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Académicos
de la UABJO. Una Aproximación a su estudio.
Olga Montes
García, Instituto de Investigaciones Sociales, UABJO
Correo-e:olgamontes_2000@yahoo.com
Oscar Cuéllar Saavedra, Departamento de
Sociología, UAM-A.
Laura Gaytán
Bohorquez,
Instituto de Investigaciones Sociales, UABJO y
Adelaido García Andrés Asistente de investigación
del proyecto,"Niveles
de profesionalización de los docentes de la UABJO"
Departamento de Sociología,
UAM Azcapotzalco.
Resumen
En este trabajo se presentan algunos resultados
de una encuesta aplicada a los profesores de la Universidad Autónoma “Benito
Juárez” de Oaxaca, en el mes de junio del año 2002.
El artículo constituye una primera aproximación a su estudio,
y busca proporcionar una visión general sobre algunas características
de los profesores universitarios: su edad, sexo y periodo de ingreso
a la institución, la antigüedad en ella, el tiempo que dedican
a la Universidad, los niveles de preparación que tienen, las
instituciones y los lugares en que se han formado, distinguiendo en
todos los casos por áreas de trabajo académico. En la
parte final se resumen los hallazgos y se hacen algunos comentarios
sobre su significado para la Universidad.
Palabras clave: Académicos, género, trabajo, condiciones.
Abstract
This article includes results of a survey applied to scholars of the
Benito Juárez Autonomous University (Universidad Autónoma
Benito Juárez de Oaxaca, UABJO) in Oaxaca on June, 2002. This
is a preliminary effort to obtain a general vision of some of the characteristics
of university professors: age, gender and time of incorporation to the
institution, seniority, time devoted to the University, schooling, institutions
and places where they have studied, dividing by areas of academic activity
at all times. The final portion is a summary of findings and comments
on their meaning to the University.
Key words: Scholars, gender, work, conditions.
Introducción
Este artículo trata de los académicos de la Universidad
Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO). Con base en los
resultados de una encuesta aplicada en junio del año 2002, en
esta primera aproximación buscamos proporcionar una visión
general sobre algunas características de los profesores universitarios
relacionadas con el desempeño de su papel. Pensamos que es importante
su estudio, pues en ellos descansa la difícil tarea de educar
y formar a los futuros profesionistas e investigadores del estado. Nuestra
intención es dar a conocer este primer acercamiento a un público
más amplio, con el propósito de contribuir a difundir el
interés por sus actividades y por el marco en el que las realizan.
El trabajo se organiza de la siguiente manera:
en la primera parte, hacemos algunas consideraciones generales sobre
el campo de estudios
y sobre los intereses y enfoques que han orientado algunos de los pocos
trabajos que se han publicado en nuestro país sobre el tema. Aquí también
damos noticia de los aspectos metodológicos de la encuesta. La
segunda sección, presenta los resultados y se divide en los siguientes
acápites: i) algunas características generales de los profesores
(sexo, edad, periodo de ingreso y antigüedad en la UABJO); ii) formas
de ingreso, tipo de contratación al incorporarse a la institución
y situación actual en ella; iii) trabajo en la universidad y fuera
de ella; y iv) niveles de formación académica y lugares
en que la obtuvieron. En todos ellos incluimos una comparación
por áreas de actividad académica. El artículo termina
con una reflexiones finales, en que resumimos los resultados y hacemos
algunos comentarios generales sobre su importancia y significado para
la institución.
Antecedentes conceptuales
y aspectos metodológicos
Antecedentes y aspectos conceptuales
En nuestro país, en los últimos años el tema de
los profesores y académicos universitarios ha cobrado importancia
como objeto de estudio. Se trata de una preocupación que surge
con cierto rezago en relación con los procesos de cambios que
ha venido experimentando la educación superior desde principios
de los años setenta del siglo pasado. A pesar de que a lo largo
de esa década y de la siguiente se expandieron considerablemente
tanto el número de instituciones de educación superior
(IES) como la matrícula en ellas y los cuadros docentes especialmente
en las universidades (Padua, 1989; Rodríguez, 1990; Cuéllar,
1995), el estudio de sus características, antecedentes sociales
y educativos, de sus formas de trabajo ha ocupado un lugar menor no sólo
en comparación con los grandes temas relacionados con el crecimiento
y lo que se llamó la “masificación” de la educación
superior, sino también en términos absolutos.
En particular, uno de los campos menos investigado ha sido el de los
profesores de las universidades de los estados. Sin duda, se llevaron
a cabo algunas investigaciones, pero pocas fueron publicadas, quedando
muchas en la forma de reportes de investigación. Así, por
ejemplo, para fines de los ochenta contamos con los trabajos sobre los
profesores universitarios de las ciudades de León (Cortés,
1987), Puebla (Charles, 1988), Tijuana, Hermosillo, Guadalajara (Morales,
1987; 1988; 1989) y Torreón (Muñiz, 1987; 1988; 1991),
realizados por investigadores del “Programa de capacitación
e investigación para el desarrollo de políticas de población” de
la Universidad Iberoamericana, que contó con el patrocinio del
Fondo de Población de las Naciones Unidas. Por otro lado, e independientemente
de los anteriores, para Guadalajara se publicó un trabajo sobre
los profesores de Ciencias Sociales (Villa, 1990). Aunque las investigaciones
primero mencionadas se interesaron sobre todo en los conocimientos que
los maestros universitarios tenían de la problemática poblacional
del país, también recogieron información sobre algunos
aspectos más generales, relacionados con el origen y las características
sociales, los estudios y el nivel formativo alcanzado, el tipo de contratación
y la antigüedad que los profesores tenían trabajando en las
universidades. En breve, esos trabajos dibujaban un panorama caracterizado
por un amplio predominio de los profesores varones y una baja participación
femenina (entre 18% y 27% a fines de los ochenta) y una proporción
relativamente baja de personas con posgrado (entre 25% y 33%, básicamente
de maestría, con escaso número de doctorados). Asimismo,
entre dos tercios y cuatro quintas partes estaban contratados como profesores
de asignatura (hora-clase). El promedio de edad de los maestros en las
distintas ciudades fluctuaba entre 35 y 37 años y en todas prevalecían
los jóvenes (entre dos terceras partes y cuatro quintas partes
tenía 40 años o menos: Muñiz, 1988b). Otro rasgo
interesante era que alrededor de la mitad de los profesores provenía
de familias cuyos padres habían alcanzado primaria completa como
máxima escolaridad. Estos datos permiten hacerse una idea de algunas
características de los maestros universitarios en algunos estados
en un momento en que, a nivel nacional, disminuía el impulso expansivo
del crecimiento que había caracterizado al desarrollo de la educación
superior desde comienzos de los años setenta (Padua, 1989).
Posteriormente, aparecieron nuevos estudios, en particular, la Universidad
Autónoma de Puebla; sobre los profesores del Departamento de Sociología
de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco
(Gil Antón et al., 1992)y, por cierto, la Universidad Nacional
Autónoma de México; más recientemente, se han publicado
las investigaciones de Gil y otros (1994) y de Grediaga (2000), ahora
desde perspectivas comparativas, que arrojan luz sobre algunos importantes
aspectos de los profesores y las actividades académicas de varias
universidades mexicanas. Si los primeros enfatizaron el origen social
de los profesores universitarios y la forma en que habían ingresado
al trabajo académico y su posterior desarrollo, los más
recientes se han interesado en la formación de los científicos
en nuestro país, sin que falten estudios sobre el mercado de trabajo
académico o sobre los cambios en las políticas de la educación
superior y sus efectos sobre el desarrollo académico en distintas
instituciones (Álvarez Mendiola, 1999; Díaz Barriga y Pacheco,
1997; García Salord, 1999; Galaz Fontes, 1999; Collado Ibarra,
1999).
En estos trabajos podemos observar que existen básicamente dos
formas de definir a los académicos universitarios. La primera,
próxima al sentido común, los ve como todas aquellas personas
que enseñan en la universidad (por ejemplo los trabajos realizados
a fines de los ochenta y principios de los noventa). La segunda, en cambio,
es más precisa y se centra en lo propio y específico del
trabajo que se desempeña (o debiera desempeñarse) en el ámbito
de la educación superior, destacando que los académicos “desarrollan
su actividad para cumplir una función social y constituyen, por
tanto, un rol específico dentro de la estructura ocupacional” (Grediaga,
2000: 122). Esto enfatiza el significado del capital cultural, es decir,
del conjunto de saberes y habilidades que los habilitan para desempeñar
su función, a la vez que presta atención a la creación
de un particular ethos profesional. A este respecto, Grediaga (2000:
161), apoyándose en Halsey y Trow y en Shils, aclara que la ocupación
académica “además de producir, transmitir y certificar
la adquisición de conocimientos, tiene la capacidad de: 1) regular
los procedimientos de incorporación a la profesión y al
mercado académico; 2) mediar, a través de su función
docente, la adquisición de conocimientos y habilidades necesarias
para formar parte de las otras profesiones modernas; 3) evaluar los productos
y servicios que genera y 4) construir un sistema de valores, normas y
significados que orientan su acción, que podríamos pensar
llegan a constituir un ethos particular”.
Los académicos -o, más generalmente, los profesores universitarios-
trabajan en instituciones con formas particulares de organización,
que incluyen tipos de contratación diferenciados y un sistema
de jerarquías vinculadas con los niveles de formación alcanzados,
que tienen incidencia sobre el desempeño (Ibarra Collado, 1999).
No todos tienen dedicación exclusiva o preferente a la universidad
y de hecho, muchos mantienen otras ocupaciones o trabajos fuera de ella.
Si bien los maestros son parte de un contexto social más amplio,
su posición -como bien lo documentan algunas investigaciones (Gil
et al., 1994; Grediaga, 2000)-, se ve influida por la participación
en la organización en que prestan sus servicios y en las formas
de asociación que surgen de ella o en relación con ella
(cuerpos colegiados de distinto tipo, sindicatos, etc.), lo que también
debería considerarse en las investigaciones futuras.
Para este trabajo, hemos tratado de tomar en cuenta algunos de los aspectos
mencionados antes; sin embargo, especialmente por tratarse de una primera
aproximación al estudio del tema en la UABJO, aquí hemos
optado por una delimitación del académico menos restrictiva
que, antes que poner el acento en lo específico del rol social
que define a esta clase de actores, intenta primero describir de manera
general su papel como docentes universitarios.
Aspectos metodológicos
De acuerdo con los datos registrados en los Archivos de la Secretaría
de Planeación y de la Secretaría Académica de la
UABJO para 1999, en ella trabajaban 1,274 profesores, de los cuales 979,
es decir 76.8%, eran de asignatura. Por otro lado, 1,072 (84.2%) eran
varones (Montes, 2002). Estos profesores trabajaban en facultades, escuelas
e institutos, que son las formas en que se encuentran organizadas las
distintas dependencias académicas de la institución, más
generalmente llamadas Dependencias de Educación Superior (DES).
Para la determinación de la muestra, se estimó primero
un tamaño muestral con un nivel de confianza de 95%, es decir,
de 305 personas a entrevistar. Disponiendo de las listas de docentes
e investigadores adscritos a cada DES, se consideró a éstas
como conglomerados y se definieron cuotas de personas que serían
entrevistadas siguiendo un criterio de proporcionalidad estricta, de
suerte que la composición de la muestra refleja la composición
relativa del profesorado según su adscripción institucional.
Para la determinación de las características de los profesores
a entrevistar, se tomó en cuenta la distribución por sexo
y el tipo de contratación. Los datos de la encuesta arrojan porcentajes
de hombres y mujeres casi idénticos a la distribución total
( 84.2% de varones en la población total y 83.9% en la muestra)
a la vez que un cierto sesgo en favor de los profesores contratados por
tiempo completo (67.2% de profesores de asignatura en la muestra frente
a 76.8% en la población total). Esto significa que hay una ligera
sobrerepresentación de los profesores de tiempo completo, lo que
debe tomarse en cuenta al momento de intepretar los resultados. Sin embargo,
hay que notar que en los últimos años ha habido contrataciones
en un contexto de política institucional que exige niveles formativos
mayores que antaño y que, además, en 4.5% de los casos
no se identificó el tipo de contratación, por lo que probablemente
el sesgo es menor de lo que parece.
El cuestionario comprende las siguientes partes: 1) Características
generales del informante (sexo, edad, instituciones en donde realizó sus
estudios, el grado máximo alcanzado y su situación laboral
en la UABJO); 2) Información acerca de las actividades laborales
que realiza y su dedicación a la universidad; 3) Docencia e Investigación:
forma en que el profesor realiza su trabajo docente, trabajos de investigación
que ha hecho y los resultados de éstos; 4) Organización
y apoyos institucionales: participación en el sindicato, en los órganos
colegiados, en los programas de estímulo existentes (PROMEP, SNI,
PEDD); 5) Situación socioeconómica, incluyendo orígenes
sociales de los profesores, nivel educativo de sus padres y de su cónyuge,
en caso de ser casados, e importancia del salario de la Universidad en
el mantenimiento de su hogar; 6) Evaluación y alternativas de
la actividad docente, en que se incluyen preguntas abiertas sobre las
opiniones de los docentes acerca de los problemas más importantes
de la universidad.
Para la aplicación del cuestionario, se preparó a un grupo
de estudiantes de la Escuela de Economía y se llevó a cabo
una “prueba piloto” con el fin de detectar y corregir errores.
Por motivos económicos, sólo se tomaron en cuenta DES ubicadas
en la ciudad de Oaxaca, excluyéndose algunas escuelas y pequeños
centros de las ciudades de Huajuapan de León (preparatoria y enfermería)
y de Tehuantepec (Centro de Idiomas). En la aplicación del cuestionario
se contó con buena disposición de parte de los directores
y de los docentes. Una vez levantada la encuesta, se procedió a
ordenar y a procesar la información usando el paquete estadístico
para las ciencias sociales, SPSS.
