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Los
egresados del posgrado de la UNAM
A.
Martínez González
Departamento
de Salud Pública, Facultad de Medicina, UNAM
Correo
e:aamg@servidor.unam.mx
A.
Bernal Moreno, B. Hernández Cruz, A. Gil Miguel y A.I. Martínez
Franco
Resumen
El propósito de este estudio fue caracterizar
a los egresados del posgrado de la UNAM. Se llevó a cabo un estudio
descriptivo y transversal a 6,484 egresados de maestrías y doctorados
de los programas adecuados y no al Reglamento General de Estudios de
Posgrado (1996) de la UNAM en: Ciencias Biológicas y de la Salud;
Ciencias Físico Matemáticas e Ingenierías; Ciencias
Sociales y Humanidades y Artes. Se puede afirmar que los egresados de
las maestrías tienen como características comunes predominantes
el ser hombres, casados, mexicanos, con un promedio de edad de 36 años
y con estudios profesionales en la misma institución, con un promedio
8.7. Para el doctorado, los datos indican que son principalmente egresados
de maestría, el 59.5% inició sus estudios de posgrado entre
1999 y 2002, con beca, tanto para realizar los estudios de posgrado como
para la tesis de grado. Estos egresados trabajaron durante sus estudios
de posgrado y actualmente su actividad laboral tiene una gran vinculación
con el programa de posgrado cursado.
Palabras
clave: Egresados, posgrado, evaluación.
Abstract
The purpose of this research was to identify characteristics
of graduate students of postgraduate programs at the UNAM. A descriptive
and transversal research work with 6,484 graduate students of masters
and PhD programs (1996) at the UNAM in the following areas was conducted:
Biological and Health Sciences, Physics and Mathematic Sciences and Engineering;
Social Sciences, Liberal Arts and Art. We may say that graduate students
of masters’ programs are mainly male, married Mexicans, 36 years
old in average with previous studies at such same institution, and with
an 8.7 average. For PhDs, data indicated that most are graduate students
from masters’ programs, 59.5% began a postgraduate program between
1999 and 2002, with a scholarship, for either postgraduate studies or
a thesis. Such graduates worked during postgraduate terms.
Key words: Graduate students, postgraduate, evaluation.
Introducción
Ante los retos que enfrenta la educación
superior en México, se ha hecho cada vez más necesario
generar indicadores que den cuenta de la calidad de los maestros y doctores
que se están formando en nuestra máxima casa de estudios.
De manera específica, los programas de posgrado requieren indicadores
relativos a la formación de profesionales del más alto
nivel educativo y su incidencia en la solución de los problemas
que demandan la sociedad y la ciencia misma.
Los estudios de egresados constituyen una herramienta básica para
la mejora y actualización permanente de los planes y programas
de estudio, y para la definición de políticas de desarrollo
institucional ante las nuevas necesidades sociales, lo cual permite reconocer
y asumir las nuevas formas de práctica profesional que se requieren
(Valenti, 1998; Castillo, 1998; Alvarado, 1998; Didou, 1992). Son también
mecanismos poderosos de diagnóstico que permiten a las instituciones
reflexionar a fondo sobre sus fines y sus valores y, con base en ellos,
tomar decisiones fundamentadas de mejora continua (Muñoz, 1993;
Valenti, 1992; Secretaría General, 1993; Fresán, 1998).
Los siguientes factores se han vuelto fundamentales para la evaluación
institucional (González, 1996).
• Los egresados y el impacto del programa, esto es, la vinculación
que existe entre el plan de estudios y los problemas del entorno identificados.
•
La incidencia de docentes y estudiantes en la problemática del
entorno, mediante la prestación de servicios o la investigación.
•
El seguimiento de la ubicación y actividades que desarrollan los
egresados y el contraste de estas actividades con los fines institucionales
y sociales y con el tipo de formación que ofrecen los programas.
La Dirección General de Estudios de Posgrado (DGEP) ha trabajado
en la creación de un sistema de información permanente
que identifique a los egresados del posgrado, y los caracterice respecto
a ciertos atributos, sobre todo de orden académico, para complementar
información relativa a la trayectoria escolar de quienes concluyeron
exitosamente su estancia en el posgrado y así, en dado momento,
determinar algunas variables que inciden en la eficiencia terminal de
los programas. Esta información permitirá actualizar los
datos de los egresados y permanecer vinculados con ellos. Posteriormente
permitirá realizar estudios de seguimiento en los que se considere
la medida en que la información recibida y las habilidades intelectivas
y cognitivas desarrolladas por el egresado durante sus estudios corresponden
al nivel alcanzado por su campo profesional o disciplinario en el ámbito
internacional. También se podrá evaluar el grado en que
el egresado desarrolla efectivamente la capacidad de usar tales habilidades
e información para resolver los problemas típicos de su
campo profesional y del ámbito laboral (Valenti, 1998).
Valenti y Varela (1998) comentan que conocer los rasgos generales de
la persona, para ofrecer una primera descripción acerca de quiénes
son en cuanto a género, edad, estado civil y origen geográfico,
permite en retrospectiva explorar su vinculación o determinación
para el éxito académico dentro del programa y posteriormente
su posible influencia en el destino laboral, la movilidad y el desempeño
de los egresados. Estas características además de la trayectoria
escolar, en la que interesa la duración de los estudios, el rendimiento
académico, el tipo de institución de procedencia y las
características disciplinarias en los últimos estudios
es indispensable para establecer, posteriormente, la relación
entre la educación y el mercado de trabajo, así como lo
relativo a la continuidad de los estudios paralelamente al desempeño
laboral.
En el Centro de Estudios Sobre la Universidad (CESU) de la UNAM, así como
en la DGEP, se establecieron desde hace algunos años, líneas
de investigación sobre el posgrado y se han realizado varios estudios
sobre programas de la propia institución. En alguno de esos estudios
se detectó la necesidad de contar con información más
amplia y sistematizada sobre los estudiantes (Arredondo, 2004).
El presente trabajo caracteriza a los egresados del posgrado con la finalidad
de complementar información relativa a la trayectoria escolar
y la eficiencia terminal del programa. Se requiere para ello actualizar
una base de información que permita establecer una vinculación
con los egresados para realizar estudios de seguimiento, con el fin de
analizar el programa con información de quienes concluyeron exitosamente
su estancia en el posgrado y fundamentar la toma de decisiones relativas
al tránsito de los estudiantes a través del posgrado.
Material y métodos
Se llevó a cabo un estudio observacional, descriptivo
y transversal entre una población de 6,484 egresados de los programas
adecuados y no al Reglamento General de Estudios de Posgrado (RGEP),
aprobado en 1996, de maestrías y doctorados entre marzo de 2000
a junio de 2004. Se utilizó un cuestionario que fue diseñado
por cinco expertos en educación con grado de doctor y se realizó una
prueba piloto para su perfeccionamiento. Se consideró como egresado
al estudiante que ha concluido satisfactoriamente todos los requisitos
académicos que exige su programa y realiza una solicitud para
presentar el examen de grado. En ese momento la Dirección General
de Administración Escolar (DGAE) le solicitó el llenado
del cuestionario, el cual se dividió en cuatro apartados: datos
de identificación; características académicas; becas
y condición laboral. El instrumento contiene un total de 36 reactivos,
35 de los cuales fueron preguntas cerradas. Para los cálculos
estadísticos de medidas de tendencia central y de dispersión,
se utilizó el software Statistical Package for Social Sciences
(SPSS).
Resultados
El instrumento fue contestado por 3,884 egresados
de 36 Programas de Posgrado adecuados al RGEP de las cuatro áreas de conocimiento:
Ciencias Biológicas y de la Salud (CByS); Ciencias Físico
Matemáticas y de las Ingenierías (CFMI); Ciencias Sociales
(CS) y Humanidades y de las Artes (HyA), así como 2,600 egresados
de los diversos programas que se encuentran en vías de terminación
(Cuadro 1), lo cual nos da un total de 6,484 egresados que contestaron
la encuesta.
A continuación se presentan las características de la población
de egresados del posgrado. Los resultados se presentan en forma global
y solamente se destacan observaciones por área de conocimiento.
Datos de identificación
La población está conformada por 54.3% de hombres y 45.7%
de mujeres (Cuadro 2) en promedio; en las áreas de las CByS y
CS las mujeres ya constituyen más del 50% de los egresados y existe
una tendencia a la alza en todas las áreas. Asimismo, en el área
de CFMI la población masculina constituye el 74.2%.
Respecto al estado civil, el 46.9% de los egresados son casados (Cuadro
3), esta proporción por áreas va del 42.4% en CByS al 48.6%
en el área de HyA, que además tiene el mayor porcentaje
de divorciados (4.7%); el área que tiene el menor porcentaje de
egresados solteros (56.4%) es el área de CFMI.
El 93.5% de los que egresan son mexicanos (Cuadro 4), siendo las áreas
de CS y HyA donde se encuentra el mayor porcentaje de egresados extranjeros
(9.9% y 10.8% respectivamente)
Cuadro 1
Número de egresados por área de conocimiento que contestaron
el cuestionario 2000-2004
Área de conocimiento |
Total de egresados por año |
Total del área (%) |
2000* |
2001 |
2002 |
2003 |
2004** |
1 |
Ciencias Biológicas
y de la Salud |
190 |
337 |
369 |
442 |
139 |
1,477 (22.8) |
2 |
Ciencias Físico-Matemáticas
y de las Ingenierías |
32 |
103 |
172 |
306 |
100 |
713 (11.0) |
3 |
Ciencias Sociales |
148 |
194 |
286 |
317 |
120 |
1,065 (16.4) |
4 |
Humanidades y de las Artes |
97 |
118 |
167 |
189 |
58 |
629 (9.7) |
1+2+3+4 |
Programas adecuados al RGEP*** |
467 |
752 |
994 |
1,254 |
417 |
3,884 (59.9) |
6
|
Programas no adecuados al RGEP*** |
512 |
798 |
608 |
508 |
174 |
2,600 (40.1) |
5 + 6 = 7 |
Total del periodo |
979 |
1,550 |
1,602 |
1,762 |
591 |
6,484 (100) |
*/ A partir de marzo de 2000.
