto de factores que se combinaron, a saber: el cambio en los orígenes sociales de los alumnos, el impacto de las crisis en la situación de los hogares, y los efectos perversos de los determinantes de género operantes en el ámbito familiar. Según su planteamiento, durante los ochenta los estudiantes provinieron, en medida creciente, de estratos económicos más bajos que en los setenta, que al parecer resintieron fuertemente los impactos de las crisis. La respuesta típica habría sido incrementar el trabajo de sus miembros que, debido a los determinantes de género presentes en las familias, se habría expresado en un aumento en la proporción de alumnos -sobre todo varones- que trabajaban. El resultado habría sido un mayor rezago escolar y, en menor medida, un incremento en la tasa de deserción.
La información actualizada al año 2000 que hemos manejado muestra que los ingresados durante los ochenta tuvieron altísimos porcentajes de bajas; puesto que debido a la cláusula del límite de diez años, los rezagos (abandonos) de entonces en la mayor parte de los casos, necesariamente, se convirtieron en bajas hoy; podemos indicar la concordancia general entre los hallazgos de Muñiz y nuestros resultados. En una palabra: el impacto de las crisis de los ochenta se habría traducido, primero, en rezagos y abandonos prolongados de los estudios y luego, por la aplicación de la cláusula del plazo máximo de diez años, en deserción y bajas. Sin duda, un análisis que incluyera las diferencias de sexo (género) en el desempeño de los alumnos podría ayudar a precisar más aún (o, en su caso, a corregir) la señalada concordancia.
Para terminar, debemos recordar la importancia de los estudios de seguimiento de los estudiantes de la carrera, desde su ingreso y hasta su salida (egreso o salida “anticipada”), porque a pesar de la mejoría en los niveles de incorporación a las áreas, y de egreso y titulación que muestran los datos de los estudiantes de la cohorte 1992-1996, sigue siendo cierto que la mayor parte de las bajas ocurre alrededor del primer año de haberse iniciado los estudios.

Anexo 1
Situación de los estudiantes de la carrera de Sociología de la UAM Azcapotzalco (“éxitos” y “fracasos” en sentido estrecho), según incorporación a las áreas de concentración y cohorte de ingreso, cohortes 1986-1991 y 1992-1996

Cohorte de ingreso
Ingresaron
a un área
Situación escolar
Total
1986-1991 Si: 495 36.3% Titulados 224 45.3% Titulados 16.4%
  Egresados 94 19.0% Egresados 6.9%
A tiempo 21 4.2% A tiempo 1.7%
Abandono 19 3.8% Abandono 8.9%
Baja 137 27.7% Baja 66.2%
  No: 871 63.8% A tiempo: 2 0.2% Total
  Abandono 102 11.9% cohorte 100.0%
Baja 767 88.1%  
Total 1366 100.0%  
1992-1996 Si 447 45.6% Titulados 119 26.6% Titulados 12.1%
  Egresados 121 27.1% Egresados 12.3%
A tiempo 195 43.6% A tiempo 29.9%
Abandono 10 2.2% Abandono 36.1%
Baja 2 0.4% Baja 8.5%
 
  No 533 54.4% A tiempo 108 20.3% Total
  Abandono 344 64.5% cohorte 100.0%
Total:980 100.0% Baja 81 15.2%  



Anexo 2
Duración de los estudios, por situación escolar, cohorte de ingreso e incorporación
a las áreas de concentración. Carrera de Sociología, UAM Azcapotzalco, 1974-1996 (medianas) (Excluyendo a titulados y egresados)


Situación
de los estudiantes
Cohorte
de ingreso
Inscorporación
a un área
Créditos (medianas)
Trimestres
académicos (medianas)
Años
naturales
(medianas)
A tiempo,
1986-1991
Si=13
412
25
10.7
insc.
No=1
Total=14
410
25
10.7
1992-1996
Si= 139
402
15
5.7
No= 67
240
16
5.7
Total= 206
364
16
5.7
A tiempo,
1986-1991
Si= 8
432
26
9.7
no insc.
No=1
Total=9
432
25
9.7
1992-1996
Si=56
430
16
6.2
No=41
149
13
4.7
Total=97
312
15
5.7
Abandono
1986-1991
Si= 19
432
18
7
No=102
51
3
1
Total= 121
60
4
1.3
1992-1996
Si= 10
423
15
6.2
No= 344
42
3
1
Total= 354
42
3
1.3
Baja
1974-1979
Si= 319
.00
5
1.7
No= 35
.00
4
1.3
Total= 354
.00
5
1.7
1980-1985
Si=137
327
21
7
No=702
0
3
1
Total=839
0
4
1.3
1986-1991
Si= 137
426
22
8
No=767
27
3
1
Total=904
42
4
1.3
1992-1996
Si=2
428
21
6.8
No=81
51
4
1.3
Total=83
51
4
1.3



Pies

1 En esta investigación hemos tomado la clasificación de la ANUIES para presentar la información. La clasificación es la siguiente: 1) Ciencias de la Salud: incluye a las facultades de Medicina y Cirugía y de Odontología, y a las escuelas de Enfermería y de Veterinaria; 2) Ciencias Naturales y Exactas: Escuela de Veterinaria y Zootecnia; 3) Ingeniería y Tecnología: facultades de Arquitectura “5 de Mayo” y de Ciudad Universitaria y Escuela de Ciencias Químicas; 4) Ciencias Sociales y Administrativas: facultades de Contaduría y Administración y de Derecho y Ciencias Sociales, Instituto de Investigaciones Sociológicas y Escuela de Economía; 5) Humanidades y Educación: Instituto de Ciencias de la Educación, Centro de Idiomas, Instituto de Investigaciones en Humanidades y Escuela de Bellas Artes. Dado que la UABJO cuenta con el nivel medio superior, agregamos 6) los Bachilleratos o nivel pre-universitario. «volver«.

2 Datos no expuestos en cuadro. Los casos respecto de los cuales no se cuenta con información sobre el cambio de tipo de contratación corresponden a Ciencias Sociales y Administrativas (cinco profesores) y a las Ingenierías y Tecnologías (dos profesores).. «volver«

3 En relación con ésto, otro proceso de importancia es el de “recategorización” de los profesores, que se inició en 1992 como resultado de las orientaciones gubernamentales en materia de política educativa para la educación superior. Aunque no es el tema de este trabajo, cabe anotar, en todo caso, que la recategorización no se ha dado como un proceso generalizado, y que desde entonces hasta la fecha de la encuesta, poco menos de la cuarta parte (23.6%) de los profesores de la muestra habían sido beneficiados con esta medida.. «volver«

. se aceptan colaboraciones

 
Estudios e Investigaciones

José Raúl Jiménez,
Rocío Gradiaga Kuri
Laura Elena Padilla González
Martha Elizabeth Campos Huerta
Variaciones de una misma orientacín general. Las políticas públicas hacia la educación superior en Argentina, Brasil, Chile, México y Venezuela.

Olga Montes García,
Oscar Cuéllar Saavedra,
Laura Gartán,
Adelaido García Andrés,
Laura Elena Padilla González.
Académicos de la UABJO. Una Aproximación a su estudio.

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Un nuevo horizonte para la formación moral: educar la libertad
 
Información para Colaboradores