Los profesores de la UABJO
Como ha sucedido en otras instituciones de educación superior
del país, la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de
Oaxaca ha experimentado importantes transformaciones en el tamaño
de la matrícula, en el número de carreras ofrecidas y en
el número y características de sus profesores. Si bien
a nivel nacional estos procesos adquieren relieve ya desde principios
de los setenta, en muchos estados el impulso al crecimiento y a la modernización
son posteriores. En la UABJO, en la década de los ochenta la planta
docente se incrementó; en ocasiones los nuevos profesores carecían
de títulos y las contrataciones se realizaban al margen de lo
establecido en las diferentes reglamentaciones universitarias. A partir
de 1990, cuando la Secretaría de Educación Pública
comienza a exigir niveles académicos más altos para los
docentes universitarios, en la UABJO se comienza a exigir títulos
para ingresar a trabajar. Por otra parte, surgen programas de posgrado
destinados a mejorar la formación de sus profesores. En términos
formales se puede decir que con estas medidas el nivel académico
de los docentes de la institución se ha elevado. Sin embargo hasta
la fecha no ha habido un estudio serio sobre los profesores de esta universidad
que permita conocer el nivel académico real de la planta docente
y de investigadores, y tampoco se conocen las características
más generales de este sector. A continuación exponemos
los primeros resultados de la investigación que realizamos.
Algunas características
de los profesores
En el Cuadro 1 se resume la información sobre el sexo, la edad
y el periodo de ingreso y la antigüedad de los profesores entrevistados.
A mediados del año 2002, la composición por sexo de los
profesores de la UABJO mostraba un fuerte predominio de los hombres (83.9%),
con sólo 16.1% de mujeres. Como ya dijimos, esta información
concuerda con los datos de 1999, relativos al sector académico
de esta institución, que entonces tenía 84.2% de profesores
y 15.8% de profesoras (Montes, 2002).
Nótese que la presencia femenina resulta incluso inferior a la
detectada por los estudios realizados en la segunda mitad de los ochenta
en seis ciudades del país, mencionados antes (cf. Muñiz,
1988b y 1991). Respecto a la edad, la media era de 44.9 años y
la mediana de 45, con una desviación standard de 8.83. Los jóvenes
-entre 24 y 35 años- representaban solamente un 16.8% de la muestra
y los algo mayores -entre 36 y 40 años- otro 17%. Poco más
del 40% de los profesores tenían entre 41 y 50 años y los
de 51 o más años constituían una cuarta parte del
total. Otra vez, cabe señalar la diferente distribución
de edades en los estudios mencionados de fines de los ochenta, que reportaban
un amplio predominio de los profesores menores de 40 años como
resultado de la expansión de la educación superior.
Cuadro 1
Algunas características de los profesores de la UABJO |
Sexo |
Masculino |
256 |
83.9 |
Femenino |
49 |
16.1 |
Total |
305 |
100.0 |
Edad |
Entre 24 y 35 años |
50 |
16.4 |
Entre 36 y 40 años |
52 |
17.0 |
Entre 41 y 45 años |
51 |
16.7 |
Entre 46 y 50 años |
76 |
24.5 |
Entre 51 y 55 años |
44 |
14.4 |
56 o más años |
32 |
10.5 |
Total |
305 |
100.0 |
Período de ingreso a la UABJO |
Entre 1954 y 1980 |
59 |
19.3 |
Entre 1981 y 1985 |
48 |
15.7 |
Entre 1986 y 1990 |
48 |
15.7 |
Entre 1991 y 1995 |
55 |
18.0 |
Entre 1996 y 2002 |
83 |
27.2 |
Sin datos |
12 |
3.9 |
Total |
305 |
100.0 |
Antigüedad en la UABJO |
Entre 1 y 5 años |
49 |
16.1% |
Entre 6 y 10 años |
65 |
21.3% |
Entre 11 y 15 años |
65 |
21.3% |
Entre 16 y 20 años |
37
|
12.1% |
Entre 21 y 25 años |
50 |
16.4% |
26 y más años |
27 |
8.9% |
Sin información |
12 |
3.9% |
Total |
305 |
100.0% |
Fuente: Este cuadro y los que siguen
se elaboraron con base en los resultados obtenidos en la "Encuesta sobre Niveles de Profesionalización del Personal Académico de la UABJO". Base de datos IISUABJO, 2002.
Los profesores entrevistados se incorporaron a la universidad desde el
año 1954 y hasta el 2002. Poco menos de la mitad de ellos ingresó entre
1991 y 2002. El mayor porcentaje corresponde a los que se incorporaron
entre 1996 y 2002 (27.2%), seguidos por los que lo hicieron entre 1991
y 1995 (18%). Si estos datos se expresan en términos de la antigüedad
de los maestros, resulta que al momento en que se aplicó la encuesta
16.1% tenían entre uno y cinco años en la UABJO y otro
17%, entre seis y diez años. Una tercera parte llevaba entre 11
y 20 años y el resto, (29.1%), 21 o más años en
la institución. Los valores de la media y la mediana para toda
la distribución son de 14.07 y de 13 años, respectivamente,
con una desviación estandard de 8.25 años.
En síntesis, se trata de un sector académico predominantemente
masculino, con pocos jóvenes y amplio predominio de los de edad “media” (entre
41 y 50 años). Casi la mitad de los profesores ingresó entre
1991 y 2002; y el promedio de antigüedad en la universidad era de
14 años. Estos datos reflejan algunos aspectos de los procesos
de cambio habidos en los últimos 15 años que si bien en
lo general mantienen semejanza con los experimentados por el conjunto
de las IES el país, muestran algunas diferencias, en particular,
en lo que toca a la participación femenina y al periodo en que
se da la mayor parte de las incorporaciones. Tanto éste como la
antigüedad de los profesores pueden ser considerados como indicadores
de algunos aspectos de la dinámica del crecimiento de la educación
superior. Vistos desde esta perspectiva, ellos sugieren que el incremento
de los cuadros docentes en la UABJO toma impulso y madura justo cuando
en el conjunto del país se aprecia el inicio de la disminución
en el ritmo de crecimiento de aquella. Por otro lado, la composición
de género de los maestros de la universidad se aleja bastante
de las universidades de los estados de mayor población y nivel
de desarrollo, y se parece más a la que caracterizaba al mercado
académico del sistema de educación superior del conjunto
del país en las fases iniciales de su expansión (1960-1970),
que a las etapas en que este había iniciado su estabilización. Áreas de trabajo académico
A continuación veremos las mismas características de los
profesores, comparando por áreas de trabajo académico.
Agrupamos la información siguiendo los criterios de clasificación
empleados por la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones
de Educación Superior (ANUIES), y agregamos una entrada especial
para las Preparatorias y Bachilleratos dependientes de la Universidad
(nivel preuniversitario)1.
Cuadro 2
UABJO: Características de los profesores por áreas de trabajo
académico (porcentajes)
Características
de los profesores por áreas de trabajo académico (porcentajes) |
Características de los profesores |
Áreas de trabajo académico |
Ingeniería y Tecnología |
Cs. Nat. y Exact. |
Cs. de la Salud |
Sociales y Admin. |
Educ. y Human. |
Bachillerratos |
Frecuencia
|
58 |
8 |
55 |
92 |
33 |
59 |
Porcentaje |
19% |
2.6% |
18% |
30.2% |
10.8% |
19.3% |
Sexo
|
|
Masculino |
98.3 |
75.0 |
74.5 |
89.1 |
57.6 |
86.4 |
Femenino |
1.7 |
25.0 |
25.5 |
10.9 |
42.4 |
16.1 |
Total |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
Edad |
|
24 a 40 años |
19.0 |
37.5 |
14.5 |
42.4 |
48.5 |
42.4 |
41 a 50 años
|
51.7 |
37.5 |
34.5 |
39.1 |
45.5 |
40.7 |
51 y más años |
29.3 |
25.0 |
50.9 |
18.5 |
6.1 |
16.9 |
Total |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
Período de ingreso |
|
Hasta 1985 |
46.5 |
37.5 |
52.7 |
25.0 |
22.2 |
30.5 |
1986-1990 |
13.8 |
25.0 |
16.4 |
15.2 |
6.1 |
|
1991-1995 |
13.8 |
12.5 |
10.9 |
23.9 |
21.2 |
22.0 |
1996-2002 |
24.1 |
25.0 |
10.9 |
32.6 |
45.5 |
18.6 |
Sin información |
1.7 |
9.1 |
3.3 |
6.1 |
27.1 |
1.7 |
Total |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
Antigüedad |
|
Entre 1 y 10 años |
32.8 |
25.0 |
14.5 |
47.8 |
57.6 |
37.3 |
Entre 11 y 20 años |
34.5 |
50.0 |
32.7 |
32.6 |
24.2 |
37.3 |
21 años o más |
31.0 |
25.0 |
43.6 |
16.3 |
12.1 |
23.7 |
Sin información |
1.7 |
|
9.1 |
3.3 |
6.1 |
1.7 |
Total |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
En el Cuadro 2 se presenta primero la información
sobre la distribución de los entrevistados por áreas de
trabajo académico (primera fila) y luego, la que corresponde a
la composición por sexo, edad y periodo de ingreso a la universidad
para cada área.
Veamos primero la distribución por área de trabajo académico.
Poco menos de la tercera parte (30.2%) de los profesores se ubicaba en
Ciencias Sociales y Administrativas, mientras que los Bachilleratos,
las Ingenierías y Tecnologías y las Ciencias de la Salud
tenía poco menos del 20% cada uno (19.3%, 19% y 18% respectivamente).
Educación y Humanidades tenía 10.8%, y Ciencias Naturales
y Exactas conformaban sólo el 3% de los maestros (Cuadro 2, primera
fila).
La participación femenina varía fuertemente según
las áreas académicas. Las mujeres eran más del 40%
de los profesores en Educación y Humanidades, para descender a
una cuarta parte en Ciencias de la Salud y Ciencias Naturales y Exactas.
Seguían los Bachilleratos, con 16.1% de los entrevistados (igual
que el porcentaje total de mujeres en la muestra), pero en Ingenierías
y Tecnologías casi no había profesoras (1.7%). Llama la
atención que en Ciencias Sociales -que en el resto de las universidades
del país suele ser uno de los campos con mayor participación
femenina- esta apenas alcanzaba el 11%. En Ciencias de la Salud la presencia
de profesoras también es baja en comparación con los datos
nacionales.
El Cuadro 2 también proporciona datos sobre los grupos de edades,
los periodos de ingreso y la antigüedad de los profesores. A fin
de presentar una imagen resumida y posiblemente más clara de la
información, en este cuadro recodificamos las edades y la antigüedad.
Educación y Humanidades tenía el mayor porcentaje de jóvenes
-casi la mitad de los profesores en el rango de 24 a 40 años de
edad-, seguida por Ciencias Sociales y Administrativas y los Bachilleratos
(42.4% en dicho rango en ambos casos). Ciencias Exactas y Naturales tenía
37.5% de profesores de hasta 40 años. En Ciencias de la Salud
encontramos, en cambio, más profesores con edad avanzada y el
menor porcentaje de jóvenes. En Ingenierías y Tecnologías
predominaban los maestros que tenían entre 41 y 50 años
y menos de la quinta parte se ubicaba en la categoría de menor
edad.
En relación ahora con el periodo de ingreso a la UABJO, 55% de
los docentes de Ciencias de la Salud y 46% de los de Ingenierías
y Tecnologías ingresaron antes de 1985. En tercer lugar están
las Ciencias Naturales y Exactas, con 37.5%, con la aclaración
de que en esta área no hay profesores incorporados antes de 1981.
En las demás áreas, los profesores de más antigua
incorporación representan una parte menor: en los Bachilleratos
eran 30.5%, para descender a 25% en Ciencias Sociales y Administrativas
y a 21% en Educación y Humanidades. Congruentemente, estas áreas
son también las que tienen mayor proporción de ingresos
recientes (1996-2002): 45.5% en Educación y Humanidades, 32.6%
en Ciencias Sociales y Administrativas y 27.6% en los Bachilleratos.
Los datos sobre la antigüedad de los docentes confirman lo anterior.
En la categoría de menor antigüedad (entre uno y diez años)
cae casi el 60% de los encuestados de Educación y Humanidades,
casi la mitad de los de Ciencias Sociales y Administrativas, casi 40%
de los de los Bachilleratos y casi una tercera parte de los de Ingenierías
y Tecnologías. Por el contrario, sólo 15% de los profesores
de Ciencias de la Salud tiene poca antigüedad. El área de
Ciencias Naturales y Exactas aparece como excepción, con la mitad
de los profesores en la categoría intermedia (de 11 a 20 años)
y proporciones iguales con baja y alta antigüedad (25% en cada grupo).
En resumen, de la información presentada hasta aquí surge
la imagen de una clara diferencia en las características de los
docentes de las distintas áreas: 1) en un extremo se encuentra
Ciencias de la Salud, en que predominan los profesores de mayor edad
y de más antigüedad, con relativamente pocas mujeres, seguida
por Ingenierías y Tecnologías, que básicamente se
distingue de la anterior en la práctica ausencia de mujeres. 2)
En el otro extremo, Educación y Humanidades tiene casi la mitad
de sus profesores en el grupo de menor edad, casi 60% en el de poca antigüedad,
y la mayor participación femenina. Cercana a ella se encuentra
Ciencias Sociales y Administrativas, con más de 40% de profesores
jóvenes y casi la mitad de poca antigüedad, pero sólo
11% de mujeres. Los Bachilleratos tienen características que los
aproximan a Ciencias Sociales y Administrativas (muchos jóvenes,
un porcentaje relativamente alto de escasa antigüedad y pocas mujeres).
Por último 3) Ciencias Exactas y Naturales ocupan una situación
intermedia: poco menos de 40% de profesores jóvenes, y 25% de
escasa antigüedad, con igual porcentaje de mujeres.
Incorporación y situación
actual en la UABJO
Conocemos ya el sexo, la edad y la antigüedad de los profesores
de la UABJO. Ahora presentaremos los datos acerca de la forma en que
han ingresado a esta institución y su situación actual
en ella. El Cuadro 3 proporciona la información general.