**/ Hasta el 30 de junio de 2004.
***/ Reglamento General de Estudios de Posgrado (RGEP) de la UNAM (1996).
Fuente: Dirección General de Estudios de Posgrado, julio de 2004.
Características académicas
En cuanto a sus antecedentes y características académicas,
el 58.8% son egresados de licenciatura de la UNAM, seguido por egresados
de instituciones del interior de la República (Cuadro 6).
El 48.2% de los egresados tiene de 8.0 a 8.9 de calificación promedio
de licenciatura (Cuadro 7); por áreas, los resultados indican
que para las CS y HyA alrededor de la mitad de los que egresan tienen
promedios de 9.0 a 10.0 (52.5% en CS y 48.9% en HyA), mientras que en
las áreas de CByS y CFMI la mayoría tienen un promedio
entre 8.0 y 8.9 (51.2% y 54.3%, respectivamente).
El 76.1% de los egresados cursó la maestría (Cuadro 8);
esta característica es similar en todas las áreas, pero
la de CFMI la participación de estudiantes de maestría
se incrementa hasta el 80.4%. El 59.5% de los egresados inició sus
estudios entre 1999 y 2000, el rango es de 1970 a 2002 (Cuadro 9).
Cuadro 2
Egresados por género, 2000-2004
Género |
2000 |
2001 |
2002 |
2003 |
2004 |
Promedio |
Femenino |
43.7% |
43.9% |
46.4% |
46.3% |
48.4% |
45.7% |
Masculino |
56.3% |
56.1% |
53.6% |
53.6% |
51.6% |
54.3% |
Cuadro 3
Estado civil de los egresados, 2000-2004
Soltero |
42.2% |
Casado |
46.9% |
Unión Libre |
5.6% |
Divorciado |
4.4% |
Viudo |
0.9% |
Cuadro 4
Nacionalidad de los egresados
Nacionalidad |
2000 |
2001 |
2002 |
2003 |
2004 |
Promedio |
Mexicana |
93.1% |
92.8% |
93.0% |
94.0% |
94.4% |
93.5% |
Extranjera |
6.9% |
7.2% |
7.0% |
6.0% |
5.6% |
6.5% |
Cuadro 5
Edad de los egresado
Edad |
2000 |
2001 |
2002 |
2003 |
2004 |
Promedio |
24 a 30 |
21.0% |
26.5% |
24.0% |
25.9% |
27.7% |
27.3% |
31 a 35 |
22.9% |
25.5% |
25.8% |
22.5% |
23.4% |
24.0% |
36 a 40 |
20.4% |
17.4% |
15.1% |
14.8% |
14.4% |
16.4% |
41 a 45 |
13.8% |
13.7% |
15.2% |
13.8% |
12.2% |
13.7% |
46 a 50 |
10.6% |
7.2% |
10.5% |
9.5% |
9.6% |
9.5% |
51 y más |
8.2% |
8.3% |
7.6% |
10.5% |
10.8% |
9.1% |
Promedio: µ = 36 años.
Mediana: m = 35
Moda: mo = 30
Becas
El 62.9% de los egresados obtuvo beca (Cuadro
10); el área de
CByS es aquella donde más se obtuvieron (85.8%); en contraste
en las áreas de CS y HyA donde sólo el 53% de los egresados
ha gozado de una beca. El 57.3% de los egresados becados tuvo beca para
realizar estudios de posgrado y el 18.5% de ellos obtuvo beca para la
realización de tesis (Cuadro 11).
El sistema SEP-CONACyT otorgó el 44.9%
de las becas y la UNAM, a través de la Dirección General
de Asuntos del Personal Académico (DGAPA) y la DGEP, el 24.4%
(Cuadro 12). Respecto al total de becarios, el porcentaje de becas
que otorga la UNAM es mayor en CByS, CFMI y HyA que en CS. Las áreas
de CFMI y CByS son las que mayor proporción de Becas SEP-CONACyT
obtuvieron (42.7% y 35.5%, respectivamente), mientras que CS y HyA
son las áreas de menor proporción de estudiantes becados
por el sistema SEP-CONACyT (28.5% y 26.2%, respectivamente).
Cuadro 6
Institución de procedencia
Nombre de Institución |
2000 |
2001 |
2002 |
2003 |
2004 |
Promedio |
UNAM |
59.2% |
58.1% |
57.80% |
59.40% |
59.30% |
58.8% |
Estatales |
19.4% |
18.8% |
16.80% |
17.40% |
19.40% |
18.4% |
Universidades Extranjeras |
6.4% |
6.6% |
7.70% |
7.01% |
6.90% |
6.9% |
Otras |
14.9% |
16.5% |
17.70% |
16.19% |
14.40% |
15.9% |
Cuadro 7
Promedio obtenido en la licenciatura
|
2000 |
2001 |
2002 |
2003 |
2004 |
Promedio |
7.0 a 7.9 |
17.0% |
17.3% |
15.3% |
15.4% |
12.4% |
15.5% |
8.0 a 8.9 |
46.7% |
48.4% |
46.8% |
46.7% |
52.3% |
48.2% |
9.0 a 10.0 |
36.3% |
34.3% |
38.0% |
38.0% |
35.4% |
36.4% |
Promedio: µ =
8.65
Mediana: m = 0.66
Moda: mo = 8.0
Cuadro 8
Nivel de posgrado al que pertenecen
|
2000 |
2001 |
2002 |
2003 |
2004 |
Promedio |
Maestría |
84.5% |
70.3% |
73.0% |
74.2% |
78.3% |
76.1% |
Doctorado |
15.5% |
29.7% |
27.0% |
25.8% |
21.7% |
23.9% |
Cuadro 9
Año en que ingresaron al programa de posgrado, 2000-2004
Periodo |
Promedio |
Anterior a 1990 |
9.1% |
1991-1994 |
5.7% |
1995-1998 |
25.7% |
1999-2002 |
59.5% |
Cuadro 10
Becarios de posgrado, 2000-2004
|
2000 |
2001 |
2002 |
2003 |
2004 |
Promedio |
Si |
57.3% |
63.6% |
65.2% |
66.2% |
62.1% |
62.9% |
No |
42.7% |
36.4% |
34.8% |
33.8% |
37.9% |
37.1% |
Cuadro 11
Tipo de beca, 2000-2004
|
2000 |
2001 |
2002 |
2003 |
2004 |
Promedio |
Para realizar estudios de posgrado |
52.2% |
58.8% |
58.3% |
60.7% |
56.3% |
57.3% |
Para elaboración de tesis |
36.7% |
15.5% |
14.2% |
13.2% |
12.9% |
18.5% |
Condición
laboral
El 55% de los egresados realizó alguna actividad remunerada durante
sus estudios de posgrado (Cuadro 13), tanto para las CByS como para las
CFMI el porcentaje es menor del 50% (37.1% y 39%, respectivamente); son
las CS y las HyA las áreas que tienen mayor porcentaje de egresados
que trabajaron durante sus estudios de posgrado (63.2% y 68.6%, respectivamente);
esta situación podría estar relacionada con el otorgamiento
de becas por áreas, pues las dos primeras obtienen más
becas que la tercera y la cuarta.
Al graduarse de posgrado, el 73.1% de egresados tenía trabajo
(Cuadro 14); en los resultados por áreas, la situación
sigue mostrando menor porcentaje en las CByS y las CFMI (60.3% y 54.5%),
con relación a las otras dos áreas (CS y HyA) donde el
porcentaje se incrementa significativamente (77% y 81.9% respectivamente).
De los egresados que trabajan, únicamente el 30.8% lo hace en
la UNAM (Cuadro 15), el menor porcentaje se encuentra en el área
de CS (20.6%); el 71.6% de los que trabajan reportan que su actividad
laboral está vinculada con el área de conocimiento en la
que realizó sus estudios de posgrado (Cuadro 16).
Los egresados señalan como principal motivo para no trabajar el “ser
estudiantes de tiempo completo” (15.9%) (Cuadro 17), aunque en
los resultados por áreas todas comparten como motivo principal “el
ser estudiantes de tiempo completo”. En las áreas de las
CS y en las HyA el segundo motivo en importancia es el de “ser
extranjero” y el tercero en CS es el de “no encontrar trabajo”,
mientras que para las HyA es el de “ser becario”. En el caso
de las CByS el segundo motivo es el de “no encontrar trabajo” seguido
por el de “ser becario”, para las CFMI el segundo motivo
es el de “ser becario” seguido por el de “ser extranjero”, “no
tener necesidad” y “otro”.
Conviene señalar que únicamente el 16% de los egresados
reportan haber recibido otro apoyo económico (Cuadro 18). En todas
las áreas, alrededor del 80% no recibió algún tipo
de ayuda económica adicional a las becas (CByS 79.9%; CFMI 83.7%;
CS 86.1% y HyA 82%).
Cuadro 12
Instituciones que aportaron beca, 2000-2004
Promedio |
CONACyT |
44.9% |
UNAM (DGEP/DGAPA) |
24.0% |
Otras Instituciones |
31.1% |
Cuadro 13
Egresados del posgrado que trabajaron durante sus estudios
Trabajó |
Promedio |
Sí |
55.0% |
No |
45.0% |
Cuadro 14
Egresados del posgrado que trabajaban al llenar el cuestionario
|
2000 |
2001 |
2002 |
2003 |
2004 |
Promedio |
Si |
76.8% |
72.0% |
74.5% |
71.7% |
70.7% |
73.1% |
No |
23.2% |
28.0% |
25.5% |
28.3% |
29.3% |
26.9% |
Cuadro 15
Egresados del posgrado que trabajan en la UNAM
|
2000 |
2001 |
2002 |
2003 |
2004 |
Promedio |
Si |
28.1% |
29.0% |
30.4% |
29.3% |
37.2% |
30.8% |
No |
71.9% |
71.0% |
69.6% |
70.7% |
62.8% |
69.2% |
Cuadro 16
Vinculación laboral con estudios de posgrado
|
2000 |
2001 |
2002 |
2003 |
2004 |
Promedio |
Si |
73.2% |
68.1% |
84.5% |
67.0% |
65.1% |
71.6% |
No |
26.8% |
31.9% |
15.5% |
33.0% |
34.9%
|
28.4% |
Cuadro 17
Motivo por el que no trabaja actualmente el egresado
|
2000 |
2001 |
2002 |
2003 |
2004 |
Promedio |
Ser estudiante de tiempo completo |
12.7% |
15.6% |
16.4% |
17.8% |
17.1% |
15.9% |
Ser becario |
3.0% |
2.7% |
0.3% |
2.2% |
2.4% |
2.1% |
No encontrar trabajo |
2.6% |
3.9% |
0.6% |
5.1% |
6.6% |
3.7% |
Ser extranjero |
1.8% |
2.0% |
0.4% |
1.7% |
1.5% |
1.5% |
Otro |
24.3% |
2.4% |
0.6% |
2.3% |
2.4% |
6.4% |
No tener necesidad |
2.6% |
0.5% |
0.5% |
0.5% |
0.5% |
1.3% |
Cuadro 18
Otros apoyos económicos recibidos durante el posgrado
|
2000 |
2001 |
2002 |
2003 |
2004 |
Promedio |
Si |
15.0% |
17.4% |
18.7% |
14.6% |
14.2% |
16.0% |
No |
85.0% |
82.6% |
81.3% |
85.4% |
85.8% |
84.0% |
Conclusiones
De acuerdo con los resultados
encontrados, se puede afirmar que los egresados del posgrado tienen
como características promedio
principales ser hombres, casados, mexicanos, con una edad de 36 años,
proceden de la UNAM con un promedio de licenciatura de 8.7. Son principalmente
egresados de maestría, el 59.5% iniciaron sus estudios de posgrado
en el curso de 1999 a 2002, con beca tanto para realizar los estudios
de posgrado como para tesis de grado. Estos egresados, trabajaron durante
sus estudios de posgrado y actualmente, su actividad laboral tiene
una gran vinculación con su programa de posgrado cursado.
Estas características para los egresados del área de
Ciencias Biológicas y de la Salud (CByS) se resumen de la siguiente
forma: en cuanto a género, poco más del 50% son mujeres,
solteras, mexicanas, con edad de 34 años, proceden de la UNAM
con un promedio de licenciatura de 8.6. Son egresadas de maestría
e iniciaron sus estudios en este nivel entre 1999 y 2000, con beca
tanto para realizar los estudios de posgrado y en menor proporción
para tesis de grado. Estas egresadas, no trabajaron mientras realizaron
sus estudios de posgrado aunque actualmente sí lo hacen, y su
actividad laboral tiene gran vinculación con el programa de
posgrado cursado.
Con relación al área Físico Matemática
y de las Ingenierías (CFMI) las características predominantes
son las de ser hombres, solteros, mexicanos, con edad de 33 años,
proceden de la UNAM, con un promedio en sus estudios de licenciatura
de 8.7. Son egresados de maestría e iniciaron sus estudios en
este nivel entre 1999 y 2002, con beca tanto para realizar los estudios
de posgrado y en menor proporción para tesis de grado. Estos
egresados, no trabajaron mientras realizaron sus estudios de posgrado
y actualmente sí lo hacen, y su actividad laboral tiene gran
vinculación con el programa de posgrado.
Los egresados de las Ciencias Sociales (CS) son en forma predominante
mujeres, casadas aunque con poca diferencia en relación con
las solteras, mexicanas, con edad promedio de 39 años, proceden
de la UNAM, con un promedio de licenciatura de 8.7. Son en su mayoría
egresadas de maestría e iniciaron sus estudios entre 1999 y
2002; casi el 50% contó con beca, tanto para realizar los estudios
de posgrado y en menor proporción para tesis de grado. Trabajaron
durante sus estudios de posgrado y actualmente, su actividad laboral
tiene gran vinculación con el programa de posgrado.
Por último, para las Humanidades y Artes (HyA) poco más
de la mitad de los egresados son hombres y casados en su mayoría;
son mexicanos (la mayor proporción de extranjeros pertenece
a esta área), con edad de 41 años, proceden de la UNAM,
con un promedio de licenciatura de 9.0. Son egresados de Maestría
e iniciaron sus estudios en este nivel entre 1999 y 2002; un poco más
del 50% contó con beca, tanto para realizar los estudios de
posgrado y, en menor porcentaje, para la tesis de grado. Trabajaron
mientras realizaron sus estudios de posgrado y actualmente (en ambos
casos es el área que presenta mayores proporciones), su actividad
laboral tiene gran vinculación con el programa de posgrado cursado.
Las áreas que presentan mayor proporción de egresados
en este periodo son las de CByS (38%) seguida por CS (27%), mientras
que de HyA unicamente egresó en este periodo el 16.2% del total.
Conviene resaltar la importancia de realizar estudios a partir del
momento en que los estudiantes egresan de los programas con la finalidad
de determinar algunas características que pueden promover o
condicionar el éxito académico en los estudios de posgrado
(Martínez, 2003; Esquivel, 1991), así como permiten conocer
las expectativas y repercusiones que tienen los estudios de posgrado
en los ámbitos personal, laboral y económico.
Aunque para el presente estudio no se consideró, será importante
incluir posteriormente aspectos que permitan conocer la satisfacción
y valoración que los egresados tienen respecto de la formación
que recibieron, del personal docente, y la organización académica
y administrativa del programa.
Finalmente a partir de este tipo de estudios conviene realizar trabajos
de seguimiento de egresados que reflejen el impacto en la sociedad
de la formación de profesionales del más alto nivel académico.
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Estudios e Investigaciones
Aportes para la comprensión de
la motivación en contexto. Tareas académicase en la universidad.
Paola Verónica Paoloni
Becaria
de investigación del
Consejo Nacional de Investigación Científica y Tecnológica
(CONICET), Universidad Nacional de Río Cuarto -Córdoba,
Argentina
Correo
e: paopaoloni@arnet.com.ar
María
Cristina Rinaudo y Danilo Donolo
Departamento de
Ciencias de la Educación.
Universidad Nacional de Río Cuarto.
Trabajo realizado en el marco del proyecto de investigación Motivación
y Tareas académicas en la Universidad, aprobado y subsidiado por CONICET
(Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), Beca
Interna Doctoral -Res. Nº 1881 del 12/01/02-, Secretaría de Ciencia
y Técnica de la Universidad Nacional de Río Cuarto y Agencia Córdoba
Ciencia.
Resumen
Este trabajo describe de manera particularizada
las interacciones entre: tareas académicas -como factor contextual-; percepciones
de los estudiantes acerca de las mismas, y aspectos particulares de
su actuación en relación con la tarea escrita. Los datos
fueron recabados a través de un protocolo para la elaboración
de una tarea de escritura, un autoinforme sobre aspectos metacognitivos,
registros de uso de ayuda pedagógica y la producción
elaborada por los estudiantes. El análisis de los datos reveló importantes
incongruencias entre lo que los estudiantes dicen que hacen y aquello
que realmente hacen. La discusión atiende fundamentalmente a
aspectos pedagógicos y metodológicos.
Palabras claves: Motivación situada, tareas académicas,
planes cognitivos, recursos de aprendizaje.
Abstract
This paper provides a detailed description
of the interaction among academic tasks – as a
contextual factor; students’ perception
of such tasks , and particular aspects of actions taken regarding such
written tasks. Data were gathered using a protocol to prepare
a written task, a self-report on metacognitive aspects, a record on
the use of
pedagogical assistance and production prepared by students. The analysis
of data revealed significant incongruence between what students say they do and what they actually do. Discussion focuses on pedagogical
and methodological aspects.
Key words: Situated motivation, academic tasks, cognitive plans, learning
resources.
Introducción
Una tendencia consistente a lo largo de la
investigación educacional
de la última década refiere al interés por estudiar
la influencia del contexto en fenómenos psicológicos
complejos como los que tienen lugar durante el aprendizaje académico
(Dörnyei, 2000; Volet, 2001a). En este sentido, conocer más
acerca de cómo los factores personales –tanto cognitivos como motivacionales– interactúan con las características
del contexto de la clase en los procesos de aprendizaje académico,
se ha convertido en un verdadero tópico de investigación
para los psicólogos educacionales durante los últimos
años (De Corte, 2000; Pintrich, 2000; Weinstein et al., 2000).
En la línea particular de investigaciones sobre motivación
académica se reconoció que la motivación de los
aprendices se ve también influida por el contexto en el cual
el aprendizaje tiene lugar. De esta manera, numerosos investigadores
acuerdan que para entender más convenientemente la motivación
de los estudiantes es necesario atender a las interacciones con los
aspectos contextuales que se dan en las clases académicas como
lugares o ambientes complejos de aprendizaje (Ames, 1992; Boekaerts,
2001; Järvelä, 2001; Järvelä y Niemivirta, 2001;
Paris y Turner, 1994; Pintrich y Shunk, 1996; Ryan y Deci, 2000; Volet,
2001a, 2001b). Al respecto, los hallazgos de investigación sugieren
que un contexto académico que brinde a los estudiantes posibilidades
de elección y mayor control en sus estudios, incidiría
favorablemente en la adopción de una orientación motivacional
hacia metas de aprendizaje. Según los estudios realizados, esta
orientación motivacional se vincularía a un incremento
del interés en la tarea, mayor compromiso cognitivo, alta calidad
emocional experimentada durante el proceso de aprendizaje y obtención
de mejores logros académicos (Alonso Tapia, 1999; Hanrahan,
1998; Huertas, 1997).
Entendiendo a las tareas académicas como un nivel específico
del contexto de la clase (Volet, 2001a) o como una de las categorías
más importantes que integran la estructura de la clase (Pintrich,
2001), nos inclinamos a pensar que las representaciones cognitivas construidas por los estudiantes acerca de las demandas de las tareas
solicitadas, así como la percepción y uso efectivo que
hacen de los recursos de aprendizaje, constituyen aspectos claves en
el aprendizaje académico. Por esta razón, consideramos
que el estudio de las variables mencionadas puede proporcionar importantes
contribuciones para una mejor comprensión de los factores motivacionales
y cognitivos implicados en los procesos de aprendizaje académico
en la universidad (Boekaerts, 2001; Eilam e Irit, 2003; Winne y Jameison,
2003).