Cuadro 3
Ingreso y situación actual de los profesores de la UABJO
Ingreso y situación actual |
Frecuencias |
Porcentajes |
Forma de ingreso a la UABJO
|
|
Concurso de oposición
|
55 |
18.2 |
Propuesta del Director
|
214 |
70.1 |
Por el Sindicato
|
10 |
3.1 |
Otro
|
20 |
6.5 |
Sin información
|
6 |
1.9 |
Total |
305 |
100.0 |
Tipo de contratación al ingresar
|
|
Profesor hora clase
|
273 |
89.5 |
Profesor tiempo completo |
23 |
7.5 |
Empleado administrativo
|
2 |
0.7 |
Sin información
|
7 |
2.3 |
Total |
305 |
100.0 |
Tipo de contratación actual
|
|
Tiempo completo
|
86 |
28.2 |
Prof. de asignatura
|
205 |
67.2 |
Sin información |
14 |
4.5 |
Total |
305 |
100.0 |
Cambios en el tipo de contratación
|
|
|
Total Sí cambió
|
77 |
25.2% |
No cambió |
221 |
72.5% |
Sin datos |
7 |
2.3% |
Total
|
305 |
100.0 |
La gran mayoría de los entrevistados (70%) afirmó que su
ingreso se debió a la propuesta del director de la escuela, facultad
o instituto en que inició su labor docente. Otro 18% lo hizo por
concurso de oposición y 10 profesores (3.3%) fueron propuestos
por el Sindicato de Trabajadores Académicos de la UABJO (STAUO).
El porcentaje restante corresponde a aquellos profesores que no contestaron
o no dieron información precisa sobre la manera en que se incorporaron
a la universidad. Por otra parte, nueve de cada diez entrevistados fueron
contratados como profesores de asignatura y únicamente 7.5% como
profesores de tiempo completo. Otros dos docentes (0.7%) ingresaron a
la UABJO como trabajadores administrativos, para después incorporarse
como maestros.
La situación al momento del levantamiento de la encuesta era diferente.
Los profesores contratados por tiempo completo aumentaron considerablemente
(a 28.5), disminuyendo los de asignatura. De acuerdo con la última
fila del Cuadro 3, una cuarta parte de los entrevistados cambió su
tiempo de dedicación, mientras que poco más de 70% siguió con
el mismo tipo de contratación inicial (en los demás casos,
2.3%, no se tuvo información). Debemos agregar que al distinguir
por el tipo de contratación inicial, resultan diferencias en la
dirección de los cambios: 25% (68 casos) de los profesores inicialmente
contratados por hora clase pasaron a ser de tiempo completo, mientras
que siete (o 30%) de los que tenían este último tipo de
dedicación cambiaron a profesores de asignatura (datos no presentados
en el cuadro).
Antes de continuar, vale la pena preguntarse por la importancia que han
tenido las distintas vías de ingreso a la UABJO a lo largo del
tiempo (Cuadro 4).
Ahora distinguiremos por áreas de trabajo académico (Cuadro
5). Si bien la principal forma de ingreso a la UABJO es la propuesta
del director, en Ciencias Naturales y Exactas el concurso de oposición
ocupa el primer lugar: 50%, frente a 37.5% de la propuesta del director
y 12.5% de “otra forma”. En las demás áreas
domina la propuesta del director seguida del concurso de oposición,
aunque hay variaciones en el peso relativo de éste. En Ciencias
Sociales y Administrativas y en Ciencias de la Salud el concurso de oposición
asciende a alrededor de 20%, con poco más de 67% para la propuesta
del director. En las Ingenierías, en los Bachilleratos y en Educación
y Humanidades la propuesta del director representa entre el 70% y algo
más del 77%, mientras que el concurso de oposición fluctúa
entre 10% y 15%.
Cuadro 4
Profesores de la UABJO: forma de ingreso por periodo de ingreso (porcentajes)
Periodo en
que ingresó |
Forma de ingreso a la UABJO |
Oposición |
Director |
Sindicato |
Otro |
Total |
Hasta 1980
|
16.9% |
67.8% |
1.7% |
13.6% |
100.0% |
1981 a 1985 |
27.1% |
54.2% |
10.4% |
8.3%* |
100.0% |
1986 a 1990 |
22.9% |
72.9% |
4.2% |
|
100.0% |
1991 a 1995
|
20.0% |
65.5% |
1.8% |
12.7% |
100.0% |
1996 y más |
7.2% |
84.3% |
1.2% |
7.2% |
100.0% |
Sin datos |
33.3% |
58.3% |
|
8.3% |
100.0% |
Total |
18.0% |
70.2% |
3.3% |
8.5% |
100.0% |
La propuesta del sindicato tiene mayor peso en
el nivel preuniversitario (8.5%), pero es inexistente en Ingenierías y Ciencias Exactas
y Naturales. En las demás áreas su importancia es mínima. “Otras
formas” de ingreso (no especificadas) existen en todas las áreas,
en particular en Educación y Humanidades, en que está muy
cerca del concurso de oposición. En el resto (Ciencias Naturales
y Exactas, Ciencias de la Salud e Ingenierías y Tecnologías),
fluctúan entre 12.5% y 8.6%.
Cuadro 5
UABJO: ingreso a la universidad y situación actual en ella,
por área de trabajo académico de los profesores (porcentajes)
Características de los profesores |
Áreas de trabajo académico |
Ingeniería y Tecnología |
Cs. Nat. y Exact. |
Cs. de la Salud |
Sociales y Admin. |
Educ. y Human. |
Bachille
ratos |
Forma de ingreso |
|
Concurso de oposición |
10.3 |
50.0 |
20.0 |
22.8 |
15.2 |
13.6 |
Propuesta del Director |
77.6 |
37.5 |
67.3 |
67.4 |
69.7 |
74.6 |
Por el Sindicato |
|
|
1.8 |
3.3 |
3.0 |
8.5 |
Otro |
8.6 |
12.5 |
10.9 |
2.2 |
12.1 |
3.4 |
Sin información |
3.4 |
|
|
4.4 |
|
|
Total |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
Tipo de contratación
al ingresar |
|
Profesor hora clase |
94.8 |
87.5 |
87.3 |
82.6 |
93.9 |
94.9 |
Tiempo completo |
1.7 |
12.5 |
9.1 |
12.0 |
6.1 |
5.1 |
Empl. Administrativo |
|
|
3.6 |
|
|
|
Sin información |
3.4 |
|
|
5.4 |
|
|
Total |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
Tipo de contratación
actual |
|
Prof. hora clase |
69.0 |
62.5 |
47.3 |
72.8 |
78.8 |
84.7 |
Tiempo completo |
27.6 |
37.5 |
52.7 |
25.0 |
21.2 |
15.3 |
Sin información |
34 |
|
|
|
|
1.3 |
Total |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
Cambios en el tipo
de contratación |
|
No cambió |
70.7 |
75.0 |
50.9 |
75.0 |
84.8 |
83.1 |
Sí cambió |
25.9 |
25.0 |
49.1 |
19.6 |
15.2 |
16.9 |
Sin datos
|
3.4 5.4 |
|
|
3.4 5.4 |
|
|
Total |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
100.0 |
Con respecto al tipo de contratación inicial, cuya figura dominante
es la del profesor de asignatura, ella representa casi la totalidad de
las contrataciones en los Bachilleratos, en las Ingenierías y
en Educación y Humanidades (entre 94% y 95%. Es decir que estas áreas
casi no tenían tiempos completos. En las demás áreas
(Ciencias Naturales y Exactas, Ciencias Sociales y Administrativas y
Ciencias de la Salud), las contrataciones iniciales por tiempo completo
rondan o superan levemente el 10%.
La situación al momento de la encuesta mostraba incrementos generalizados
en los tiempos completos, aunque con distinto grado de intensidad. Ciencias
de la Salud tenía más del 50% de sus profesores con este
tipo de contratación, seguida por Ciencias Naturales y Exactas,
con 37.5%. Las Ingenierías y Tecnologías y Ciencias Sociales
y Administrativas tenían una cuarta parte o poco más (27.6%
y 25%, respectivamente). Educación y Humanidades alcanzaba 21%,
mientras que los Bachilleratos apenas superaban el 15% de tiempos completos.
La última fila del cuadro muestra que las áreas que en
2002 contaban con mayor porcentaje de tiempos completos eran también
aquellas en que había tenido mayor incidencia el cambio en el
estatus contractual de los profesores: casi la mitad de los profesores
de Ciencias de la Salud y alrededor de una cuarta parte de los de Ingenierías
y Tecnologías y de Ciencias Naturales y Exactas habían
cambiado su tipo de dedicación. Otra vez, los Bachilleratos mostraban
un bajo porcentaje de cambios (16.9%), menor que el de Ciencias Sociales
y Administrativas (alrededor de 20%), pero levemente superior al de Educación
y Humanidades, que apenas tenía poco más de 15%.
Conviene señalar también algo acerca de la dirección
de los cambios. En breve2
1) En Ciencias Naturales y Exactas, Ingenierías y Tecnologías
y Educación y Humanidades, sólo encontramos cambios de
profesor de asignatura a tiempo completo. Es importante tener presente
que, fuera de los Bachilleratos, estas áreas son las que tenían
menores porcentajes de profesores inicialmente contratados por tiempo
completo (12.5%, 1.7% y 6.1%, respectivamente).
2) En las demás áreas hay cambios en ambos sentidos, aunque
con distinto peso. En efecto, en Ciencias de la Salud predominan los
cambios de asignatura a tiempos completos. La mitad de los profesores
inicialmente contratados por asignatura cambiaron a tiempo completo,
mientras que una quinta parte de los que ingresaron con este tipo de
contratación pasaron a ser profesores por hora clase. En esta área
se ubica también el caso de los dos maestros que se incorporaron
a la universidad como empleados administrativos para luego pasar a ser,
uno, profesor de asignatura y otro, de tiempo completo. En Ciencias Sociales
y Administrativas y en los Bachilleratos predominan los cambios de tiempo
completo a asignatura, con diferencias de niveles. En efecto, en la primera,
18.4% de los maestros inicialmente contratados por hora clase pasaron
a ser de tiempo completo, mientras que 36.4% de los contratados en esta última
situación, cambiaron a asignatura. En los Bachilleratos los respectivos
porcentajes son de 14.3% y de 66.7%. Recordemos que en éstos casi
95% de los profesores fueron inicialmente contratados por hora clase,
mientras que en Ciencias Sociales y Administrativas este tipo de contratación
representaba el menor porcentaje de todas las áreas (82.6%).
De la exposición precedente, se va perfilando una cierta línea
de cambios que parece orientada a fortalecer el nivel académico
y el desempeño docente de las distintas áreas, en este
caso mediante aumentos en el número de tiempos completos3. Estos
se incrementan en todas las áreas, pero son especialmente visibles
en Ciencias de la Salud, Ingenierías y Tecnologías y Ciencias
Naturales y Exactas, afectando poco a las demás. El sector menos
atendido es el preuniversitario, al punto que puede incluso hablarse
de un notorio rezago en comparación con las demás áreas.
Trabajo en la UABJO
y fuera de ella
En esta sección presentaremos y analizaremos la información
acerca de la participación laboral de los maestros, distinguiendo
entre el trabajo que se realiza en la universidad y el que se lleva a
cabo fuera de ella (Cuadro 6).
Cuadro 6
Características de los profesores y trabajo en la UABJO
y fuera de ella (porcentajes)
Características
de los profesores |
¿Trabaja en otra parte? |
Si |
No |
Total |
Sexo: |
Masculino |
78.9% |
21.1% |
100% (n=256) |
Femenino
|
53.1% |
46.9% |
100% (n=049) |
Total |
74.8% |
25.2% |
100% (n=305) |
Situación laboral en la UABJO |
Profesor de asignatura
|
83.6% |
16.4% |
100% (n=214) |
Tiempo completo
|
56.3 |
43.7% |
100% (n=087) |
Sin información
|
|
100% |
100% (n=004) |
Total |
74.8% |
25.2% |
100% (n=305) |
Área de trabajo académico |
Ingenierías y Tecnologías
|
69.0% |
31.0 |
100% (n=058) |
Cs. Naturales y Exactas
|
25.0% |
75.0% |
100% (n=008) |
Cs. de la Salud |
92.7% |
7.3% |
100% (n=055) |
Cs. Sociales y Administr. |
76.1%
|
23.9% |
100% (n=092) |
Educación y Humanidades
|
63.6% |
36.4% |
100% (n=033) |
Bachillerato |
74.6% |
25.4% |
100% (n=059) |
Total |
74.8% |
25.2% |
100% (n=305) |
Lo primero que destaca es que casi tres cuartas partes de los profesores
trabajaban fuera de la universidad. Al distinguir por sexo, resulta que
los hombres lo hacían más que las mujeres: casi 80% y 53%,
respectivamente. Por otra parte, como era de esperarse, los profesores
de asignatura trabajaban fuera en mucho mayor proporción que los
profesores de tiempo completo: 83.6% y 56.3%, respectivamente (27.3 puntos
porcentuales de diferencia). Los maestros de los que se desconoce el
tipo de contratación sólo trabajaban en la universidad.
Al comparar por áreas de trabajo académico surgen fuertes
diferencias. Ciencias de la Salud tiene la mayor proporción de
profesores que declararon desempeñar otro trabajo, (92.7%), normalmente
en hospitales, que son los centros donde se desarrolla parte importante
de la enseñanza en Medicina y Enfermería. Debemos recordar
que esta es también el área en que ha habido el mayor incremento
en el número relativo de tiempos completos y que al momento de
la encuesta tenía más de la mitad de sus profesores con
este tipo de contratación.
Ciencias Sociales y Administrativas y los Bachilleratos tienen porcentajes
cercanos a la media de toda la muestra: 76.1% y 74.6% de profesores que
tenían otro trabajo. Siguen las Ingenierías y Tecnologías,
con 69%, y Educación y Humanidades, con casi 64%. El área
de Ciencias Naturales y Exactas constituye una clara excepción,
con la mayoría de sus maestros dedicados solamente a la universidad
y sólo una cuarta parte que desempeñaba otro trabajo.
Niveles de formación académica
de los profesores
Otro indicador para conocer al personal académico de la universidad
es el grado académico alcanzado por los profesores. En los últimos
años en todo el país se ha dado un cambio respecto al grado
académico predominante entre los profesores. Debido a las exigencias
de la Secretaría de Educación Pública y, sobre todo,
a que los programas de estímulo al desempeño docente otorgan
más puntos de acuerdo con el grado que tenga cada maestro, ha
disminuido el número de quienes únicamente cuentan con
la licenciatura y se ha incrementado el de aquellos que ya poseen el
grado de maestría. ¿Cuál es la situación
en la UABJO? En el Cuadro 7 presentamos los datos.
Cuadro 7
Niveles de formación de los profesores de la UABJO
Niveles de formación |
Frecuencias |
Porcentajes |
No estudiaron |
6 |
2.0% |
Sólo licenciatura |
111 |
36.4% |
Licenciatura y Maestría |
176 |
57.7% |
Licenciatura, Maestría y Doctorado
|
12 |
3.9% |
Total |
305 |
100.0% |
Salvo unos pocos profesores de la Escuela de Bellas Artes, todos tienen
estudios de licenciatura y casi 58% tiene maestría. Sólo
36.4% estudió nada más licenciatura. En comparación
con la situación de las universidades de algunas ciudades a fines
de los ochenta del siglo pasado, la UABJO parece haber hecho avances
radicales. Sin embargo, todavía muy pocos profesores tienen
doctorado (12 profesores o 4%).
Áreas de trabajo académico |
Licenciatura: estudió la licenciatura
en: |
Oax., UABJO |
Oax., otra IES |
Otro Lugar |
Total |
74.1 |
10.3 |
15.5 |
100 (n=58) |
Ingenierías y Tecnologías |
74.1 |
10.3 |
15.5 |
100 (n=58) |
Cs. Naturales y Exactas |
50.0 |
|
50.0 |
100 (n=08) |
Cs. de la Salud |
74.5 |
|
25.5 |
100 (n=55) |
Cs. Sociales y Administra. |
87.0 |
3.3 |
9.8 |
100 (n=55) |
Educación y Humanidades |
55.6 |
7.4 |
37.0 |
100 (n=27) |
Bachillerato |
79.7 |
13.6 |
6.8 |
100 (n=59) |
Total |
76.9 |
6.4 |
16.7 |
100 (n=299) |
Áreas de trabajo académico |
Maestria: estudió la maestría
en: |
59.5 |
9.5 |
31.0 |
100 (n=42) |
Ingenierías y Tecnologías |
20.0 |
40.0 |
40.0 |
100 (n=05) |
Cs. Naturales y Exactas |
6.5 |
8.7 |
84.8 |
100 (n=46) |
Cs. de la Salud |
73.1 |
7.5 |
19.4 |
100 (n=67) |
Cs. Sociales y Administr. |
72.7 |
9.1 |
18.2 |
100 (n=11) |
Educación y Humanidades |
88.2 |
|
11.8 |
100 (n=17) |
Total |
53.7 |
8.5 |
37.8 |
100 (n=188) |
Áreas de trabajo académico |
Doctorado: estudió el doctorado en: |
Oax.,UABJO |
Oax.,otra IES |
Otro lugar |
Total |
Ingenierías y Tenologías |
75.0 |
|
25.0 |
100 (n=4) |
Cs. Naturales y Exactas |
|
|
|
Cs. de la Salud |
50.0 |
50.0 |
100 (n=2) |
Cs. Sociales y Administrativas |
50.0 |
50.0 |
100 (n=6) |
Educación y Humanidades |
|
|
Bachillerato |
Total |
58.3 |
41.7 |
100 (n=12) |
El Cuadro 8 informa sobre el lugar en que han llevado a cabo sus
estudios, por áreas de trabajo académico. Antes de entrar en detalles,
conviene ver primero los datos sobre el conjunto de la muestra. Estos
se presentan como distribución de la variable “lugar en
que realizó sus estudios”, en negrita, al final de cada
nivel académico (licenciatura, maestría, doctorado). Se
toma como base el total de personas que realizó estudios en
cada uno de dichos niveles.
La mayor parte de los profesores realizó sus estudios de licenciatura
en el estado y, en especial, en la misma universidad. En efecto, más
de tres cuartas partes de los profesores que estudiaron la licenciatura
lo hicieron en la UABJO, porcentaje que sube a más de 83% si se
suman los que estudiaron en otra institución del estado. Agreguemos
que poco más de 15% hizo sus estudios en otra institución
de educación superior del país y sólo 4 profesores
(1.3%) los hicieron en el extranjero.
A nivel de maestría, más de la mitad de los que obtuvieron
es grado estudió en la UABJO y el porcentaje sube a más
de 60% cuando se consideran otras IES del estado. Un 35% lo hizo en otro
estado de la República y 2.7% en el extranjero. Por último,
en relación con los estudios de doctorado, siete profesores (58%)
los hicieron en la UABJO y el resto los realizaron en otra IES del país
(cuatro profesores) o en el extranjero (uno).
Veamos ahora los datos para las áreas de trabajo académico
(para los cálculos, sólo tomamos en cuenta a quienes
al menos estudiaron licenciatura: 299 casos).
Estudios de Licenciatura: aquí destacan Ciencias Sociales y Administrativas,
con 87% de sus maestros con licenciatura obtenida en la UABJO y los Bachilleratos,
con alrededor de 80%. Estas áreas tienen los menores porcentajes
de profesores con estudios en otro lugar, especialmente el nivel preuniversitario.
Casi tres cuartas partes de los profesores de Ciencias de la Salud
y de Ingenierías y Tecnologías realizaron sus estudios de
licenciatura en la UABJO, mientras que Educación y Humanidades
y Ciencias Naturales y Exactas tienen los menores porcentaje de profesores
que estudiaron en la misma institución (55.6% y 50%, respectivamente).
Estas áreas son también las que en mayor medida han reclutado
profesores que estudiaron en otro estado o país (37% y 50%, respectivamente).
Notemos, por último, que tanto Ciencias Naturales y Exactas
como Ciencias de la Salud carecen de maestros con licenciatura en otra
IES
del estado.
Estudios de posgrado: Hemos visto que casi 62% de los profesores
entrevistados realizaron estudios de maestría o equivalentes. Ciencias de la
Salud es, de lejos, la que tiene el mayor porcentaje, 83.6%. La mayor
parte de los médicos ha estudiado especializaciones médicas,
que aquí hemos contado como equivalentes del nivel de maestría.
Siguen Ciencias Sociales y Administrativas e Ingenierías y Tecnologías,
con alrededor de 73%, mientras que Ciencias Naturales y Exactas se sitúan
en torno de la media global, con 62.5% de maestros. Educación
y Humanidades y los bachilleratos tienen sólo una tercera parte
o menos que ha estudiado alguna maestría.
En relación con el lugar de estudios, en los bachilleratos nueve
de cada diez profesores con maestría la obtuvieron en la misma
UABJO. En Ciencias Sociales y Administrativas y de Educación y
Humanidades, son siete de cada diez profesores con maestría los
que estudiaron en esa institución, para descender a alrededor
de seis por cada diez en las Ingenierías y Tecnologías.
Las áreas con menores porcentajes de maestrías en la
UABJO son Ciencias Naturales y Exactas, dos de cada diez, y Ciencias
de la
Salud, con alrededor de uno de cada 15 profesores.
En el cuadro queda también en claro que Ciencias de la Salud,
Ciencias Exactas y Naturales e Ingenierías y Tecnologías
cuentan con los mayores porcentajes de maestros titulados en instituciones
de otros lugares (85%, 40% y 31%, respectivamente). En los demás
casos, los porcentajes fluctúan entre el 12% (Bachilleratos)
y 19% (Ciencias Sociales y Administrativas).
Para terminar con esta parte, recordemos que de los profesores con
estudios de doctorado (seis en Ciencias Sociales y Administrativas,
cuatro en
Ingenierías y Tecnologías y dos Ciencias de la Salud),
siete los hicieron en la UABJO y el resto, fuera del estado.
Estos datos muestran el predominio de la UABJO como formadora en
todos los niveles. Esta situación puede tener múltiples lecturas.
Sobresalen dos: 1) su capacidad para formar profesionistas universitarios
y para auto aprovisionarse de la mayor parte de sus cuadros docentes;
2) la última capacidad puede también verse como un proceso
riesgoso, porque cabe la posibilidad de que se oculten las deficiencias
en la formación y sólo se atienda a otorgar grados sin
mucha calidad académica.
Para la primera lectura, el alto porcentaje de profesores que realizaron
sus estudios de licenciatura en la UABJO parece un fenómeno normal,
tanto por las características demográficas y urbanas del
estado como por la importancia y primacía de esa institución
en él: la UABJO constituye el centro focal de la educación
superior, ubicado en la capital del estado. Por otra parte, en lo que
se refiere al nivel de posgrado, debe tenerse en cuenta el papel de las
políticas de educación superior de la Federación,
que se han orientado a mejorar el nivel académico en general y
de los docentes en particular, así como los esfuerzos en esta
misma dirección realizados por la UABJO y sus autoridades. Ellos
se han traducido en la creación de programas de posgrado en distintas áreas
de trabajo académico, que han ampliado las oportunidades de formación
en el mismo estado.
Por otra parte, y a pesar de sería difícil negar los aspectos
positivos de estos esfuerzos, hay que contar también con la posibilidad
de que surjan efectos perversos no deseados, entre ellos, en particular,
programas de posgrado de calidad insuficiente o baja (la jerga académica
suele llamarlos “patito”), sobre todo cuando su creación
obedece a presiones externas antes que al reconocimiento de las propias
carencias y necesidades. También parece claro que estamos frente
a un fuerte grado de auto-reclutamiento académico (“in breeding”).
Aunque esto no es privativo de la UABJO ni es en principio por si mismo
negativo, puede llegar a serlo si se asocia con precarios niveles de
calidad académica y selección particular y no universal
de los nuevos docentes. En esta conexión, resalta la importancia
de la propuesta del director como principal forma de ingreso a la UABJO,
que además ha aumentado su peso en el periodo más reciente,
en desmedro del concurso de oposición. En un contexto en que crecientemente
se imponen criterios académicos de corte universal para la incorporación
de los profesores universitarios, la regresión señalada
no puede pasar desapercibida y debería constituirse en una preocupación
para la institución. Este es un punto que deberá merecer
un estudio detallado próximamente.
Reflexiones finales
Como se mencionó al inicio, la intención de este artículo
es acercarse al conocimiento de los profesores de la Universidad Autónoma “Benito
Juárez” de Oaxaca. En este primer análisis nos hemos
limitado a la presentación de algunas de sus características
generales; no obstante, pensamos que podemos extraer algunas conclusiones,
así como plantear cuestiones que pueden tener utilidad para el
desarrollo de nuevos análisis.
En resumen, los datos que hemos examinado nos permiten afirmar que
en esta universidad prevalecen los hombres y que la participación
de las mujeres en la docencia y la investigación es sumamente
baja, menor incluso que la que existía en otras ciudades del interior
de la república a mediados o fines de los años ochenta
del siglo pasado, cuando a nivel nacional el impulso expansivo de la
educación superior empezaba a decaer. Por otra parte, si entonces,
de acuerdo con la información existente, la enorme mayoría
de los profesores eran menores de 40 años, hoy las cosas han cambiado.
Esto se refleja parcialmente en los datos de la encuesta. En la UABJO
los profesores de 41 años o más constituyen casi dos terceras
partes de los maestros. La mayoría ingresó entre 1985 y
los noventa, en que se dio la mayor cantidad de incorporaciones. La antigüedad
promedio es de 14 años, con una mediana de 13, y casi 30% de los
docentes tenía más de 20 años trabajando en la
universidad.
Asimismo, debe destacarse que si durante los años ochenta del
siglo pasado todavía se trataba del crecimiento de la educación
superior, en la actualidad adquiere primacía la cuestión
de la calidad académica (López Zárate, 1995; Arredondo
Galván, 1995). A diferencia de lo que sucedía hace 15 años,
hoy la mayor parte de los profesores ha realizado estudios de maestría
y, en el caso de la UABJO, muchos lo han hecho en la misma institución
en que realizaron sus estudios de licenciatura.
De lo anterior destacan algunos rasgos que merecen algún comentario.
Desde luego, la participación femenina es todavía muy baja
en comparación con el resto de las IES del país, incluso
en aquellas áreas de trabajo académico que en otras instituciones
se caracterizan por una alta presencia femenina, como son las de Educación
y Humanidades y las Ciencias Sociales y, en menor medida, Administrativas.
El predominio masculino es extremo en aquellas en que generalmente suele
haber una baja participación femenina, como es en particular el
caso de Ingenierías y Tecnologías, en que la presencia
de profesoras es prácticamente inexistente.
Otro aspecto de importancia es el que se refiere a la edad y a la antigüedad
de los maestros. Alrededor de una cuarta parte de los maestros tienen
más de 50 años y llevan más 20 años en su
trabajo. Muy pronto esta situación presentará problemas
para la institución, como son los de jubilación, pues dentro
de un lapso relativamente corto buena parte de los profesores abandonará la
universidad. Esta debe preocuparse por su reemplazo y deberá hacerlo
dentro de los cánones hoy vigentes, que privilegian un alto nivel
de formación académica de los maestros, es decir, en
lo posible, con nivel de doctorado.
Pero también es necesario tomar en cuenta que, con una planta
docente con alrededor de dos tercios mayores de 40 años de edad,
para quienes que no han realizado estudios de posgrado se hace difícil
hacerlo debido a la presencia de intereses de otro tipo, básicamente
familiares y laborales, que les impiden o dificultan moverse libremente
o asumir compromisos de más exigencia, como pueden ser los que
se asocian con realizar estudios de posgrado. Para muchos, salir a estudiar
fuera del estado es una dificultad real, como parece indicarlo el alto
porcentaje de profesores que han realizado sus estudios de posgrado en
la UABJO. Para otros, las necesidades de atender otros intereses puede
ser un obstáculo respecto del mejoramiento de su formación
académica. En esta conexión, hay que recordar que en muchos
casos se trata de profesores de asignatura que tienen otro trabajo. Para
algunos, es probable que ello sea causa de un escaso interés por
cambiar los contenidos y la forma de impartir las clases. En todo caso,
hay bastantes diferencias por áreas de trabajo académico
y la universidad debe prepararse para enfrentar los desafíos.