En este artículo exponemos los principales resultados de un
estudio orientado a describir de manera particularizada las interrelaciones
existentes entre: 1) las características del contexto, analizado
en el nivel más específico de las tareas académicas
de escritura requeridas, 2) las percepciones de los estudiantes, referidas
a las demandas de la tarea y a las dificultades asociadas con su realización,
3) los productos elaborados o producciones escritas realizadas por
los estudiantes como respuesta a lo solicitado, y 4) aspectos particulares
referidos a la percepción y uso de recursos (percepción
de oportunidades de recibir ayuda pedagógica, búsqueda
de ayuda y manejo del tiempo).
Consideraciones teóricas
En la historia de la investigación educacional de las últimas
décadas, es posible identificar algunos cambios conceptuales que plantean nuevos rumbos y desafíos para un mejor entendimiento
y estudio de los procesos implicados durante el aprendizaje académico.
En este apartado, nos referimos específicamente a dos de estas
tendencias por el notable impacto que consideramos han tenido en el
campo más específico de la motivación académica;
ellas son: a) tendencia hacia un enfoque multidimensional e integrador,
y b) tendencia hacia un enfoque situado y experiencial.
La tendencia actual de los psicólogos educacionales
a adoptar una perspectiva integradora y multidimensional en la consideración
de su objetos de estudio, puede ser mejor comprendida si nos remitimos
brevemente a la historia de la investigación en educación
durante las últimas décadas.
Varios autores acuerdan en considerar que la historia de la investigación
educacional está signada por una suerte de oscilación
entre periodos en los que se focalizó fundamentalmente sobre
cuestiones netamente cognitivas, y periodos donde el interés
se centró específicamente sobre temas motivacionales (García Bacete y Betoret, 2000; Lepper, 1988; Pintrich y García,
1993; Pintrich y Shunk, 1996; Weiner, 1990). De acuerdo con lo expresado,
en lugar de estudiar la interacción entre procesos cognitivos
y motivacionales, los investigadores se esforzaban por precisar cuál
de los dos –motivación o cognición– era la
mejor explicación para los procesos de aprendizaje académico
(Järvelä, 2001).
No obstante, esta mirada escindida y, a veces simplista, que caracterizó a
la investigación educacional durante mucho tiempo, evolucionó hacia
una consideración más integradora de su objeto de estudio.
Se produjo un cambio gradual desde el entendimiento de la cognición
y de la motivación como campos diferentes de investigación,
hacia un enfoque multidimensional, que asume que estos aspectos son
inseparables en la comprensión de los aprendizajes académicos
(Sorrentino y Higgins, 1986 en Järvelä, 2001).
Otra tendencia general observada en materia de investigación
educacional durante la última década, refiere al marcado
interés de los psicólogos educacionales por estudiar
los procesos de aprendizaje en contexto, enfatizando así la
naturaleza social y situada del aprendizaje académico, y atendiendo
a la interacción entre los aspectos cognitivos y motivacionales
implicados en el mismo (Järvelä, 2001). Resulta fácil
apoyar esta afirmación con la mención de trabajos de
relevancia acerca de los problemas de alfabetización (Kamil
et al., 2000), creencias, estrategias (Weinstein et al., 2000) o autorregulación
de los aprendizajes (Boekaerts y Niemivirta, 2000; Butler, 2002).
En lo que respecta específicamente al estudio de la motivación
académica, cabe señalar que este campo en particular
no permaneció ajeno ni inmutable ante los cambios más
generales acontecidos en materia de investigación educacional.
En otras palabras, la tendencia a integrar aspectos cognitivos
y motivacionales desde una perspectiva contextual del fenómeno a estudiar, también
puede observarse en la historia de la investigación sobre motivación
académica.
De acuerdo con lo expresado, el desarrollo de la investigación
sobre motivación académica estuvo impregnado por diferentes
orientaciones teóricas que enfatizaron una dimensión
particular del fenómeno por sobre otras (Bong, 1996; Reeve,
1994). Sobre este trasfondo, es posible identificar la existencia de,
al menos, dos enfoques o modelos predominantes en el estudio de la
motivación académica: el enfoque cognitivo y el enfoque
social-cognitivo.
El enfoque cognitivo pone el acento básicamente sobre los procesos
de pensamiento de los estudiantes, descuidando el impacto que variables
sociales y contextuales pueden tener sobre la motivación de
los alumnos (Pintrich y Schunk, 1996). Por su parte, el enfoque
social-cognitivo,
asume que tanto los componentes cognitivos como los motivacionales son esenciales para comprender el compromiso de los estudiantes con
sus aprendizajes, al tiempo que formula y evalúa hipótesis
respecto de la influencia que variables sociales y contextuales pueden
tener sobre estos procesos cognitivos y motivacionales (Bong, 1996;
Järvelä, 2001).
Es importante señalar que, en los últimos años,
las investigaciones en motivación académica se orientan
cada vez más en el sentido del segundo enfoque presentado –social-cognitivo–,
que integra conceptos centrales de las principales tendencias en la
actual investigación psicológica y educacional (Pintrich
y Schunk, 1996; Volet, 2001b). En este sentido, las perspectivas
socio-cogni-tivas de la motivación académica se caracterizan
por una visión contextual del aprendiz motivado e intentan, fundamentalmente,
describir de qué manera las creencias motivacionales de los
estudiantes interactúan con las pistas o señales presentes
en los diversos ambientes instruccionales, físicos y sociales
(Järvelä, 2001; Pintrich, 2001). El desafío actual
en el estudio de la motivación académica apunta entonces
a integrar aspectos personales –cognitivos, afectivos, actitudinales,
etcétera– y contextuales, en una aproximación situada
que considera al contexto como un factor capaz de promover o restringir
el desarrollo de la cognición, la motivación, las emociones,
las actitudes y los comportamientos (Volet, 2001a).
Las consideraciones realizadas hasta el momento, dejan claro que los
enfoques socio-cognitivos de la motivación destacan la importancia
de la motivación en contexto o motivación situada. La expresión
motivación situada, “enfatiza las características
de situaciones que evocan diferentes cursos de acción, diferentes
emociones y diferentes interpretaciones cognitivas de los eventos” (Paris
y Turner, 1994: 221). Desde esta perspectiva, la motivación académica
se considera en estrecha relación con las interpretaciones
cognitivas particulares y valoraciones personalizadas que los sujetos construyen
de las situaciones específicas de aprendizaje.
Los estudiantes que están inmersos en un determinado contexto
de aprendizaje elaboran diferentes percepciones acerca de las personas,
las situaciones y los eventos que se desarrollan a su alrededor y de
los que, por supuesto, forman parte (Järvelä, 2001; Järvelä y
Niemivirta, 2001). Estas percepciones de los estudiantes respecto de
su contexto incluyen una variada gama de pensamientos, creencias, sentimientos
y emociones. Incluiremos dentro de esta amplia categoría de percepciones
contextuales, a los planes cognitivos, entendidos como las representaciones
mentales que los alumnos elaboran sobre las demandas de la tarea y las
operaciones y acciones necesarias para llevarlas a cabo (Marx y Walsh,
1988).
Según lo expuesto, las tareas académicas, definidas como “eventos
de la clase que proporcionan oportunidades para que los estudiantes usen
sus recursos cognitivos y motivacionales al servicio del logro de metas
personales y educacionales” (Winne y Marx, 1989: 242), cobran gran
importancia dentro de la teoría de la motivación situada,
representando un nivel específico de análisis del aprendizaje
en contexto (Volet, 2001a).
Teniendo en cuenta las consideraciones realizadas, se puede pensar que
una visión contextual del aprendizaje motivado enfatiza la importancia
de entender el modo en que los planes cognitivos que los estudiantes
construyen respecto de una tarea, mediatizan sus
producciones y sus compromisos con el aprendizaje.
La literatura consultada sugiere algunas generalidades respecto del
tipo de pistas instruccionales inherentes a las tareas
académicas que
sería conveniente tener en cuenta si queremos fomentar en los
estudiantes un enfoque comprometido con el aprendizaje. En este sentido,
los hallazgos de investigación consideran que las tareas que resulten
desafiantes, significativas e instrumentales, que posibiliten elecciones
personales, autonomía, control, responsabilidad y manejo de recursos
de aprendizaje, fomentarán en los estudiantes la adopción
de una orientación motivacional hacia metas de aprendizaje. De
acuerdo con los estudios realizados, esta orientación motivacional
estará asociada con algunos beneficios instruccionales: mayor
compromiso cognitivo, mayor satisfacción experimentada durante
el proceso de aprendizaje y obtención de mejores logros académicos
(Ames, 1992; Alonso Tapia, 1999; Alonso Tapia y López Luengo,
1999; García Bacete y Betoret, 2000; Lepper, 1988; Pintrich,
2000; Pintrich y Schunk, 1996; Schiefele, 1991).
Considerando la funcionalidad o significatividad de la tarea académica
como una característica capaz de promover en los alumnos una
orientación
motivacional hacia metas de aprendizaje, Ames (1992) advirtió que
si el contenido y el modo de presentación de la actividad hace
que los estudiantes puedan ver la relevancia que la tarea tiene respecto
de sus aprendizajes, entonces es probable que se favorezca la adopción
de una meta orientada al dominio (Alonso Tapia, 1999; Bacon, 1993;
Good y Brophy,
1996). Siendo más específicos, diremos que los hallazgos
de investigación se orientan a considerar que la instrumentalidad,
entendida como la percepción del valor de utilidad de una tarea
para el logro de metas personalmente valoradas, se relaciona positivamente
con la promoción de una orientación motivacional hacia
metas de aprendizaje (Husman et al., 2003; Raymond et al., 1999). En
relación con lo expuesto, Raymond, DeBacker y Green (1999) admiten
la necesidad de más investigación que ayude a los estudiantes
a clarificar metas realistas, así como las formas más
adecuadas para enriquecerlas.