Aquí es menester resaltar que si los profesores más jóvenes
se hallan en el nivel pre-universitario, los de más edad están
en Ciencias de la Salud y biológicas. En estas dos áreas
se pueden tomar ya decisiones, sea para formar a los docentes, o para
buscar a aquellos que suplirán a los actuales.
Es necesario tener presente la forma en que ha crecido la planta docente.
Ya vimos la importancia del periodo que se inicia entre mediados y
fines de los ochenta y se extiende hasta mediados o fines de los noventa
respecto
de la contratación de los profesores. Esto da una idea acerca
del momento en que la institución se incorpora al proceso de ampliación
de las oportunidades de educación superior, iniciado al menos
una década antes en el centro del país. Si ello señala
un cierto rezago de Oaxaca, también muestra ciertas coincidencias
con los procesos de nivel nacional. Las áreas que han recibido
más docentes en los últimos años han sido Ciencias
Sociales y Administrativas y el nivel preuniversitario. En la primera
tenemos dos facultades cuyo crecimiento supera ampliamente a las demás:
Derecho y Contaduría y Administración. Y de los Bachilleratos
sabemos que su crecimiento ha sido consecuencia de varios factores, entre
los que se pueden mencionar el crecimiento de la demanda por educación,
asociado al crecimiento demográfico y urbano, y las presiones
de parte de varios grupos y partidos políticos, que suelen tener
incidencia en el funcionamiento universitario. La universidad se ve enfrentada
a encontrar medios de responder a una demanda que seguramente será creciente
por un tiempo todavía, en los niveles de calidad más altos
posibles. Eso exige una reconsideración del papel del Bachillerato
y del perfil del docente que allí se desempeña.
En los años ochenta, pero sobre todo en los noventa, han tenido
importancia los esfuerzos por modernizar las formas de organización
institucional y del trabajo académico, creándose y desarrollándose
varias iniciativas destinadas a ampliar la oferta de carreras y tipos
de estudio, incluyendo algunos programas de posgrado. También
se ha tratado de establecer procedimientos más universales y,
podría decirse, más racionales de contratación y
categorización de los académicos. Sin embargo, se trata
de procesos en curso, en que las nuevas orientaciones todavía
no llegan a alcanzar predominio ni aceptación práctica
o en que incluso hay retrocesos. En relación con esto, la forma
de contratación puede verse como un indicador de la manera como
está organizada la UABJO. Es alarmante que un 70% de la muestra
haya ingresado mediante propuesta del director y que únicamente
un 18% lo haya hecho por medio de un concurso de oposición; y
más aún, que en las contrataciones más recientes éste
disminuya su peso, cuando debería ser todo lo contrario.
Aquí se muestra uno de los vicios de la institución: el
poder del director de cualquier facultad, escuela o instituto para contratar
personal sin un examen formal previo. Es cierto que una cantidad importante
de profesores han aprovechado las nuevas oportunidades de formación
que se abrieron con la creación de programas de posgrado, mejorando
su escolaridad y obteniendo el paso de la condición de profesor
de asignatura a la de tiempo completo. Pero también es cierto
que muchos docentes han logrado, con el transcurso de los años
y con base en reglas no escritas que de hecho rigen la vida universitaria,
conseguir tiempo completo y quedarse como profesores de carrera aún
cuando no cumplen con las exigencias mínimas. La pregunta aquí es ¿qué criterios
se han seguido para otorgar los tiempos completos? Aunque no podemos
contestarla ahora, esperamos poder ofrecer al menos una respuesta tentativa
en un próximo trabajo. Para ello será necesario también
tomar en cuenta otros datos, algunos aquí presentados en una primera
aproximación -como el marcado proceso de auto-reclutamiento de
los cuadros docentes- y otros que aún esperan análisis,
como las modalidades que asumió el proceso de recategorización
de los profesores a lo largo de la década de los noventa.
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Cuadro 1
Esquema de los momentos de la trayectoria escolar normal y de su duración
esperada
Momentos de la
Trayectoria escolar |
Actividades y logros |
Duración de la
Trayectoria (exitosa) |
1. Ingreso a la carrera =
ingreso al tronco común |
Terminación de los estudios
del tronco común |
3 trimestres académicos
o 1 año natural |
2. Ingreso al tronco básico profesional |
Terminación de los estudios
del tronco básico profesional |
6 trimestres académicos
o 2 años naturales |
3. Ingreso a una área de concentración |
Terminación de los estudios del área de concentración
Terminación de la tesina Servicio social* |
3 trimestres o 1 año natural
1 trimestre o 3 meses naturales
|
4. Procesos terminales |
Servicio social*
Examen profesional
Egreso de la carrera
Trámites de titulación |
1 trimestre o 3 meses naturales
Total: min.: 12 trimestres máx: 14 trimestres
|
* El Servicio social puede hacerse a partir de haber
completado el 70% de los créditos, o -normalmente- desde el décimo
trimestre. En el cuadro no se calcula el tiempo de duración del
Servicio social, ya que puede llevarse a cabo mientras se realizan los
estudios.
El Cuadro 1 reseña la información
pertinente.
Por otro lado, y dado que se trataba (y se trata) de facilitar el ingreso
a los postulantes que lo ameriten, se permite que un postulante que ha
aprobado el examen de admisión sin alcanzar cupo en la carrera
de su preferencia se inscriba en otra afín, con la posibilidad
de cambiarse más adelante si cumple con ciertos requisitos (un
mínimo de créditos y de promedio de calificaciones). Sin
embargo, de hecho es difícil que se autoricen los cambios, y la
flexibilidad que establece este mecanismo parece funcionar más
bien para regular el flujo de ingreso a las carreras menos solicitadas
por los candidatos3.
A pesar de que se estimó una duración normal (ideal) de
los estudios de cuatro años o algo más si se incluye el
trabajo terminal, el criterio se relajó con la distinción
entre estudiantes de tiempo completo y de medio tiempo, a lo que hay
que agregar el plazo de diez años para completar los estudios
que, en casos calificados puede ser ampliado. También se permite
volver a cursar una materia reprobada -o dar exámenes especiales-
en repetidas oportunidades (hasta cinco veces en total), sin perder la
calidad de estudiante. En los hechos, por estos factores y otras causas,
en particular relacionadas con la incidencia de lo que antes llamamos “condiciones
ambientales”, que pueden afectar el funcionamiento de la institución
y el desempeño de los alumnos, la duración media de una
trayectoria exitosa es bastante más larga que la ideal (entre
seis y 6.3 años) (Cuéllar y Martínez, 2001).
Por último, aquí importa también referirse a la
baja de los estudiantes. Esta puede ser voluntaria o reglamentaria; y
la última normalmente se declara al completarse el plazo de diez
años sin haberse terminado los estudios o cuando no se cumplen
algunos requisitos (por ejemplo, no presentar ciertos documentos, no
haber aprobado una materia en la que se ha inscrito el máximo
posible de veces permitido, etc.). Cabe agregar que la institución
considera que la no inscripción en al menos un curso por más
de seis trimestres consecutivos (dos años naturales), es un claro
indicio de que el estudiante se encuentra expuesto a la baja (“abandono
de los estudios por más de seis meses”). Aspectos metodológicos
Para este trabajo, usamos información proporcionada por la Comisión
de Planeación de la Unidad Azcapotzalco, referida a un total de
4,841 estudiantes alguna vez inscritos en la carrera de Sociología
desde 1974 hasta fines del año 2000. La base incluye datos sobre
sus antecedentes escolares preuniversitarios, el periodo de ingreso a
la universidad, ciertos aspectos de su desempeño en sus estudios,
la situación en que se encontraban en relación con la carrera
al finalizar el año 2000, etc., lo que permite hacer análisis
sobre trayectorias escolares, eficiencia terminal, comportamiento de
las áreas de concentración y otros de similar interés.
En particular, la información sobre la situación escolar
de los alumnos alguna vez inscritos en la carrera al momento de cerrarse
la base de datos mencionada, permite una cierta aproximación al
estudio de su desempeño o, en otra óptica, de las trayectorias
escolares en que este se traduce. En este trabajo usaremos el término “trayectorias
escolares” para referirnos a la secuencia de eventos académicos
institucionales que conforman el proceso de formación profesional,
desde el ingreso del estudiante a la carrera, hasta la terminación
de sus estudios (trayectorias completas) -o, en otro caso, hasta el abandono
de éstos (trayectorias truncadas)-. Esto implica que cualquier
carrera universitaria puede verse como un “sistema relativamente
abierto”, que se delimita como un campo de actividades de enseñanza-aprendizaje
vinculadas y que: a) está circunscrito por puntos de “entrada” y
de “salida” a la vez que b) reconoce momentos discernibles,
relacionados con la organización del curriculum y la normatividad
vigentes4.
De acuerdo con el esquema presentado en el Cuadro 1, los momentos relevantes
están conformados por el ingreso a (y la salida de) los troncos
(común y básico profesional), la incorporación a
las áreas de concentración y el egreso, seguido de la titulación.
Sin embargo, hay diferencias en lo que toca a las facilidades para distinguir
claramente entre las transiciones del tronco común al tronco básico
profesional a partir de la información de la estadística
universitaria: si bien el ingreso al primero es claramente identificable,
la salida (que teóricamente precede al ingreso al tronco básico
profesional) no lo es, y ello, debido a que en la organización
del curriculum no siempre ha existido una definición clara de
secuencias de cursos. Así, no necesariamente coincide un cierto
número de créditos aprobados por el estudiante con los
cursos que hacen parte del tronco común o, en su caso, del tronco
básico profesional. Un alumno puede haber tomado cursos de este último
antes de terminar con las asignaturas del tronco común; de suerte
que si, como criterio para establecer la terminación de un momento
e inicio de otro, se usa el número de créditos aprobados,
la aproximación puede resultar equivocada.
Aunque algo semejante sucede con la incorporación a las áreas
(sólo recientemente se estableció la exigencia de haber
aprobado todas las asignaturas de los troncos para incorporarse), la
diferencia respecto de los momentos anteriores consiste en que, en este
caso, la universidad registra la inscripción del estudiante en
un curso del área como entrada a ésta. Por estas razones,
en este trabajo nos reduciremos a distinguir entre los siguientes momentos
de la trayectoria: 1) ingreso a la carrera -es decir, al tronco común-;
2) ingreso a las áreas de concentración; 3) egreso de la
carrera y 4) titulación.
Respecto de las cohortes de ingreso a la carrera, las definimos como
la población de estudiantes que se incorporaron al tronco común
en un cierto periodo de tiempo. La delimitación de éste
se hizo tomando en cuenta los resultados de estudios anteriores, que
mostraron que la duración media de los estudios para los alumnos
que egresaron es algo más de seis años (Cuéllar
y Martínez, 2001), y el hecho de que -como se mencionó en
la introducción- las crisis de los años ochenta parecen
haber tenido un fuerte impacto sobre la duración de los estudios
e, incluso, sobre la baja de la carrera (Muñiz, 1997). Por otra
parte, es obvio que el análisis debe tomar en consideración
que, para un subconjunto de alumnos de reciente incorporación
(1997 en adelante), todavía no ha transcurrido un lapso suficiente
de tiempo como para que una parte significativa de ellos pueda haber
completado los estudios; por ello, se tomará en cuenta solamente
a aquellos estudiantes que ingresaron a la carrera entre 1974 y 1996
-es decir, a un total de 4,016 alumnos (alrededor de 82% del total de
estudiantes alguna vez inscritos). Así, definimos las siguientes
cohortes de ingreso: 1) 1974-1979; 2) 1980-1985; 3) 1986-1991; y 4) 1992-1996
(en esta última cohorte el periodo de ingreso se reduce a cinco
años).
Por último, precisemos qué entenderemos por “éxito” y “fracaso”.
En sentido estrecho, diremos que un estudiante ha tenido éxito
en sus estudios cuando se ha titulado; pero usaremos también de
manera más laxa el término, para incluir a quienes egresaron
sin llegar a titularse. Con respecto al “fracaso”, en sentido
estrecho este comprenderá sólo los casos de baja definitiva,
mientras que en sentido amplio incluirá también el “abandono
de los estudios por más de seis trimestres”, dadas las altas
probabilidades de que los que se encuentran en esta situación
acaben en la baja.
Algunas características
de los estudiantes y sus
trayectorias escolares
Con estas aclaraciones, y a fin de tener una base inicial de referencia
para el análisis, conviene ahora que echemos una mirada a la información
disponible sobre el total de estudiantes. Entre 1974 y 2000, 4,841 estudiantes
se inscribieron alguna vez en la carrera de Sociología, de los
cuales 55 % eran mujeres. Casi 60 % de ellos se registró entre
1974 y 1990; y, a fines del año 2000, otro porcentaje igual había
alcanzado a incorporarse a las áreas de concentración.
De acuerdo con el registro universitario, en esa fecha el 21.4 % del
total había egresado, otro 21.3 % se encontraba activo y el resto
(57.3 %) se había dado de baja o había dejado de registrarse
por más de seis trimestres seguidos.
Veamos ahora algunos datos del subconjunto de los 4,016 estudiantes que
se inscribieron entre 1974 y 1996 (Cuadro 2).
Algunas características de los estudiantes de la carrera de Sociología,
UAM Azcapotzalco. (Total de estudiantes que ingresaron en el periodo
1974-1996) *
|
Cuadro 2 |
|
Cohorte de ingreso |
Frecuencia |
Porcentaje |
Total |
4,016 |
100.0 |
1974-1979 |
566 |
14.1 |
1980-1985 |
1,104 |
27.5 |
1986-1991 |
1,366 |
34.0 |
1992-1996 |
980 |
24.4 |
Sexo de los estudiantes |
|
|
Total |
4,016 |
100.0 |
Hombres |
1,869 |
46.5 |
Mujeres |
2,147 |
53.5 |
Situación de los estudiantes |
|
|
Total |
4,016 |
100.0 |
Titulado |
767 |
19.1 |
Egresado |
268 |
6.7 |
A tiempo, activos |
220 |
5.5 |
A tiempo, no activos |
106 |
2.6 |
Abandono + 6 trim |
475 |
11.8 |
Baja |
2,180 |
54.3 |
Ingresaron a un área |
|
|
Total |
4,016 |
100.0 |
Si, ingresaron |
1875 |
46.7 |
No / no corresp. |
2141 |
53.3 |
* La fuente de este cuadro y los que siguen es el registro de estudiantes
de la carrera de Sociología de la UAM Azcapotzalco, facilitado por la
Comisión de Planeación de la Unidad.