Respecto de la autonomía, autodeterminación o creencia
de control, entendida como “la sensación de que uno es
responsable de sus acciones, que las inicia y las controla” (Huertas,
1997: 146), la evidencia de investigación es bastante consistente
y muestra que la oportunidad de elegir afecta positivamente la motivación
intrínseca, posibilitando una forma más animada y optimista
de enfrentarse a las tareas académicas. En este sentido, los
estudios de Skinner y colaboradores (1990, citado en Schunk, 1991;
ver también Pintrich y Schunk, 1996), por ejemplo, encontraron
que el control percibido influye en el desempeño académico
promoviendo o no un compromiso activo en el aprendizaje. Por su parte,
algunos trabajos como los de Grolnik y Ryan (1987, citado en Ryan y
Deci, 2000), han encontrado que los alumnos excesivamente controlados
en clase, no solamente pierden iniciativa sino que además aprenden
menos que aquellos a quienes se les brinda la posibilidad de actuar
más autónomamente.
El manejo de recursos de aprendizaje, entendido como “estrategias
que usan los estudiantes para manejar y controlar su ambiente” (Pintrich,
1999: 462), estaría relacionado con el sentimiento de autonomía
o creencia de control al que hicimos referencia en el apartado anterior.
Según Pintrich (1999) el manejo de recursos se vincula al control
que los estudiantes hacen del tiempo, del esfuerzo y del ambiente
de estudio, incluyendo a otras personas, como docentes y compañeros,
a través de estrategias de búsqueda de ayuda.
En relación con el manejo del tiempo como recurso de aprendizaje,
Eilam e Irit (2003) consideran que las estrategias de manejo del tiempo
emergieron como un importante aspecto regulatorio del aprendizaje.
De acuerdo con los resultados de sus investigaciones, estos autores
señalan que las tareas académicas que contemplan abundante
tiempo de realización y que pautan una fecha límite para
su finalización, funcionarán como facilitadotas de aprendizaje
autorregulado en la medida en que brindan a los estudiantes la posibilidad
de desarrollar conductas de planificación en función
de sus metas particulares.
Considerando la búsqueda de ayuda como otra importante estrategia
relacionada con el manejo de recursos de aprendizaje, la evidencia
de investigación advierte que esta estrategia es importante
para aprendices autorregulados. Los pocos trabajos llevados a cabo
con estudiantes universitarios, se orientan a considerar que estos
alumnos –que en teoría están más motivados
y son más estratégicos que estudiantes más jóvenes– se
encontrarían más predispuestos a buscar un tipo de ayuda
instrumental, es decir, aquella ayuda en la que se tiende a preguntar
por indicaciones o sugerencias generales en lugar de pedir la respuesta
directa (Karabenick, 2002). Al respecto, Karabenick (2002) plantea
la necesidad de realizar estudios adicionales para determinar si los
resultados obtenidos con estudiantes más jóvenes pueden
ser generalizados a los alumnos universitarios, donde los contextos
de aprendizaje serían muy diferentes.
A la luz de los referentes teóricos presentados, pensamos que
nuestro estudio se enmarca dentro de las principales tendencias en
investigación sobre motivación académica durante
los últimos años. Así, este trabajo adopta una
perspectiva integral y situada al considerar aspectos motivacionales y cognitivos inherentes al aprendizaje académico y analizarlos
en el contexto específico
de las tareas académicas en la universidad.
Basados en la bibliografía consultada, diseñamos y presentamos
una tarea académica de escritura que brindara a los estudiantes
oportunidades de elección, control del tiempo, significatividad
e instrumentalidad, posibilitando, en consecuencia, autorregulación
de los aprendizajes y un mayor compromiso motivacional (Husman et al.,
2003; Paris y Turner, 1994; Raymond et al., 1999; Volet, 1998; Wolters
y Pintrich, 1998). Concretamente, nos interesaba indagar la percepción
de los estudiantes respecto de las pistas contextuales de las tareas
solicitadas. En este sentido, queríamos observar si los planes
cognitivos de los estudiantes sobre las demandas de la tarea se correspondían –o
por el contrario discrepaban– con lo que se había solicitado;
también, si las percepciones de dificultad de los alumnos respecto
de la realización de la tarea eran congruentes con sus desempeños
efectivos o productos obtenidos. Finalmente, en lo que respecta a los
aspectos particulares referidos a la percepción y uso de recursos,
nos interesaba analizar si los participantes de este estudio percibieron
las oportunidades de recibir ayuda pedagógica, si hicieron uso
efectivo de las mismas y si fueron capaces de manejar el tiempo de
que disponían para cumplir con lo estipulado en la consigna
de trabajo.
Metodología
Participantes
Participaron en este estudio 20 alumnos
regulares de un curso de Psicología Educacional, asignatura
obligatoria en los planes de formación docente de diversas áreas
humanísticas y científicas en la Universidad Nacional
de Río Cuarto 1, durante el primer cuatrimestre del 2003.
Cabe aclarar que de los 53 alumnos inscritos para cursar Psicología
Educacional, se consideraron únicamente aquellos que cumplieran
con las siguientes condiciones: a) haber entregado una tarea escrita
de alcances amplios solicitada por la cátedra y b) haber respondido
a un cuestionario metacognitivo tendiente a indagar las estrategias
cognitivas por ellos desplegadas para la realización de la tarea
referida.
De acuerdo con los criterios mencionados, el grupo de participantes
quedó finalmente conformado por 20 estudiantes: tres varones
y 17 mujeres; 12 pertenecientes a la Facultad de Ciencias Exactas Físico-Químicas
y Naturales y ocho de la Facultad de Ciencias Humanas de la UNRC.
Materiales
Los datos necesarios para la realización
de este trabajo fueron recabados a través de un protocolo para
la elaboración de una tarea de escritura, registros del uso
de oportunidades de recibir ayuda pedagógica, la tarea escrita
elaborada por los estudiantes y un autoinforme sobre aspectos metacognitivos.
Protocolo para la elaboración de las tareas de escritura. A
comienzos del ciclo lectivo 2003, se solicitó a los alumnos
una tarea escrita, de alcances amplios, que reunía requisitos
de relevancia, instrumentalidad, posibilidad de opción y manejo
del tiempo. La tarea fue solicitada a través de la consigna
presentada en el Anexo 1.
Registros del uso de oportunidades de recibir ayuda pedagógica.
La cátedra propuso una instancia opcional en la que los alumnos
podían entregar un avance parcial de su trabajo. En este sentido,
desde la primer semana de clases se anticipó a los estudiantes
que disponían de 45 días para preparar sus planes de
trabajo; asimismo, se les comunicó que la
semana posterior a la entrega referida, podrían recibir observaciones
personalizadas sobre su tarea. La presentación de estos planes
y la asistencia a las reuniones de feedback fueron consideradas instancias
de uso de ayuda pedagógica por parte de los alumnos.
Tareas escritas elaboradas por los estudiantes. Se trabajó sobre
20 tareas escritas presentadas en las fechas establecidas.
Cuestionario sobre aspectos metacognitivos. Una vez finalizada la tarea
y luego de que hubiesen recibido la calificación y observaciones
sobre las mismas, los alumnos respondieron a un cuestionario del tipo autoinforme
cuyo objetivo apuntaba a obtener información sobre el proceso de
interpretación y ejecución de la tarea escrita, los logros
obtenidos y los problemas que se le presentaron (ver Anexo 2).
Procedimiento
Al comienzo de las clases se informó a
los alumnos de Psicología
Educacional sobre el interés de la cátedra en proponer
la realización de una tarea de escritura –con las características
especificadas en el apartado anterior– como actividad importante
del proceso de aprendizaje y como una condición necesaria para
promocionar o regularizar el cursado de la materia.
De esta manera, se dio a conocer a los alumnos el protocolo que serviría
como guía para la elaboración de la tarea de escritura
referida, al tiempo que se brindó una explicación general
de cada uno de los criterios de elaboración y evaluación
que figuraban en el mismo. Asimismo, también se informó a
los estudiantes que contaban con la posibilidad de recibir orientación
pedagógica respecto de la realización de la tarea solicitada.
Finalmente, fueron estipuladas dos fechas relacionadas con la presentación
del trabajo requerido: 1) las dos semanas posteriores a los 45 días
de entregado el protocolo de elaboración de la tarea, fueron propuestas
como instancias optativas para la presentación de un plan general
escrito de la tarea a realizar o un avance parcial en el que pudieran
identificarse las ideas y relaciones a ser desarrolladas. Durante este
periodo, la cátedra se comprometía a corregir los proyectos
o avances entregados, a brindar una devolución personalizada de
las correcciones, orientaciones o sugerencias realizadas, y a tratar
de despejar las dudas que los estudiantes pudieran presentar; 2) la semana
posterior a los 65 días de entregado el protocolo para la elaboración
de la tarea, constituía la fecha límite para presentar
el producto en su versión final.
Por último, hacia el final del cuatrimestre y luego que los alumnos
entregaran sus respectivas producciones, se solicitó a los estudiantes
que respondieran a un cuestionario o autoinforme tendiente a registrar
sus relatos o descripciones respecto de ciertos procesos cognitivos desplegados
en la realización de la tarea de escritura.
Análisis
y resultados
Organizamos
el análisis y la
exposición de los principales resultados en dos partes. En la
primera parte, nos referimos a las percepciones de los estudiantes respecto
de las demandas de la tarea y de las dificultades asociadas con su realización;
también consideramos los hallazgos relativos a la coherencia observada
entre estas percepciones y los productos o tareas escritas elaboradas.
En la segunda parte, presentamos datos referidos a la percepción
y al uso efectivo de las oportunidades de recibir ayuda pedagógica.
Asimismo, incluimos en este apartado algunas consideraciones realizadas
por los estudiantes en torno del manejo del tiempo como un recurso en
su proceso de aprendizaje.
Percepciones de los estudiantes: coherencia
con las producciones obtenidas
Planes cognitivos sobre las demandas de la tarea
Al analizar los informes metacognitivos sobre
las demandas de la tarea, atendimos a las referencias que hacían los estudiantes respecto
de cada uno de sus cinco rasgos distintivos; presentamos aquí los
resultados respecto de los más interesantes: posibilidad de elegir
la modalidad y los materiales de trabajo con los que se respondería
a la tarea; consideración de problemas éticos, sociales,
científicos o tecnológicos de la región, del país
o del mundo y vinculación con contenidos de la disciplina y con
el futuro rol profesional.