Puede apreciarse que el
porcentaje de mujeres es ligeramente menor que cuando se cuenta el total
de los alguna vez inscritos, a la vez que aumenta la proporción
de los ingresos más antiguos (alrededor de 75% se inscribió entre
1974 y 1991). Como sería de esperar, por el hecho de tratarse
entonces de una institución y de una carrera nuevas, la primera
cohorte (1974-1979) es la de menor tamaño, mientras que las dos
siguientes muestran un fuerte crecimiento de los inscritos, al punto
que la cohorte que ingresó entre 1986-1991 más que duplica
a la primera. La cohorte siguiente (1992-1996) tiene un tamaño
menor, seguramente como resultado de la política institucional
que fija cupos al ingreso anual por carreras.
En el cuadro también se puede ver que poco menos de la mitad se
había incorporado a alguna de las áreas de concentración
(14 puntos porcentuales menos en comparación con los datos sobre
el total de estudiantes alguna vez inscritos en la carrera), y que más
de la cuarta parte había egresado, en comparación con algo
menos de la quinta parte cuando se considera el total.
En cuanto a las otras categorías, los estudiantes que se habían
dado de baja o que no se había registrado en ningún curso
durante dos años seguidos llegaban a casi las dos terceras partes
(nueve puntos de diferencia en relación con el total), mientras
que alrededor de 8% eran activos, estuviesen o no inscritos en el último
trimestre de 2000 (13 puntos de diferencia respecto del total inscrito
entre 1974 y 2000).
Por cierto, estas diferencias en relación con el total de alumnos
alguna vez inscritos, muestran el resultado del truncamiento de las cohortes,
a la vez que sugieren que los estudiantes que se inscribieron después
de 1996 tienen, en conjunto, un desempeño más eficiente
que el de las cohortes anteriores (menores niveles de bajas y abandonos,
y mayores tasas de egreso; sobre esto, más adelante).
A este panorama general, habría que agregar que la mitad de los
inscritos entre 1974 y 1996 habían cursado diez trimestres académicos,
con diferencias relacionadas con el sexo, la incorporación a las áreas
de concentración y, más generalmente, con el grado de avance
alcanzado en los estudios. En breve, las mujeres habían cursado
más trimestres académicos que los hombres (medianas de
12 y ocho trimestres, respectivamente) y los que se habían incorporado
a las áreas sobrepasaban holgadamente a los que no lo habían
hecho (medianas de 17 y tres trimestres y promedios de 17.6 y 5.2). La
mitad de los estudiantes que se habían titulado habían
cursado 17 trimestres (con una media de 18.7 trimestres) mientras que,
en el otro extremo, la mitad de los que se habían dado de baja
o abandonado los estudios por dos años o más apenas tenían
cuatro trimestres cursados (con medias de 5.3 y 7.5 trimestres, respectivamente)
(Cuéllar y Martínez, 2001: 19). Una mirada al éxito
y al fracaso escolares
por cohortes
Cabe ahora preguntarse si hay diferencias por cohortes de ingreso, en
particular, en la incorporación a las áreas de concentración
y en los niveles de éxito y de fracaso. En el Cuadro 3 se presentan
los datos generales.
Cuadro 3
Características de los estudiantes alguna vez inscritos en la carrera
de Sociología de la UAM Azcapotzalco por cohorte de ingreso (periodo 1974-1996)
Algunas caracteristicas
de los estudiantes |
Cohortes de ingreso a la carrera |
1974-1979 |
1980-1985 |
1986-1991 |
1992-1996 |
Total |
Sexo de los estudiantes |
100%
(N=566) |
100%
(N=1104) |
100%
(N=1366) |
100%
(N=980) |
100%
(N=4016)
|
Hombres |
48.1% |
45.1% |
46.3% |
47.7% |
46.5% |
Mujeres |
51.9% |
54.9% |
53.7% |
52.3% |
53.5% |
Situación escolar de los estudiantes |
100%
(N=566) |
100%
(N=1104) |
100%
(N=1366) |
100%
(N=980) |
100%
(N=4016)
|
Titulados
|
33.7% |
21.1% |
16.4% |
12.1% |
19.1% |
Egresados
|
3.7% |
2.9% |
6.9% |
12.3% |
6.7% |
A tiempo, activos |
|
|
1.0% |
21.0% |
5.5% |
A tiempo, no activos
|
|
|
0.7% |
9.9% |
2.6% |
Abandono + 6 trim. |
|
|
8.9% |
36.1% |
11.8% |
Baja definitiva |
62.5% |
76.0% |
66.2% |
8.5% |
54.3% |
Se incorporaron a las áreas
de concentración |
100.0%
(N=531) |
100.0%
(N=959) |
100.0%
(N=1162) |
100.0%
(N=971) |
100.0%
(N=4016) |
Si |
93.8% |
36.4% |
36.2% |
45.6% |
46.7% |
No (o no corresp.) |
6.2%%
|
63.6% |
63.8% |
54.4% |
53.3% |
Aparte el hecho de que el predominio de las mujeres
se mantiene con pocas variaciones en todas las cohortes, llaman la atención las diferencias
que surgen tanto en la incorporación a las áreas de concentración
como en las proporciones de éxito y de fracaso de los estudiantes.
En efecto, 1) mientras que en la primera cohorte casi todos los estudiantes
llegaron a las áreas, las dos siguientes -los que se inscribieron
durante la década de los ochenta- registran un fuerte descenso,
con poco más de una tercera parte que lo hizo. La situación
mejora en la cohorte 1992-1996, con alrededor de 45% de alumnos que se
incorporaron a las áreas, porcentaje que podría aumentar
en un futuro próximo, si se considera que en comparación
con las inscripciones más antiguas una fracción de sus
miembros tenía, y tiene todavía, relativamente poco tiempo
de haber ingresado a la universidad. Por otra parte, también podría
haber contribuido a este resultado el que la crisis económica
de 1995 y 1996 haya tenido menos impacto en las condiciones de los hogares
que el que tuvieron las crisis de los ochenta. O bien -y no excluyente-,
porque los sectores sociales de los cuales provienen los estudiantes
cambiaron en la década de los noventa5.
2) El porcentaje de titulados desciende continuamente
a medida que nos aproximamos al presente -de 33.7% en la primera cohorte,
a 12.1% en la última-,
mientras que el egreso que incluye a quienes terminaron sus requisitos
académicos pero no se titularon aumenta, de alrededor de 3% en
las dos primeras cohortes, a 7% en la tercera y a 12.3% en la última,
llegando a igualarse con la titulación.
3) Las bajas definitivas son muy altas en las tres primeras
cohortes (62.5%, 76% y 66.2%), para disminuir notoriamente en la última
(8.5%). Por otra parte, los casos de abandono de los estudios por más
de seis meses, inexistentes en las dos primeras, aumentan de la tercera
a la cuarta cohorte, llegado en ésta a superar ampliamente a las
bajas (36.1% del total de la cohorte 1992-1996).
Como señalamos antes, tomados en conjunto, egresados y titulados
pueden considerarse como casos de éxito escolar, y compararse
con las bajas, que representan el fracaso escolar (es decir, la pérdida
de los derechos a seguir cursando la carrera, sea porque ya se cumplió el
plazo máximo autorizado por la institución o por cualquiera
otra razón). Sin embargo, es necesario tener precauciones, debido
precisamente a dicha cláusula. Su aplicación significa
que en el caso de las dos primeras cohortes los datos dan cuenta de resultados
invariables, ya dados, por lo que presentan una situación dicotómica
(éxito o fracaso), mientras que en las otras, y especialmente
en la última, la información se refiere a procesos en curso,
cuyos resultados sólo en parte aparecen reflejados en la estadística
universitaria.
Con estas precauciones, podemos dar algo más de detalles:
•
En la primera cohorte, el “éxito escolar” llega a
poco más de 37%, en comparación con más de 60% de
estudiantes que se dieron o fueron dados de baja.
• En la segunda cohorte disminuye tanto el porcentaje de titulados como
el de egresados
-comprendiendo, en conjunto, a casi una cuarta parte de los estudiantes-,
mientras que las bajas alcanzan su cúspide: las tres cuartas partes
restantes de la cohorte.
•
En la tercera cohorte los titulados descienden a algo más de 16%,
para llegar a 12% en la más reciente; sin embargo, también
aumentan los egresados. Si las dos categorías se suman, los porcentajes
de “éxito” se elevan a niveles similares a los de
la cohorte anterior (1979-1985): 23% para los que ingresaron entre 1986
y 1991; y algo similar sucede en el caso de la cohorte 1992-1996 (24%
de egresados y titulados).
•
En relación con los “fracasos”, hay que señalar
que la categoría “abandono de los estudios por más
de seis trimestres”, no aparece en los datos de las dos primeras
cohortes, en que la distribución es de hecho dicotómica
(“éxito” o “fracaso”); su significación
se cuenta sólo para las dos últimas cohortes, en las que
se distingue de las bajas.
Ahora bien, si, al igual que hicimos con los egresados y titulados, reunimos
a las bajas y abandonos en una sola categoría (“fracasos” en
sentido amplio), resulta que estos alcanzan a más de 60% en la
primera cohorte, para subir a alrededor de tres cuartas partes de los
inscritos en la segunda y tercera cohortes, y descender a casi el 45%
en la cohorte 1992-1996, con la diferencia que en ésta el mayor
porcentaje corresponde a los “abandonos” (36%), mientras
que en la cohorte 1986-1991, a las bajas (66%).
•
Ya dijimos que en las dos primeras cohortes la distribución es
dicotómica (éxito o fracaso) debido a que se ha sobrepasado
ampliamente el plazo máximo de diez años establecido para
completar los estudios. Pero en las dos últimas cohortes, y sobre
todo en la que ingresó entre 1992 y 1996, los alumnos están
-en su mayoría- todavía dentro de plazo, lo que queda en
evidencia en los datos de las categorías de estudiantes “a
tiempo”. Estos constituyen una ínfima proporción
de los que ingresaron a la carrera en el periodo 1986-1991 (menos de
2%), pero superan al 30% en la cohorte de más reciente ingreso.
En resumen, los datos sobre el desempeño de las cohortes nos muestra
que estamos en presencia de dos tipos de situaciones radicalmente distintas,
debido a la cláusula relativa al tiempo máximo concedido
para terminar los estudios: por un lado, tenemos las dos primeras cohortes,
que presentan datos de procesos ya terminados y, en este sentido, definitivos:
los estudiantes o bien egresaron (y eventualmente, se titularon) o no
lo hicieron, en cuyo caso se registran como bajas. En las dos últimas
cohortes, en cambio -y sobre todo en la última- los datos también
dan cuenta de procesos en curso representados por los alumnos que se
encuentran activos, estuvieran o no inscritos en el último trimestre
de 2000, y por los que el registro estadístico clasifica como “abandono
de los estudios por más de seis trimestres”.
Cabe recordar que las dos cohortes intermedias corresponden al ingreso
a la carrera en la década de los ochenta, es decir, en el periodo
en que, de acuerdo con las investigaciones existentes, mayores fueron
los impactos negativos de las crisis sobre la situación económica
de las familias del Distrito Federal y sobre las posibilidades de los
estudiantes universitarios de mantener el paso en sus estudios. Si Muñiz
destacó sobre todo el aumento de los rezagos antes que de las
bajas en ese periodo, la información que ahora presentamos, y
que subraya el peso de las bajas, resulta concordante con la que ella
manejó, una vez que se toma en cuenta que hacia fines de 1990
los estudiantes rezagados se encontraban todavía dentro del plazo
fijado para terminar los estudios, mientras que a fines del año
2000 éste ya había expirado para casi todos ellos (salvo
una ínfima minoría que obtuvo autorización para
prolongarlo).
En el caso de la cohorte 1992-1996, en principio la información
resulta más esperanzadora, ya que el porcentaje de éxito
es similar al de las dos cohortes anteriores (24%), mientras que el de
fracasos es mucho menor -componiéndose, sobre todo, de abandonos-,
y la enorme mayoría de los estudiantes considerados se encuentra
dentro de los plazos fijados para completar sus estudios. De todas maneras,
si la hipótesis que subyace a la clasificación del registro
universitario es cierta, esto significaría que en esta cohorte
las bajas deberían aumentar todavía bastante a corto plazo,
aunque probablemente sin llegar a alcanzar los niveles de las cohortes
anteriores. El papel de la incorporación a
las áreas en relación con el éxito y el fracaso escolares
Corresponde ahora examinar los datos acerca del papel de la incorporación
a las áreas de concentración en relación con el éxito
y el fracaso.
Cuadro 4
“É
xitos” y “fracasos” de los estudiantes de Sociología
de la UAM Azcapotzalco,
según si se incorporaron o no a un área de concentración,
por cohorte de ingreso
(estudiantes que ingresaron entre 1974 y 1996)
Cohorte de ingreso
incorporación a las áreas |
Cohorte de ingreso
incorporación a las áreas |
|
Se incorporaron a un área |
Egresados y titulados |
A tiempo |
Bajas
y abandonos |
Total |
974-1979 |
Si (531)
No (35)
Total (566) |
39.9%
37.5% |
|
60.1%
100.0%
62.5% |
100.0%
100.0%
100.0% |
1980-1985 |
Si (402)
No (702)
Total (1104)
|
65.9%
24.0%
|
|
34.1%
100.0%
76.0%
|
100.0%
100.0%
100.0% |
1986-1991 |
Si (495)
No (871)
Total (1366)
|
64.2%
23.3% |
4.2%
0.2%
1.7%
|
31.5%
99.8%
75.0%
|
100.0%
100.0%
100.0% |
1992-1996
|
Si (447)
No (533)
Total (980)
|
53.7%
24.5%
|
43.6%
20.3%
30.9%
|
2.7%
79.7%
44.6%
|
100.0%
100.0%
100.0% |
Total |
Si (1875)
No (2141)
Total (4016) |
55.2%
25.8% |
11.5%
5.1%
8.1% |
33.3%
94.9%
66.1% |
100.0%
100.0%
100.0% |
En el Cuadro 4 presentamos la información, con la
aclaración de que colapsamos los datos de egresados y titulados,
por una parte, y de bajas y abandonos, por otra (o sea, en “éxitos” y “fracasos” en
sentido amplio), agregando también los datos sobre los estudiantes
que están “a tiempo”. Aquí también reunimos
en la misma categoría a los activos que estaban inscritos con
los que no lo estaban cuando se cerró la base de datos.
En la parte inferior del cuadro aparecen los totales referentes a los éxitos
y fracasos para los estudiantes considerados, distinguiendo entre los
que se habían incorporado a un área de concentración
y quienes no lo habían hecho, mientras que en la parte superior
además se presentan las distribuciones por cohortes (los datos
detallados por “éxitos” y “fracasos” en
sentido estrecho para las dos últimas cohortes se presentan en
el Anexo 1).
Partiendo por los totales, tenemos que para el conjunto de los estudiantes
inscritos entre 1974 y 1996, el hecho de haber llegado a incorporarse
a un área de concentración se asocia con altas probabilidades
de éxito, mientras que lo contrario sucede en el caso de los estudiantes
que no llegaron a las áreas. En efecto, entre los primeros, más
de la mitad (55%) egresaron, mientras que el 95 % de los que no llegaron
a las áreas habían causado baja o habían abandonado
sus estudios por más de seis trimestres (el resto se clasificaba “a
tiempo”).
Sin embargo, no puede pasarse por alto que el ingreso a las áreas
de concentración no asegura que el estudiante terminará su
carrera, como lo indica el hecho de que una tercera parte de ellos causaron
baja (otro 11% se encontraba todavía a tiempo a fines del año
2000).
Veamos ahora los resultados por cohortes.
Respecto de las dos primeras cohortes, puede apreciarse que el haberse
incorporado a las áreas de concentración hace una diferencia:
todos los que no se incorporaron causaron baja, en comparación
con sólo una fracción -variable, según la cohorte-
de los que se incorporaron: en la cohorte 1974-1979, el porcentaje de
bajas entre los que ingresaron a las áreas alcanzó al 60%,
para descender a 34% en la siguiente (cohorte 1980-1985).
En las dos cohortes siguientes, además de “éxitos” y “fracasos”,
encontramos también estudiantes que están “a tiempo”,
de acuerdo con el reglamento acerca del plazo máximo para terminar
sus estudios. Estos constituyen un porcentaje menor en la cohorte 1986-1991
(4% de los que ingresaron a las áreas y menos de 1% entre los
que no lo hicieron), pero en la última cohorte (1992-1996), llegan
casi al 44% de los que se incorporaron a las áreas, y al 20% de
los que no lo hicieron.
En lo que toca a los “éxitos”, éste alcanza
al 64% de los miembros de la cohorte 1986-1991 que se incorporaron a
las áreas, es decir, poco menor que en el caso de la cohorte 1980-1985,
pero mayor que el correspondiente a los estudiantes en las áreas
de la cohorte siguiente, en que es de casi 54%.
En las dos últimas cohortes hay una fuerte diferencia en el porcentaje
de bajas entre los que ingresaron a las áreas: mientras que en
la primera (1986-1991), casi una tercera parte de los estudiantes en
las áreas se dieron o fueron dados de baja, en la cohorte 1992-1996
las bajas son menos del 3%. De manera similar acaso de las cohortes anteriores,
en estas los mayores porcentajes de bajas se encuentran entre los estudiantes
que no se incorporaron a las áreas: 99.8% en la cohorte 1986-1991,
y 80% en la cohorte 1992-1996 (con 20% todavía a tiempo).
En resumen, en todas las cohortes, salvo la primera, los estudiantes
que se incorporaron a las áreas tienen porcentajes considerablemente
mayores de éxito que de fracaso, mientras que entre los que no
llegaron a incorporarse predominan ampliamente los fracasos (entre 100%
y 80%). Por otra parte, el porcentaje de fracaso entre los que estaban
en las áreas descienden de una cohorte a otra (de 60% en la primera,
hasta 2.7% en la última).
Respecto de los estudiantes a tiempo, estos no existen más que
en las dos últimas cohortes, constituyendo una proporción
muy baja de los que ingresaron a las áreas en la primera (4%),
y muy alta en la última (casi 44%). En el caso de los estudiantes
que no se habían incorporado a las áreas, el porcentaje
era ínfimo en la cohorte 1986-1992, pero representaba una quinta
parte de los miembros de la cohorte 1992-1996.
A lo anterior, hay que agregar algunas aclaraciones respecto del peso
de los componentes del “éxito” y del “fracaso” en
las dos últimas cohortes. Como puede apreciarse en el Anexo 1en
que se desagregan los datos, registrando los porcentajes de titulados
y egresados (“éxitos”), por una parte, y de bajas
y abandonos por más de seis trimestres (“fracasos”),
por otro, hay diferencias que no pueden pasarse por alto. En breve:
En las cohortes 1974-1979 y 1980-1985, entre los “éxitos” predominan
los titulados (36% de los que se incorporaron a las áreas en la
primera, y 58% en la segunda); en la cohorte 1986-1992, los titulados
siguen siendo la parte más importante (45% de inscritos en las áreas,
por comparación con 19% de egresados), pero en la última
cohorte prácticamente se iguala el porcentaje de titulados y de
egresados (alrededor de 27% del total de incorporados a las áreas).
En el caso del “fracaso”, hay que distinguir entre los que
se registraron en las áreas y los que no lo hicieron. Entre los
primeros, como señalamos, en las dos primeras cohortes todos son
casos de baja (60% y 34%). En la tercera, las bajas son casi el 28% de
los incorporados a las áreas, frente a 12% de abandono de los
estudios por más de tres trimestres (el resto 8%, corresponde
a estudiantes a tiempo). En la última cohorte, la situación
cambia fuertemente, ya que las bajas desaparecen (0.4%), y la categoría
de “fracasos” viene a componerse casi exclusivamente de abandonos
(43.6% del total de incorporados a las áreas).
En el caso de los “fracasos” de estudiantes que no ingresaron
a las áreas, en todas las cohortes se trata básicamente
de bajas, salvo en la última. En efecto, si las bajas son el 100%
de los fracasos en las dos primeras cohortes, para pasar al 88% en la
cohorte que ingresó a la universidad entre 1986 y1991 (frente
a 12% de abandonos), en la cohorte 1992-1996 desciende a 15% (frente
a casi 65% de abandonos).
Acerca de la duración de los
estudios, por cohortes
Hasta aquí, hemos dado respuesta general a las preguntas plantadas
en la introducción a este trabajo. Sin embargo, falta tener una
idea de las duraciones de las distintas trayectorias escolares involucradas.
Para ello, en el Cuadro 5 presentamos los datos sobre las medianas del
número de créditos aprobados, de trimestres académicos
inscritos por los estudiantes y de los años naturales pasados
en la carrera.
Cuadro 5
Duración de las trayectorias escolares por cohorte de ingreso, carrera de Sociología,
UAM Azcapotzalco: créditos aprobados, trimestres académicos registrados
y años naturales (medianas)
Situación de los estudiantes por cohorte de ingreso |
Créditos |
Trimestres Académicos |
Años Naturales |
|
Número |
|
Medianas |
|
Titulados |
767 |
432 |
17 |
5.7 |
1974-1979 |
191 |
432 |
15 |
5.0 |
1980-1985 |
233 |
432 |
19 0 |
6.3 |
1986-1991 |
224 |
432 |
18 |
6.0 |
1992-1996 |
119 |
444 |
15 |
5.3 |
Egresado |
268 |
444 |
18 |
6.0 |
1974-1979 |
21 |
432 |
20 |
6.7 |
1980-1985 |
32 |
432 |
23 |
7.3 |
1986-1991 |
94 |
444 |
24 |
7.7 |
1992-1996 |
121 |
-------------- |
16 |
5.3 |
A tiempo, activos |
220 |
367 |
16 |
5.7 |
1986-1991 |
14 |
410 |
25 |
10.7 |
1992-1996 |
206 |
364 |
16 |
5.7 |
A tiempo, no activ. |
106 |
334 |
16 |
5.8 |
1986-1991 |
9 |
432 |
25 |
9.7 |
1992-1996 |
97 |
312 |
15 |
5.7 |
Abandono + 6 trim |
475 |
48 |
4 |
1.3 |
1986-1991 |
121 |
60 |
4 |
1.3 |
1992-1996 |
354 |
42 |
3 |
1.3 |
Baja |
2,180 |
18 |
4 |
1.3 |
1974-1979 |
354 |
s.i. |
5 |
1.7 |
1980-1985 |
839 |
s.i. |
4 |
1.3 |
1986-1991 |
904 |
42 |
4 |
1.3 |
1992-1996 |
83 |
51 |
4 |
1.3 |
Total cohortes |
4,016 |
102 |
10 |
3.3 |
1974-1979 |
566 |
90 |
12 |
4.0 |
1980-1985 |
1,104 |
33 |
7 |
2.3 |
1986-1991 |
1,366 |
93 |
7.5 |
2.7 |
1992-1996 |
980 |
237 |
13 |
4.7 |
En la parte inferior del cuadro (en negrita) se encuentran los datos
para el total de estudiantes considerados, a la vez que para el conjunto
de miembros de cada cohorte. Podemos ver que en todos los indicadores
los puntajes más altos corresponden a la cohorte 1992-1996, y
los más bajos, a los estudiantes que se inscribieron durante la
década de los ochenta, en especial, en la primera mitad de ésta
(1980-1985). En otras palabras, los que ingresaron en el periodo 1992-1996,
en su mayoría, se han registrado en más trimestres, han
acumulado más créditos que los miembros de las cohortes
anteriores y han permanecido más tiempo en la escuela que ellas,
en especial, que los que entraron a la carrera durante la década
de los ochenta.
El análisis de las situaciones escolares, tal como las registra
la estadística universitaria, a fines del año 2000, permite
darse una idea más clara de las variaciones en el éxito
y el fracaso escolar por cohortes de ingreso.
Veamos, en primer término, las medianas por tipo de situación
escolar -o categorías de estudiantes (cifras en negrita, tercera
columna del cuadro)-, y sin considerar todavía el comportamiento
por cohorte de ingreso.
La mitad de los titulados en todo el periodo cursó 432 trimestres
-es decir, menos que los egresados, que tuvieron una mediana de 444 créditos-,
pero, naturalmente, más que las demás categorías
de estudiantes. Asimismo, la mitad de los titulados se inscribió en
17 trimestres académicos, y la duración mediana de los
estudios fue de 5.7 años. En cuanto a los egresados, los valores
de las medianas son algo mayores: 18 trimestres académicos y seis
años de duración de los estudios.
En el otro extremo, tenemos a los que se dieron o fueron dados de baja
y a los que abandonaron sus estudios por dos años consecutivos
o más. La mitad de los que causaron baja sólo acumuló 18
créditos, con medianas de cuatro trimestres académicos
y de poco más de un año de duración de los estudios.
La diferencia con la mitad de los que han abandonado sus estudios es
que en este último caso el número de créditos acumulados
es mucho mayor (48 versus 18 de las bajas).
Los estudiantes clasificados como “a tiempo” tienen medianas
mucho más próximas a las de los titulados, con pequeñas
diferencias entre los que estaban y los que no estaban inscritos a fines
de 2000 (más créditos acumulados y menor tiempo natural
en la carrera en el caso de los inscritos).
Veamos ahora con un poco más de detalle las mismas medidas, desplegando
la información por tipo de situación de los estudiantes
y cohorte de pertenencia. En resumen, tenemos:
1) Titulados: en todas las cohortes de ingreso, salvo la última,
la mitad de los titulados aprobó 432 créditos (que es también
el valor mediano para todos los titulados del periodo analizado). Por
otra parte, la mediana de los trimestres cursados fue menor en la primera
y la última cohorte (la mitad de los titulados cursó 15
trimestres), y mayor en las correspondientes a la década de los
ochenta. Las diferencias en el número de años naturales
que tardaron en titularse siguen una pauta semejante.
2) Egresados: en el caso de los egresados, no hay datos actualizados
respecto de los créditos acumulados para la última cohorte;
de cualquier modo, la mediana para todos los egresados es mayor que para
los titulados (444) e igual a la de la cohorte 1985-1991; en las anteriores,
el valor de la mediana es igual que para los titulados (432 créditos).
No acontece lo mismo, sin embargo, cuando se trata de los trimestres
en que se registraron y los años naturales demorados en terminar
los estudios: los valores son más altos que en el caso de los
titulados, con la salvedad de la cohorte 1992-1996, la mitad de cuyos
egresados cursó 16 trimestres académicos y tardó 5.3
años en egresar ( igual valor que el de la mitad de los que se
titularon en la misma cohorte).
3) Estudiantes “a tiempo”: entre los activos, el número
de créditos aprobado por la mitad de los estudiantes en el total
de la categoría es de 367, con fuertes diferencias entre las cohortes
1986-1991 y 1992-1996. Estas diferencias se repiten cuando se considera
el número de trimestres y los años naturales demorados.
Sin embargo, no puede olvidarse que los 14 estudiantes que ingresaron
entre 1986 y 1991 constituyen una excepción (todos obtuvieron
autorización para extender el plazo máximo establecido
por la universidad para la terminación de los estudios).
Aunque los estudiantes a tiempo no inscritos en el último trimestre
del año 2000 han aprobado menos créditos y han demorado
más tiempo en sus estudios que los inscritos, no presentan diferencias
cuando se trata de los trimestres académicos registrados.