La posibilidad de opción en la realización de la tarea,
sólo fue mencionada en sus dos dimensiones (modalidad y materiales)
por tres de los 20 alumnos; otros cinco estudiantes se refirieron a una
sola dimensión y uno distorsionó completamente el requerimiento
expresando que la tarea solicitaba un tipo particular de estructura y
organización. De este modo, algo más de la mitad de los
estudiantes no hicieron referencia explícita a la posibilidad
de elección, por lo que presumimos no percibieron la oportunidad
de hacer opciones personales y trabajar de manera autónoma.
En cuanto a la consideración de problemas relevantes y su vinculación
con la disciplina y el futuro rol profesional, fue mencionado sólo
en cinco respuestas, mientras que en las restantes se pudo identificar
desde referencias incompletas hasta importantes distorsiones de lo demandado
con respecto a estos criterios. En este sentido, se observó que
11 de 20 alumnos no hicieron referencia alguna al requisito de considerar
problemas éticos, sociales, científicos, etcétera;
estos alumnos distorsionaron el sentido de la consigna, aludiendo a tratar
un tema y relacionarlo con los contenidos de la materia y/o con la carrera
que cursan (Ej. “... lo que entendí era hacer un trabajo
de cualquier tema pero referido a nuestra carrera”-Sujeto Nº 20).
Por otra parte, si bien cuatro de 20 alumnos de alguna manera expresaron
que la tarea demandaba tratar algún problema social, científico,
no especificaron convenientemente que el mismo debía vincularse
con contenidos de la disciplina y con el futuro rol profesional. Estos
alumnos explicitaron el requerimiento de vinculación pero limitado
a uno u otro de los sentidos requeridos (Ej. “... el problema que
se debía trabajar tenía que tener relación con la
carrera en estudio” Sujeto Nº 15).
Percepciones de dificultades relacionadas con la realización
de la tarea: congruencia observada con las producciones escritas
Presentamos a continuación los resultados relativos a la percepción
de dificultad informada por los estudiantes respecto de los siguientes
criterios: a) relevancia de los problemas seleccionados; b) relevancia
de las fuentes de información; c) tratamiento de los contenidos;
d) aspectos formales; e) consideraciones personales; f) relaciones explícitas
con contenidos de la asignatura y una adecuada proyección profesional.
En el desarrollo de cada criterio incluimos, además, los resultados
del análisis de la congruencia observada entre dificultades percibidas
por los estudiantes y dificultades efectivamente observadas en sus escritos.
a) Relevancia de los problemas seleccionados. De acuerdo con las respuestas
al autoinforme, seis de los 20 estudiantes que participaron en este estudio
percibieron alguna dificultad para seleccionar problemas o temas que
fuesen relevantes, mientras que 14 de 20, no. Respecto de la congruencia
observada entre las dificultades percibidas –o manifestadas en
el autoinforme– y las dificultades efectivamente observadas en
las producciones escritas, es curioso constatar que ninguna de las tareas
escritas por quienes percibieron dificultades en seleccionar problemas
relevantes, evidenció la dificultad señalada, lo que haría
suponer una resolución positiva de los problemas manifestados.
Por su parte, teniendo en cuenta las respuestas del grupo
de alumnos que mencionó no haber tenido dificultad en seleccionar
un problema relevante, los datos indican que cinco de las producciones
pertenecientes a estos 14 sujetos no lograron responder satisfactoriamente
al criterio aquí considerado. Es necesario agregar que quienes
aparentemente no identificaron sus dificultades, tampoco percibieron
que la tarea demandaba seleccionar un problema en lugar de un tema.
b) Relevancia de las fuentes de información utilizadas para elaborar
la tarea. Según datos del autoinforme, 11 de 20 estudiantes percibieron
dificultades para seleccionar bibliografía relevante, mientras
que nueve de 20, no. Entre las dificultades percibidas por los primeros
figuran el desconocimiento de autores relevantes, problemas para jerarquizar
la bibliografía con base en criterios de relevancia, dificultad
de acceso a fuentes de información, etcétera. Analizando
la congruencia entre percepción de dificultad y presencia efectiva
de la dificultad en la tarea de los estudiantes, los datos revelaron
que las tareas de cinco de los nueve estudiantes que no informaron dificultades
para seleccionar fuentes de información relevantes, evidenciaron
claramente lo contrario. Estos datos mostrarían escaso desarrollo
de capacidad metacognitiva en algunos estudiantes, lo que podría
impedirles la percepción de problemas relativos a este criterio.
c) Tratamiento de los contenidos. De acuerdo con lo expresado en los
autoinformes, 12 de 20 alumnos percibieron dificultades respecto de este
aspecto en particular en la elaboración de sus tareas, mientras
que los ocho restantes, no. Considerando las respuestas de quienes percibieron
dificultades, cabe señalar que las mismas se orientaron a considerar
los problemas percibidos en dos sentidos preponderantes: 1) problemas
para expresar por escrito o redactar las ideas de manera coherente; 2)
problemas para integrar y organizar el contenido del trabajo. El análisis
de la congruencia entre dificultades percibidas y dificultades observadas
en las producciones, permitió observar que la mayoría de
las producciones de quienes percibieron problemas relativos al tratamiento
de contenidos (nueve de 12), efectivamente presentaban dificultades vinculadas
con la elaboración, precisión, integración u organización
de los contenidos. Por su parte, las tareas de seis de los ocho estudiantes
que manifestaron no haber tenido dificultades en responder a este criterio,
evidenciaron justamente lo contrario.
d) Consideración de los aspectos formales en la elaboración
de las tareas de escritura. Con base en los datos proporcionados por
el autoinforme, siete de los 20 participantes en este estudio percibieron
alguna dificultad relativa a la consideración de los aspectos
formales en la elaboración de sus escritos. Las dificultades relatadas
por estos estudiantes referían principalmente a problemas en la
estructuración formal del trabajo, por ejemplo, para organizar
el escrito de acuerdo a la estructura de la monografía o de la
reseña. Sin embargo, el análisis de la congruencia entre
las dificultades percibidas y las dificultades observadas en las tareas
elaboradas, reveló que en la mayoría de las producciones
escritas no se observaron las mismas dificultades percibidas por sus
autores. Así, mientras todos los alumnos que percibieron dificultades
lo hicieron únicamente en relación con la estructura formal
del trabajo, las principales falencias observadas en las tareas refirieron
fundamentalmente a la ausencia de identificación del autor que
se parafrasea. Por otra parte, el análisis evidenció una
notoria discrepancia entre las respuestas de alumnos que parecieron no
percibir dificultades y las dificultades efectivamente observadas en
sus producciones. En este sentido, las tareas de nueve de 13 estudiantes
que manifestaron no haber tenido dificultades en la consideración
de aspectos formales, revelaron lo contrario.
e) Consideraciones personales. Según el autoinforme metacognitivo,
sólo cinco de 20 estudiantes percibieron alguna dificultad respecto
de la inclusión de consideraciones personales en sus escritos,
mientras que los 15 restantes, no. Sin embargo, el análisis de
las dificultades observadas en las tareas elaboradas por los estudiantes
mostró una considerable discrepancia respecto de las dificultades
percibidas en el sentido aquí considerado. Así, llama la
atención que 11 de las 15 tareas pertenecientes a los estudiantes
que parecen no haber percibido sus dificultades, presentaban notables
falencias en la inclusión de consideraciones personales. Al respecto,
podemos pensar que estos estudiantes no mencionaron haber tenido dificultad
para tomar posición respecto de lo desarrollado en sus trabajos
porque no percibieron el espacio que la tarea ofrecía para desplegar
consideraciones personales
f) Relaciones explícitas del problema seleccionado con temas importantes
de la asignatura y con una adecuada proyección profesional. Según
las respuestas del autoinforme, ocho de 20 estudiantes percibieron dificultades
en la consideración del criterio aquí considerado, mientras
que los 12 estudiantes restantes, no. Por su parte, en siete de las 12
producciones pertenecientes al subgrupo de estudiantes que no percibió dificultades
relacionadas con la consideración de este criterio, fue posible
observar dificultades al respecto. Como en el caso del criterio anteriormente
analizado, suponemos que la mayoría de estos estudiantes no percibió el
valor de instrumentalidad de la tarea.
En síntesis, considerando las percepciones de dificultad de los
alumnos respecto de la realización de la tarea y la congruencia
observada entre estas percepciones y las producciones obtenidas, llama
la atención la discrepancia observada entre los autoinformes de
los estudiantes, según los cuales parecen no haber percibido ciertas
dificultades, y los resultados de sus producciones que, sin embargo, muestran
lo contrario. Al respecto, pensamos que la percepción de dificultades
relacionadas con la realización de la tarea tiene relación
con las representaciones cognitivas que sobre las demandas de la misma
han construido los estudiantes. Aparentemente los alumnos de este grupo
no percibieron rasgos críticos de la tarea que podían favorecer
la autonomía en los aprendizajes, y por ello mismo no percibieron
las dificultades que tuvieron en relación con estos aspectos.
Percepción y uso
de recursos de aprendizaje: ayuda pedagógica y manejo de tiempo
El análisis de estos aspectos se realizó sobre la base
de los autoinformes metacognitivos y sobre el registro de uso de las
oportunidades de recibir ayuda pedagógica. Con los autoinformes
metacognitivos se recabaron datos sobre la decisión de los alumnos
de aprovechar o no la ayuda ofrecida por la cátedra para supervisar
el bosquejo previo de la tarea escrita, así como de las valoraciones
de esas oportunidades (independientemente de que hubiesen usado o no
la posibilidad referida).
De acuerdo con los resultados obtenidos, cuatro de 20 sujetos declararon
haber usado la posibilidad de recibir ayuda, 14 decidieron no hacerlo
y dos no contestaron. Respecto de las razones con que se avalaron estas
decisiones observamos que: los cuatro alumnos que –según
datos de autoinformes– usaron la posibilidad de recibir ayuda,
sostuvieron que ésta les sirvió para organizar el trabajo
(tres alumnos) o asegurarse que el trabajo cumplía efectivamente
con lo solicitado por la consigna (un alumno). Por otra parte, 11 de
los 14 alumnos que no usaron esta posibilidad aludieron a falta de tiempo;
algunos añadiendo la existencia de demandas simultáneas
en otras asignaturas (Ej. “No, sinceramente no tuve tiempo de realizar
ese bosquejo ya que tenía que rendir otras materias...”).