4) Abandono de los estudios y bajas: en estas dos últimas categorías,
el número de créditos aprobados es muy escaso (no hay datos
sobre los créditos aprobados por los que se dieron de baja en
las dos primeras cohortes), al igual que los trimestres inscritos y los
años naturales demorados; como vimos antes, en la enorme mayoría
de los casos se trata de estudiantes que dejaron sus estudios muy tempranamente.
Al referirnos a los “fracasos” y a los estudiantes “a
tiempo”, en el análisis precedente no distinguimos entre
los que se habían incorporado a las área de concentración
y los que no lo habían hecho. Cabe entonces un breve comentario
sobre ésto (los datos se presentan en el Anexo II, excluyendo
a titulados y egresados, que por definición ingresaron a las áreas,
y sobre los cuales ya se comentó).
Partamos por los estudiantes “a tiempo”, distinguiendo entre
los que estaban inscritos y los que no lo estaban a fines del año
2000. En la cohorte 1986-1991, los inscritos eran sólo 14, y todos,
menos uno, se habían incorporado a un área de concentración.
La mitad había acumulado 412 créditos, y cursado 25 trimestres.
En todos estos casos, se trata de alumnos que habían obtenido
autorización para prolongar sus estudios más allá del
plazo máximo establecido. En cuanto a la cohorte 1992-1996, los
estudiantes a tiempo, inscritos, representaban una cuarta parte del total
de sus miembros, la mitad de los cuales (139) se había incorporado
a un área. Para estos alumnos, las medianas de créditos
y de años naturales son altas (402 créditos y 5.7 años),
mientras que el número de trimestres es un poco menor que entre
los titulados y egresados. La diferencia con respecto a los que no se
incorporaron a las áreas radican en que estos habían acumulado
muchos menos créditos (240).
Los estudiante a tiempo de la cohorte 1986-1991 no inscritos a fines
del 2000, presentan un perfil muy similar a los inscritos, con poco menos
tiempo de duración de sus estudios (mediana de 9.7 años)
y más créditos acumulados. En la cohorte 1992-1996, la
mayoría se había incorporado a las áreas y la mitad
había acumulado casi el total de créditos exigidos, en
poco más de seis años (y 16 trimestres académicos).
La mitad de los que no habían ingresado en las áreas tenía
poco más de una tercera parte de los créditos, menos de
cinco años de estudios y 13 trimestres cursados.
Veamos ahora los datos del “fracaso escolar”, comenzando
por el abandono de los estudios por más de dos años. En
la cohorte 1986-1991, más de 80% corresponde a estudiantes que
no se incorporaron a las áreas, y la mitad de ellos dejó los
estudios luego de un año en la universidad. De los pocos que alcanzaron
las áreas, la mitad llevaba siete años en la carrera y
casi había completado los créditos exigidos en 18 trimestres.
En la cohorte 1992-1996, la diferencia debida a la incorporación
a las áreas de concentración es todavía más
marcada: casi todos los casos ocurren antes de ingresar a las áreas,
especialmente al cabo del primer año en la escuela. Entre los
pocos que habían adelantado sus estudios, la mitad llevaba algo
más de seis años y tenía casi completados los créditos
exigidos.
En el Anexo 2 presentamos los datos sobre las bajas -el componente central
del fracaso escolar- para todas las cohortes. En el caso de la primera,
ella acontece sobre todo entre los estudiantes que ingresaron a un área
de concentración, mientras que en la segunda se presenta sobre
todo entre los estudiantes que no llegaron a hacerlo. Los datos muestran
pocos créditos y trimestres y cortas estadías en la carrera,
salvo para los de la cohorte 1980-1985 que llegaron a las áreas:
la mitad de éstos pasaron siete años en la universidad.
Más interés tienen las bajas de las dos cohortes más
recientes. Tanto entre los ingresados en el periodo 1986-1991 como entre
1992 y 1996 -y en especial en ésta- las bajas se asocian con la
no incorporación a las áreas, un bajo número de
créditos y de trimestres y escaso tiempo en la carrera. Las bajas
entre los que se incorporaron a las áreas son prácticamente
inexistentes en la cohorte más reciente, y constituyen el 15%
del total de bajas de la cohorte 1986-1991. La mitad de estos estudiantes
llevaba ocho años en la universidad, 22 trimestres académicos
y casi había completado los créditos requeridos. A manera de conclusiones
En este trabajo nos hemos preguntado por las diferencias que surgen
en el éxito y el fracaso al examinar las trayectorias escolares
por cohortes de ingreso, con especial atención al momento
de ocurrencia de las bajas. En breve, cabe destacar algunos resultados
relevantes, a saber:
Primero, hay que notar la importancia de las bajas, que afectan en
distinta medida a todas las co-hortes, pero especialmente a las que
cubren la
década de los ochenta, para disminuir en la cohorte 1992-1996.
Segundo, las bajas ocurren mayormente antes de que los estudiantes
se incorporen a las áreas y, en especial, al cabo de los primeros
tres o cuatro trimestres de iniciados los estudios (con la salvedad de
la primera cohorte, en que las bajas se dieron sobre todo entre quienes
se habían incorporado a las áreas).
Tercero, que en la última cohorte hay claros indicios de una importante
mejoría relativa en el desempeño de los estudiantes, expresada
tanto en mayores porcentajes de incorporación a las áreas
como de egreso y titulación (aquí tomamos en cuenta el
tiempo todavía disponible para buena parte de los alumnos de
la cohorte).
También importa subrayar la pertinencia del criterio del registro
universitario, que ve en el abandono de los estudios por más de
seis trimestres un claro indicio de baja futura. De acuerdo con este
criterio, en el caso de la cohorte 1992-1996 deberíamos esperar
que las bajas lleguen a un nivel relativamente alto, junto con un incremento
en el egreso y la titulación.
Aquí habría que anotar que los tiempos ocupados por la
mitad de los estudiantes, que ingresaron entre 1992 y 1996, en egresar
y en titularse, han disminuido, tanto en comparación con los datos
globales como con los correspondientes a las cohortes que ingresaron
a la universidad en la década de los ochenta.
En relación con estas últimas, parece necesaria una referencia
a los hallazgos de Muñiz respecto del desempeño de los
estudiantes de la UAM en el periodo de las crisis económicas de
1982-1983 y de 1986-1987. Como señalamos, entre otros puntos,
ella destacó el aumento del rezago escolar y, en menor medida,
del aumento de la deserción; agreguemos que ella, además,
sugirió que estos fenómenos podían verse como resultado
de un conjunto de factores que se combinaron, a saber: el cambio en los
orígenes sociales de los alumnos, el impacto de las crisis en
la situación de los hogares, y los efectos perversos de los determinantes
de género operantes en el ámbito familiar. Según
su planteamiento, durante los ochenta los estudiantes provinieron, en
medida creciente, de estratos económicos más bajos que
en los setenta, que al parecer resintieron fuertemente los impactos de
las crisis. La respuesta típica habría sido incrementar
el trabajo de sus miembros que, debido a los determinantes de género
presentes en las familias, se habría expresado en un aumento en
la proporción de alumnos -sobre todo varones- que trabajaban.
El resultado habría sido un mayor rezago escolar y, en menor medida,
un incremento en la tasa de deserción.
La información actualizada al año 2000 que hemos manejado
muestra que los ingresados durante los ochenta tuvieron altísimos
porcentajes de bajas; puesto que debido a la cláusula del límite
de diez años, los rezagos (abandonos) de entonces en la mayor
parte de los casos, necesariamente, se convirtieron en bajas hoy; podemos
indicar la concordancia general entre los hallazgos de Muñiz y
nuestros resultados. En una palabra: el impacto de las crisis de los
ochenta se habría traducido, primero, en rezagos y abandonos prolongados
de los estudios y luego, por la aplicación de la cláusula
del plazo máximo de diez años, en deserción y bajas.
Sin duda, un análisis que incluyera las diferencias de sexo (género)
en el desempeño de los alumnos podría ayudar a precisar
más aún (o, en su caso, a corregir) la señalada
concordancia.
Para terminar, debemos recordar la importancia de los estudios de seguimiento
de los estudiantes de la carrera, desde su ingreso y hasta su salida
(egreso o salida “anticipada”), porque a pesar de la mejoría
en los niveles de incorporación a las áreas, y de egreso
y titulación que muestran los datos de los estudiantes de la cohorte
1992-1996, sigue siendo cierto que la mayor parte de las bajas ocurre
alrededor del primer año de haberse iniciado los estudios.
Anexo 1
Situación de los estudiantes de la carrera de Sociología
de la UAM Azcapotzalco
(“éxitos” y “fracasos” en sentido estrecho),
según incorporación
a las áreas de concentración y cohorte de ingreso, cohortes
1986-1991 y 1992-1996
Cohorte de ingreso
|
Ingresaron
a un área
|
Situación escolar
|
Total
|
1986-1991 |
Si: 495 |
36.3% |
Titulados 224 |
45.3% |
Titulados 16.4% |
|
Egresados 94 |
19.0% |
Egresados 6.9% |
A tiempo 21 |
4.2% |
A tiempo 1.7% |
Abandono 19 |
3.8% |
Abandono 8.9% |
Baja 137 |
27.7% |
Baja 66.2% |
|
No: 871 |
63.8% |
A tiempo: 2 |
0.2% |
Total |
|
Abandono 102 |
11.9% |
cohorte 100.0% |
Baja 767 |
88.1% |
|
Total 1366 |
100.0% |
|
1992-1996 |
Si 447 |
45.6% |
Titulados 119 |
26.6% |
Titulados 12.1% |
|
Egresados 121 |
27.1% |
Egresados 12.3% |
A tiempo 195 |
43.6% |
A tiempo 29.9% |
Abandono 10 |
2.2% |
Abandono 36.1% |
Baja 2 |
0.4% |
Baja 8.5% |
|
|
No 533 |
54.4% |
A tiempo 108 |
20.3% |
Total |
|
Abandono 344 |
64.5% |
cohorte 100.0% |
Total:980 |
100.0% |
Baja 81 |
15.2% |
|
Anexo 2
Duración de los estudios, por situación escolar, cohorte de ingreso
e incorporación
a las áreas de concentración. Carrera de Sociología,
UAM Azcapotzalco, 1974-1996 (medianas) (Excluyendo a titulados y egresados)
Situación
de los estudiantes
|
Cohorte
de ingreso
|
Inscorporación
a un área
|
Créditos (medianas)
|
Trimestres
académicos (medianas)
|
Años
naturales
(medianas)
|
A tiempo,
|
1986-1991
|
Si=13
|
412
|
25
|
10.7
|
insc.
|
|
No=1
|
|
|
Total=14
|
410
|
25
|
10.7
|
|
1992-1996
|
Si= 139
|
402
|
15
|
5.7
|
|
No= 67
|
240
|
16
|
5.7
|
Total= 206
|
364
|
16
|
5.7
|
|
A tiempo,
|
1986-1991
|
Si= 8
|
432
|
26
|
9.7
|
no insc.
|
|
No=1
|
|
|
|
|
|
Total=9
|
432
|
25
|
9.7
|
1992-1996
|
Si=56
|
430
|
16
|
6.2
|
|
No=41
|
149
|
13
|
4.7
|
Total=97
|
312
|
15
|
5.7
|
|
Abandono
|
1986-1991
|
Si= 19
|
432
|
18
|
7
|
|
No=102
|
51
|
3
|
1
|
Total= 121
|
60
|
4
|
1.3
|
|
|
1992-1996
|
Si= 10
|
423
|
15
|
6.2
|
|
No= 344
|
42
|
3
|
1
|
Total= 354
|
42
|
3
|
1.3
|
|
Baja
|
1974-1979
|
Si= 319
|
.00
|
5
|
1.7
|
|
|
No= 35
|
.00
|
4
|
1.3
|
|
Total= 354
|
.00
|
5
|
1.7
|
1980-1985
|
Si=137
|
327
|
21
|
7
|
|
No=702
|
0
|
3
|
1
|
|
Total=839
|
0
|
4
|
1.3
|
|
|
1986-1991
|
Si= 137
|
426
|
22
|
8
|
|
No=767
|
27
|
3
|
1
|
|
Total=904
|
42
|
4
|
1.3
|
1992-1996
|
Si=2
|
428
|
21
|
6.8
|
|
No=81
|
51
|
4
|
1.3
|
|
Total=83
|
51
|
4
|
1.3
|
Pies
1 En
esta investigación
hemos tomado la clasificación de la ANUIES para presentar la información.
La clasificación es la siguiente: 1) Ciencias de la Salud: incluye
a las facultades de Medicina y Cirugía y de Odontología, y
a las escuelas de Enfermería y de Veterinaria; 2) Ciencias Naturales
y Exactas: Escuela de Veterinaria y Zootecnia; 3) Ingeniería y Tecnología:
facultades de Arquitectura “5 de Mayo” y de Ciudad Universitaria
y Escuela de Ciencias Químicas; 4) Ciencias Sociales y Administrativas:
facultades de Contaduría y Administración y de Derecho y Ciencias
Sociales, Instituto de Investigaciones Sociológicas y Escuela de
Economía; 5) Humanidades y Educación: Instituto de Ciencias
de la Educación, Centro de Idiomas, Instituto de Investigaciones
en Humanidades y Escuela de Bellas Artes. Dado que la UABJO cuenta con el
nivel medio superior, agregamos 6) los Bachilleratos o nivel pre-universitario. «volver«.
2
Datos no expuestos en cuadro. Los casos respecto de los cuales no se
cuenta con información sobre el cambio de tipo de contratación
corresponden a Ciencias Sociales y Administrativas (cinco profesores)
y a las Ingenierías y Tecnologías (dos profesores).. «volver«
3 En
relación con ésto, otro proceso de importancia es
el de “recategorización” de los profesores, que
se inició en 1992 como resultado de las orientaciones gubernamentales
en materia de política educativa para la educación superior.
Aunque no es el tema de este trabajo, cabe anotar, en todo caso, que
la recategorización no se ha dado como un proceso generalizado,
y que desde entonces hasta la fecha de la encuesta, poco menos de la
cuarta parte (23.6%) de los profesores de la muestra habían
sido beneficiados con esta medida..
«volver«
.
se aceptan colaboraciones
|