Argumentos muy diferentes fueron planteados por tres alumnos quienes,
si bien tampoco aprovecharon la posibilidad ofrecida, lo atribuyeron
a razones de índole personal: uno de ellos, por confiar en que
estaba haciendo bien el trabajo requerido; los otros dos, por no haber
podido decidir qué tipo de trabajo realizar (“No, empecé distintos
trabajos y no me decidía”).
En cuanto a las valoraciones de los estudiantes respecto de la oportunidad
de recibir ayuda pedagógica –independientemente de
que la usaran–, la totalidad de las respuestas acordaron sobre
su importancia. Así, 16 de los 17 alumnos que respondieron a esta
pregunta, argumentaron que el valor de la ayuda pedagógica radica
en su potencial para ofrecer orientación o guía en alguno
de los siguientes sentidos: a) corroborar si el trabajo responde a lo
solicitado (11 sujetos); b) detectar falencias (dos sujetos); c) interpretar
la consigna (uno sujeto) y d) delimitar el alcance de la tarea (dos sujetos).
Finalmente, sólo una alumna afirmó que la ayuda recibida
le permitió mejorar su desempeño también en otras
tareas.
Con respecto al uso efectivo que los alumnos hicieron de la ayuda pedagógica
brindada, los datos muestran curiosamente que sólo dos de los
cuatro alumnos que dijeron haber aprovechado la posibilidad ofrecida
por la cátedra, efectivamente lo hicieron.
Finalmente, considerando la calidad de las tareas de escritura, las mismas
fueron agrupadas en tres categorías: no responden a lo solicitado
(nueve tareas); grupo baja calidad (cinco tareas); respuestas buenas
y muy buenas (seis tareas). Cabe destacar que en este último grupo
se ubicaron los trabajos de las dos alumnas que reconocieron y usaron
la posibilidad de recibir ayuda pedagógica.
Consideraciones finales
El análisis de las respuestas brindadas por los alumnos al cuestionario
sobre aspectos metacognitivos y la comparación con lo efectivamente
realizado en sus trabajos y actuaciones, permitió identificar
importantes incongruencias: 1) entre las interpretaciones de los alumnos
sobre la demanda de la tarea y lo que la cátedra entendía
se había solicitado; 2) entre las dificultades percibidas por
los alumnos y las dificultades observadas en sus producciones; 3) entre
la valoración de la ayuda pedagógica y el uso de la misma.
Respecto de las representaciones de lo estudiantes sobre las demandas
de la tarea y su relación con lo que la cátedra entendía
se había solicitado, da la sensación que estamos frente
a grupos de alumnos diferentes: aquellos que respondieron al cuestionario
metacognitivo y aquellos que hicieron la tarea. En la mayoría
de los casos, esta incongruencia puede observarse en tres planos diferentes,
aunque relacionados: a) entre la percepción de la demanda y lo
que realmente se solicitaba; b) entre la percepción de la demanda
y lo que efectivamente hicieron; c) entre lo que hicieron y lo que realmente
se solicitaba.
En cuanto a las percepciones de dificultad de los alumnos con respecto
a aspectos claves en la realización de la tarea, podemos sintetizar
los resultados para cada uno de los criterios de análisis considerados:
Respecto de la relevancia de los problemas seleccionados, hemos visto
que quienes no percibieron las dificultades que efectivamente tuvieron
en este aspecto, tampoco percibieron que la tarea requería la
selección de un problema en lugar de un tema. Suponemos que la
falta de adecuación de los planes cognitivos de estos estudiantes
sería una explicación probable de la discrepancia aquí referida.
Considerando la relevancia de las fuentes de información utilizadas,
lo que llama la atención aquí es el número de coincidencias –ocho
de 11– entre percepción de dificultad e identificación
de la dificultad percibida en la producciones de los estudiantes. Sin
embargo, aunque en menor frecuencia, también aquí encontramos
casos de discrepancia en el sentido señalado en el apartado anterior.
Respecto del tratamiento de los contenidos, los datos evidenciaron un
acentuado contraste entre respuestas que denotan una alta percepción
de dificultades efectivamente observadas en las tareas escritas, y respuestas
que reflejaban percepciones sumamente desfasadas en relación con
lo que puede observarse en las producciones a las que hacen referencia.
Refiriéndonos a la consideración de los aspectos formales en
la elaboración de las tareas de escritura por parte de los
estudiantes, los datos muestran también una notoria discrepancia
entre las respuestas de alumnos que parecieron no
percibir dificultades y las dificultades efectivamente observadas en
sus producciones. Como lo anticipamos oportunamente,
pensamos que los aspectos formales no constituyeron un observable para
estos sujetos; dicho en otras palabras, los mencionados aspectos no
formaron parte de sus planes cognitivos o representaciones mentales
de la demanda de la tarea –quizá por falta de práctica
redaccional en tareas de este tipo– y, tal vez por esta razón,
no informaron dificultades al respecto.
De manera similar pueden interpretarse las dificultades que tuvieron
los alumnos para tomar posición o expresar opciones de valor respecto
del problema o tema que desarrollaban en sus trabajos. Quizá,
muchos no percibieron la dificultad que tuvieron para responder a este
criterio en particular porque tampoco percibieron el espacio que la tarea
les ofrecía para desplegar consideraciones personales. Recordemos
que algo más de la mitad de los estudiantes no había hecho
referencia explícita a la posibilidad de opción en la realización
de la tarea, por lo que presumimos que tampoco percibieron la oportunidad
de hacer opciones personales y trabajar de manera autónoma.
Las relaciones explícitas entre el problema o contenido del escrito
con temas importantes de la asignatura y una adecuada proyección
profesional, fue uno de los criterios que más dificultad causó a
los estudiantes, tanto en quienes percibieron como en quienes no percibieron
dificultades al respecto. Estos resultados, orientan nuestra atención
hacia el modo en que los alumnos perciben que este tipo de tareas puede
ayudarlos al logro de metas profesionales.
Finalmente, a las discrepancias señaladas debemos agregar las
incongruencias observadas entre la valoración de la ayuda pedagógica
y uso de la misma. En este sentido, mientras en sus respuestas los alumnos
atribuyeron un importante valor a la ayuda pedagógica opcional
ofrecida, la gran mayoría no hizo uso efectivo de la misma. Recordemos
que aunque todas las respuestas acordaron en considerar como muy importante
la ayuda pedagógica, por su valor de guía u orientación
en el proceso de elaboración de la tarea escrita, sólo
dos de los 20 participantes en esta experiencia hicieron uso efectivo
de la misma. Los relatos de los estudiantes acerca de por qué no
aprovecharon la ayuda pedagógica, señalan que la dificultad
en el manejo del tiempo fue una de las principales causas por las que
los estudiantes no pudieron aprovechar la ayuda pedagógica de
que disponían.
Los planteos realizados por algunos autores nos ayudan a interpretar
las discrepancias encontradas en este estudio. Winne y Jamieson Noel
(2003) consideran que los estudiantes mediatizan las demandas de las
tareas académicas al construir un modelo o representación
mental idiosincrásica de la misma. Marx y Walsh, (1988) denominan
planes cognitivos a estas construcciones mentales de los estudiantes
sobre la demanda de la tarea y las operaciones y acciones necesarias
para llevarlas a cabo. Vinculando lo expresado con los resultados obtenidos
en nuestro estudio, diremos que el modelo mental de tarea construido
por los estudiantes distaba considerablemente de lo que la cátedra
entendía se había solicitado.
En función de la literatura consultada, se suponía que
la tarea propuesta a los estudiantes reunía ciertas características –o
pistas contextuales– asociadas con la promoción de una orientación
motivacional hacia metas de aprendizaje. En este sentido, teóricamente
la tarea propuesta ofrecía un contexto instruccional motivante,
en la medida en que se pensaba era significativa por su instrumentalidad
potencial respecto del logro de metas profesionales a largo plazo (Husman
et al., 2003; Raymond et al., 1999). Además, ofrecía un
espacio para el despliegue de opciones personales, control del aprendizaje,
autonomía, responsabilidad (Paris y Turner, 1994), y manejo del
tiempo y de la ayuda pedagógica como importantes recursos de aprendizaje
(Pintrich, 1999, 2000). Sin embargo, en los resultados de nuestro estudio
se observó que los estudiantes percibieron las pistas o indicios
instruccionales de una manera distinta a la esperada por la cátedra.
Según los datos obtenidos, pensamos que la percepción de
dificultades de los estudiantes en relación con la realización
de la tarea, guarda relación con sus representaciones cognitivas
sobre las demandas de la misma. De esta manera, todo indica que los planes
cognitivos de algunos de los alumnos considerados en este estudio no
incluyeron percepciones de autonomía, de manejo de tiempo, de
significatividad o instrumentalidad de la tarea en relación con
metas profesionales, lo que explicaría la falta de percepción
de dificultades en relación con estos aspectos.
Ahora bien, podríamos preguntarnos por qué un contexto
instructivo diseñado para fomentar la autorregulación de
los aprendizajes y la motivación hacia metas de aprendizaje, aparentemente
no fue percibido como tal. En otras palabras, por qué los estudiantes
de nuestro estudio no percibieron pistas instruccionales teóricamente
diseñadas para ayudarlos en sus aprendizajes.
Los planteos realizados por Järvelä y Niemivirta (2001) son
de utilidad para intentar responder a la pregunta presentada en el párrafo
anterior. Para estos autores –y aunque parezca una obviedad–,
las pistas instruccionales por sí solas no bastan para crear en
los sujetos la significación psicológica deseada; la interpretación
de un evento es producto tanto de la persona como de la situación (Järvela
y Niemivirta, 2001). Entonces, dado que las pistas contextuales fueron cuidadosamente
diseñadas para promover en los alumnos compromiso
con sus aprendizajes, cabe la pregunta sobre qué aspectos
personales de los estudiantes pueden haber impedido la percepción de las
mismas.
De acuerdo con Boekaerst (2001), las representaciones mentales de los
alumnos ayudan a otorgar significado a los episodios de aprendizaje y
en este proceso de significación, las experiencias previas de
los estudiantes desempeñan un rol muy importante. Estas experiencias
previas de aprendizaje pueden hacer que un alumno aprenda a prestar atención
a algunas pistas ambientales y a desconocer otras (Boekaerts, 2001).
En otras palabras, parece que el conocimiento previo de un alumno respecto
del tipo particular de tarea con que se enfrenta, puede incrementar la
toma de conciencia y la percepción de señales o indicios
relacionados con la misma (Eilam e Irit, 2003). Teniendo en cuenta que
trabajamos con alumnos universitarios, es de suponer que una larga historia
de experiencias de aprendizaje hayan influido en su manera de representar
mentalmente los contextos de aprendizaje, y particularmente las tareas
académicas.
De acuerdo con los resultados de nuestra investigación, se advierte
entonces que no es suficiente proponer tareas académicas que en
teoría cumplan con los requisitos propuestos por la más
actualizada literatura sobre motivación académica y aprendizaje
autorregulado. Los hallazgos plantean la necesidad de considerar, además,
al estudiante en su contexto específico, como heredero de un cúmulo
de experiencias de aprendizaje que impregnan quizá sus formas
particulares de interpretar el presente y de proyectarse hacia un futuro.
Desde esta óptica, la manera en que los estudiantes universitarios
interpretan las consignas de trabajo, y cómo perciben y manejan
sus recursos de aprendizaje, se constituye en un elemento clave para
ayudar a investigadores y docentes a comprender más convenientemente
tanto la motivación en contexto, como la actuación particular
de los alumnos y los logros académicos obtenidos.
Dos líneas de argumentos emergen de las consideraciones realizadas
hasta el momento: argumentos pedagógicos y argumentos metodológicos.
Desde el punto de vista pedagógico, el estudio muestra la conveniencia
de trabajar más detenidamente sobre las demandas de las tareas,
especialmente cuando éstas sean de relevancia y de alcances amplios,
como así también de cuidar aspectos relativos al manejo
del tiempo y ayuda pedagógica como recursos útiles en el
proceso de aprendizaje de los estudiantes universitarios. Aparentemente
los alumnos de este grupo no percibieron rasgos considerados críticos
en areas y recursos que podrían favorecer la autonomía
en los aprendizajes universitarios. En este sentido, deberíamos
ser capaces no sólo de diseñar tareas tendientes a promover
autonomía, relevancia, instrumentalidad, sino también ayudar
a nuestros estudiantes a que desarrollen la sensibilidad contextual necesaria
(Boekaerts, 2001) para que puedan percibir las pistas o indicios instruccionales
en el sentido indicado.
En cuanto a los aspectos metodológicos seguidos en la investigación,
el trabajo muestra la debilidad de los autoinformes si se los utiliza
como instrumentos únicos y, por consiguiente, la conveniencia
de emplear estos instrumentos en combinación con otras fuentes
de datos, tal como nosotros lo hicimos. Coincidimos aquí con los
reclamos de Winne y Jamieson Noel (2003) acerca de la necesidad de mayor
investigación que considere el modo en que los alumnos perciben
las claves proporcionadas por el contexto y las relaciones entre estas
percepciones y su desempeño efectivo.
Anexo 1. Protocolo
de consigna de trabajo para la elaboración y evaluación
de tareas escritas. Marzo de 2003
Pautas para la ejecución y presentación
de las tareas escritas auto generadas
La cátedra de Psicología Educacional propone, como parte
del proceso de formación profesional de los estudiantes, la concreción
de actividades que lleven hacia la comprensión y elaboración
de conocimientos referidos al campo de la Psicología Educacional
y que permitan también una ampliación de los intereses
y compromisos respecto de los problemas sociales y educativos del país.
Entendemos que el conocimiento que se puede obtener en la universidad –y
muy particularmente en la universidad pública es crucial para
el desarrollo de nuestro país, tanto en los aspectos económicos
como en los éticos, sociales y culturales. Pensamos en el egresado
universitario como alguien que, dominando el campo de conocimientos correspondiente
a su posible ámbito de actuación profesional, sea capaz
de hacer contribuciones serias a la delimitación y solución
de los problemas que le son propios como así también de
producir novedades tendientes a ampliar el campo disciplinario. Pensamos
en el egresado universitario como alguien capaz de reconocer y contribuir
en la solución de los problemas sociales. La implantación
de actividades auto generadas tiende precisamente a propiciar la configuración
de situaciones que hagan posible estos propósitos. A continuación
presentaremos algunas pautas que deberán seguirse en la elaboración
de estas tareas y también los criterios que se tendrán
en cuenta en su evaluación.
Criterios de elaboración: Las actividades auto generadas deberán
cubrir un mínimo de 20 horas de estudio o trabajo. Cualquiera
sea la modalidad adoptada para cumplir con estas tareas –asistencia
a cursos, lectura de libros o artículos, observación de
películas o videos, implementación de experiencias– las
mismas deberán concluir con una tarea escrita individual en la
que se de cuenta de las actividades realizadas. Por su contenido temático,
las actividades que se realicen deberán considerar problemas éticos,
sociales, científicos o tecnológicos de la región,
el país o el mundo que se vinculen con los contenidos disciplinarios
que cada alumno adopte para su tratamiento particular en relación
con la materia o con aquellas asignaturas en las que podría desempeñarse
como docente. Las tareas escritas individuales tendrán un mínimo
de tres páginas y un máximo de diez; en lo posible deberán
ser tipeadas en computadora y el alumno guardará, si así lo
desea, copia del trabajo, atendiendo a que los mismos no serán
devueltos luego de su corrección. Naturalmente, ello no implica
que no puedan ser revisadas por los alumnos una vez que hayan sido corregidas.
Criterios de evaluación: En la evaluación de la tarea escrita
se considerarán los siguientes aspectos:
a) Relevancia de los problemas seleccionados: Las actividades deberán
enfocar temas cuyo tratamiento se considere
importante por sus implicancias para la descripción, análisis, o propuestas
para el estudio o solución de problemas éticos, sociales,
científicos o tecnológicos (NO INCLUIR NOTICIAS TRIVIALES
O IRRELEVANTES!!!).
b) Relevancia de las fuentes de información: Las fuentes de información
utilizadas deberán responder a criterios de calidad (atender a
la ubicación del autor, la editorial, el organismo o acontecimiento
en el que tuvo lugar la producción del texto con el que va a trabajar
en relación con el ámbito de la disciplina correspondiente
(DAR PREFERENCIA A AUTORES Y PUBLICACIONES DESTACADAS DENTRO DEL CAMPO).
c) Tratamiento de los contenidos: Se atenderá a la precisión
y elaboración conceptual; coherencia y organización de
la exposición e integración de los contenidos desarrollados
(REVISAR LAS DEFINICIONES QUE SE ADOPTAN, LAS RELACIONES QUE SE ESTABLECEN
Y EL GRADO EN QUE EL ESCRITO DICE LO QUE USTED QUIERE DECIR).
d) Aspectos formales: En el desarrollo del escrito deberá diferenciar
el parafraseado de la cita textual. Asimismo se considerará el
modo en que su escrito responde a las pautas usuales de desarrollo del
tipo de escrito elegido; es decir, si es un trabajo monográfico
se atenderá a la consideración de introducción,
desarrollo y consideraciones finales; si es una reseña, se espera
una diferenciación entre síntesis (del texto, película,
artículos analizados y los comentarios personales; si es un informe
de experiencias, el mismo deberá seguir la secuencia de: propósitos,
métodos, resultados...) (PIENSE EN EL LECTOR, AYÚDELE A
VER EL PROBLEMA COMO USTED LO VIO, A CONSIDERAR LOS HECHOS, IDEAS, SITUACIONES
SOBRE LAS QUE USTED PENSÓ).
e) Opciones de valor. Cualquiera sea el tipo de texto en el que presente
su tarea, deberá quedar clara cuál es su posición –así como
los argumentos o evidencias que le sirven de apoyo– frente a los
problemas tratados (CUANDO HAYA TERMINADO EL TRABAJO, REVISE SI EL MISMO
REFLEJA SUS OPCIONES DE VALOR; EL TEXTO ES SUYO/A, CUIDE QUE LO/A REPRESENTE
BIEN).
f) s El escrito deberá incluir una
explicitación de las vinculaciones que usted observa entre los
contenidos tratados en la tarea auto generada y los contenidos que ha
seleccionado para su trabajo de planeamiento (EL ESCRITO TIENE QUE TENER
LUGAR E IDENTIDAD DENTRO DE SU PLAN DE TRABAJO).
Anexo 2. Cuestionario sobre
aspectos metacognitivos 2
Apellido y Nombre
Este cuestionario atiende a obtener información sobre el proceso
de interpretación y ejecución de la tarea escrita, los
logros obtenidos y los problemas que se le presentaron.
1) Explique en sus propias palabras qué es
lo que la consigna le demandaba hacer.
2) Describa, con el mayor detalle posible, todas las actividades que
realizó desde que recibió la consigna hasta que logró elaborar
el informe en su versión final.
3) ¿Usó las posibilidades ofrecidas por la cátedra,
tendientes a supervisar el bosquejo previo de la tarea escrita?
a) Sí – No ¿Por qué?
b) Independientemente de que usted haya usado o no esa ayuda, ¿cree
que es valioso contar con esa posibilidad? ¿Por qué?
4) Tomando en consideración los seis criterios de evaluación
expuestos en la consigna, ¿podría indicar las dificultades
que encontró para responder a cada uno de ellos?
a)
b)
c)
d)
e)
f)
5) Exprese en qué medida y de qué modo la tarea escrita
le ayudó en los siguientes aspectos:
a) Producir avances en sus conocimientos acerca de usted mismo como estudiante.
b) Conocer y comprender el campo de estudio de la Psicología Educacional.
c) Identificar y comprender algunos de los problemas sociales, científicos,
tecnológicos y políticos del país y/o del mundo.
d) Reflexionar acerca de las características y problemas relativos
al rol profesional.
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1 La
Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC) es una institución
educativa de nivel superior y gestión pública sita en la
cuidad de Río Cuarto, provincia de Córdoba, República
Argentina. «volver«
2 Las
preguntas 1 y 2 fueron elaboradas por la profesora Alicia Vázquez,
para una versión preliminar de este instrumento. «volver«
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de sus actores.
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Información para Colaboradores
Informe 2003
se
aceptan colaboraciones
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